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jueves, 5 de marzo de 2020

[Alam&Clare] La calientapollas de mi hermana-stra.

Dos hermanos se hacen cierta promesa antes de empezar el instituto. Una promesa para muchos es algo fácil de romper, pero para ellos acabó transformándose en una forma de vida. Entre ambos empieza a formarse un inevitable interés. Inevitable, porque no son hermanos de sangre, y las estrictas normas del padre no impedirán que desarrollen afecto entre ambos.

Al mismo tiempo, tanto Clare como Alan irán haciendo sus propios grupos de amigos por separado. ¿Qué pasará cuando sean lo suficientemente grandes? 




Capítulo 1: La promesa



<< ( 12 de Septiembre de 2017, 23.30 Horas) >>


Su cuarto estaba tan sumido en la oscuridad como la casa en silencio. Alan casi podía escuchar, si se esforzaba, los ronquidos de su padre en la otra punta de la vivienda. Estaba nervioso y por mucho que lo intentaba no podía parar de dar vueltas en la cama, pues en unas pocas horas se levantaría y acudiría por primera vez al instituto. Estaba aterrado, pues había visto muchas series donde había matones, pandillas, peleas… Aunque no fuese un cobarde, estaba abrumado por empezar mal en su primer día. También le preocupaba todo en lo referente a Clare. ``¿Estaría bien si fuésemos juntos?´´ se preguntó ``Lo bueno de ir al mismo curso es que podemos ayudarnos mutuamente y…´´ negó con la cabeza, intentando sacar de sí esos pensamientos. Hacía ya un par de meses que su hermanastra había comenzado a comportarse de una manera rara con él. No se terminaba de acostumbrar, pues desde que eran niños habían jugado y se habían protegido el uno al otro en la escuela primaria. No habían tenido la suerte de ir a la misma clase, pero en el patio eran prácticamente inseparables.
   En cambio, durante aquellas vacaciones de verano Clare había comenzado a cambiar. Alan no tenía ni idea de por qué, pero estaba seguro de que lo miraba raro, evitaba tocarlo y, cuando lo hacía, solía sonrojarse.
   Giró en la cama, confundido. Sin darse cuenta dejó de pensar en su inminente primer día de clase y no paró de pensar en su hermana. De repente, se asustó al sentir el inconfundible sonido del picaporte girar sobre si mismo antes de abrirse la puerta del pasillo. De la oscuridad absoluta en la que estaba sumida su habitación, brotó asomándose desde el pasillo la cabeza de Clare, sin decir nada. La iluminación del pasillo era débil, pero pudo presentir su silueta.
— ¿Qué haces aquí? ¡Papa nos va a matar! -aulló en voz baja Alan.
— Necesito hablar contigo -dijo ella destacando un alarde de valentía.

Clare también temía a su padre, el cual era muy estricto. Nunca había permitido que transgredieran el toque de queda, pues cada uno debía estar en su habitación tras ser acostados y no podían salir ni siquiera para ir al baño. Su madre era más permisiva, más bondadosa… Pero no tenía el carácter para imponerse ante unas medidas tan regias.
   Su hermanastra cerró con decisión pero en silencio la puerta de la habitación y subió a la cama de su hermano, tapándose con las sábanas y quedando enterrados bajo ella; como si estuviesen escondidos en un refugio secreto.
   Alan notó el aliento de Clare, cálido y fresco. Olía bien… Por primera vez en meses estuvo cerca de ella, y de nuevo, por primera vez entendió que nunca volvería a ser como cuando eran niños. A Clare le temblaba levemente la voz, y su hermano se la imaginaba sonrojada por algún motivo. Estaba tan cerca de él, y a pesar de todo, no lo tocaba.
— He estado pensando… Y no quiero que vayamos juntos a clase.
— ¿Qué? ¿Por qué? -se escandalizó Alan, siendo tomado por sorpresa. Todas sus esperanzas se le derrumbaron-. ¿Estás enfadada por algo que he hecho?
— No -se apresuró a contestar-. Alan yo…  siento cosas.
— ¿Qué? -inquirió sin comprender.
— Ni yo misma me entiendo. Echo de menos cuando jugábamos juntos, pero… Este verano he empezado a cambiar.
— ¿En qué?
— He… No quiero hablar de eso, me da mucha vergüenza -contestó con sinceridad-. Además, he empezado a sentir cosas. Cosas que no sentía antes.

Aunque no lo dijo en voz alta, Alan creyó por un momento saber a que se refería. Ese cosquilleo, esas ganas de estar cerca de ella.
— ¿Desde cuando sientes esas… cosas? -No obtuvo respuesta-. ¿Clare?
— Ya no podemos jugar como lo hacíamos siempre, no sin que yo me sienta diferente. Quiero que mañana cada uno vayamos por separado.
— Pero vamos a ir a la misma clase…
— Pues nos haremos amigos, pero no quiero que sepan que somos hermanos.
— ¿Por qué?
— Prométemelo.
— ¿Pero por qué?
— Alan, prométemelo -insistió con mayor contundencia.

Alan se estaba ahogando bajo las sabanas, el cosquilleo iba en aumento. Por algún motivo quería abrazarla, estar cerca de ella. Prácticamente ni se había dado cuenta que su pene se había puesto duro.
— No quiero.
— Alan, necesito que me lo prometas… No te estoy diciendo que no hablemos en clase, solo te pido que no le digas a nadie que somos hermanos y vivimos en la misma casa.
— Clare, yo no quiero estar lejos de ti.
— Yo sí que quiero, al menos de momento… -le contradijo sin titubear-. Prométemelo, Alan.
— Te lo prometo -contestó, enfadado.

No, no era enfado, estaba desilusionado. Decepcionado. No era eso lo que quería.
   Clare se quedó muy quieta, paralizada. No dijo nada y entonces, le besó en la mejilla antes de quitarse la manta de encima y correr de vuelta su cuarto.
— Clare… ¡Clare! -murmuró su llamada lo más alto que le fue posible, pero esta lo ignoró.

No tardó en volver a estar solo, sumido en el silencio y en la oscuridad de su cuarto. Pensar en su hermana mantuvo su pene duro, y sin la más leve idea de que hacer con él, empezó a tocarlo. Pronto empezó a entender que rememorar lo que acababa de pasar, la cercanía con su hermanastra, la calidez de su aliento y el beso que le había dado, combinaba a la perfección cuando se tocaba la dureza entre sus piernas. Nunca había hecho nada parecido, se sentía demasiado bien. Fue escalando ese cosquilleo, y su mente se imaginó en una realidad alternativa abrazándola, tocándola y devolviéndole un beso en la mejilla.

Y se corrió, con 12 años, fue su primera paja.
La víspera a su primer día en la educación secundaría.
La noche de la promesa que marcaría su adolescencia… Y quizás su vida.


<< ( 13 de Septiembre de 2017, 9.30 Horas) >>

Su padre trabajaba, pero había reconocido que enviaba a su mujer por poder presenciar el primer día de clase de sus hijos. Ser ambos adoptados no les privo del amor y una buena educación por parte de ambos adultos. Pese a lo estricto de su padre, era cariñoso y agradable; aunque nunca lo habría podido ser tanto como Selma, su madrastra.
   El crujiente mordisco hizo voltear su mirada hacia su hermanastra, en el otro extremo de aquella mesa redonda. Lo miraba aliviada, casi agradecida y… Le sonrió. Pero no le dirigió la palabra. Era como si su promesa fuese efectiva incluso antes de llegar al instituto.
   Era guapa, muy guapa. Su pelo moreno y sus ojos verdes combinaban a la perfección con su hermanastro. Ambos padrastros estaban muy satisfechos con sus dos adopciones, pues ninguno de los dos le habían salido rebeldes, problemáticos ni mal estudiantes. Ambos habían sido un orgullo para ambos y, en lo referente a los estudios, rara vez les habían tenido que decir nada.

El desayuno se alargó, habían madrugado bastante y no tenían ninguna prisa. Selma se aseguró que no se olvidasen nada que tuviese que estar dentro de sus mochilas y, su ropa, impecable. El lado bueno de aquella escuela privada, es que no requería uniforme. Los principios de la institución, con ciertos límites, defendían la libertad de elección a las prendas de vestir que llevaban sus alumnos.
   Tras aparcar, llegando sobrados de tiempo, su madre los escoltó hasta el patio exterior, donde había unas columnas con unos letreros que indicaban las tres clases de primero que existían en el instituto.

Al parecer, para el resto de cursos no hacían falta ni letreros ni filas, ya que todos sus alumnos sabían a que clases ir mientras que, los recién llegados, debían ser guiados e informados por los correspondientes tutores.
— Mama, me voy a la fila. Gracias por traernos -dijo poniéndose de puntillas y dando un beso en la mejilla a su madre. Salió corriendo disparada y se plantó al lado de dos chicas en la fila de ``Primero-B´´
— ¿No vais juntos, cariño?
— No, ayer decidimos que para hacer amigos cada uno irá por separado y luego ya nos juntaremos.
— Que inteligentes son, mis niños… Hasta para hacer amigos hacéis estrategias. Bueno, dame un beso cielo -dijo ella abrazándole, haciéndole pasar vergüenza-. Corre, ya no debe faltar mucho.

Alan caminó sin prisa hasta la fila, no estaba de humor. De refilón vio como Clare sonreía, presentándose ante un par de compañeras de clase que esperaban junto a ellas. Con hartazgo e irritado, puso los ojos en blanco y refunfuñó poniéndose en el último lugar de la fila… En el último puesto, tal como se sentía.
— Hola, me llamo Michael. ¿Y tú? -preguntó un simpático pelirrojo tendiéndole la mano.
— Y yo soy Jordan -se inmiscuyó un tercero, interrumpiendo su apretón de manos con Michael-. El y yo fuimos juntos a primaria. ¿Conoces a alguien de aquí?
— Creo que no -contestó Alan intentando ocultar su malestar.
— Bien, pues ahora ya tienes dos amigos -dijo Jordan tendiéndole la mano-. ¿Cómo te llamas?
— Alan.
— Encantado Alan. Ah, mira… Ya están pasando lista. ¿Faltarán alumnos? Hay muchos…

Alan coincidió mentalmente con su nuevo ‘’amigo’’, observando que en las tres filas de los nuevos estudiantes de primero, había en cada una alrededor de veinte niños y niñas. Tras pasar lista y tener en cuenta los alumnos que faltaban en su primer día -no debían ser demasiados-, los tres tutores guiaron a sus respectivos grupos por tres caminos diferentes. Alan presupuso que todos serían llevados a los mismos lugares pero en diferentes momentos, de esa manera no saturarían la secretaría, la biblioteca, el gimnasio, la aula de castigo…
   Su profesor era gordito y simpático, con bastante salero. Tras enseñarles todas las instalaciones los condujo hasta un aula bastante amplia que no alcanzó el tope de su capacidad. Aún sobraban siete mesas libres, por lo que de faltar alumnos -cosa que era sorprendente-, no habría problema con el espacio.
   Se dio cuenta de que varias veces Clare y él se pillaron mirándose mutuamente, como si no dejasen de buscarse. Ella se sentaba junto a sus dos nuevas amigas en primera fila, en mesas de a cuatro. Alan estaba sentado en las últimas, en la esquina contraria, junto a Jordan y Michael…
   Antes de que empezase la presentación de la clase y del curso, se miraron por última vez… Alan no sabía que, durante mucho tiempo, su hermanastra lo ignoraría tanto en casa como en clases… Si bien en la casa interactuaba mucho más con él, fue seca, aburrida y tediosa. A veces incluso pareció amargada y molesta. Ni siquiera se esforzó en disimular su irritación delante de sus padres, pero tanto Selma como Jonathan lo debieron atribuir a otra de tantas peleas entre hermanos.

Alan no se esperaba, ni de cerca, que Jordan y Michael fueran a convertirse en tan buen amigos suyos como las amiguitas de Clare para ella.
   Esos fueron los primeros días de clase, en los que todo Primero-B se conocían unos a otros sin que nadie se llegase a dar cuenta de que había dos alumnos en la clase que no podían ni mezclarse, como el agua y el aceite.


<< ( 25 de diciembre de 2017, 8.00 Horas) >>

Tres meses habían pasado, durante el cual la indiferencia entre ambos hermanastros se había vuelto el pan de cada día. Tres meses sin que nadie, en la clase ni fuera de ella, sospechase del parentesco de ambos alumnos. Si tuvieron un trabajo en equipo, tocándoles forzosamente entre ellos y viéndose obligados a estudiar juntos, disimularon a la perfección. Fingieron chocar, tener desacuerdos… Pero ambos estuvieron secretamente felices de poder coincidir por una vez tras tanto tiempo.
   Varias veces había intentado Alan entender por qué su hermana le había hecho prometer aquello -obteniendo solo evasiones y excusas-, cuando en casa, con el paso del tiempo, su relación había vuelto a ser cordial. No, no volvieron a estar juntos como la noche de la promesa. Clare seguía evitando tocarle ni acercársele… Pero volvía a sonreírle, a ver la televisión con él.
    Se podría decir que Alan empezó a sentir que su relación volvía a ser parecida a lo que fue antaño.

Entonces llegaron las vacaciones de navidad, Alan se levantó de la cama acudiendo al árbol de navidad esperando encontrar sus regalos. Estaba seguro de que sería el primero en levantarse, pero se equivocó, encontrándose a Clare sentada junto al árbol.
   Como era normal, tenían prohibidísimo abrir un solo regalo antes de que se levantasen sus padres y, por encima de todo, tenían prohibido despertarles. Jonathan les había enseñado a ser pacientes por encima de todo, a pesar de que luego, con los regalos, era más que generoso.
— ¿Te acuerdas de la última navidad? -susurró Clare distraída, mirando la tele apagada-. Veíamos Cartoon Network… La banda del patio, código KND, Samurai Jack…

Alan no contestó, pero si sonrió mientras se sentaba a su lado… Muy cerca de ella, y la imitó, mirando la tele.
— Echo de menos tocarte -confesó Alan y, para su sorpresa, ella le acarició la mano. No solo la acarició, sino que la cogió.
— Yo también.
— ¿Entonces… Por qué?
— Porque siento… cosas.
— Eso dijiste aquella vez -recordó Alan-. Pero como siempre no me respondes. Cuando te toco y estoy cerca de ti… Me siento bien.
— Entonces ya sientes lo mismo que yo.
— Llevo sintiéndolo desde la noche de la promesa -le corrigió.
— Vaya… Pensaba que no podrías entenderlo.
— Y no lo entiendo. Si nos sentimos bien, por qué…
— Más adelante quizás la cosa cambie, no estoy preparada para nada de esto -sentenció, cortante.

Alan observó como esta se levantaba y apartaba de él, soltando su mano. No pudo evitarlo, sus ojos se fijaron en dos pequeños bultos puntiagudos que pinchaban la camisa de su hermanastra, justo a la altura de su torso. Tenía la sensación de que su pecho estaba diferente, como más inflado… Tenía la sensación de que a su hermana le estaban creciendo los pechos.
   Desde la noche de la promesa, no se había sentido cómodo para volver a tocarse como lo hizo la primera vez pero, con el tiempo, había aprendido a calmar ese cosquilleo. Necesitaba concentrarse mucho, pensar en Clare y tener tiempo para llegar hasta el final.
   Pero cada vez le costaba más, tenía la sensación de cada nueva vez que se tocaba necesitaba pensar en cosas buenas. Ya no conseguía ``explotar´´ cuando se imaginaba besando a su hermana y abrazándola.
   Cada vez sus pensamientos se volvían más sucios y más indecentes, así lo sentía Alan. Sintiéndose asqueado cada vez que se tocaba pensando en ella. Le gustaba, le hacía sentir bien… Pero tenía la sensación de que no era correcto tocarse pensando en Clare, como si esta pudiese desaprobarlo. Le daba vergüenza, y no podía evitarlo.

Clare se sentó en la otra punta del largo y cómodo sofá, agarró el mando y con una sonrisa cómplice puso Cartoon Network, como si a pesar de lo que acababa de decir no quisiese que nada cambiase, como si no quisiese alejarse de él.

Alejados pero juntos, vieron durante prácticamente dos horas los ‘’Los niños del barrio’’ hasta que sus padres se levantaron. Como una familia idílica, abrieron los regalos, sonriéndose y abrazándose. Sí, ellos también se abrazaron sintiendo un escalofrió cada uno en su espalda.
   Evitaron volver a acercarse, pero no dejaron de llevarse bien. Así, pasaron sus navidades y volvieron al instituto.

Para las vueltas de las navidades, toda la clase se conocía. Muchos hacían planes después del instituto y tanto el pequeño grupo de Clare como el de Alan, quedaban a jugar y tomar refrescos en su horas libres. Nunca dijeron donde vivían, solo la zona. Nunca reconocieron lo evidente. De la misma manera que rehusaron, por raros que pareciesen, a invitar a nadie a sus casas.
   Sin necesitar nunca recordarse la promesa, la respetaron siempre… Y así avanzó el curso. Así mantuvieron en secreto su relación sin contacto.



Capítulo 2: Fruta prohibida, e inmadura

<< ( 13 de Septiembre de 2018, 9.00 Horas) >>

De una aula prácticamente vacía, se fue llenando lentamente de estudiantes de segundo año. Se reencontraban después de unas largas vacaciones de prácticamente tres meses, así que por supuesto tenían muchas cosas en las que ponerse al día.
   Alan y Clare, cada uno en su respectiva esquina de la clase, habían sido prácticamente los primeros en llegar. Se habían ignorado, como era costumbre, con una fingida indiferencia. A pesar de que, con la buena relación que tenían en casa, les costaba mantener las apariencias. Se miraban y sonreían a medida que iban llegando sus compañeros, sin que nadie se diese cuenta.

``Que guapa se ha puesto´´ pensó distraídamente mirándola de nuevo de reojo, mientras Jordan le increpaba por estar en las nubes ``Su nuevo peinado el queda ideal´´ se decía sin ser capaz de pensar en otra cosa.
   Clare había convencido a su madre para hacerse un corte atrevido, imitando a muchas dieciochoañeras que, según la moda, se rapaban el lado derecho conservando el resto de su pelo. Era un peinado rebelde que le había costado muchas discusiones con su padrastro, Jonathan pero… ¿Qué podía hacer él? Hasta su mujer había sacado las uñas y sus dientes para que, por una vez, no le recriminase por haberle dado permiso a su hija para algo.
   No era lo único atrevido llevaba, pues tal como había comenzado a hacer en verano, se había acostumbrado a llevar escote. Del par de ``limones´´ que tenía, tal como decían Marga y Petra -sus inseparables amigas- le habían ido creciendo a lo largo del curso pasado y de su respectivo verano hasta convertirse en un par de mamas redonditas y acolchadas. No es que fuesen grandes, pero con un respectivo escote eran evidentes.
   Las chicas no se avergonzaban de sus pechos, sino que al desarrollarlos los lucían orgullosamente.
   Clare era una de las chicas más populares de todo segundo, y lo sabía. Era guapa, inteligente y agradable. No había una sola chica, por mucha inquina que le tuviese, que quisiese tenerla como enemiga… Y eso que había muchas envidiosas.
   Marga era una chica con carácter, morena como Clare y de pecho grande; de las tres amigas, la única que se diferenciaba en cuestión de Petra, rubia y con cara de niña buena. Su tono de voz era bajo y suave. Pese a no tener unos pechos tan grandes, ya empezaba a desarrollarlos.

El curso empezó fuerte, al contrario que el año anterior, los profesores no dieron tregua. Algunos conocidos, algunos nuevos, todos ignoraron la procedencia y la relación de ambos hermanastros. Pareció un milagro que ninguno de ellos reconociese lo evidente, y es que ambos vivían en la misma casa. ¿Cómo no podían sospechar cuando para una excursión requerían las autorizaciones de los padres? ¿No se preguntaban por qué sus autorizaciones las firmaban la misma persona? Sí… Se habrían dado cuenta, de no ser que Alan pedía la firma a su padre y Clare a su madre. Y como su padre nunca se acercaba al instituto…
   Aquel año había dos repetidores, los cuales creaban mal ambiente. Mal ambiente para las chicas, claro. Eran un año mayores, eran unos chulitos y no dejaban de mirar e ir detrás de las chicas más guapas de la clase. Con elegancia y educación, Clare los evitaba sin posibilidad de que estos se sintiesen rechazados. Tenía tanta labia y tanta clase que no era opción que ante sus propuestas de quedar fuera de clase ella se negase en redondo.
   Pero Alan no lo pasó bien al respecto. Empezó a experimentar los celos y la envidia cuando veía a otros compañeros acercarse a su hermana. Cuando otros la hacían reír y, para colmo, se tomaban la libertad de tocarla.
   Estaba seguro de que, si ella se hubiese dado cuenta, no se habría dejado tocar por nadie. Si se hubiese percatado de lo mal que le sentaba… Pero ella, incluso si mantenía las distancias, nunca reprochaba a ninguno de los chicos que ``la molestasen´´. A los 13 años buscaban motivos hasta para rozarse si quiera… Y ella parecía cómoda con ese tipo de contactos.

A pesar de como sus propias amigas le tocaban las tetas y como los compañeros de clase se peleaban para estar cerca de ella, a pesar de que la cercanía que parecían tener con Clare… Nunca llegó a intimar con nadie. Solo sus dos compañeras y amigas, Marga y Petra, habían logrado quedar con ella fuera del instituto.

En toda la clase, eran los únicos dos alumnos que no tenían todavía móvil propio. Su padre era también en aquello muy estricto, restringiendo hasta las horas que podían estar en el ordenador, y generalmente era para estudiar. Rara vez los dejaba ver vídeos en youtube pero, tras una reciente discusión con su madre, había dado a entender que se lo pensaría.
   Su madre, Selma, aunque carecía del carácter y la hostilidad para imponerse ante su marido, tenía mucha más picardía. Lograba llevárselo a su terreno y, a la larga, Jonathan acababa cediendo. Aún recordaba Alan como su madre les guiñó el ojo y sonrió, como diciendo ``ya me encargaré yo´´, cuando Jonathan prometió que ellos no iban a ser como los demás y no tendrían móviles propios.

Entonces llegó navidad.


<< ( 25 de Diciembre de 2018, 8.00 Horas) >>

Aquella mañana, fue Clare la que se levantó perezosamente de la cama y se vistió con una mera camisa, un pantaloncito de seda ultraligero y una bata acolchada que la protegía bien del frio. Evitó ponerse el sostén, hacía mucho que se había habituado a su uso pero siempre que podía aprovechaba para ir sin él. Se percató, casi de refilón, que la puerta del cuarto de su hermano estaba abierta y entonces prestó atención al sonido de la tele, que hasta entonces le había pasado inadvertido.
   Con una risa en los labios, aún en el pasillo, se aflojó levemente el cinturón de la bata alrededor de su cadera y los pliegues que sostenían y presionaban su pecho se aflojaron, ambos senos se vieron parcialmente liberados en el interior de la camisa y quedaron palpablemente visibles. Los tenía grandes y duros, nunca se cansaría de lucirlos… Y mucho menos delante de Alan.
— Te he ganado -dijo sonriendo, nada más verla.

Estaba sentado en el sofá y, de la misma manera que ella no llevaba sostén, su querido hermanastro no llevaba calzoncillo. Le encantó apreciar el bulto contra el pantalón de su pijama, como si no se hubiese percatado. Ignoró los regalos y se sentó al lado de su hermano, pegado a él.
   Alan la abrazó, pasando su brazo por encima de sus hombros y ella apoyó su siente en el pecho de él. Vieron los ya tradicionales dibujos de Cartoon Network, sin descuidarse estar atentos por si sus padres se levantaban. Les habría costado mucho explicar por qué estaban así… Por qué la mano de Clare estaba posada sobre el muslo de su hermano, tan cerca de su entrepierna.

Para Clare, era delicioso estar tan cerca de Alan. El cosquilleo constante, los escalofríos cada vez que este hablaba demasiado cerca de su oído. Su relación había mejorado mucho desde que había empezado el curso. Años atrás, desde que le vino su primera regla, había sentido cosas por él que la habían asustado. Le había costado, pero cada vez tenía más claro que amaba a su hermanastro. No, dudaba que fuese amor, sino deseo. Desde pequeños habían sabido que no eran hermanos de sangre; pero su padre, sobretodo, los había educado para que se viesen con asco en lo referente a la sexualidad.
— ¿Quedaste con Jose, al final? -preguntó al fin Alan, sin que ella apartase la cabeza de su pecho.
— No -contesto, y después se mordió el labio, reprimiendo una sonrisa.
— Parecías reírte tanto con él.
— Por favor, Al. Ya sabes que soy así con todos allí.
— No me gusta.
— Ya me lo has dicho muchas veces -le recordó completamente seria, aunque internamente disfrutaba que su hermano se pusiese celoso. Que mostrase interés por ella. La complacía, simple y llanamente.
— Pues te lo digo una vez más -bufó con aburrimiento.
— A Marga le pareces muy guapo, siempre te mira. Bueno, y otras tantas.
— No son a ellas a quien yo quiero…
— Al, dejemos el tema o me voy.
— Como haces siempre -contestó rencoroso.
— Ya sabes que no quiero hablar de esto.
— No quiero callarme… Duele.
— ¿Te duele esperar?
— ¿Esperar qué? ¿Algún día va a cambiar algo? -gruñó con fastidio. Clare no contestó, permaneció callada, hasta qué dijo…
— Puede.

Lo que Alan no sabía, es que Clare no solo reposaba la cabeza en su pecho por comodidad, sino que también para escuchar sus latidos y, tras dar a entender que todo podría cambiar, los latidos del corazón de su hermanastro aporrearon el oído de la treceañera… Para su satisfacción.

No volvieron a mediar palabra, vieron durante una hora más ‘’la banda del patio’’ hasta que escucharon a sus padres levantarse. Prácticamente los pillaron, Clare con una sonrisa lamentó apartarse de la disimulado pero semierecto pene de Alan. Había fingido no percatarse, prácticamente como si no lo hubiese visto. Partiéndose casi de la risa cuando sus padres asomaron por la puerta del pasillo pillando así a su hijo abrazando un cojín, escondiendo tímidamente su erección.
   Ella, por su parte, había disimulado bien sus dos pezones erectos bajo la camisa. Había mantenido los pliegues de la bata maliciosamente holgados para que Alan pudiese verlos todo lo que pudiese pero, antes de que su padre hubiese aparecido ya se había aferrado y apretado en torno a su pecho los dos bandos de la bata.
   ``Se acabó el espectáculo´´ se dijo con una sonrisita. Sonrisa que, de hecho, se transformó en un grito de emoción cuando abrieron sus dos respectivos regalos al mismo tiempo. Dos Xiaomi Mi10, una impresionante mezcla de calidad precio. Sus primeros móviles eran impresionantes, con todas sus letras.
    Pese a la emoción de ambos y antes de continuar abriendo regalos, Clare no pudo evitar pensar que su mayor regalo, o el que más había disfrutado, era permanecer pegada junto a su hermanito… Sin nadie que los importunase.

El resto de aquel día, y de aquellas vacaciones, fueron un tanto difíciles de aguantar. Parecían estar Alan y ella saltándose continuamente límites, estando cada vez más tiempo fuera del instituto juntos. No salían a la calle, y disfrutaban de poco tiempo libre teniendo en cuenta que tanto él como ella tenían muchos deberes, exámenes, trabajos y quedadas con sus respectivos grupitos de amigos.
   Como fuera, el poco tiempo libre que tenían ambos en la casa los pasaban juntos. Siempre había alguien en la casa, si no eran invitados de sus padres, eran ellos mismos o sus familiares, pero prácticamente nunca estaban solos. Y aunque era evidente de las ganas que se tenían mutuamente de estar abrazados y pegados como siameses.

Tras trastear un poco sus móviles y descubrir como funcionaban, no tardaron en llegar a la conclusión de que debían agregarse mutuamente con nombres difícilmente reconocibles. De esta manera, si alguien les pillaba hablando nunca podría sospechar que era su propio hermano.
   En el fondo, quizás, Clare se divertía con ese juego clandestino con su hermanastro, pero este, realmente creía que estaba preparando el terreno para poder hacer cosas juntos. ¿Quién sabía? La vida daba muchas vueltas.


<< ( 14 de Junio de 2019, 16.00 Horas) >>

Clare y Alan estaban solos en casa, pero por una vez que lo estaban, él estaba enfadado con ella. Encerrado en su cuarto miró el móvil con fastidio, miraba sin ver Facebook, Instagram, Twitter… No lo distrajo mirar videos en Youtube de sus influencers favoritos, no. Su mente estaba obsesionada con hacerse daño y rememorar una y otra vez lo mismo.
   Con ganas de orinar, el catorceañero salió de su cuarto, tocó el interruptor del baño y entró a toda prisa sin esperar encontrarse a su hermana completamente desnuda frente al espejo, por supuesto, una toalla cubría sus senos, pero podía ver sus nalgas asomar por el borde inferior de la toalla.
— Eh… Si querías verme desnuda avísame -bromeó mientras se volvía a mirarlo y trataba de sonreír.

Alan no le correspondió, permaneciendo serio. Giró sobre si mismo y se marchó hacia su habitación. Notó la mano de ella aferrarse a su hombro para detenerlo.
— Oye, es solo una cita… -dijo dolida, esforzándose por no escupir la espuma mientras se sacaba el cepillo de la boca.
— No, si está bien. Se nota que me gusta.
— No me gusta -murmuró poniendo los ojos en blanco.
— Pero vas a quedar con él.
— Será divertido, pero no va a pasar nada. Te lo prometo.
— Ya, claro…
— Oye -Él intentó darse la vuelta, pero ella lo retuvo de nuevo-. Hace tiempo me prometiste algo, y no has roto tu promesa. Yo haré lo mismo, no voy a hacer nada con él.

Las facciones dolidas en el rostro de Alan se relajaron al instante, incluso un amago de sonrisa asomó por la comisura de sus labios.
— Promételo.
— Te lo prometo…

Se abrazaron, o más bien, Clare lo abrazó. No quería perderlo, tampoco quería hacerle daño. Volvió a sentir ese cosquilleo que sentía siempre que lo abrazaba o estaba muy pegada a él. Duró unos segundos el abrazo, antes de que ella volviese a ingresar en el lavabo y terminase de acicalarse.


<< ( 14 de Junio de 2019, 18.00 Horas) >>

Estaban sentado los dos, en un banco. Se había puesto preciosa para él, y no porque fuese sido excesivamente guapo, sino porque había sabido a la perfección como jugar con ella para lograr lo que nadie más había conseguido, quedar juntos.
   Si que es cierto que había salido con sus amigas y algún compañero de su curso, pero nunca una cita había prometido tanto.
   Él tenía un corte de pelo muy apurado, de punta en la parte de arriba. Tenía en la ceja un corte artificial para parecer más un chico malo. Era un repetidor, y eso la volvía loca. Le atraían los balas perdidas, aunque su hermano sin duda era una excepción. Su hermano, sin duda, le atraía porque le tenía un cariño especial… Y porque estaba prohibido. Aún así, no se sentía preparada para hacer nada con su hermano, desde antes de la promesa ella lo había visto venir. Pero aunque en frio siempre creía que lo mejor era que estuviesen separados, siempre que se acercaba a su hermano volvía a tener la misma necesidad. Sentía que… Sentía que estaba lista para besarle. Por supuesto, ya había besado a algún chico en los pasillos del instituto, pero besar a Alan ella sabía que habría sido muy distinto. Temía no poder parar, como cuando se tocaba.
   Quizás por eso había quedado con ese chico malo, con ese repetidor de Tercero-A. Tenía 16 años, y ella tan solo 14, pero por algún motivo la traía loquita.

Por eso iba lo más escotada posible, con unos shorts tan cortos que habrían escandalizado a su propio padre si la hubiese visto salir así. Se había peinado con trenzas y se había puesto sus pendientes favoritos.
   Hannibal posó la mano sobre su muslo y se estremeció, eso si que había sido precoz.
— Ni te imaginas las ganas que te tenía.
— No vayas tan rápido -titubeó agarrando la mano de él y apartándola, al tiempo que se reclinaba para atrás manteniendo las distancias con la boca de él, eso sí, lo hizo sonriendo y divertida-. Pensaba que me habías dicho que íbamos a tomar algo.
— Y vamos a tomar algo… -dijo él volviendo a inclinarse para besarla.
— Yo creo que no -insistió ella, interponiendo su dedo índice en los labios de él.

Suspiró, molesta. Si no le hubiese prometido eso a Alan, ya estaría dejándose comer la boca. Lo peor de todo es que, por haberlo prometido, esa cita en sí misma también estaba prohibida y… Eso la mojaba mucho. El mero hecho de imaginarse rompiendo su promesa.
— ¿Sabes? Pensaba que me tenías ganas. Me habré equivocado -confesó él apartándose respetuosamente.

Eso, sin duda, es lo que más le había atraído de él. Pese a aparentar ser un malote no era para nada tonto. Le parecía incluso perspicaz y avispado, y aunque no pretendía llegar a una segunda cita con él, si que había aceptado quedar en ese momento para darse el lote. Incluso le habría dejado tocarle el culo y las tetas.
   Por encima de todo, le ponía enrollarse con un chico tan mayor y tan… problemático. Eso sí, sin que fuese ‘’malo’’ con ella.
— Sí, te equivocas. Yo solo quería comerme un helado.
— No digas eso. Con esa carita no puedo tomarte en serio -El dedo pulgar de Hannibal rozó y balanceó el carnoso labio inferior de Clare.
— Pues quería chupar un helado, pero ya no me apetece.
— No te creo.
— Bueno… Puede que otro día cambie de opinión otra vez.
— Las chicas que no se deciden me aburren. Puedo invitarte a ese helado ahora, si quieres…
— No.
— Me matas -dijo él-. Con lo buena que estás… No sabes las ganas que te tengo.
— Creeme, lo sé -le refutó.
— Puedo… ¿Puedo tocarte las tetas? Me muero por hacerlo. Venga va, te las toco y ya.
— Si claro…
— Por fuera… Desde que las vi me enamoré de ellas. Necesito tocarlas, en serio. Es superior a mí.

Se lo pensó, también era superior a ella dejarse. Si no hubiese hecho esa maldita promesa, ahora mismo estaría restregándose encima de su paquete, montándoselo con él. Pero dejarse tocar las tetas no podía ser tan malo, y en parte, ni siquiera incumplía la promesa porque, definitivamente, no iba a hacer nada con él.
   Le daba igual quien estuviese mirando. Estaba muy lejos del instituto y de su casa, seguramente nadie la conocía por allí. Por eso lo agarró de la muñeca y condujo su mano a su pecho. Agradecido, Hannibal amasó su seno con su tosca mano. Pronto no se pudo conformar con una y estuvo manoseándola con dos manos. La hermana de Alan intentó levantarse pero Hannibal la apretujó contra él, haciéndola sentar sobre sus rodillas, y pronto estuvo su culo contra su entrepierna. Notó el bulto, su aliento contra su cuello y esos dedos traviesos intentando meterse dentro de su corpiño. Definitivamente sus dedos y sus pezones querían conocerse.

   ``Joder…´´ maldijo mordiéndose el labio. De un empujón se alejó de él, aunque claramente no estaba enfadada.
— Venga… No me puedes dejar así.
— ¿Cómo que no? -lo retó, sonriéndole-. Lo siento, eres demasiado… Intenso para mí -``Mentira´´ decía una voz en sus adentros.
— Venga… Vamos a mi casa -insistió él.
— Ya, claro… A saber que me haces ahí. No te quejes que te he dejado tocarlas.
— Y son… Bufff, tus tetas son el paraíso.
— Ya has tocado más que muchos. ¡Ciao! -Por supuesto que dijo muchos, que pensase que no había sido el primero, el único ni el último.

Se marchó, sabiendo que no debía seguir jugando con fuego porque se moría por quemarse. Hannibal la persiguió e intentó convencerla, pero la promesa estaba por encima de todo. No iba a hacer nada con él, definitivamente no. Nunca podría olvidar como todo aquel tiempo, su hermanastro había cumplido aquella promesa, casi dos años antes.
   Resopló y suspiró, intentando no pensar más en lo mucho que se arrepentía por no haber dejado a Hannibal continuar. Pronto se quedó rindió y la dejó marchar, quizás considerando que eso sería lo mejor para luego volver a tener otro intento con ella pero, se equivocaba. Su oportunidad, aunque no hubiese sido por decisión suya, ya había sido desperdiciada.






<< ( 13 de Septiembre de 2019, 9.00 Horas) >>


El aula estaba relativamente llena en su primer día, los profesores, como siempre, eran un poco flexibles a la hora de dar el pistoletazo de salida al nuevo curso.
— Tercero de la eso ya… -suspiró, como un viejo, Michael. Alan estaba sentado en la mesa, ese verano había pegado un estirón importante. Además, las chicas parecían fijarse mucho más en él. Miraban al grupito de tres, sonriendo y haciendo comentarios traviesos por lo bajo.
``Todas menos una´´ pensó con fastidio, observando como de costumbre a su hermana en primera fila, hablando seriamente con otras compañeras con las que no tenía tanto trato.
— Casi puedo recordar cuando nos conocimos en la fila -mencionó con nostalgia Jordan-. ¿Has visto ya a tu hermana?
— ¿Qué? -preguntó Alan sobresaltado.
— ¿Tú tienes hermana, tontaco? Me refiero a él.
— Ah, ya. Eso me preguntaba. ¿Qué hermana?
— Pues está bien, la verdad. La han cogido en la úni al final.
— Yo también querría cogérmela -bromeó Jordan, llevándose unos golpes amistosos de su amigo mientras este reía.
— A mi hermana ni mirarla. ¿Tú crees que Petra saldrá con alguien? -preguntó Michael, imitando a su amigo Alan y mirando hacia donde él miraba.
— No he estado atento a sus redes sociales -contestó distraídamente Alan.
— Y madre mía, como se ha puesto Clare.
— Esa está en otra liga. Alan tendría alguna posibilidad, pero creo que solo se atreve a mirarla de lejos.
— ¿Qué dices? -cuestionó el aludido, viéndose forzosamente distraído de su hermanastra.
— Venga. Toda la clase se ha dado cuenta que siempre la miras.
— Yo no la miro…
— Bueno, vale. Puede que me equivoque por una.

Sin disimular un poco, algo que molestó a Alan. Michael levantó el brazo con una sonrisa pícara y apuntó con sus dedos hacia el grupo de ``Las populares´´. Guiñó un ojo como intentando ver lo que veía Alan y dijo:
— Petra, Marga, Marga, Petra…
— Es Clare, es obvio -señaló sin piedad Jordan, ya sentado en la silla y poniendo sus cosas sobre el pupitre al ver que Manuel, su tutor, había entrado tan campante en el aula, ignorando el barullo.
— Dejad de decir gilipolleces…
— Alan, tio… No te tienes que avergonzar. Está muy buena.
— No, si eso ya lo sé…
— Pues ya está -sentenció Jordan.
— Lo que decimos él y yo -dijo pasándole el brazo sobre el hombro-. Es que si no te acercas y le hablas nunca sabrás si le gustas.
— Ya he hablado con ella.

Ambos amigos resoplaron al mismo tiempo, como en tono de burla.
— Sí, claro -dijo Jordan.
— En trabajos -terminó Michael.
— Bien -manifestó el profesor tras aclararse la voz-. ¿Empezamos? Este curso será dos veces más complicado que el anterior. Os tenéis que dejar de tonterías, no me gustó como terminó el curso anterior. Es la preparación de vuestro cuarto y último curso. ¡El definitivo! Así que…

Pero la mente de Alan desconectó, dedicándose toda la hora restante en hacer dibujitos en su cuaderno…



<< ( 25 de Diciembre de 2019, 7.00 Horas) >>

Llevaba unos meses en una situación muy delicada con Clare. Cada vez estaba las loca, más desinhibida… Hacía ya mucho tiempo que habían dejado atrás la barrera de poder tocarse y abrazarse, pero parecía que Clare estaba dispuesta a saltarse una nueva: La de la ropa.
La había visto llevando bata y sin sostén, con camisa por encima, por su puesto. Su padre nunca había consentido que andasen con poca ropa. Siempre había dicho que, por decencia, tanto unos como otros debían ir vestidos correctamente. Una cosa era llevar pijama y que se marcase lo inevitable… Y otra cosa muy distinta era ir en ropa interior como había tratado hacer Clare alguna vez. Después de esa discusión y ante una amenaza de castigo, ciertamente no volvió a hacerlo. Sin embargo, había encontrado algunas maneras para desobedecer la orden de su padre. Maneras para que su hermano tuviese que aguantarla con un pezón asomando, o con la falda del vestido asomando peligrosamente su sexo.
  
Algo rompió su sueño, en la tranquilidad inmutable de su habitación y escuchando como siempre los ronquidos de Jonathan detectó una sombra moverse cerca de la puerta. El corazón le empezó a latir muy fuerte, porque sabía quien era la única que podía ser.
   Escuchó el ruido de una prenda caer al suelo. ``La bata´´ predijo antes de sentir como se subía al colchón y, por primera vez en años, se arropaba entre sus sábanas.
— Que coño hac… -preguntó Alan antes de ser silenciado. Clare temblaba, estaba caliente… No, estaba ardiendo.
— Tengo frio. Abrázame.

Ni lo dudó, la asió entre sus brazos notando sus senos apretujarse contra su pecho, sus piernas se enrollaron en torno las suyas. En un instante y sin haberlo podido preveer, estaba montada encima suyo. Su sexo, cubierto por una braga holgada y aflojada, chafó sin contemplaciones la polla erecta de su hermano.
— Creo que me he vuelto loca.
— Joder… Clare, salte de encima o…
— ¿O qué?
— O te follo.

Se quedaron muy quietos, temblando. Sí, también temblaba Alan. La mano de Clare, en la oscuridad, hicieron a un lado su braga dejando expuesta una vagina abierta y hambrienta en la oscuridad de la habitación.
— Métela…
— ¿Seguro?
— Llevo toda semana pensando en esto. No quiero esperar más. Quiero que sea contigo. Siempre he querido que sea contigo…
— Clare… No -se sorprendió diciendo el quinceañero, sabiendo muy bien que llevaba años esperando eso.
— Ya lo sé, Al. ¿Por qué no lo habré hecho un día que estamos solos? -se derrumbó, apoyando su frente a la de él. El culo seguía erguido, su vagina abierta…

— Los dos sabemos muy bien lo que siente el otro. No ha habido un solo día que deje de pensar en ti.
— Ya lo sé -repitió, esforzándose por no besarle en los labios. Él tampoco la besó, pero sus labios prácticamente se rozaban.
— Y tú mientras te lías con otros, tienes citas con esos asquerosos -replicó Alan, odiándola. Quería quitársela encima y gritarle, y quería besarla también, y follársela. Quiera hacerle muchas cosas.
— Es verdad… -reconoció, no había culpa en su voz. Pero hasta ella temblaba-. Solo… Métemela. No lo he hecho con nadie más, quiero que sea contigo.
— Pero te has liado con otros -le acusó.
— Sí. ¿Tú no?
— Sí… -confesó Alan.


Clare agarró la polla de su hermanastro, la que tanto había ansiado y la apuntó contra su vagina. El glande besó aquel circular, carnoso y húmedo orificio carnoso, mientras el extremo amenazaba con romperle un hímen que ella no quería.
— ¿La quieres dentro?
— Sí, joder… La quiero dentro. ¿No se nota?
— ¿Sabes cuanto he esperado por esto? ¿Es justo que tú, cuando te entra un calentón, vengas aquí y me impongas esto?
— ¿Por qué dices esto ahora? -le reprendió, pero no estaba enfadada. Lo entendía, pero al mismo tiempo estaba impaciente, hambrienta de su miembro-. ¿Sabes lo que me ha costado decidirme.
— Quiero castigarte… -reconoció Alan. Clare intentó bajar, empalarse… Pero su hermanastro subió las rodillas y no le dejó. Aquel glande estaba deliciosamente medio incrustado en su vagina sin estrenar.
— ¿Qué? -claramente fue pillada desprevenida, sin rendirse. Seguía intentando bajar.
— Quiero castigarte por haberme hecho esperar tanto tiempo. Y te prometo que como te piques y te líes con otro, me perderás.

Las promesas, entre ellos, eran sagradas. Se habían demostrado innumerables veces que si se comprometían el uno con el otro en algo, simplemente lo cumplirían.
— ¿Y cómo me vas a castigar? ¿Me vas a dejar así?
— Vas a tener que esperar mucho hasta que te perdone.

Se la sacó fácilmente de encima y la apartó a su lado. Era evidente que Clare no sabía como reaccionar, había ido con todo y había perdido, nunca la habían rechazado. Pero parecía que Alan no estaba dispuesto a detenerse ahí, agarrando la mano de su hermanastra y haciéndole agarrar su polla erecta.
   No dijeron nada, ella entendió… en parte. Empezó a masturbarlo. Al cabo de un rato, meneando su miembro de manera suave y con delicadeza, intentó besarlo pero este la volvió a rechazar.
— Prométeme que no vas a follar con nadie más… -Clare no prometió ni dijo nada, se limitó a seguir pajeándole-. Prométemelo.
— Al, yo…
— ¿No has dicho que siempre has querido que fuese conmigo? ¿O solo has tenido un calentón y has venido a mi cama porque te pillaba cerca?
— Al, soy tuya… Solo tuya. Te prometo que mi vagina será solo tuya -Esa promesa fue un orgasmo auditivo, tanto para ella decirlo como oírlo para él.
— Prométeme que no me besarás hasta que yo quiera…
— Te prometo que no te besaré en la boca hasta que tú me lo pidas…
— Y prométeme que no vas a estar con nadie más. Ya no habrá mas citas, no quedarás con nadie más para liarte con ellos.
— Joder, Al. Me vas a matar. Te lo prometo. Te lo prometo pero métemela.
— No pares de pajearme…

Clare lo maldijo, mientras enterraba su cara en el cuello de Alan. Notó con su pequeña mano aquel infladísimo pene a punto de estallar.
— ¿Hasta cuando, Al? -gimió. Sintiendo como este le tocaba el culo y se lo palpaba.

En la oscuridad, Clare puso los ojos en blanco y se mordió el labio, sufriendo un placentero respingo al sentir los dedos de su hermano tan cerca de su sexo.
— Hasta que considere que has pagado por ser tan…
— ¿Tan qué?
— Tan calienta pollas.
— Pues si he sido tan calientapollas no sé que hago aquí pajeándote…

Soltó su miembro, se dispuso a levantarle pero Alan la rodeó con sus brazos y cayeron juntos a la cama.
— Suéltame… -Estaba molesta, pero seguía cachonda perdida.
La polla de Alan estaba siendo aplastada por el vientre de su erótica hermana. Evitaron besarse, pero los labios de ambos acabaron contra la piel del otro, en algún lugar cercano al cuello y al hombro.
— Suéltame -repitió, en un vano intento de removerse y escaparse… Su polla cada vez estaba más cerca de su vagina. Cada vez, más, cerca…

Ambos se sobresaltaron, pero se quedaron muy quietos al escuchar a sus padres levantarse de la cama, riéndose ambos. Salieron al pasillo, era demasiado tarde… Su padre los mataría por pillarlos juntos en la habitación, sobretodo con tan poca ropa.
   Hacía mucho que el toque de queda había desaparecido, ya eran demasiado grandes pero… ¿Estar en la habitación el uno del otro? Eso no había pasado nunca.

Aún así, Alan no aflojó su abrazo a Clare, y ella no se movió. Escucharon a su madre, tras haber comprobado que no estaban en el comedor como siempre junto al árbol, picotear en la puerta de su hija pidiéndole que se levantase. Casi inmediatamente, picó a la puerta de Alan retumbando el sonido contra la madera en toda la habitación.
— Alan, despierta a tu hermana…
— Ya voy, mama… -dijo casi de forma automática.

Los pasos de Selma y Jonathan, separados, desaparecieron en el comedor.
— Suéltame… -repitió por tercera vez; sin embargo, no parecía desear que la soltase…

Aflojó su abrazo, pero sus manos resbalaron hasta sus nalgas y clavó las uñas en ellas. Aun erecto, se removieron y su polla acabó entre sus humedecidos muslos.
— Joder… -Se le escapó a Clare.
— Me has prometido tres cosas… ¿Te acuerdas?
— Lo cumpliré… Ni lo dudes.
— ¿Seguro? -preguntó Alan, contento de presuponer que a partir de ahora la tendría bajo su poder.
— Alan… No puedo pensar con tu polla entre mis piernas.

La hizo apretarlas, y sin soltar sus dos nalgas, se folló con pequeñas embestidas sus muslos.
— Hmmmm…. -Clare apenas logró acallar un largo gemido. Deseó que en vez de follarse sus muslos se estuviese follando su coño.
— ¡Niños! -chilló su madre.
— ¡Ya voy mama!

Con las piernas temblando, sin apenas poder mantenerse en pie por si sola, agarró su bata en mitad de la oscuridad y tras acicalarse y comprobar mediante el tacto de sus manos que todo estuviese en orden, salió fuera.
   Clare se metió en el baño, descubriendo que sus mejillas estaban completamente enrojecidos. Estaba sudada, si es que eso era posible con el frio que hacía y, evidentemente, sus pezones estaban endurecidos bajo la bata.
   Alan, por su parte, tardó un rato en que se bajase su erección. Había estado tan cerca de acabar… No, había estado tan cerca de follar con su hermanastra. ``¿Por qué he desperdiciado esa oportunidad?´´ pensó ``Como se enfríe capaz no quiere volver a saber nada de mí…´´ se lamentó.

Ni siquiera las tres promesas de su hermana lograron calmar su ansiedad.

Ni Selma ni Jonathan percibieron la evidente perturbación en sus hijos, claramente distraídos mientras abrían sus regalos de navidad. Sin saber que por poco habían dejado atrás su inmadurez.
  



Capítulo 3: Fuerza de voluntad

<< ( 2 de Enero de 2020, 5.00 Horas) >>

Estaba sola en su habitación, solo en ropa interior. La habitación estaba apagada, a oscuras. Solo brillaba entre sus manos el móvil, mostrándole todo el contenido que quería ver.
Tenía más de 150 mensajes en el chat de Facebook, una ingente cantidad de peticiones de amistad y de me gustas a sus fotos. Lo mismo en Instagram y twitter. No es que subiese demasiado contenido, al contrario, más bien usaba demasiado poco el móvil pero… Bastaban un par de publicaciones para que la gente que la conocía se volviese loca.
   Tenía unas cuantas conversaciones que intentaban ser calenturientas, pero ella no les daba la oportunidad de que escalasen a nada más. Dejaba a tantos chicos del instituto en visto, y sabían porque los ignoraba. Todo el mundo decía que tenía novio, que no era normal que una chica tan guapa ignorase a todos los chicos y chicas que bebían los vientos por ella y eso solo era verdad, en parte.

Se había molestado, y mucho, por la actitud de Alan. ¿Cómo se atrevía a rechazarla? Pero por otra parte, y a pesar de apenas haberle dirigido la palabra, era cierto que en los últimos días habían vuelto a provocarse mutuamente. Revisó la única conversación de whatsapp que le interesaba, la de su hermanastro. Aún no había borrado su última conversación, como era costumbre. En ella, le había pasado varias fotos provocativas que originalmente había hecho para otros chicos.
    ``Si supiese lo mucho que me ponen ciertas personas´´ bufó para sus adentros mientras borraba la conversación mensaje a mensaje ``¿Por qué tuve que prometerle nada?´´
   Llevaba cuestionándoselo desde el día de navidad. En ese mismo momento podía estar dejándose manosear en algún parque de madrugada, como sus amigas Marga y Petra, las cuales ya hacían un tiempo que coqueteaban con unos camellos que rondarían los 18 y 19 años.
Marga y Petra, sabedoras de lo guarra que era Clare en realidad, le mandaban vídeos y fotos donde se dejaban tocar y perreaban al grupito de chicos malos. En el fondo, fantaseaba con ser cualquiera de ellas. Mucho más, soñaba con irse con ellas y calentar a esos niñatos hasta que abusaran de ella. ¿Tanto le costaba a Alan? Solo tenía que follársela. Pero claro, prefería ser un resentido antes que disfrutar de una chica que estaba en ropa interior en la habitación de al lado muriéndose por una buena polla.
   Aún así, muy en el fondo, lo estaba disfrutando. Pues las cosas que más se disfrutan son las que más cuestan de conseguir.



<< ( 2 de Enero de 2020, 14.00 Horas) >>

La casa estaba vacía… Vacía de sus padres. Le despertó su apreciado hermanito, descolgando la manguera de la ducha. Se levantó decidida, quitándose la ropa a medida que se acercaba a la puerta de su habitación, de camino cogió dos toallas, una para el pelo y otra para el cuerpo. Cubrió su torso helándose de frio antes de tapar a modo de turbante su pelo. Justo mientras andaba por el pasillo, escuchó a Alan abrir la llave del agua. Entró como si tal cosa en el baño y este se sobresaltó.
— Clare… ¿Qué haces?
— ¿No es evidente? -preguntó, ignorándolo.
— Estoy yo.
— Pues ahora estamos los dos -contestó con indiferencia, mirándose al espejo sobre la encimera.

Alan paró el agua y salió de la ducha, secándose. Por algún motivo se tapó con la toalla, como si se estuviese avergonzando de su desnudez.
— Estamos solos, Alan… -le espetó mientras este se plantaba a su lado, secándose.
— ¿Y?
— Pues… Que raramente estamos solos y me gustaría aprovechar.
— ¿Aprovechar para qué?
— Échale imaginación -propuso, aflojando ambas toallas para dejar que cayesen al suelo.
— Creo que todavía es pronto para levantarte el castigo… -Claramente disfrutó de la desnudez de su atractiva hermanastra.
— Asumo completamente mi castigo, y esperaré pacientemente hasta que mi rencoroso hermanito considere que he pagado por hacerle esperar pero… ¿No sería más divertido… -bajó la voz, susurrando en lugar de hablar. Su tono insinuaba hacer algo malo-... que me castigues siempre que puedas?


Permaneció en silencio, observando como Clare andaba hacia la ducha con pasos que hipnotizarían a cualquier persona y sin avergonzarse por un segundo de su desnudez, completamente segura, cerró la mampara de la plataforma y activó el agua caliente.
   Se quedó atónito, el quinceañero observo como irradiando sensualidad Clare aplastó con toda la malicia sus dos hermosas y contundentes nalgas contra el espejo. Su vagina, viéndola por primera vez en aquella posición, mientras el agua caía en cascadas sobre sus ubres y su erótica piel.
   No tardó en meterse dentro, quedando ambos bañados bajo la lluvia artificial. Se miraron bajo el chorro de agua, con deseo. ¿Quién podría pensar que ambos eran vírgenes? La seguridad y la contundencia que ambos aparentaban, muy lejos de la inseguridad que en realidad sentían.
   Como aquella noche del 25 de diciembre, metió entre los muslos de Clare su miembro erecto y esta ni se inmutó… No, al contrario, apretó los muslos mientras sonreía al sentirla friccionando contra su clítoris y contra sus labios vaginales.
— Castígame… -exigió ella, tan bajita, poniéndose de puntillas… Le habría gustado besarle, comerle la boca.
— ¿De quien eres…?
— Soy tuya… Hazme lo que quieras -contestó sin titubear.

Alan la agarró de las muñecas y las elevó en un agarre que se mantuvo por encima de la cabeza de ella. Clare no pudo evitar soltarse y abrazar su cuello, mientras con un pequeño salto rodeaba las caderas de su hermanastro mientras su coño permanecía suspendido en el aire. Alan había pasado de follarse sus muslos a follarse el aire, aún con el coño abierto de Clare encima. Ella le mordió el hombro, gemía con cada roce…
— ¿Tu vagina es mía?
— Es tuya… Haz lo que quieras con ella.
— ¿Seguro?
— Joder, Al… Pártemela de una vez.

Pero no lo hizo, siguió follándose su coño mientras el agua caía sobre sus cabezas. Ella dejó de morder el hombro de él y buscó su boca. Tenía la sensación de que si recibía un solo roce más en su clítoris se correría viva. Estaba completamente puesta, nada podía impedirlo.
   Las caderas de Alan parecieron coger cada vez más carrerilla, retroceder cada vez más atrás… El glande pasó de pajearse con sus labios vaginales a hacerlo con su clítoris y entonces se la empezó a clavar. Unas breves embestidas, que apenas le dolieron y la tuvo clavada dentro de sí.
— Ahhhh…. Jodeeerr…. -gimió sintiendo como si se estuviese meando encima. Alan no necesitó preguntar, eran gemidos de placer-. Más hondo… Más hondo.

Obedeció apretándola entre sus resbaladizos brazos y clavándosela más profundo. Ambos ignoraron la sangre correr por el plato de la ducha, conmocionados por lo placentero que era penetrar y ser penetrada. Si miembro llegaba, con algo de esfuerzo, hasta el final. Era una sensación rara y completamente nueva.
   Se dejó follar en esa posición, sin que ninguno de los dos quisiese cambiarla como si estuviesen seguros que de hacerlo se acabaría ``la magia´´.
   
El agua comenzó a antojárseles molesta, así que con un manotazo Clare la apagó, dejando que su querido hermanastro explorase cada rincón de su coño. Le habría gustado pedirle que se diese prisa y se lo taladrase, pero era consciente de que los hombres, según había leído, las primeras veces tardaban muy poco en correrse. No quería que se le acabase dentro, no quería quedar embarazada pero…
— ¿Puedes ir más rápido? -preguntó. No recibió una respuesta, sino que el acelerón fue la respuesta en sí.
— Más… -esta vez no fue una pregunta-. Más. ¡Más! ¡¡Máaaas….. AHHHHHHHyyy!! -se corrió como una loca quedándose colgada como una mona entre sus brazos. Se dio cuenta de que él también se estaba corriendo pero, por suerte, la había sacado antes de hacerlo. Sus disparos de semen chocaron silenciosamente contra las baldosas de la pared…

Ambos quedaron temblorosos, mirándose. Alan luchó porque su hermanastra no se resbalase y se pegase un golpe contra la pared o el suelo de la ducha. Lentamente bajaron, rendidos. Clare pensó que sería un buen momento para besarse, de hecho. No coincibía un mejor momento para hacerlo. Lo intentó y él la rechazó de nuevo, aunque no de mala manera.
— Sigues castigada… de eso.

No pudo molestarse, era demasiado divertido y demasiado morboso. Seguramente lograría convencerle, en algún momento, de que le quitase también ese castigo.


<< ( 8 de Enero de 2020, 8.55 Horas) >>

Hasta su manera de mirarlo había cambiado. No es que no hubiesen intentado volver a hacerlo, pero ambos seguían bastante cohibidos y no habían encontrado el momento. Ambos se habían declarado mutuamente satisfechos con lo que había pasado en ese baño, segundos antes de borrar la conversación como ya se había vuelto tradición.

Estaban en el aula incluso antes de tiempo. Estaban prácticamente solos: Clare y sus amigas, y Alan con sus dos inseparables compañeros de clase. Marga y Petra no paraban de mirar hacia ellos, siendo correspondidas con miraditas y comentarios entre risas susurrados al oído entre Michael y Jordan.
— Tio, no sé…
— Es ahora o nunca -le animó Jordan.
— ¿Y si me dicen que no?
— Te apuesto lo que quieras a que no se niega. ¡No seas cagado! Le has pedido salir a tías más buenas.
— Pero no iban a mi clase, tonto.

Alan tuvo la sensación que los dos grupos se estaban proponiendo lo mismo. Era evidente el interés de esos cuatro, y seguro que su hermanastra estaría de acuerdo con él. Esperó, expectante, a ver que sucedía al final. Sí, ya habían quedado Marga y Michael, de hecho, se gustaban. Pero nunca habían llegado a hacer nada.
   Tembloroso e inseguro, Michael trató de evadir las sillas y las mesas arreglándoselas para que una de ellas se enganchase a su pantalón y la tumbase escandalosamente.
   Se puso rojo de la vergüenza, mientras Clare y Alan intercambiaban una mirada cómplice. Ya le había dicho que tanto Marga como Petra tenían ya bastante… experiencia, con los chicos. Por eso Marga se rio tímidamente, mientras susurraba a sus dos amigas ``Que mono´´
— Marga, oye…
— ¿Sí? -inquirió sonriendo, paciente y sin meter ningún tipo de prisa. Se había apartado levemente de sus amigas para darle cierta privacidad.
— ¿Te gustaría…? Bueno, no te lo tomes a mal, no es que quiera hacer nada malo. ¿Sabes?
— A ver, Michael… Ya hemos salido juntos. Hay confianza, respira. ¿Qué quieres hacer conmigo?
— Me gustaría quedar un día para ver una película…
— Ya pensaba que me ibas a pedir matrimonio -dijo quitándole hierro-. ¿Tenías miedo que te dijese que no? ¿Por qué no iba a querer ver una película contigo, bobo?

La espalda de Michael se destensó y pareció más relajado.
— Claro, veré una película contigo con una condición.
— Lo que tú quieras.

Marga se volteó a mirar a Petra y Clare, asintiendo la primera.
— Que Jordan y Alan vengan también.
— ¿Qué? ¿Los cuatro? -preguntó, claramente sorprendidos.
— No, tonto -se echó a reír de nuevo, muerta de la risa-. Los seis. No creo que yo pueda con los tres.
— Os parece bien. ¿No, chicas?
— Sí.
— Claro… -contestó Clare justo antes de lanzar una miradita traviesa a su hermano. Esta, pasó desapercibida porque fue prácticamente fugaz e inapreciable.
— ¿En mi casa?
— ¿Te va bien?
— Claro que me va bien. Mis padres no estarán. ¿Este sábado entonces?
— Sí…
— Genial… Nos lo vamos a pasar muy bien -dijo guiñándole un ojo.

Estaba volviendo ya a las mesas del fondo cuando Jordan le preguntó en qué habían quedado.
— ¿¡Qué!? ¿De verdad te dijo eso?
— Sí, dijo que no creía que pudiese con los tres.
— Esas están en otra liga -se rio Alan por primera vez-. Creo que es más seguro que haya dicho que sí para ponernos en ridículo, o algo así.
— ¿Tú crees? -preguntó Michael, preocupado.
— Claro que no -le quitó hierro Jordan-. No hagas caso a este tonto lava.
— Marga y Petra se han liado con tios de bachillerato -explicó condescendiente Alan, omitiendo decir que se lo había contado su propia hermana-. De hecho, creo que ya están bastante ``experimentadas´´. Los vírgenes sois vosotros dos.
— Yo no soy virgen -protestó Jordan.
— Michael evidentemente sí -le contradijo Alan-. ¿Y cuando has perdido tú la virginidad?
— Pues la perdí… Hace tiempo.
— Genial, así podrás lucirte -aseguró con sarcasmo.

Prácticamente no vieron a Petra acercarse, claramente tenía una voz mucho más tierna y suave, aunque las apariencias engañaban y aunque daba la impresión de ser una chica virginal Alan sabía que de tonta e ingenua no tenía un pelo.
— Hola chicos -saludó con voz de ángel-, todo ha sido muy apresurado y…
— No podéis quedar -se adelantó Michael, con actitud negativa.
— No, claro que no. A Clare y a mí nos preocupa que os hayamos puesto en un compromiso. ¿Vosotros podéis?
— Si tú puedes yo puedo -musitó, con aire de creido, Jordan.
— Genial… ¿Y tú, Alan?
— ¿A Clare le va bien?

Como si fuese un secreto, se inclinó tímidamente hacia Alan y le susurró al oído, con una voz tan baja que fue imposible que los otros dos escuchasen lo más mínimo:
— Clare siempre te está mirando, es evidente que os gustáis. Yo no faltaría.
— No faltaré.
— Genial -chilló alegremente, volviéndose hacia su grupito de amigas. La clase se había ido llenando, pero el resto de la clase permanecía ajena a la propuesta de los seis.


<< ( 8 de Enero de 2020, 11.20 Horas) >>

<<< Conversación de WhatsApp entre Clare y ``Al´´ >>>
  
*Clare: Te lo digo de verdad, no esperaba que me metiesen en eso.
   *Al: A mí me da igual. Ya sabes que por mí encantado
   *Clare: Sí, lo sé muy bien (Cara sonrojada)
   *Al: ¿Qué han dicho tus amigas?
   *Clare: ¿Por qué?
   *Al: Me ha chocado que le Marga a Michael que habría podido con los tres.
   *Clare: Pero si es una zorra. Como Petra.
   *Al: ¿Y tú?
   *Clare: Lo soy, pero solo contigo.
   *Al: Y que siga siendo así…
   *Clare: Cuando te canses de mí, o mejor, cuando me dejes… ni lo dudes. Haré a Marga y Petra que me lleven a uno de esos botellones (El comentario sienta muy mal a Alan)
   *Al: Seguramente el que se canse primero de alguien serás tú, y cuando tengas oportunidad te vayas a uno de esos botellones. Está claro el tipo de tios con los que te gustaría estar… Como los que frecuentan Marga y Petra. Esos por los que se dejan manosear.
   *Clare: Ya te he dicho que soy una zorra como ellas… Pero mientras no me dejes con hambre, eso no va a pasar. Así que el sábado… No faltes. (Pasa una foto de ella junto a sus dos amigas, ella por supuesto, provocativa)

   *Al: Oye… No me has contestado. ¿De verdad Marga le dijo que podría con nosotros tres?
   *Clare: Dijo que NO podría con vosotros tres. ¿Por qué? ¿Quieres liarte con Marga? (Cara sugerente)
   *Al: ¿No te molestaría?
   *Clare: Un poco… Pero lo entendería. ¿O te crees que a mí no me apetece estar con otros chicos? Pero te he elegido a ti. Soy tuya.
   *Al: Te recuerdo que sigues castigada.
   *Clare: Ya… Ese día en la ducha también tenías mi vagina castigada. Y bien que me la metiste hasta el fondo.  
   *Al: Necesito saberlo… ¿Marga y Petra van a follar de verdad con esos dos?
   *Clare: ¿Necesitas preguntarlo? Claro, lo que queremos las tres es follar. A veces los tios parecéis un poco cortitos.
   *Al: …
   *Clare: ¿No te pone? ¿La idea de hacerlo delante de esos cuatro? Borra la conversación, entro dentro.
  
<<< Final de la conversación de WhatsApp entre Clare y ``Al´´ >>>

¿Cómo no iba a ponerle la idea de liarse con su hermanastra? Poder liberarse de una vez. Se había pasado desde que entró en el instituto escondiendo su vínculo con ella… Ni siquiera había podido hablar con ella sin quebrar la promesa que le había hecho.
   Por circunstancias de la vida, habían sido sus dos propios amigos los que le habían brindado la oportunidad de mandar esa estúpida promesa a la mierda. ¡Cuánto tiempo llevaba esperando aquello! Lejos del miedo constante de que su padre los pillase en la casa. No habían podido enrollarse en todos esos días desde lo que pasó en la ducha.
   Evidentemente ambos se morían por explotar esa posibilidad de follar sin que nadie tuviese nada que discrepar.



<< ( 8 de Enero de 2020, 11.30 Horas) >>

Marga apuró su porro y lo tiró al suelo. Estaban escondidas en un extremo opuesto del patio del instituto, un sitio al que nunca iba prácticamente nadie.
— Es guapo.
— Sí, lo es -contestó Clare borrando la conversación de su móvil.
— Empezaba a preguntarme cuando os enrollaríais. Lleváis así desde primero.
— Ya te dije que no me terminaba de convencer.
— Y lo seguías mirando. Nunca os habéis hablado, siempre os habéis evitado. ¿Crees que no nos habíamos dado cuenta? Pero digo… Bueno, ella sabrá. Nunca has tenido problema con los chicos, siempre han venido a ti. Si no era él, sería otro.
— Los mejores siempre venían a ti, es verdad -reconoció Petra con su voz de niña buena. Era casi tan guapa como Clare, rubia, ojos azules… tenía los rasgos de su cara delgados, largos y afilados.
— Ya sabéis que a mí me gustan otros…
— Sí, como Cristian -mencionó Marga refiriéndose a porreta de estos que siempre se metían en peleas-. Dicen que la tiene enorme.
— Bueno, Jason y la pandilla están que no cagan contigo.
— ¿Qué? -preguntó, sorprendida la hermanastra de Alan.
— Siempre que quedan con nosotras y ven tu foto nos dicen que te llevemos con ellos -se quejó con un leve resquició de reproche en su voz, aunque estaba bien disimulado.
— Sí, y eso que aún no han follado con nosotras.
— Y yo que creía que ya os habíais dejado -Clare frunció el ceño, definitivamente no se lo esperaba.
— A ver, somos unas perritas malas -reconoció Petra sonrojándose ligeramente, con una risa angelical que no correspondía con lo que decía-, pero eso no quiere decir que no nos guste jugar.
— Si me habéis pasado videos donde os metían mano…
— Meter mano, pero nada más. Los paramos rápido.
— A ellos les va ese rollo, les gusta que juguemos con ello.
— ¿A quién no le gusta el rollito de Jason y lo malote que es? -preguntó Petra.
— Pero si parece un drogadicto. Que no digo que no, que tiene su morbo -dijo Clare-, pero vamos… Que tiene pinta de que te va a pegar más que a follarte.
— A mí es que me gusta más duro que otra cosa, me gusta que abusen de mí. ¿Sabes? Mantener el control pero al mismo tiempo que me den duro.
— Quien lo diría, con la niña buena -comentó Clare, con una sonrisa de oreja a oreja.
— Ya… -sonrió Petra mirando al cielo-… Las chicas buenas triunfamos mucho más que las malotas como Marga.
— Oye… Que Jason me tira más a mí que a ti.
— Por qué te ve más accesible -Se escudó Petra sonriendo-, yo soy demasiado niña buena para él. Pero en el fondo le encantaría darme duro. A ti te usa para meterte mano.
— Pues anda que no disfrutarían con Clare.

La aludida se levantó y empezó a caminar hacia el instituto, ya llegaban tarde; la conversación de ambas le parecía más que entretenía, le parecía morbosa. Parecía que sus amigas, compañeras de pupitre desde que llegó al instituto, la entendían mucho mejor de lo que nadie podría hacerlo nunca.
   Mentiría si dijese que no se tocó imaginándose a Marga, a Petra y a ella siendo acosadas por Jason, Vicente y su pandilla. Más que eso, había fantaseado con ser follada junto a sus dos amigas…
— ¿Por qué entonces has quedado este sábado con Michael?
— Porque es más divertido. ¿No es obvio? Es super mono. No te equivoques, que a mí me gusten malotes no significa que no puedan gustarme corderitos como Michael. Además, disfrutaré poniéndole nervioso… Y cuando caiga, me lo comeré.
— ¿Y qué pasará si a mí me apetece montármelo con Michael? -preguntó con complicidad Petra.
— Seguro que podemos comérnoslo juntas… Y a su amiguito Jordan.
— Al que más ganas tengo, la verdad, es a Alan. No es ni bueno ni malo, es… duro.
— Más duro que el mármol -bromeó Marga haciendo el ademán de hacer una paja.
— Si es mas duro que el mármol me corro viva… -chilló emocionada Petra.

Celosa, excitada, impaciente… Clare no sabía como sentirse. No le gustaba pensar que ninguna de sus dos amigas se lo montaba con su hermanastro pero, al mismo tiempo, había cierta curiosidad o incluso cierto morbo que le hacía querer ver que pasaría al respecto. Una parte de ella quería gruñirles haciéndoles saber que Alan era suyo pero… ¿No se habría delatado? Además… ¿De qué servía ya esa antigua promesa? En todos esos años nadie había sospechado que fuesen hermanos, todo había ido sorprendentemente bien.

Después de tanto tiempo perdido solo deseaba disfrutar, desinhibirse y hacer locuras con su hermanastro. Estaba cansada de ser una niña buena en lo que a su padre refería y, si hubiese sido por ella, se lo habría montado con Alan en su habitación esa misma noche. Por desgracia, su instinto le decía que era no tentar a la suerte. Tenía la sensación de que su padre y su madre sospechaban de que algo no iba bien. En la última semana los había visto, a ambos, mirarlos de mala manera. De nuevo, parecían que sospechasen y, encima, parecían evitar dejarlos solos a propósito.

Ya era hora de darse un gustazo… Y sería en casa de su amiga, lejos de la influencia de su padre.





Capítulo 4: Ellas estaban más preparadas.

<< ( 11 de Enero de 2020, 12.30 Horas) >>

Clare ya le había dejado claro que las chicas iban totalmente en serio y fácilmente ese fin de semana podría convertirse en una orgía. Cuando él le preguntó que debería hacer si Marga o Petra se le insinuaban ella, con cierta cantidad de veneno en su tono de voz, le contestó diciéndole que hiciese lo que tenía que hacer, pero que ella actuaría en consecuencia.
   Por supuesto, se refería a Michael y Jordan; lo que pasase en casa de Marga quedaría en casa de Marga. Pero si se le ocurría poner un solo dedo sobre una de sus dos amigas, ella haría lo mismo con los amigos de él.
   Alan presintió que más que como venganza sería una excusa para poder hacerlo. No creía realmente que Clare fuera tan celosa, pues nunca lo había sido antes. Siempre había tenido la iniciativa de irse con otros chicos y tenía la sensación de que, aunque realmente lo deseaba, también se moría para estar con otros. Y al contrario que ella, él si estaba seguro de que no pensaba tolerar que, mientras estuviesen juntos, Clare se liase con otros.

Su padre Jonathan no era tonto, llevaba alrededor de una semana, o poco más, sospechando de que algo no andaba bien con ellos dos. No era su imaginación haber notado que buscaban cualquier excusa para entrar en sus habitaciones, y evitaban dejarlos solos bajo ningún concepto. Como si hubiesen despertado de un largo sueño y juntos llegasen a la conclusión de que se atraían y nunca se verían como verdaderos hermanos… Y eso les daba pánico, siempre lo habían dejado claro.

La pregunta era… ¿Cómo se habían dado cuenta? ¿Fue durante la navidad pasada? ¿O fue después? ¿Fueron los intentos de Clare a andar desnuda por la casa? ¿O simplemente intentaban evitar que pasase porque ‘’estábamos en esa edad’’? Jonahan y su mujer, parecían más preocupados por evitar que follasen juntos a que lo hiciesen con otras personas.
— ¿A dónde vas? -le escuchó formular la pregunta a su padre, acorralando a Clare en el baño.
— He quedado con Marga y con Petra.
— ¿Y tú hermano? ¿Sabes a dónde va?
— Papa -le escuchó enfrentarse, cansada de tanto control-. Parece mentira, ya deberías saber que no nos juntamos en los mismos círculos. Pregúntale a él

Haciendo caso omiso, preguntó:
— ¿No vas demasiado provocativa?
— Papa, voy en pantalón y…
— Y con escote -terminó él.
— Sí, papa. Tengo escote. Por suerte no estamos en Arabia Saudi donde me tengo que tapar hasta las cejas.
— Solo me estoy preocupando por tu bien, jovencita -le espetó, sacando su carácter. Ya le pareció a Alan que había tardado demasiado en explotar. Inmediatamente Clare suavizó su tono de voz.
— Jo, papa. Es que a mí me gusta vestir bien. Y ponerme bonita.
— Lo entiendo, cielo -Inmediatamente, él también suavizó su tono de voz-. Pero es que ese pantalón marca mucho tu trasero, y temo que los jóvenes no te respeten.
— Ay, mi Jonathan. No ves que las niñas de ahora nos dan mil vueltas…
— Solo tiene quince años, pichón mío -contestó el hombre a su mujer, que había interrumpido la conversación reuniéndose con su marido frente al baño donde se maquillaba Clare.

No tardaron en ir a hacerle las mismas preguntas a su otro hijastro, que con gran hartazgo contestó cada una de ellas dejando claro que volvería antes de las diez de la noche. Su hermanastra ni le dedicó una mirada al pasar por el lado de su habitación, dejando libre el cuarto de baño para que pudiese arreglarse él.
   Marga, Petra y Clare se reunirían directamente en la casa de ella para prepararlo todo. Ellos irían un poco más tarde, a las dos. En teoría comerían allí.
   Se empezó a excitar al pensar lo que comerían…

Se levantó y con un nudo en el estómago, empezó a arreglarse en el baño.



<< ( 11 de Enero de 2020, 14.00 Horas) >>

`` ¿Ya estáis? ´´ le había preguntado por whatsapp Marga a Michael. ``Estamos a bajo´´ contestó él. ``Subid, estamos hambrientas´´ fue la única respuesta, aparte de una tardía aclaración que rezaba ``Atico-A´´.
— Bueno… Allá vamos -dijo Michael.
— Ya puedes decir adiós a tu virginidad. Encima con la chica que te gusta. Felicidades -aplaudió con guasa Jordan.

Alan permaneció callado, concentrado. Intentando imaginarse diferentes maneras de montárselo con Clare. Era un asunto serio, ya que aunque lo hubiese disfrutado tanto… Lo de la ducha no contaba.
   Tras picar al timbre, abrieron la puerta del portal y el trio accedió. Subieron en ascensor y las tres los recibieron en la puerta.
— Venga va, para adentro -comentó Marga, haciéndose a un lado.

Petra, con la pinta de tonta y buena, se agarró inmediatamente al brazo de Alan y este se quedó paralizado. Claramente eso no lo había visto venir. Miró buscando auxilio a su hermanastra, incluso intentando justificar que no era decisión suya pero en vez de parecer molesta, Clare aparentó que había sucedido lo más normal del mundo.
— Michael… ¿Me acompañas a la cocina? -propuso Marga-. Hay que dejar lista… La comida.


Las tres llevaban pantalones elásticos cada una luciendo un evidente escote. Marga era la única que había prescindido de corpiño, y muy seguramente, no llevaría ropa interior custodiando su sexo. Alan alcanzó a ver, sentándose en uno de los dos sofás -uno más grande que el otro-, que Marga hablaba con su amigo en la cocina. La que de las tres parecía actuar de manera más agresiva era ella, prácticamente sin dar espacio a Michael… Aunque no terminó de lanzarse.
— Dónde… ¿Dónde está el baño? -preguntó Jordan, evidentemente nervioso.
— Te acompaño -decía Clare mientras echaba andar hacia el baño, parecía tranquila. Pero se notaba que se había molestado.
— Por fin solos… ¿Tienes novia, Alan?


Los ojos azules de Petra parecían ser absorbentes, más bien parecía querer hipnotizarlo. Era más guapa de lo que creía, o puede nunca se hubiera fijado bien. Su rostro era alargado y fino, de rasgos tan suaves como su voz. Tenía cara de niña buena, de niña idílica. Casi sin pretenderlo se preguntó como se vería esa cara mientras gemía.
   ``¿Cómo ha acabado todo así?´´ acabó preguntándose, sintiéndose tan atraído por Petra que comenzaba a ver como admisible el enfado de Clare. Por supuesto, no fallaba la vocecilla de su mente que gritaba, escandalizada, estando en contra de todo aquello. Como fuese, cada vez quería hacerle menos caso.
— ¿Qué pasa? ¿Te ha comido la lengua el gato? -inquirió, con una risa lenta y paciente. Parecía como si no tuviese prisa por liarse con él. Como si fuese a ser inevitable.
— Hay alguien -se forzó a decir a regañadientes. Se arrepintió al instante.

A Petra no pareció importarle. De hecho, agarró con delicadeza la mano de Alan y la trasladó hacia su propio muslo, haciéndole sentir el calor femenino por debajo de la tela elástica; mientras, colocó su pequeña mano en la rodilla de él, justo antes de empezar a escalar muy lentamente…
— Eso que dices no suena como si tuvieses novia, más bien parece un… Es complicado.
— L… Lo es -balbuceó sin saber bien que responder.
— No tengo novio -La sonrisa de la adolescente rubia se ensanchó-. Y estamos los dos solos -se inclinó ligeramente hacia él, en dirección a sus labios.
— Estás muy… muy guapa.
— Gracias. Entonces te gusto. ¿No? -susurró, parándose. Como si no quisiese que acabase la conversación.
— Sí. Pero… Yo creía que te gustaba Jordan.
— Y a ti te gusta Clare. Pero así estamos. Luego seguro que podemos cambiar unos con otros. Vaya… ¿Qué es esto? ¿Es tu móvil? -preguntó inocentemente palpándole la dureza bajo su tejano.

Alan no pudo evitar sonreír, maldiciendo a su hermanastra en sus adentros por haberle dejado en aquella situación tan difícil.
— ¿Qué te pasa? Te veo muy tímido. Puedes tocar lo que quieras, no me voy a molestar.

Era evidente que la chica deseaba que fuese él el que tuviese la iniciativa.
— Mira, Petra…
— Miro -sonrió, expectante.
— Vine aquí pensando que Clare y yo…
— Quieres hacerlo con ella -resumió, antes de añadir-, y ella quiere hacerlo contigo. Pero si fuese tan fácil sería aburrido. ¿No? ¿Por qué no la ponemos celosa? Yo te ayudo. Luego podrás hacer lo que quieras con ella. La verdad, si haces algo conmigo puede que ya no quieras probar con ella.
— Joder… -fue lo único capaz de decir Alan.

Acomodando su espalda en el sofá antes de quitar su mano del muslo, quedó expuesto. Petra se montó encima de su cintura y notó su peso encima de su polla dura. La mente de Alan cada vez podía pensar menos en lo que sucedía en la cocina con Michael o lo que quisiese que estuviese haciendo Clare con su amigo.
— A los chicos les suele gustar mi rollito de niña buena. ¿A ti no?
— A mí… -comenzó a decir, titubeante-. Tú no tienes nada de niña buena -sentenció al final.

Petra aparentó estar complacida con la contestación, recogiéndose con parsimonia su largo cabello dorado en un moño. Sus axilas, sexis; su movimiento dejó desprotegidos sus pechos y su entrepierna, únicamente cubiertas estas zonas por la ropa.
— Las niñas buenas no exponen esto ni esto como tú lo haces -El dedo índice de su mano izquierda, palpó su clítoris por fuera del pantalón; su mano derecho, amasó todo su seno izquierdo.
— Esto no me lo esperaba…

Alan notó su dedo índice izquierdo húmedo, corroborando lo listo que estaba ese coñito. No llevaba ropa interior, como había pensado.
— Ahora que te veo más puesto… ¿A quién prefieres? ¿A Clare o a mí?
— No voy a contestar a eso -Petra pareció tomárselo como un reto.
— No esperaba que dijeses que te gustaba más yo. Pero eso es porque todavía ni he empezado contigo.


Se levantó y puso el culo en pompa, se le marcaba todo. Se le veía la silueta de su vagina, incluso Alan podría haber llegado a jugar que se le transparentaba. Los dedos de la erótica y sensual rubia tocaron el suelo, exhibiendo su flexibilidad sin importarle nada exponerse. El trozo de pantalón que ocultaba la vagina y el ano tenía un tono húmedo, por motivos obvios.
— Te voy a torturar hasta que vuelva Clare. O hasta que no puedas más y me hagas lo que quieras -avisó, divertida.

Ni Alan creía en poder resistir demasiado más, porque… ¿Tenía todavía algún solo motivo para no disfrutar de aquel cuerpo que lo reclamaba?


<< ( 11 de Enero de 2020, 14.13 Horas) >>
((15 minutos antes))

Ni ella misma se entendía. Cuando le había pedido a Petra que provocase a Alan, no esperaba que fuese a dolerle. De hecho, había planeado quedarse en el sofá a mirar como reaccionaba su hermanastro a la provocación de Petra. ¿Pero habría reaccionado igual estando ella al lado, mirándoles? Clare en el fondo, muy en el fondo, no quería limitarse solo a Alan. Se moría por estar con otros chicos, por jugar con ellos y divertirse a su costa. Si bien era cierto que su hermanastro significaba mucho para ella, lo ``prohibido´´ se le volvía demasiado irresistible. ¿Y cómo podría culpar a Alan por liarse con otra cuando ella planeaba hacer lo mismo con sus dos amigos? ¿Estaba conduciendo a Jordan al baño por puro despecho o por curiosidad? ¿Podía ser que quisiese liarse con otros pero quisiese a Alan para ella sola? No, al menos, no del todo. No era tan celosa.

Al llegar al baño se sentó de un salto sobre la reforzada y resistente encimera del baño, mientras Jordan pasaba al baño cohibido por la presencia de su compañera de clase.
— ¿Te molesta que mire? Nunca he visto a un chico orinar.
— ¿Vas a mirar? -preguntó, sorprendido. Quedándose parado.
— Siempre te estás burlando de lo vergonzoso que es Michael. Quien iba a pensar que tú…
— Oye… ¿Cómo que siempre? Si apenas hablamos.
— Eso no evita que no os haya oído -mintió Clare. En el instituto no se juntaban, nunca. Si lo sabía era por lo que le había contado su hermanastro en casa.
— Pero es en broma…
— Vaya, que decepción. Esperaba que fueses más atrevido.
— Solo me has pillado por sorpresa -Se había puesto rojo. ``Que mono´´ pensó Clare-. Estaba seguro de que tú y Alan…
— Oye, no he dicho que quiera hacer nada contigo. Solo te he dicho que quiero ver como meas.
— ¿No te da vergüenza?
— ¿Por qué iba a dármela? ¿Acaso crees de verdad que hemos venido aquí a ver una peli?
— Sé a que hemos venido -se ruborizó aún más.
— ¿Entonces? -preguntó, sin sonreír.
— Enséñame las tetas.

A Clare ni le sorprendió ni le pilló por sorpresa.
— ¿Necesitas un empujón? Si eres tan tímido, Petra y tú vais a tener un polvo de pena. Tienes que ser más lanzado, más seguro de ti mismo.
— Con Petra no seré así.
— ¡Ay, corderito! Pero si casi tiemblas -se burló-. ¿Te gusta Petra?
— Me pone -corrigió.
— Pues a Petra le ponen los chicos malos. Tienes que parecer más seguro de ti mismo.

Jordan pareció pensárselo dos veces, como si hubiese algo que lo retuviese. Clare estaba frente a él; vestida, pero abierta de piernas. Nada le impedía lanzarse a ella. ¿Vergüenza? ¿Respeto por su amigo?
— ¿Quieres liarte conmigo? -Seco y directo, ``aburrido´´.
— Dios, no. Estoy haciendo tiempo -Clare se echó a reír por primera vez.
— Entonces por qué…
— No quiero que Petra se lleve una decepción. Eso es todo, y como ya te he dicho, estoy haciendo tiempo.
— ¿A qué? Petra se está liando con Alan -En respuesta, Clare se encogió de hombros y se bajó de otro salto al suelo del lavabo, acercándose a la puerta del baño y cerrando desde dentro, con el pestillo incluido.
— Diviérteme. Ahora imagina que soy Petra. ¿Qué me harías?
— Joder, tengo que estar en situación…
— Siéntate entonces… -dijo invitándolo a sentarse en el retrete.


Clare le dio la espalda y sonrió. ``Quizás es mi manera de vengarme´´ se dijo, estando segura de que no quería hacer nada con Jordan. Si hubiese sido de otra manera, puede que si que hubiese hecho algo.
   Con los dedos pulgares, bajó su leggin hasta dejar prácticamente su culo desnudo y, cuando Jordan estuvo a punto de verle la vagina, lo subió de nuevo de un tirón. Literalmente le bailó, rozando la atónica cara del adolescente con ambas nalgas.
— ¿Qué me harías? -repitió-. Recuerda que a ella le gustan los chicos malos, no dudes.

Intencionalmente se dejó caer sobre él, casi fue imposible para Jordan no tocar su lascivo cuerpo mientras esta, con un roce encendido, restregaba sus nalgotas contra la entrepierna de Jason. Este se resistió, pero sus manos acabaron disfrutando del suave tacto de sus enormes senos y la cara interna de sus muslos.
   Sonrió al sentir la polla dura de Jason y su propio corazón empezó a latir con fuerza, sabiendo muy bien que estaba provocando al mejor amigo de Alan y, si todo seguía así, iba a follársela allí mismo.
— Enséñame la polla.
— Pero Alan…
— Solo estamos jugando, no vamos a hacer nada. Bájate los pantalones -ordenó Clare.

Con una torpeza inusitada, Jordan se revolvió tembloroso librándose de sus pantalones tejanos. No era más grande que la polla de Alan, pero era ideal ‘’para jugar’’ con ella. A Clare le excitó pensar en que iba a ser mala y se dejaría follar por Jordan. Dejando caer su culo sobre la polla desnuda del adolescente. Y se restregó, ambos sexos se restregaron únicamente separados por el leggin. Curiosamente, le parecía morbosa la idea de liarse con Michael y con Jordan frente a su querido hermanastro, la sola idea de hacer eso la encendió más y más. Quizás fue porque, en dicho pensamiento, también se imaginó a Alan follarse a Petra y Marga. Tan cerca los dos, y tan lejos el uno del otro. 




   Las manos de Jordan clavaron sus uñas en el culazo que estaba aporreando su erección. Los dedos pulgares se dejaron notar en las cercanías de su vagina, mientras las yemas del resto de sus dedos bajaban atrevidamente el pantaloncito por las pendientes de piel que formaban sus nalgas, como si fuese una avalancha de nieve.
   La parte racional de Clare le indicó que era momento de parar, habiendo llegado ya demasiado lejos pero, cuando sus manos se dispusieron a impedirle seguir bajándole el pantalón, se quedo paralizada. No se movió cuando Jordan desnudó su culo hasta dejar colgando de sus rodillas el pantaloncito. Separó con ambas manos sus nalgas, dejándole ver una depilada y flexible vagina que interconectaba entre sus labios hilos transparentes.
   No se había puesto ropa interior, tal como había acordado con las chicas. Eso haría más fácil lo que vendría después.
— ¿Esto es lo que le harías a Petra…?
— ¿Seguimos jugando? -preguntó el amigo de Alan.
— No lo sé, no pensaba llegar tan lejos… -contestó ella con sinceridad.

Jordan se levantó sin despegar sus manos de su culo, la polla erecta del adolescente se posó sobre su ano. Su vagina estaba tan abierta que habría asimilado ese proyectil incluso con mala puntería.
— No aguanto más… -dijo Jordan, serio.
— Yo tampoco -reconoció, temblorosa. Maldiciéndose a sí misma. 

Notó los testículos del chico acariciar sus labios vaginales. Estaba a punto de ser penetrada.


<< ( 11 de Enero de 2020, 14.28 Horas) >>

Marga salió de la cocina, triunfante. Lo que hubiese pasado dentro en aquellos quince minutos no la había alterado físicamente al contrario que Michael. El pobre salió abochornado incluso sofocado de la cocina.
— ¿Dónde están? Clare y Jordan -preguntó la anfitriona. Michael pasó por su lado y se sentó en el sofá, al lado de Alan. Ambos intercambiaron una mirada silenciosa.
— Siguen en el baño.
— ¿Aún? -Marga alzó una ceja. De repente anduvo hacia el pasillo que llevaba al cuarto de baño y picó a la puerta-. Venga, que vamos a comer ya.

En un instante, ya se había metido en la cocina y empezó a sacar pequeños platos de picoteo, dejándolos aplanados en la mesita de cristal que había frente a los dos sofás posicionados en forma de L. Pronto estuvieron colocados sobre el soporte de cristal seis vasos llenados con refrigerio a elección de cada uno, exceptuando las dos bebidas de los rezagados en el baño.
— Parece que se retrasan -indicó Petra sentada tan dignamente en el sofá contrario.
— Esperare a Clare…
— Alan, no hace falta que te aburras esperando a Clare… -dijo sugerentemente Marga sentándose entre él y Michel. No cabía, pero logró caer entre ambos apretujada-. Aquí somos todos libres…

Le plantó un beso, tierno y dedicado, en la mejilla. Inmediatamente, le susurró al oído.
— Esto va a ser como un buffet libre, aquí cada quien tomará de lo que se le apetezca -Y sin más demora, Marga estuvo a punto de besarle justo cuando por el pasillo apareció Clare, con los colores contrastando en sus mofletes.

Sin hacerse esperar, retumbando sus pechos dentro de su corpiño, la recién llegada se sentó encima de su hermanastro. Este no fue consciente de como Petra negó con la cabeza cuando Clare la miró disimuladamente, eso la hizo sonreír.
— Le estaba comentando a Alan que esto es un buffet libre -comentó Marga, como quien no quiere la cosa, justo cuando Jordan aparecía por el pasillo poniéndose bien los pantalones-… Vaya, vaya… ¿Qué ha pasado ahí?
— ¿Comenzamos la peli? -dijo Alan, claramente airado.
— Claro… -contestó la anfitriona midiendo sus palabras. Que cada uno coma lo que quiera…

<< ( 11 de Enero de 2020, 14.35 Horas) >>

Las tres chicas estaban abrazadas a los tres chicos, dos en un sofá con suficiente espacio para explayarse, aunque no tanto como los dos tortolitos del otro sofá. Petra se había lanzado a besar la boca de Jordan al poco de estirarse con él.
   Habían escogido ver en Netflix la sexta temporada de Vikings. Ignorando la película como era predecible, las parejas de Marga y Petra respondieron bastante bien besándolas y manoseándolas a un ritmo adecuado. Estas hicieron alarde de su actitud más pasiva, sin tomar la iniciativa como habían hecho con Alan unos instantes atrás.
   Clare sabía que no podía besar a su hermanastro, era parte de una promesa reciente. Aún así, desde que se había sentado sobre él le habían entrado ganas de hacerlo. Alan parecía molesto, y la estaba ignorando.
— ¿Quieres que vayamos a otra habitación? -preguntó, sabiendo bien que tenía motivos para estar enfadado-. No he incumplido ninguna promesa… Si te sirve de algo.
— ¿Qué has hecho en el baño?

Hubo una pausa, y ella se sonrojó.
— Casi me folla.
— Entonces… -dijo él, midiendo sus palabras-. ¿Cómo te sentaría que ahora me follase a tus amigas.
— Creo que me pondría cachonda.

El molesto adolescente no se esperaba esa confesión, ni de lejos.
— También me imaginé follándome a tus amigos delante tuyo. Le pedí a Petra que intentase montárselo contigo, pero veo que no ha podido.
— He estado a punto.
— Yo también… -confesó Clare.
— He querido hacerle de todo…
— ¿Y por qué no te unes a Jordan o a Michael?
— ¿Por qué no lo haces tú?
— ¿Te molestaría si lo hiciese?

Se quedaron callados durante un momento. Vieron a Petra, con su actitud de niña buena, dejarse abordar bajo Jordan ya tenía dos dedos atravesando el elástico leggin de la quinceañera. Le comía la boca con una sucia lascividad mientras esta gemía como una perrita lastimada. Ya tenía un pezón fuera.
   Por otra parte, Marga era la que predominaba sobre su pareja. Montada sobre él, restregándose contra su polla mientras lamía los labios del tímido chico con su pervertida lengua, sin reparo alguno.
— Sí y no…  Te quiero para mí y me excita que me ‘’engañes’’ con otras. Y yo también. Quiero probar otras pollas.
— No quiero que folles con otros.
— Ya lo sé -reconoció-. Te hice tres promesas. Me hiciste hacértelas.
— Entonces… ¿Puedo follarme a Marga o a Petra y no podrás vengarte? -preguntó él, con malicia.
— Sí -contestó Clare tras unos segundos.
— Dime… ¿Petra o Marga? -se cuestionó Alan totalmente serio…

No contestó, intentó besarlo pero él la apartó. Manoseó furiosamente el culo de ella. El mismo culo que seguramente había tocado Jordan. La misma boca que seguramente había besado. Estaba seguro de que algo había pasado en ese lavabo… Aunque creía en que su hermanastra no lo había traicionado, del todo.
— Tengo que castigarte por lo del baño.
— Lo sé… -gimió ella, sintiendo los dedos de Alan muy cerca de su coño.
— Entonces elige.
— No…
— Elige.
— Petra… -resolvió tras un segundo de duda.

Vio maravillada como su hermanastro en secreto se levantaba y se dirigía a Marga. Esta se giró con cara de adormilada, con cara de placer y se encontró contra la cintura de Alan. Se dio la vuelta y con una sonrisa traviesa en los labios empezó a bajar la cremallera de Alan. Su erección rebotó botando un par de veces cuando el pantalón había bajado lo suficiente.
   Clare observó incrédula, envidiosa y con celos, pero no enfadada. En parte era lo que quería, lo que no se atrevía a pedir.
   Alan retrocedió un par de pasos que Marga recortó, poniéndose tan bien en pie… Con el culo en pompa; no iba a dejar a Michael desatendido. No del todo, al menos.

Clare observó sin oficio como Michael en seguida supo que debía hacer, bajando con lentitud el pantalón elástico de la chica ahora compartida con Alan hasta descubrir un coño hedióndo de estrógenos. La hormona que desprendía Marga llegó en forma de olor provocativo a los oídos de los dos chicos, que sin saberlo, empezaron a excitarse más y más.
   La amiga de Clare la miró, con malicia. Una mirada impregnada en competencia y amistosidad, atraída a su vez por la testosterona que irradiaba el pene que tenía frente a ella.
   La falta de experiencia de Michael lo hizo comer aquel coño sin hacerse desear, sin hacerse el difícil. Algo que hizo erizarse de placer a la adolescente activa. Le temblaron las piernas, claramente no quería estar de pie, pero aguantó. Dio besos, lentos y pacientes, entre el vientre y el pubis repleto de vello facial de Alan. No tardó en empezar a pajearle, mirándole a los ojos.


— Me gusta el primer plato de este buffet libre… -dijo inmediatamente antes de pegarle una larga lamida desde los testículos hasta el glande… Y empezó a chuparla.

A ratos ponía caras y se detenía para gemir cuando Michael daba accidentalmente con un punto especialmente sensitivo. La boca y lengua del tímido amigo de Alan escarbaba entre sus cachetes como un cerdo en el barro, arrancándole pequeños gemidos a la ``chica mala en apariencia´´.


  
Alan aparentaba, al contrario de sus dos amigos, ser más duro y resistente. Agarró con cuidado la cabeza de la chica y empezó a guiarla, complementándose juntos en una mamada mucho más profunda.


   Petra, por su parte, se había librado de Jordan y se había puesto ella encima. Se había desnudado de cintura para abajo y, con el compañero de clase estirado, enterró la boca de este en su coño. Se había sentado impunemente en la cara de él, moviendo el culo a los lados mientras cerraba los ojos placenteramente.
— Clare… Ven. Hay para las dos. Pon tu coñito aquí… -dijo bajándole de manera cómplice la cremallera a Jordan y descubriendo una polla que esta ya había visto.

Maravillada, se levantó y abrazó desde detrás a su hermanastro. Mientras este recibía una buena mamada de su amiga, le preguntó.
— ¿Puedo?
— No… -contestó él, hipócrita y egoísta.
— Vamos…
— Estás castigada -aseveró rotundamente.
— Por fa…
— Hmmm… -gimió Alan prácticamente sin pretenderlo cuando su chupadora tragó más de lo que podía asimilar.

Marga agarró a Alan por la camisa, y lo empujó hasta el sofá. También empujó y derribó a Michael, de la boca del cual colgaban hilos por haberle comido su propia vagina, y ambos, erectos y preparados. Recibieron dos mamadas de la misma chica, Marga se hizo cargo de los dos.
— Mírame a mí -le recriminó Marga cuando Alan seguía con la mirada a Clare, la cual se acercó desafiante a la polla erecta de Jordan. Pero este no dejó de mirar, sin moverse, siendo pajeado y lamido al igual que Michael.

Observó como se quitaba el pantalón, como se arrodillaba ante Jordan, como cogía entre ambas manos la polla de este… Y por fin se lo llevó a la boca. Horrorizado y iracundamente celoso vio a las dos chicas disfrutar de la boca y de la polla de su amigo.
   Sabía que solo era cuestión de tiempo que Clare se pusiese sobre ella y se sentase, dejándose penetrar.
— Pareces enfadado… -adivinó Marga, con saliva ondeando en hilos transparentes-. ¿Quieres hacer algo con esos celos? -preguntó ella, aún pajeándolos a los dos.

Era consciente que si tenía sexo con Marga, eso sería darle autorización para que ella se terminase de desinhibir con Jordan. Aún así, consintió en silencio, con el corazón taladreando su pecho, que Marga con una sonrisita pícara sacase dos condones ocultos bajo el pliegue del reposabrazos del sofá.
   ``Lo tenían todo preparado´´ pensó… Estando seguro de que tenían más condones a su alcance.
   En un instante abrió ambos sobres y uno tras otro, engomó las dos pollas de Michael y Alan. Terminándose de quitar el pantalón arrebujado y dejándose caer con las piernas abiertas.
— ¿Celoso de que Clare se haya ido con otro? Véngate conmigo -Lo dijo lo suficientemente alto como para que las otras dos lo escuchasen.

Alan tomó la iniciativa, con la polla, contenida difícilmente por el preservativo acabó golpeando el deseoso coño de la ardiente morena al ponerse a su altura.
— Métemela… -dijo, agarrándolo del miembro y conduciéndolo hacia sí.

Petra se mordía el labio, apoyando ambas manos en el pecho de Jordan que entre esas dos chicas parecía más bien poca cosa. Sin contenerse lo más mínimo Clare lamió cada recoveco de esa polla, sin atreverse a bajar a los testículos.
   La rubia, que parecía fuera de si, aceleró su movimiento de vagina frotándola contra la boca Jordan.
— Ni se te ocurra parar. Concéntrate en mi, idiota -le espetó fuera de si golpeándole la barriga con un golpe débil y cargado de reproche.

Clare se apartó y se puso en pie, separó las dos piernas, una a cada lado de las de Jordan y situó su vagina lubricada y lista sobre la polla tiesa y babeada. Como era de esperar, parecía una amenaza. ``Penetra a Marga y yo incumpliré mi promesa…´´
   Alan, agarró de los muslos a Marga y tiró de ella; la removida joven pegó un chillido abriéndose más de piernas, con el coño apuntando al techo y sus tobillos balanceándose sobre su cara. Alan balanceó sus caderas, frotando el látex contra el clítoris inflado de ella.
   Su hermanastra pareció aceptar el reto, se acuclilló a la altura de Jordan y sin preservativo alguno sentó su vagina con la dureza del adolescente, y se restregó. Alan vio como si se hubiese empalado hasta el fondo, pero sabía que no era así. 


    

Con rabia, sabiendo que ella solo buscaba un motivo para dejarse follar, se lo brindó. Agarró su propio miembro, lo apuntó contra la cueva carnosa de su compañera de clase y la metió a presión, desgarrando un himen que no pensaba que estuviese ahí. 
— ¡Ahhhh! -gimió al tiempo que chillaba.
   ``¿Era… Era virgen?´´ se preguntó, incrédulo. Casi al mismo tiempo, ella lo abrazó y se sumieron en un inevitable folleteo. La boca de Marga buscaba la de Alan, pero este la evitaba.
— Hmm, hmm, hmm, hmm…

Mientras veía a su hermanastro follar con otra persona, más que molesta estaba excitada. Se siguió frotando contra aquella polla debatiendo sobre si hacerlo o no. Con la cara de niña buena que tenía, y estando completamente sudada, Petra se inclinó hacia adelante y agarró el pene de Jordan bajo el culo de su amiga. Lo irguió, apuntando hacia la vagina de esta. Ni siquiera le propuso usar el condón…  A pelo. La mejor venganza.
    Clare empezó a perrearle, mientras Alan intentaba ignorarlas sin éxito, mientras Michael se impacientaba tras él.
— Venga, tío… Quiero hacerlo.
— Ya casi… Estoy.
— Córrete. Córrete dentro de mí -suplicó Marga, al parecer encendida por la mera posibilidad de hacer acabar a alguien con tanta facilidad.

Chop, Chop, Chop, chop… El coño desvirgado empezó a lubricar más y más, con sonidos más sucios y eróticos. Michael se pajeaba, manteniéndola dura, claramente excitado.
— Joder, me corro… Si paras con la lengua te mato, Jordan -gimió Petra abriendo exageradamente la boca, mordiéndose el labio. Sufrió espasmos, cada vez mayores hasta caerse a un lado del sofá.

Jordan, agarró por las caderas a Clare. Desde hacía rato solo podía pensar en follarse ese coño que la traía loco. Clare se mantuvo perreando esa polla virgen, con el líquido preseminal a milímetros de sus labios vaginales.
   Ambas nalgas rebotaba, y en algunos movimientos, el glande de Jordan lograba besar esa vagina.
   Clare la quería dentro, Clare quería vengarse, Clare quería ser empalada… Pero no podía dejar de pensar en la tercera promesa que le había hecho a su hermano. Su coño era solo suyo…

Y se apartó, temblando y tambaleante. Mientras veía a su hermano salirse de su amiga, sin haberse corrido. Tiró el condón a un lado antes de que Michael se abalanzase contra Marga y la penetrase. Al parecer seguía mojada, completamente excitada. Estuvo satisfecha con la dureza de Michael. Se besaron, empalagosos, en el sofá.
— Si te mueves así me voy a correr en nada…
— ¿Tanto te pongo? -preguntó Marga con malicia, haciendo gestos obscenos con las caderas, intentando ordeñarlo. Michael aguantó, dadas las circunstancias, como un campeón.

Clare cogió de la mano a su hermano y lo guio hasta una habitación. Le hizo tumbarse en la cama y con un efecto de prestidigitación le puso un condón a su hermanito. Se llenó la mano de saliva, pero no hizo falta, estaba empapada. Se montó sobre él y dejó que la gravedad hiciese el resto.
— No vuelvas a hacerme esto. Eres un cabrón -rugió, furiosa. La cama aporreaba la pared, ella solo buscaba correrse. Frotó su clítoris contra el peludo pubis de su hermano y trato de exprimir sus testículos.

PLASH, PLASH, PLASH, PLASH… El sonido del mobiliario parecía incapaz de contener la furia sexual de ambos adolescentes. Cualquiera que lo presenciase no creería que esa era su segunda vez para ambos.
   Alan, odiándola y amándola, la agarró del pelo logrando que Clare irguiese el culo y se dejase follar. La adolescente hizo gesticuló en su cara la expresión de un dolor placentero, del esfuerzo por llegar a algún sitio que no alcanzaba. Le excitó de sobremanera de descubrir un placer tan animal en el que podía someterla con mera agresividad. Ella gimió en consecuencia, recompensándolo con alaridos de placer que resonaron por toda la habitación; tuvo la sensación de que su vagina apretaba su polla como una serpiente a su presa

   Su joven amante se aferró al culo de ella y subió y bajó sus caderas a una velocidad de vértigo, metiéndola y sacándola de su coño dejándola paralizada, estremeciéndose del placer. La vagina estaba tan apretada que incluso con el condón Alan sentía un placer indescriptible, mientras los pezones asomaban por el corpiño de Clare.
— Clare… Me voy a correr -gimió quedándose paralizado, creyendo que molestaría a Clare si se venía tan pronto.

Chop, Chop, Chop, Chop… Con embestidas verticales, lentas y contundentes, Clare atracó a su hermanito con toda la intención de que se corriese. Un placer que escalaba irremedablemente, uno de los orgasmos más fuertes y placenteros que había tenido al ver la erótica figura de su hermanastra trotar sobre ella, con los pechos parcialmente salidos de su escote y su pelo fuera de si, su cara expresaba placer. No pareció darse cuenta que ya se había corrido, porque siguió botando hasta que debió sentirla más ablandada, o quizás el condón hinchado dentro de ella.
   Clare se desplomó sobre él, aún seguía excitada pero aún a pesar de su inexperiencia sabía que no aportaría nada insistir.
— ¿Qué pasó en el baño? -preguntó él, extenuado.
— ¿Qué importa?
— Me dijiste que no…
— Casi me lo follo. He estado a punto. Dos veces…
— ¿Qué pasó? -insistió él.
— Al principio solo hablábamos, me metí un poco con él y le provoqué. Me pareció inofensivo, pero en un momento concreto empecé a… bailar para él. Me pareció divertido -Alan escuchó todo el relato sin interrumpir… Sin saber que sentir-. Le dije que se imaginase que yo era Petra. ¿Qué me haría? Entonces… -le susurró Clare al oído, suavizando el tono de voz. Haciéndole sentir un escalofrío-. Me bajó el pantalón y sus dedos casi se meten en mi vagina. La abrió de par en par y pudo ver dentro de mí. Puso su polla sobre mi culo, me tenía totalmente cachonda. Bueno, en realidad estaba tan cachonda sabiendo que estaba a punto de engañarte. A punto de dejarme follar sin condón. Apoyé mis manos contra la puerta, el hizo algo y estuvo a punto de penetrarme. Y me aparté, no sé por qué lo hice. Creo que fue nuestra promesa…
— ¿Y qué pasó? ¿Te fuiste del baño?
— No… Lo llevé todo al límite.

La polla empezaba a ponerse dura dentro del condón de nuevo, y ella lo sintió. Mientras continuaba relatando el final de la anécdota, empezó a moverse sensualmente.
— Me arrodillé frente a él con mi vagina aún al aire… Y empecé a hacerle una paja. Ah, todo esto pasó después de que Marga picase a la puerta, se me olvidó. Pajeé la polla que quería que me follara. Me llegué a cuestionar de que sirve esa promesa ya.

En el salón donde se encontraba las otras dos parejas gemían como locos. Al parecer, Petra había empezado a tener sexo con Jordan de nuevo. Marga gemía, y se oían chapoteos en fértiles vaginas de adolescentes. Claramente podían repetir algunas veces más que cualquier adulto medio.
— ¿Hiciste que se corriese…?
— El quería follarme, pero no usé la boca. Solo las manos y… No. No hice que se corriese. Me levanté y me fui. Parece que a ti también te calienta pensar que follo con otros.
— No me calienta -protestó.
— Claro que sí… Mira lo duro que estás -Tan duro como estaba antes de correrse, empezó a botar sobre él, con el condón lleno de semen.

``Me pone tan cachonda saber que el condón está…´´ puso los ojos en blanco, buscó su propio orgasmo. Enterró la cara de Alan entre sus tetas inclinándose hacia adelante, bastaba con decir que ella era consciente que continuar con ese condón era peligroso y, cuando acabase, en frio se tiraría de los pelos por haberlo hecho… Pero quizás por ese mismo motivo le ponía tanto.
   Con pequeños meneos de vagina, rascó ese palo como si fuese a hacer fuego y se prendió, porque estalló en un inevitable orgasmo. Se desplomó nuevamente sobre su hermano, pero esta vez con espasmos en las nalgas y el coñito, satisfecha.


<< ( 11 de Enero de 2020, 15.45 Horas) >>

Quien habría dicho que en un sofá cabían tres personas apretujados. Petra chupaba, desinhibida, la polla a Jordan. Al otro extremo, divertida, Clare se la chupaba a su hermanastro, mirándolo a los ojos.
   Marga perseguía su propio orgasmo, sumida en el clímax. Entre los dos sexos orales ella cabalgaba insaciable, recompensando a Michael empotrando sus escote contra la boca del zagal.

A los diez minutos todos picoteaban como rato atrás, fingiendo ver la película mientras reponían fuerzas para un polvo más. Los coños estaban secos, las pollas estaban flácidas… Pero no estaba mal para ser la primera vez de todos ellos.
No volvieron a hacerlo hasta horas después, a las seis de la tarde. Cuando provocados por las tres adolescentes traviesas y abiertas de piernas acabaron folladas al unísono por las tres pollas erectas. A tres cantos gemían, tres partes de chapoteos inundaban el comedor. Los dos últimos condones los usaron Marga y Clare, mientras que Petra había sido ``mala´´ por primera vez mientras convencía a Jordan para que se la metiese sin condón.

— Sí, sí, sí… Dime lo guarra que soy. Ni se te ocurra parar, como si tienes que acabar dentro. ¡Dalo todo! -gemía fuera de sí Petra, agarrando a Jordan del pelo.
— Hmm, hmm, hmm, hmmm…. -Clare no hablaba, acariciaba la cara de Alan, a milímetros de la suya. Sin atreverse a besarle, muriéndose por hacerlo. Ansiando que acabase dentro de ella.

— Ay, ay, ay, ay, ay… -gemía Marga mordiéndose el labio justo cuando Michael la clavó al fondo y, agarrándola del pelo, empezó a empalarla una y otra vez. Tardó, pero acabó por entender como le gustaba a Marga. En algún momento simplemente no aguantó más y acabó dentro de ella, llenándola. Cada uno a su ritmo, los otros dos inmediatamente hicieron exactamente lo mismo, con la excepción de Jordan que fue lo suficientemente bueno como para correrse fuera.

Las tres quedaron con sus vaginas agotadas y satisfechas. Estaban agotadas y satisfechas, sí… Pero habían podido mucho más. Petra no se acomplejó por tener todo el vientre y las tetas llenas de semen, se relamió.

Ahí acabó el sábado para ellos. Fue un buen sábado, aunque no lo suficientemente bueno para ellas.





Capítulo 5: El morbo de los chicos malos

<< ( 12 de Enero de 2020, 11.00 Horas) >>

En algún punto de la ciudad, los tres chicos habían quedado para revivir todo lo que había acontecido el día anterior. Se felicitaban, excitados, de haber dado la talla. El día anterior habían ido preocupados por no darla, por decepcionar a unas chicas que claramente estaban más preparadas que ellos.
   Se reconocieron haber sentido celos, envidia, deseo por otra pareja que no fuera suya… Pero nunca llegar a creer que las chicas, con todo el espectáculo del día anterior hubiesen podido quedar insatisfechas…

En un parque, en aquel mismo instante, el trio de adolescentes tenía una conversación sobre lo mismo… Pero algo distinta.
— Me encantó -confesó Marga, apurando su porro. No habían hablado de nada al respecto hasta ese momento, ni siquiera el día anterior.
— Pero si estaban cagados… -le contradijo Petra.
— Pero fueron muy monos -insistió Marga-, además… Alan se mueve… Casi me corro viva con él, casi.
— Calla tia, que me quedé con las ganas de probarlo.
— Pero no me besó ni una vez. Le daría asco que le hubiese chupado su polla.
— No, yo creo que se estaba reservando para Clare -comentó Petra, con una sonrisa maliciosa-. ¿No, C?
— ¿Qué? Ah, sí… Tal vez.
— ¿Os besasteis? -preguntó su amiga rubia, incrédula. La pregunta la hizo sonreír.
— No… Nos estamos reservando.
— ¿Qué? -chilló, incrédula.
— Te estás pillando -adivinó Marga.
— ¡Sí, se ha pillado de él!
— Parad ya… No quiero hablar del tema. Lo disfruté y ya.

Al ver que no cedía, las otras dos volvieron al tema.
— Pues a mí me faltó algo.
— Que te jalase del pelo, que te azotase, que te apretase el cuello…
— Ríete, Mar. Pero ya te digo yo que sí.
— Pero si aún no has probado ese tipo de sexo. Te desvirgaste ayer.
— Bueno, no creo que tarde demasiado -contestó haciéndose la interesante.

Eso pilló por sorpresa a Clare, que se metió en medio de la conversación.
— ¿Vais a quedar con Jason y Vicente? -no le gustaba la idea. Cuando quedaban con ellos se ponían raras.
— Sí… Pero solo haré algo si me quedo a solas con uno de los dos. Paso de que me manosee toda su cuadrilla.

Jason era un camello de la zona baja de la ciudad. Tenía diecinueve años, y se dedicaba a pasar drogas blandas. Marga le pillaba gramos a él y, como eran atractivas y se dejaban toquetear, muchas veces le regalaba la hierba.
   Clare resopló. No es que no lo aprobase, de hecho… Había fantaseado en secreto con ir a una de esas quedadas con sus dos amigas y dejarse hacer, tal como hacían ellas. Siempre había pensado que habían follado con ellos pero, hasta hacía unos días, no se habían enterado que seguían siendo vírgenes. ``Quizás, solo quizás… No son tan lanzados..´´
   Negó con la cabeza casi de manera imperceptible. Ir allí sería una traición en toda regla, una de las promesas que le había hecho a Alan.
— ¿Por qué no te vienes? Jason te quiere conocer.
— Todos la quieren conocer. La niña buena empollona -la corrigió condescendientemente, poniendo los ojos en blanco-. Les pone la idea de corromperla tanto como hacérmelo a mí.
— No es la primera vez que me decís eso… ¿Les habéis hablado de mí?
— Han visto fotos… Como no tenías novio, pues.
— No me mola que me hayáis presentado sin permiso.
— Tia, que si no quieres no tienes porque venir.
— Pero que si te apuntas, seguro que estará bien.

Clare bufó indecisa, pues pese al morbo que le daba pensar en dejarse hacer con chicos malos y hacer cosas al margen de su hermanastro, no quería traicionarlo.
— No, mejor no. ¿Y qué haréis con Michael y Jordan.
— ¿Cómo que qué vamos a hacer? -preguntaron ambas mirándose mutuamente-. Seguiremos jugando con ellos.
— Pobres chavales…
— Oye, que no somos sus novias ni nada.
— Aún.
— Aún -repitieron al unísono.
Una voz conocida las sacó por completo de su conversación, en mitad del parque se acercaron cuatro chicos.
— Ey. Mar, Pre… ¿Por qué no respondéis mis mensajes, guapas?

El que había hablado era un macarra de pelo moreno, era delgado, muy delgado. No era ni alto ni bajo, y llevaba ropa de calle, burda y desaliñada. Estaba escoltado por un gigante de casi metro noventa, era feo, directamente. Con espinillas, pero de cara simpática. Caminando cerca de estos dos personajes, habían dos más, un negro corpulento y otro chico delgado de rostro felino, más alto que el macarra.
— Ostia… Hablando del diablo -murmuró Marga levantándose al instante. Tan pronto como el macarra la tuvo al alcance, le azotó el culo dejando la mano clavada en su culo antes de empezar a tocarle descaradamente las tetas. ¿Lo fuerte? Lo fuerte fue que a Marga no pareció importarle, más bien... Parecía divertida.

— Que difícil es encontraros. ¿Eh? Mi casa está libre. ¿Os venís tú y tu amiga?
— Es que… No sé, Jason. Ya nos íbamos.
— Venga… Será solo un rato. No vamos a hacer nada.
— Contigo no hacer nada siempre acaba con los cuatro tocándonos.
— Pero te mola. ¿No? Oye, que no te fuerzo a nada. Pero si quieres venir y fumar, estás invitada. ¿Y tú, cómo te llamas? Me suena haberte visto.
— Soy Clare -se presentó, seria pero tranquila. Se levantó y le plantó dos besos; por supuesto, los otros tres también querían.
— Soy Vicente -dijo el grandullón… Era enorme.

El negro se llamaba Dominic y el otro delgaducho, Jose. Jason dedicó una mirada de aprobación a Clare, pero pareció saber que no era buena idea tocar algo sin calibrar primero hasta que punto aguantaría ser manoseada.
— ¿Me das tu número, Clare?
— ¿Por qué voy a dártelo si no te conozco?
— Ya nos iremos conociendo… Y son amigo de tus dos amigas. Hay que hacer amigos. ¿No te lo decía papá?
— Papá me dice que no hable con desconocidos… Y que me aleje de los chicos malos como tú.
— Oh, que dura -hizo un ademán de haber recibido un doloroso golpe en el pecho, a la altura del corazón-. Tranquila, si no quieres… Nada. Algún día.
— Cuando coincidamos en algún sitio y te conozca mejor, quizá…

Sin aparentarlo, se mordió la lengua. No sabía por qué había dicho aquello, pero lo había hecho. Jason alzó un dedo, como dando a entender que no olvidaría lo que acababa de prometer. Lo peor de todo, es que a pesar de las apariencias o, precisamente debido a ellas, a Clare le había caído bien. De hecho, no le habría importado en ese mismo momento acompañar a sus dos amigas a la casa de él. Por supuesto, nunca saldría de ella proponerlo y, incluso si llegaban a proponérselo, nunca iría sola ni fácilmente.
— ¿Os venís? -Por supuesto, esa petición la incluía. Jason mostraba un evidente interés por ella, aunque no se había molestado en apartarse de Marga.
— No, nos tenemos que ir. Pronto…
— Me lo has prometido…


Era curioso, a pesar de parecer cuatro depravados ligando -de manera descarada además- con unas crías de instituto. Era evidente, por lo desarrolladas que estaban ellas y la tranquilidad emanaban, que la situación no estaba forzada da para nada. Sí, el tal Jason estaba maneándole el culo y las tetas a Marga, y sí, a cada broma que hacía le reían las gracias... Pero había algo más. ¿Manosearlas de esa manera no debería hacer que se sintiesen incómodas? Y de alguna manera, fuera como fuera, se las había apañado para convertirlo en algo normal. Por fotos que ellas mismas habían compartido, los otros cuatro alguna vez también se habían dejado manosear por los otros, pero por quien estaban coladitas era por Jason. Alguna vez habían mencionado que se dejarían hacer lo que fuese por él, pero a Clare la daba la impresión de que de alguna manera, él solo jugaba con ellas. No es que a ellas les importase mucho, reían como tontas.
— Que sí, pesado… -contestó ella, a pesar de estar manoseándole el culo, no trató de besarla ni de tocarle nada más.

``Eso sería demasiado violento´´ pensó Clare, pero no le había sorprendido. Cuando los cuatro desaliñados continuaron su camino, la hermana de Alan no pudo evitar preguntarse que cara pondría Alan si la viese hablar con esa clase de chicos. ¿Habría visto con los mismos ojos que les chupase la polla como hizo con Jason? El comentario de Petra la sacó de su ensimismado pensamiento:
— Que raro…
— Sí tía.
— ¿Raro? ¿Raro el qué? -preguntó.
— Ha sido por C, seguro.
— ¿Por mí? ¿El qué?
— Normalmente insiste mucho más, de alguna u otra manera siempre nos acaban convenciendo…
— Y acaban tocando más de la cuenta.
— Lo habrán hecho para no intimidarla, seguro -argumentó Petra-. Lo que no tiene mucho sentido, porque te podemos hablar mal de ellos perfectamente.
— Es un zorro…
— Pero si decís que insiste tanto. ¿No os molesta? Eso es…
— Tiene mucha picardía, va hablando, hablando y hablando hasta que te la cuela por algún sitio. Si algún día quedamos con él cuidado.
— Y con el gigante también, con Vicent -corroboró Marga.
— Por lo que me contáis, no creo que nunca vaya a irme con estos…
— Ay, amiga… Si tú supieses lo mucho que atraen este tipo de chicos… No hables antes de tiempo anda. Vamos, que tengo que ir a comprar. Mi madre me ha pedido huevos…

Fin de la primera parte



8 comentarios:

  1. Se esperará el final para opinar jejje

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    1. Ah, bueno. Como veo que no hay comentarios ni opiniones debe ser que nadie está esperando la parte final del relato. Tengo tiempo entonces, total... No hay ninguna prisa jejje.

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  2. Venga hombre, estamos esperándolo para leerlo todo...

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    1. Llevo casi 5.000 palabras. Deduzco que como mucho, habrá unas 5.000 palabras más. O no, puede que haya algunas más teniendo en cuenta que tengo que poner un final abierto para la segunda parte :v

      Tan pronto como termine este relato, lo publico y empiezo la segunda parte.

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  3. Disculpame zorro no? No sos bueno con los microrelatos....se te esta llendo de las manos y al final los extendes demasiado jejeje pero no quita que sos un excelente escritor

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    1. No, querido. Yo ya tenía en mente como acababa la historia... El problema es que no tiene la misma carga emocional ni erótica si conoces el pasado de los personajes o te lo cuento de resumen.
      Cuando llegue la segunda parte, donde Clare y Alan conocen a los ''matones y drogadictos'' verás que todo este ''microrelato'' habrá valido la pena xD Lo siento, tenía que hacerlo. Es una historia demasiado buena, como la tuya jajajaja

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    2. Ya me isiste acordar de la mía....yaaa quieroooo leerlaaaaa jajjajja

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  4. Va de 10, la verdad que muy bien. Me resultó un poco chocante el principio. Eso de ir saltando tantos años / fechas sirve como para darle digamos una construcción en el tiempo pero creo que se apuro un poco la forma en la que al final terminaron haciendolo. Como que que si te esfuerzas demasiado en escribir esos pequeños encuentros entre ambos y que pasen a si el tiempo "sin nada" y practicamente terminan follando como que me cortó.
    De lo que es de ahí para adelante la verdad no tengo criticas, siempre juegas con si algo va a pasar o no y sabes muy bien como generar esa expectativa y dejarnos la borde.
    Genial como siempre, yo estaba mas ansioso esperando el otro relato de los pajaros pero por como se construye esto uf ya quiero la segunda parte.

    Muchas gracias, voy a empezar a hacer una firma asi sabes quien soy yo jaja

    A.

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