Marcadores del blog

martes, 7 de enero de 2020

[Pizza] La decadencia de Carla 2/2



Laura no podrá proteger a su mejor amiga de su propia oscuridad, pero... ¿Podría salir perjudicada ella también? Tres intrusos, una cama. Marc sufre su propio dilema y requerirá la ayuda de Laura. Carla tiene claro que no quiere arrepentirse por no haberse dejado llevar.

El relato de la pizza: la decadencia de Carla, parte 2




<< 15. Noche de chicas >> (Laura)


Tuve claro que mi amiga había perdido el norte cuando siquiera se atrevió a confesar lo que había hecho el día anterior. Le reproché saber que había estado en el instituto, no porque Marc me hubiese dicho nada sino por lo evidente que resultaba y, en lugar de negármelo, se puso a darme largas. Me puse en lo peor, llevándome las manos a la cabeza.
   La noche iba a empeorar mucho cuando, los padres de Carla, que iban a dormir fuera en un hotel de cuatro estrellas pidieron a su hija mayor que hiciese de canguro de Marc. Al parecer, tres amigos de este habían sido invitados por la madre de Carla. ¿Quién podía ser? Sí, nada más y nada menos que el trio de abusones.
— ¿Estás loca? ¡Dile a tu madre quien son esos tres! ¿Te das cuenta de la que se puede liar?
— Ya lo sé, Laura.
— No, es obvio que no. Tu hermano va a hacer una ``pijamada´´ con esos tres mientras estamos nosotras. ¿Vas a follarte al niñato ese cerca de tu hermano?
— Ni se va a enterar… De hecho, capaz y cambio de opinión en el último momento porque… -farfulló nerviosa, siendo interrumpida por mí.
— ¿Qué no? Carla, vamos a dejarlo claro. Vas a follarte a ese cani en esta casa. ¿Sí o no?

Me miró, con carita de pena, con poco más que una muda mueca de labios lo dio por respondido.
— Eso no me sirve -insistí-. ¿Sí o no? -al ver que no estaba dispuesta a plantar cara y ser honesta, me enfurecí-. Mira, no quiero saber nada. No me pienso separar de Marc. ¡Vaya noche va a pasar el pobre! ¿Qué digo? ¡Vaya noche vamos a pasar los dos! -chillé enfurecida, siendo consciente de que si seguía alzando el tono de voz me oiría su hermano.
— Vale, sí. ¡Quiero darme el gustazo! ¿Qué estoy siendo una mala hermana? ¿Qué me vas a contar? Pero necesito hacerlo.
— ¿Con tu hermano delante? ¿Delante de mí? ¿En serio?

Su argumentación pareció frenarse ante mi reproche, como si no tuviese excusa; no le di tregua.
— No podía ser en cualquier otro sitio. Aún no me has dicho nada sobre lo que pasó en el insti -No dijo nada, continué:-. Vi el mensaje, Carla. Vi como te decía que fueses. ¿No podíais ir al cine como las personas normales y chuscar en vez de ver la película? ¿En un probador? Joder, Hasta detrás de un matorral. ¡No, justo aquí!
— Que ya lo sé, Laura. Joder, que pesada que eres. Por mucho que me lo digas no va a cambiar nada. Me lo cepillaré y luego san se acabó -No le contesté, la observé con evidente escepticismo-. De verdad -insistió, incómoda con mi silencio-. Si luego seguro que hasta me arrepiento de hacer nada por lo penoso que será.

Intercambiamos miradas, la respuesta era evidente. Por mucho que mi amiga se quisiese engañar a sí misma.

<< 16. Mea culpa >> (Laura)

Ninguna de las dos nos volvimos a dirigir la palabra en lo que restaba de tarde. No era nada grave, que no pudiese ser reparado en lo que respectaba a nuestra amistad, pero había una incomodidad evidente. Carla necesitaba mi aprobación y sentirse respaldada por mí, mientras que yo no veía posible darle el visto bueno. Necesitaba que supiese que estaba en contra ya que, muy a mi pesar, no podía hacer nada para evitarlo.
   Entré en el cuarto de Marc y me senté en la enorme cama individual a espaldas del adolescente, el cual fingía que leía un libro en su móvil: La espada del destino, de la saga de Geralt de Rivia.
— ¿Cómo acabó tu madre invitando a esos tres a casa? ¿Carla ha tenido algo que ver? -Ni reaccionó ni contestó, sin apartar la vista de la pantalla-. Marc, respóndeme anda… -aguardé unos instantes, pero siguió sin responder. Volví a insistir una vez más-. Marc.
— Fui yo -Me quedé helada-. Sí, fui yo. Le dije a mi madre que quería invitar a unos amigos.
— No lo… entiendo. -fue lo único que pude balbucear a través de mis labios.
— No paraba de insistirme, Jonas. Y fui tan tonto como para pedirle a mama lo que ya te he dicho. Esperaba que me dijese que no, o que papa se iba a enfadar… Como son tan estrictos con ese tipo de cosas. ¿Pero sabes qué dijo? ``Normalmente te diríamos que no, pero como nunca has pedido nada parecido te daremos un voto de confianza. Eso sí, si pasa algo mientras no estamos no volveremos a confiar en ti´´ -citó con sus propias palabras-. ¿Se puede tener tan mala suerte? Hasta mi madre me sabotea.

Quise decirle que parte de la culpa la tenía él, sin embargo acabé reprimiendo ese impulso ya que solo había hecho lo que creía correcto.
— Encima Jonas va detrás de Carla… Ese cerdo. Por mi culpa ahora la va a molestar aquí…
— Eh… No, eso no es verdad. No es tu culpa.
— Claro que sí. Encima no es solo el, sino que Kiko y Dono también.
— Ah, sí. El gordo que parece un cerdo y el pelirrojo pelo zanahoria -Mi mofa pretendía, como poco, animarle. El adolescente estirado en la cama apenas alcanzó a forzar una mueca.

No sabía como consolarle, él sabía lo que iba a pasar esa noche y yo también. ¿Podríamos haber hecho algo? ¿Llamar a los padres y amargarles el viaje al hotel? Justo en ese momento sonó el timbre de la casa, eran las ocho de la noche… Noté una sensación rara en la vagina, pensando que habían venido a cenar, a dormir… y a follarse a Carla en el proceso. Lo que logró estremecerme, por encima de todo, es que era ella la que deseaba todo aquello.



<< 17. Intocable… Y manoseada >> (Laura)



Desde la habitación de Marc, acudimos ambos al rellano del recibidor y fuimos testigos de como la misma Carla abría la puerta con una desagradable sonrisa pintada en su rostro. Los dos nos mantuvimos alejados desde el pasillo, sin escondernos pero tampoco sin anunciar nuestra presencia.
   Los tres fueron entrando con Jonas en cabeza, siendo cerrada la puerta por el gordito en último lugar. Para mi sorpresa, Carla se dejó dar dos besos únicamente por el repetidor mientras los otros dos mantuvieron las distancias.
— ¿Quien lo iba a decir? La casa sola y tú de canguro. Siempre he querido follarme a una babysitter.
— Pues te vas a quedar con las ganas, imbécil. Porque no vas a mojar nada.
— ¿Dónde está Marc? -preguntó buscando con la mirada hasta cruzar la mirada con nosotros-. Gracias por invitarnos, tío. Lo vamos a pasar de puta madre.


Se acercó a un ritmo normal y antes de terminar de hablar ya le estaba chocando la mano, no sin evitar hacer cierto gesto de burla con la cara.
— ¿Bueno? ¿Qué haremos para pasarlo bien? ¿Jugamos a la botella? ¿Al strip-poker? Vamos a animar un poco esto. ¿No? Un poco de música. ¿Tenéis cerveza?
— Ups, se me olvidó -exclamó en tono de mofa Carla-. Mi madre ha dicho que nada de alcohol, nada de hacer ruido y a la cama antes de las once. Son las normas.
— Pues vaya mierda de pijamada. Pero bueno, ya encontraremos la manera de pasarla bien -acompañando su promesa, trató de tocarle el culo a Carla pero esta se removió con agilidad al tiempo que le abofeteaba la mano.
— No seas abusón -murmuró descartando cualquier posibilidad de enfado al exhibir su sonrisita-.
— Nos vas a hacer de cenar. ¿No? Eso sí.
— Bueno, algo podría hacer -contestó titubeante.
— Pues tengo hambre, hazme algo. Sino acabaré cogiendo lo que me apetezca.
— No tengo ninguna obligación de nada, así que cuidadito chaval -le increpó mi amiga, sin dejar de sonreír aunque con cierto tono amenazador en su voz.
— Eres la que está a cargo, no puedes dejarme con hambre.
— ¿Qué no? Ya lo veremos…
A esta foto le faltan las medias de red
Carla, contoneando sus caderas de manera evidente, exhibió su andar con aquellas mayas de red cubriendo sus largas y gorditas piernas, usando también un short tejano a modo de pantalón. Se perdió de vista entrando en la cocina teniendo la mirada de los tres adolescentes clavada en el trasero. Sin rechistar, y con un poco de retraso, la siguieron hasta meterse en dicha sala.
— ¿Qué tal si vas a tu cuarto, Marc? Cuidaré de ella y me aseguraré que no hagan nada.
— No sé si me quiero ir…
— Es mejor que te quedes ahí. ¿Quieres ver como revolotean como buitres a Carla? Vete, anda. Cuando la cena esté lista te llamo.

Abrí unos centímetros la puerta de la cocina, dejándola entornada. Lo suficiente para poder observar lo que sucedía dentro. Mientras el pelirrojo y el gordito, que mantenían las distancias, reían como idiotas, Carla, con el culo pegado a la parte baja de la encimera, intentaba apartar a Jonas mientras este se dejaba ver muy cercano a ella, tocándole las tetas y el culo por igual.
— Esto es lo que quiero para cenar.
— Sueñas si te piensas que va a pasar nada.
— Vas a acabar ensartada por los tres, y lo sabes.

Me pareció que mi amiga buscó ayuda con la mirada, y se encontró con la mía. Entré al instante y carraspeé, cruzándome de brazos.
— ¿Aún no estás haciendo la cena? -pregunté, haciendo que Jonas se detuviese por unos instantes.
— No, todavía no.
— Podríais hacer pizza -empezó a proponer el repetidor con una sonrisita.
— Tú sueñas, chaval -le espeté-, nos pasamos la semana haciendo pizzas vamos a hacerte una porque tú lo digas -le recriminé, exhibiendo todo el mal genio que pude-. Si no vais a ayudar, largaros. Tengo hambre y quiero cenar ya -ordené abriendo la puerta de par en par.

Jonas, sin pudor alguno, azotó el culo de Carla antes de dirigirse hacia el salón mediante la puerta que le estaba señalando. Se detuvo frente a mí, escoltado por sus dos amiguetes.
— Todos tenemos hambre… Cuando Marc se vaya a dormir con su biberón seguro que hay muchas habitaciones por toda la casa.
— Suda de mi cara, capullo -Me mantuve completamente seria y volviendo a cruzarme de brazos, añadí:-. Largo.

Quedándonos solas en la cocina, no se me escapó el manchurrón de humedad en los pantaloncitos tejanos de Carla. Aunque fingí ignorarlo, acabé ayudándola a hacer unas pechugas de lomo rebozadas con harina y huevo, sirviéndolas en la mesa minutos antes de que los seis nos sentásemos apretujados en la diminuta mesa del comedor. No se me escapó detalle de lo que pasó en la mesa: Ni las veces que Carla se ruborizaba cada vez que Jonas metía la mano por debajo de la mesa y movía el hombro como si rebuscase algo.

 Tampoco de como, los dos amigos de estos parecían temerosos de realizar cualquier acción o comentario que pudiese molestar a su cabecilla. Apenas hablaron con Carla ni conmigo, limitándose a chismosear entre ellos como a la espera de que sucediese algo.
   Sentí varias veces la necesidad de pillar infraganti al repetidor tocando por debajo de la mesa la entrepierna de mi amiga, pero no me sentí con la confianza suficiente a pesar de estar completamente segura de que así sucedía.

Una vez acabada la cena y con Carla claramente muda, quieta y sonrojada, observó como Jonas se quejaba de la calor quitándose la camisa.
— Yo también me muero de calor y no me quito la ropa -le reprendió Carla, la cual parecía algo sofocada. Sudaba.
— Pues quítatela, o ponte algo más fresquito. Yo no tengo porque asarme. ¿Te importa, Marc? -No disimulo ni lo más mínimo lo mal que le miró, sin afectarle lo más mínimo que su hermana y yo le estuviésemos observando.
— N.. No, como si estuvieses en tu casa -farfulló entrecortado, pisoteando sus propias palabras. La respuesta pareció complacer a su invitado que, sin pudor alguno, también se quitó del pantalón quedando únicamente en boxers.

Hasta yo me sonrojé, ahogando un chillido al ver el bulto en su ropa interior a pesar de que tuve la decencia de disimular y dejar de mirar al instante. Conociendo a Carla como la conocía, intenté atraer su atención para evitar que hiciese ninguna tontería… Y la hizo. Largándose a algún otro lugar de la casa.

***

Desde uno de los tres sofás, con la ausencia de Carla, Jonas llamó a sus dos compinches desde su asiento. Se veía completamente despreocupado únicamente con el apretado boxer cubriendo su desnudez.
— Aquí no, aquí va Carla -les increpó el adolescente dos años mayor que ellos. Corrigieron su rumbo sentándose en el sofá que había justo en frente.
— Vete a la habitación, yo recojo los platos -ordené a Marc, pero este, desobedeciéndome, empezó a ayudarme a recoger la mesa; agarró unos cuantos y fue vaciando la mesa a un ritmo mucho mayor que si lo hubiese hecho sola. Maldije la cabezonería del hermano de mi amiga, y su maldita persistencia de permanecer presente ante todo lo que estaba sucediendo.  


Marc y yo, tras apagar la luz, acabamos sentados juntos en el sofá de dos plazas que había en medio, entre los sofás enfrentados ocupados por los tres invitados menores de edad y, en medio los cuales había una alfombra con dibujos negros sobre un fondo granate. Me habría gustado dejarlos ahí, solos y marcharme con Marc a su cuarto. ¿Pero alguien en su sano juicio dejaría a esos tres sin vigilancia por la casa? Incluso si la vivienda no era mía, yo no. Además, tampoco quería dejar sola a Carla con esos tres. 


   Si bien mi amiga no estaba en el salón ni había anunciado el motivo de su ausencia, me hacía una idea de que había ido a hacer con tanto misterio. No me sorprendió verla llegar con un vestido verde sin tirantes. Una sola pieza que ocultaba con una elástica y fina tela sus dos enormes pechos, descendiendo hasta la corta y holgada minifalda que hondeaba a cada paso que daba. Lo que había debajo de ella, solo dios lo sabía, aunque se sospechaba una clara ausencia de ropa interior. Me sorprendía que hubiese podido caer tan bajo como para vestir aquello con su hermano delante, para más inri, no se había quitado las mallas de red.
— Ven, te he guardado un sitio.

Pensé que iba a rechazarlo, o rebatirlo con alguna ingeniosa ocurrencia. Por eso tanto me sorprendió, dejándome con la boca abierta al ver que sumisamente y sin rechistar se sentaba a su lado, mas no pegada a él.
   La televisión alternaba de canal a medida que Marc, en posesión del mando, decidía que no le interesaba nada lo que buscaba. Yo, en cambio, no podía distraerme observando la pantalla y detectaba con la mirada cosas que habría preferido no ver: >>
   << El gordo y el pelirrojo, desde su sofá, sacaron sus móviles y me apuesto cualquier cosa a que estaban grabando lo que sucedía frente a ellos, en una oscuridad débilmente alumbrada por los destellos lumínicos que emitía el televisor. El sonido, en cierta manera, camufló cualquier conversación que ambos pudiesen tener.
   El repetidor, no agarró ni forzó a mi amiga a cercarse a él, sino que se apoyó con una mano en el asiento del sofá y acercó su cara al oído de Carla, susurrándole cosas. Esta miraba al suelo, y en ocasiones respondía algo que no fui capaz de escuchar. 
Laura y Marc no alcanzaban ver esas vistas
   Como si fuese tentada a ello, poco a poco abandonó su posición distante y se inclinó hacia el repetidor, pasando de estar sentada a estar en una posición de cuatro patas premiando al adolescente con un escote revelador. No tuve que esforzarme mucho para ver, de refilón, la mano del abusón en la nalga de Carla, la cual apartaba sin éxito pues al poco volvía a ponerla. La mano de Jonas reposaba cada vez que podía allí donde acababa la falda y empezaba la piel, y sus dedos, acariciaban algo que yo no alcanzaba a ver. Cada vez, mi amiga más inclinada y su mejilla apoyada en los muslos desnudos y ligeramente peludos de Jonas.
— Pásame esa manta -señaló el cabecilla del trio a los que ocupaban el sofá de enfrente, confundidos buscaron con la mirada hasta darse cuenta que en su mismo respaldo, había una sábana ligera y extremadamente fina.

Fue el pelirrojo el que se la lanzó, y tapó la cara y la espalda de Carla con ella, dejando los muslos y su culo -este cubierto parcialmente por la falda del vestido, milagrosamente- al descubierto.
   No alcanzábamos a ver, ninguno de los que estábamos ahí, que pasaba debajo de la manta. Solo la mano de él, removiéndose bajo ella hasta toparse con la cabeza de Carla y moverla a voluntad. No me extrañaría, para nada que ella estuviese chupándosela en ese mismo momento… pero a decir verdad me parecía excesivo. No, estaba segura de que, como mucho, tendría la cara aplastada contra la polla cubierta aún con el calzoncillo.
   La otra mano de Jonas jugaba con el culo de Carla y, para mi desagrado (o excitación), me pareció ver como su dedo se hundía en alguna parte que no alcancé a ver.
   Kiko y Dono reían mientras graban la gracia, justo en el momento en el que la cabeza de la babysitter empezaba a dar cabezadas, oculta, en movimientos discretos pero verticales.
   De reojo vi, como el pecho de Marc subía y bajaba acelerado, esforzándose por mirar la tele, solo la tele.
   Me chocó que Jonas me mirase a los ojos y me sonriese, me quedé impactada viéndole hundir todavía más los dedos en la vagina de mi amiga la cual no alcanzaba a ver haciendo que se erizase por completo la figura que había bajo la manta, me pareció escuchar, ahogado por el sonido de la tele, un gemido que provenía debajo de la manta.
   Pese a no aprobar a ninguno de los tres invitados, ni lo más mínimo… Hasta yo estaba cachonda. No, no quería follarme a ninguno de los presentes como mi amiga, simplemente cachonda y salida, lo suficiente para querer irme y tocarme. Ya ni siquiera me cohibía saber lo mal que debía estar pasándolo Marc.
   Quería, una parte de mí, saber como terminaría todo eso. Más que nada porque era consciente de lo liberal que era Carla en el sexo y sabía que, pese a lo malo de esa situación, ella lo deseaba. Y me excitaba, pensar, que iba a disfrutar como una condenada.
— Suficiente -estallé levantándome de sopetón-. Es hora de irse a la cama.

Agarré el mando y apagué la televisión, dejándolo en un pequeño paseo frente al mueble donde el aparato se encontraba apoyado. Luego, agarré la manta que cubría a Carla y de un tirón me la llevé.
   Carla parecía cansada, agotada más bien. Con las orejas enrojecidas y la tez ruborizada; sus ojos, entrecerrados, habrían dado el cante a la hora de fingir dormida.
— Es verdad, nuestra canguro se ha quedado dormida casi. ¿Dónde dormiremos? ¿Aquí, en el sofá?
— Mi madre dijo… -comenzó a decir mientras se levantaba, claramente aturdida-… que dormiríais en la habitación de Marc.
— Mola. ¿Y tú y tu amiga?
— En su habitación -respondí yo por ella-. Con el cerrojo puesto, para que lo sepas.
— Ya que vamos a dormir todos en la misma casa… lo suyo sería que durmiésemos en el mismo cuarto. ¿No?
— Eso no tiene sentido… Ni siquiera cabemos en la habitación -decía en vano, viendo como Jonas, y sus dos inseparables adeptos, se dirigían a las habitaciones con Carla entre ellos, jalada por el cabecilla de la ceja trasquilada.
— A ver, Canguro. ¿Cuál es el cuarto de tu hermano?

La total ausencia de resistencia en ella me hizo temerme lo peor… Y no me equivoqué.




<< 18.1 Falta de espacio >> (Laura)

Perspectiva de Laura

La cama de Marc, una imponente cama individual de una anchura considerable, sirvió de asiento para Jonas y Carla cuando estos acabaron cayendo sobre ella, antes de que el cerdito y el zanahorio se sumasen sobre el colchón y acabasen sobre ella los cuatro. No pude evitar fijarme en que mi amiga tenía la mirada gacha, como si su voluntad de mantener al margen a su hermano se hubiese evaporado. Estaba segura que, de pedirlo, podría haber convencido a esos tres de acabar en un cuarto solos, pero ni siquiera lo mencionó. No conocía esta nueva faceta suya, donde le hacía una mamada bajo a una manta a uno sabiendo que su hermano miraba…
Con sus espaldas apoyadas contra la pared, Jonas mantuvo sus manos pegadas como ventosas al vientre y en el hombro de Carla, sus dedos, como si fuesen tentáculos, muy cerca de sus pechos y de su bajo vientre.
— ¿Podeis apagar la luz? Tenemos sueño y queremos dormir ya -ordenó con pedantería Jonas, justo en el momento en que Kiko, el gordito, empezaba a tocar con sus zarpas los muslos y las ingles de mi amiga, eso sí. Con mucha discreción y extremada lentitud, como si se esperase un rechazo en cualquier momento.
— Sí, os abrimos la cama de abajo y nos vamos a dormir fuera -le dije, haciendo un ademán de desplegar el colchón que había debajo.
— No, dormiré aquí -me contradijo Marc, desafiante. Mentiría si dijese que no me fijé en el bulto que había en su pantalón tejano, lo que causó en mí una pena terrible. Que lamentable era sufrir una erección debido a su propia hermana… No pude hacer más que empatizar con él, aunque, por algún motivo. Me dio un escalofrío al pensar que, antes de dormir, tendría que hacerse una paja…

Me acerqué a mi protegido y le susurré al oído.
— No tienes porque sufrir de esta manera. Tu hermana… Bueno, ella ya sabe lo que hace.
— No voy a dejarla sola con esos tres. No me voy a ir, ni tú tampoco. ¿No? Dormirás… Dormirás conmigo.



Antes de que lograse objetar nada ya se había empezado a mover, arrodillándose frente a su propia cama y estirando de un alargado cajón que resultó ser un segundo colchón para invitados. Me quedé paralizada; pensé que algo me daba mala espina en la actitud de Marc, sin saber que hacer ni como podía conseguir arrastrarlo fuera de la habitación, ya que era él mismo por su propio pie quien hizo la cama y se estiró aplastando la almohada con su cabeza.
— ¿Vas a apagar la luz o qué? Puedes dormir con Marc si quieres. A nosotros nos basta con una cama -La mano de Jonas, se encontraba ya bajo su falda y, su otra mano, había conseguido amasar su enorme seno y moldearlo con su zarpa fuera del vestido. En ese momento, ya había decidido que permanecería junto a Marc… Y presenciaría todo lo que pasase en esa habitación.
— No digas tonterías -dije cortante, sin verme capaz de mostrarme expresiva-. ¿Cómo vais a dormir los cuatro en esa cama?
— Lo haremos. ¿A que sí, Carla? Nos apretamos un poco y ya está.

La boca del gordo se encontraba enterrada en el cuello de Carla mientras este le acariciaba el muslo, y entonces intercambié una corta pero significativa mirada con mi amiga. Sus ojos, suplicantes, me indicaban que ella quería aquello. Entonces ganaron, su parte sucia y la mía porque, aunque nunca lo hubiese reconocido abiertamente… Yo también quería ver como la hacían polvo a pollazos.
   Apagué la luz, con un silencioso suspiro y me tumbé junto al hermano menor de Carla.

Ambos mirábamos al techo, con la ínfima iluminación que entraba por la ventana veíamos las siluetas en oscuridad de las piernas que colgaban de la cama, distribuyéndose los cuatro ocupantes a lo largo de todo el colchón. Pensé que planeaban quedarse así toda la noche, pero me equivoqué. No tardaron en cambiar de posición y apretujarse… Para desgracia de Carla.


***

La tensión se palpaba en el ambiente, a pesar de que por unos instantes perduró un silencio absoluto. Abracé a Marc, con la única intención de consolarlo. En aquella ausencia de sonido, cualquier movimiento o roce contra sábanas y piel se escuchaba. Retumbaba, ensordecedor, el murmullo de sus susurros en la cama de arriba.
   El adolescente, suspirando y temblando, correspondió mi abrazo estrechándose contra mi pecho.

No quise saber como estarían colocados, pero no pude evitar imaginármelo. Carla, rodeada de esos tres… Justo en ese momento empezamos a escuchar el murmullo de las sábanas, un susurro de Jonas y una risita del gordo.
— ¡Hmm…! -un ronroneo por todo lo bajo de Carla que erizó mi piel. Me pareció escuchar el sonido de los besos, el chasqueo que hace una lengua al lamer algo.

El ruido contra las sábanas se hizo más evidente cada vez, pareciéndome una eternidad al sentir a Carla frotar sus propias piernas. Escuché maldecir a Carla, con poco más que un susurro de nuevo. Más sonidos de besos y, de repente, alguien se incorporó. Carla reprimió un gemido, pero lo escuché.
    Me pareció oír un desliz mojado, unos golpes contra algo húmedo y un estremecimiento de Carla retozando sobre el colchón. Estaba segura de que acababan de penetrar a mi amiga… y lograba reprimir sus gemidos.
— No hagas ruido… -escuché suplicar a mi amiga-. Mi hermano está abajo, no lo despiertes.

No hubo respuesta, solo un ligero chapoteo y el imparable sonido del roce que producían sus pieles.
— Tengo mucho calor… ¿Me puedo quitar la ropa? -preguntó Marc con timidez.

No me hizo ninguna gracia pensar en estar estirada junto a un adolescente con ausencia de ropa, más cuando ese adolescente estaba empalmado y claramente alterado por lo que pasaba alrededor, pero acabé dando un seco asentimiento acompañado de un ``aja´´. No podía dejar de concentrarme en los suspiros de Carla, en el rubor de sus roces. En los chapoteos ocasionales que evidenciaban una follada descarada.
   Marc se quitó la camisa, el pantalón… Y luego el calzoncillo. No necesité verlo para entender que para las dos primeras cosas no necesitaba tantos movimientos, pero me hice la tonta.
— ¿Estás cómoda así? -me susurró-. Si quieres…
— No voy a quitarme nada.
— Lo digo para tu comodidad…

Ciertamente los pantalones me molestaban, así que me deshice de ellos. No estaba dispuesta a deshacerme de la camisa, en cambio.
   No volví a abrazarle, manteniendo la distancia. Ambos mirando al techo, escuchando de fondo como de repente había un ruido anormal de sábanas, como si Carla hubiese sido dejada por uno para que otro pudiese gozarla.
— No más, por favor… -le escuché decir, de la misma manera que también alcancé oír de nuevo el chapoteo entre sus piernas.

El gordito debía ser el que estaba penetrándola en ese momento, porque alcanzaba a escuchar su respiración de cerdito, y sus gruñidos.
— Oh, oh, oh… -escuché gemir a Carla… De repente, hicieron mucho ruido y escuché como mi amiga reprimía un grito-. ¡Eso no…! ¡Oye! Joder… Hmmm.

Silencio absoluto durante unos segundos, y Marc se abalanzó de lado sobre mí y me estrujó entre sus brazos, estrellando su cara contra mi seno.
— ¿Estás bien…? -le pregunté. Pero no obtuve respuesta.

Se produjo de nuevo barullo en la cama de arriba, como si de nuevo, alguien distinto estuviese intercambiando posición para penetrar a Carla… Y de nuevo ella gimió. Todo esto pasó a un segundo plano, pues Marc atrajo mi atención empotrando su erección contra mi muslo desnudo.
   Quise reprenderle, pero me mantuve en silencio. ¿Cómo podía reprochárselo? Como si necesitase comprobarlo, acerqué mi mano libre a mi sexo y me palpé con mis dedos lo mojada que estaba.
   En la cama de arriba, de nuevo, embestidas y penetraciones cada vez más evidentes y despreocupadas. Parecía cada vez que Carla tenía menos pudor por contenerse y disimular, y de alguna manera, Marc acabó escurriéndose entre mis piernas. 










Su polla contra mi ropa interior, su dureza contra mi humedad.
— Marc… -susurré lo más bajito que pude, intentando atraer su atención.


El permaneció en silencio, abrazándome y con su cara apretujada contra mi pecho, empecé a notar como movía sus caderas y frotaba su entrepierna contra la mía.
— ¡Marc…! -repetí, percatándome que mi voz estaba cambiando de tono-. Marc, para… -me obligué a decir-. ¿Estás sordo? ¡Marc…! -pero su única respuesta era el balanceo de sus caderas, su glande intentando romper mi ropa interior, acceder a mi orificio abierto de par en par.

No era justo, estaba cachonda, pero no por ese mocoso. Preocuparme por él me estaba haciendo salir perjudicada y quería quitármelo de encima, no quería hacer nada con él pero… Estaba caliente, y una vagina caliente necesita una buena polla. Además, podía sentir la excitación de él. Quizás ese fue su plan desde el principio… El niñato que había cuidado desde adolescente, intentando follarme. Sentí su mano desplazarse entre nuestros vientres, entre nuestras caderas… Podía evitarlo si quería… Sentí sus dedos apartar con ``inocencia´´ mi ropa interior -``Aún estoy a tiempo de pararlo´´- y me la clavó. De una fui penetrada y sentí como se aprovechaba de mí, o más bien, como se consolaba con mi coño. 


   Hizo a un lado mi camisa, mi sujetador y dejó mis senos apuntando al techo, previo momento antes de besuquear mis tiesos y endurecidos pezones. Unas embestidas ricas, demasiado ricas acabaron acelerando mientras él bufaba como un toro salvaje. El tamaño de su miembro, pese a no ser grande, fue compensado por la evidente excitación, aceleró y se me olvidó pedirle que acabase fuera. Simplemente se corrió, y me pilló por sorpresa, derritiendo toda su semilla en mí. Se quedó muy quieto y yo, muy callada… sintiendo la tentación de menear las caderas y estimularle para que continuase.

Me había desconcentrado y había perdido el hilo de lo que pasaba en la litera de arriba, pude ver la silueta oscura del culazo de mi amiga en pompa y alguien disponiéndose a penetrarla.
   Chop, chop, chop, chop… Como si estuviesen cabalgándola a un ritmo lento, la yegua de mi amiga no puso queja alguna. Al contrario, afinando mi oído de nuevo alcancé a escuchar el característico ruido de unos labios lamiendo una polla, las exhalaciones que realizaba Carla para coger aire después de chupar…
   Y sin previo aviso, el flácido pene que se encontraba decaído en mi interior volvió a endurecerse. De nuevo movía sus caderas el hermano de mi amiga, y esta vez, duró bastante más.
— ¡Hm, Hm, Hm, hm, hm… Hmmm…! -escuchaba traquetear a Carla, mientras yo recibía las joviales embestidas llenas de entusiasmo de Marc. Evité hacer cualquier ruido y, en cierta manera, me resigné a servir como ``Almohada´´ para el chaval. Como si fuese una muñeca para su pura satisfacción, a pesar de que…

Me llevé el puño a la boca y mordí mi propia piel, reprimiendo un chillido de placer y comentarios que podría haber hecho para animarle a no parar, los pequeños testículos de Marc azotaron mi culo acompañándome al orgasmo y logrando hacer que me corriese sin previo aviso, sin que lo hubiese esperado. Me quedé ahí temblando mientras, Marc, dándole igual, siguió hasta acabar dentro otra vez. Me sentí muy mojada, manchando las sábanas con el contenido que vomitaba mi vagina. Marc volvió a quedarse muy quieto, abrazándome y sin retirar su pene de mi vagina. Lo tenía tan húmedo y tan lleno de leche que ya ni siquiera podía sentir la presencia de su miembro. Por un momento, o quizás ya llevaba rato haciéndolo, maldije y envidié a mi amiga. No era algo propio de mí, pero estaba bien caliente… Y tenía que conformarme con un niñato que solo se preocupaba por correrse el mismo, mientras en la cama de arriba, como bestias y por asquerosos y repugnantes que fuese, Carla tenía tres para ella sola.
   Entre los muchos susurros que no alcanzaba a comprender, les escuché decir:
— Vaya ubres tiene esta perra. Joder… Me corro -Más ruidos de roces con las sábanas.
— Mira que perra… Así de cachonda mientras su hermano y su amiga lo escuchan todo -dijo el pelirrojo
— Mira como gime… Le encanta. ¿A qué sí guarra? -preguntó el gordito, en consecuencia ella gimió-.

Plas, Plas, Plas, Plas, Plas… Tuve la sensación de que los gemidos de Carla parecían ahogados, como si le hubiesen estado tapando la boca con algo o la estuviesen estrangulando y, de repente, estalló en un evidente orgasmo. ¿Era el primero? ¿Habría tenido más antes? Lo único que sé es que, como si desde el principio hubiésemos acordado una tregua, todo quedó en silencio, a medida que las siluetas sobre Carla se iban dispersando… Marc acabó estirado en la otra parte del colchón y no se volvió a escuchar más nada. Pareció que todos se quedaron agotados, dormidos; incapaces de hacer más nada.
   Por increíble que pareciese, yo seguía encendida. Pese a estar botando esperma y no tomar píldora anticonceptiva, estaba lo suficientemente cachonda como para ansiar otras cosas y dejar olvidado ``ese problema´´.
 
Entonces me fui aletargando hasta sumirme, sin darme cuenta, en un sueño inesperado.

***

De estar dormida en el sueño absoluto, unos labios besándome en la boca me despertaron. No fue un beso cariñoso, sino uno excitado y húmedo. Un beso sucio acompañado de unas manos que me manoseaban el culo y las tetas. Mi corazón, empezó a latir a mil y, no miento, en ese momento no importaba quien me besaba ni porque, solo corresponder ese beso.


   Nunca antes me había sentido tan cachonda por un beso, y mientras esos labios y esa lengua me transmitían su excitación, sentí como se me montaba encima, me clavaba su polla y empezaba a follarme. El beso se rompió o, en otras palabras, acabó. Me empezó a comer el cuello y yo gemí cerrando los ojos muy fuerte y balanceando mis caderas. Me di cuenta entonces de que no éramos los únicos, en la cama de arriba también había una polla penetrando un coño, y tal vez, una boca chupando una o varias pollas. 







   Recordar que era Marc quien me besaba de esa manera y me follaba no logró apagar ni reducir de manera alguna mi fogosidad. Como si mi inconsciente más sucio y primitivo hubiese tomado el control, quería que me follase y me diese duro ese mocoso. Me dio igual, por unos instantes, que volviese a follarme a pelo mientras me manoseaba toda. Sus delicadas e inexpertas manos se vieron avaladas por mi propio lívido y, en una escalada de primitivas embestidas que acabó logrando gimiese en voz alta, totalmente desinhibida y despreocupada, sintiendo llegar mi propio orgasmo y corriéndome como una loca…  












Él volvió a correrse en mi interior una vez más para mi satisfacción, no tenía ni idea de que mosca me había picado… Pero nunca en mi vida un chico había logrado ponerme tan cachonda.
   Entonces nos quedamos, de nuevo, abrazados… Hasta que mi ser racional tomo control de mi consciencia y entendí lo que acababa de hacer, otra vez, dándome asco a mí misma. No entendía como podía haber estado tan cachonda, y menos encenderme de tal manera por los besos de un adolescente.
   En la cama de arriba seguían dale que te pego como si no les hubiese afectado ni lo más mínimo mis gemidos, sin cortarse un pelo. Carla ya no gemía, sino que simplemente se limitaba a recibir los pollazos.

Esa vez, Marc se quedó dormido entre mis piernas, sin sacarla… Y yo también.

***

— Déjame dormir… -suplicó, con voz aguda Carla-. No la metas… ¡No las metas! -espetó un poco más alto, sin dejar de susurrar. Entonces la oí gemir de placer, y escuché un nuevo ejercicio de arremetidas contra su sexo.

Tuve miedo, esta vez, de que Marc se despertase entre mis senos y sufriese una nueva erección, con la tentación de follarme una vez más… Pasaron unos segundos de suspense, y así terminó pasando. La flácida polla del hermano de mi amiga se endureció otra vez más en mi interior, muy lentamente hasta estar lo suficientemente tiesa como para hacerse otra paja con mi vagina solo que, esta vez, no llegó a correrse. Incapaz de ello, se rindió, sufriendo una especie de gatillazo y se salió de mí.
   Por su parte, desde mi posición, pude ver como Carla silenciosamente estaba montada sobre alguien. Se besaban, pues escuchaba el ruido que lo evidenciaba y, exhibiendo sus habilidades como jinete con un sonoro chop, chop, chop, chop aplastó repetidamente las pelotas
   Otra vez los escuché remover las sábanas, percibí a las siluetas agitarse en la oscuridad… Y de nuevo, el extraordinario trasero de mi amiga se dispuso voluntario para embestidas, follando como perros en mitad de la noche. Me pregunté como era posible que su vagina no estuviese ardida y dolorida de tanto sexo.
   Los incesantes choques de carnes se volvieron violentos, sin ningún tipo de disimulo, mientras él le hacía daño de alguna manera, ya fuese tirándole del pelo o arañándole las nalgas, gimiendo ambos hasta la extenuación. Carla suspiró de alivió con un sonido que me recordó al de una vaca, cuando escuché, al mismo tiempo, un suspiro de alivio de Jonas.

Se derrumbó, mi amiga, aún con el culo sobresaliendo entre las otras siluetas… Y ya fuese el gordo o el pelirrojo, uno de los dos había estado aguardando para mojar el churro de nuevo. Con los dedos en sus labios vaginales emuló un sonido de salpicadura y, pocos segundos después, ya se la estaba follando de nuevo.

***

Ya había amanecido, pero el sol estaba aún bajo porque la iluminación diurna era pobre y tétrica. Marc, completamente absorto en su sueño, con la boca abierta intentaba roncar sin lograrlo, babeando mi brazo. Podía ver todo lo que sucedía en el cuarto, aunque la luz por el momento fuese insuficiente, y entonces me concentré en el motivo de mi precoz despertar: >>
   << El gordo y el pelirrojo, relegados a un rincón del colchón. Eran golpeados por los nerviosos pies de Jonas que trataban desesperadamente de buscar una base en la que sostenerse para estabilizar su equilibrio mientras daba los buenos días a Carla, follándosela. Se besaban, acaramelados, mientras este la penetraba como un perro en celo.
   No escuchaba las cosas que él le susurraba, las embestidas eran ruidosas y rompían abrumadoramente todo el silencio de la habitación, me incorporé hasta sentarme el colchón, La vi morderse el labio y cruzar sus tobillos alrededor de las caderas del invitado, asegurando el cierre sobre sus nalgas. Siguió diciéndole cosas, a pesar de que no entendía ni una sola palabra; con ímpetu y un brío de la excitación mañanera, pegó unas clavadas que empalándola la dejaron temblando cada una de ellas, hasta que bufando de placer acabó derramando todo en el interior de ella.
   Se quedaron unos segundos así, abrazados hasta que Jonas se removió de entre las piernas de ellas y salió de la habitación, con una sonrisa de complacencia entre los labios. Carla se quedó, aún con el vestido puesto, con las piernas abiertas de par en par, removiéndose de placer y votando semen.
   El gordo y el pelirrojo, Kiko y Dono, se mantuvieron dormidos en su lado de la cama ajenos a todo. Marc me abrazó y se dispuso a darme sus buenos días, pero me lo quité de encima con un seguro y airado empujón, dejándole claro que se le acabaron los privilegios.
   Carla se quedó dormida, o al menos se hizo la dormida; Marc no se atrevía a mirarme a la cara y parecía entender lo mucho que se había equivocado conmigo. Maldije, al ponerme en pie con dificultad y ver chorros blancos desprenderse a través de mis labios vaginales, cayendo a un paso irrefrenable hasta mis rodillas.
   Miré al niñato que se había corrido dentro y quise decirle de todo, pero acabé aceptando que, sobretodo, fue culpa mía por tolerarlo. Me llevé la mano a la frente, molesta, recordando lo excitada que había llegado a estar en cierta parte de la noche, siendo capaz casi de sentir con precisión aquellos latidos exageradamente anormales… Despertándome con un beso, siendo consciente de quien me besaba y dándome igual todo. Incluso las circunstancias y la inmoralidad del asunto, en ese momento en concreto, fue un potenciador del morbo. Algo sorprendente, teniendo en cuenta lo arisca sexualmente hablando que era la mayor parte del tiempo.
  
***

Los otros permanecían en la habitación de Marc. Había ido al baño para asearme y me cambié de ropa, tomando prestada alguna de la gaveta de mi amiga. Me encontré a Jonas en la cocina, bebiéndose una cerveza que había encontrado en la nevera.
— ¿Vienes a que te folle a ti también? Lo siento, he vaciado mis cojones en tu... -le abofeteé con todas mis fuerzas, apretando los labios para no atacarle también de manera verbal.
— No vuelvas a acercarte a Carla.

Por unos instantes, la cara se le transformo. Gesticulando unas facciones que evidenciaban intolerancia a ser atacado, aún así, logró controlarse y sonreír.
— Tienes que estar bastante escocida, te tocó la peor parte esta noche. Tuviste que conformarte con Marc -dijo con una evidente alusión despectiva.
— No te creas, Carla ha tenido que aguantar a un gordo, a una zanahoria y a un subnormal.
— ¿Por qué te pones así? -preguntó extrañado, como si la cosa no fuese con él.
— Quiero que despiertes a esos dos, recojáis vuestras cosas y os piréis. Ahora. No, no me hagas repetírtelo. Si tengo que llamar a sus padres, lo haré. Y me da igual que se enteren de todo lo que haya pasado aquí.
— Vale, vale. Ya nos vamos -aceptó, con una evidente sumisión, dejando su cerveza en la encimera tras darle un último sorbo. No solo se iba por temor a mí, sino porque además no tenía motivos para quedarse-. Igualmente ya he acabado con tu amiga -chasqueé la lengua, ya sola en la cocina. Como odiaba a ese cabronazo.

Fue a la habitación y despertó de mala manera a sus dos compinches. Estos, ni siquiera tuvieron ganas de hacer nada con Carla, acurrucada de mala manera entre las sábanas. Se pusieron los tres sus respectivas ropas y se acabaron marchando, siendo guiados por mí al exterior.

Una mujer se puede excitar por el hecho de que acaben dentro de ella, y puede preocuparle antes, durante y después del sexo. No hay que malinterpretarlo, por muy cachonda que estuviésemos las dos… Las dos acabamos muy preocupadas, sintiéndonos mal con nosotras mismas y, eso sí… Con un recuerdo muy excitante y una experiencia que, para cada una, fue muy disfrutable… a su manera.
   Carla no me reprochó ni me culpó por haberme tirado a su hermano, ni yo le reproché que se hubiese dejado hacer todo aquello por esos tres. Marc, cuando encontró un momento a solas se disculpó… Aceptándoselas, después tuve una conversación con él, para no volver a hablar del tema… Aunque ninguno de los dos olvidaríamos nunca lo que había pasado, guardaría un bonito recuerdo, en lo más profundo de mí, de haber sido su primera vez.



<< 18.2 Falta de espacio >> (Carla)

Perspectiva de Carla

No quería alargar más lo inevitable, dejándome arrastrar por Jonas hasta la cama de mi hermano. Acabé sentada con él sobre el colchón, muy pegada a su cuerpo mientras notaba su mano derecha sobre mi ombligo y, la otra, pasando detrás de mi cuello y reposando muy cerca de mi pecho.
   Junté las piernas, apenada, intentando que ni mi mejor amiga ni mi hermano viesen más de la cuenta. Era gracioso, porque me ponía a mil pensar que me tiraría a esos tres con ellos en casa. No me quedaban fuerzas para resistirme, pero tampoco quería evitarlo. Sentía mi cara arder, mientras Kiko y Dono se unían a nosotros sobre la cama de mi hermano.
— ¿Podéis apagar la luz? Tenemos sueño y queremos dormir ya -les espetó, echándole morro, el repetidor que me tenía aferrada a él. Sentí las repugnantes manos del gordito acariciar mis muslos, mis ingles… Intentando alcanzar lo que había debajo de mi falda.
— Sí, os abrimos la cama de debajo y nos vamos a dormir fuera -contestó mi amiga, como si hubiese escuchado mi súplica mental.
— No, dormiré aquí -le contradijo con rebeldía el idiota de mi hermano pequeño. Laura se acercó a él y le susurró algo que no alcancé a oír y, este, le contestó con una negativa.

Con la iniciativa como actitud, mi hermano se arrodilló a nuestros pies y jaló del cajón que una vez desplegado formaba una cama para visitas. En nada de tiempo ya había sacado las sábanas del armario y se puso a ocultar el colchón bajo ellas. Quise decir algo, pero no me salían las palabras… Me sentía demasiado cohibida. Cuando me decidí a ordenar a mi hermano que durmiese fuera, para que Kiko y Dono pudiesen dormir cómodamente en esa cama, Jonas se me adelantó y dijo:
— ¿Vas a apagar la luz o qué? Puedes dormir con Marc si quieres. A nosotros nos basta con una cama -manifestó mientras su mano resbalaba descaradamente, como una babosa, bajo la falda y se acurrucaba bajo mi hediondo y húmedo coñito. Su otra mano amasó mi pecho izquierdo y tanto mi vientre como mi pezón experimentaron curiosos cosquilleos. ¿Iba a follar con mi hermano en el mismo cuarto? Otro escalofrío.
— No digas tonterías -contestó Laura cortante, con la cara inexpresiva como un bloque de hielo-. ¿Cómo vais a dormir los cuatro en esa cama?
— Lo haremos. ¿A que sí, Carla? Nos apretamos y ya está.

El gordo me empezó a comer el cuello con su mano aún acariciando mi muslo. Miré a Laura y, por un momento, estuve segura de que me entendió. Acto seguido apagó la luz y supe que así había sido, tumbándose al lado de Marc.
— Vamos a cambiar de posición, así no estoy cómodo -me susurró Jonas al oído. Sentí su aliento silbar cálidamente.

Se apretujó contra la pared y me atrajo hacia él sin darme mucha opción a oponerme, sumiéndose en un abrazo abusivo. El gordo, con la espalda amenazando con caer y sepultar a mi hermano y mi mejor amiga, también me arropó entre sus brazos. Poniendo a prueba la capacidad de la cama para resguardar tres personas, me sentí acorralada mientras dos pares de manos exploraban cada recoveco de mi cuerpo. Mis labios, los de abajo, se derritieron al tacto de los dedos de Jonas. Estaba extremadamente mojada.

***

De repente, me sentí agobiada por la cantidad de silencio que había en aquel cuarto. Saber que Laura y mi hermano podían escucharlo todo bastó para intimidarme. Estaba lo suficientemente sensible como para estremecerme con cada roce de sus manos en mis zonas erógenas, siseando las sabanas con el más mínimo movimiento que hiciésemos cualquiera de nosotros.
— No gimas demasiado alto… Te van a escuchar -se burló, prácticamente inaudible, Jonas. El gordito le correspondió con una risita a su gracieta. Sentí la polla de ese estúpido clavarse justo en la frontera entre mi ano y mi culo, no pude evitar ronronear.
— ¡Hmm…! -Sentí la manaza de Jonas aferrar mi barbilla y dirigirla hacia él, comiéndome la boca. Kiko me besuqueó y lamió el cuello como el cerdo que era, transmitiéndome su excitación y contagiándome.

Ese asqueroso y seboso seguro que en su vida tendría la posibilidad de cuadrarse a una joven bonita, normal que estuviese tan motivado. La mano de Jonas se afincó alrededor de mi garganta y apretó, sumiéndome bajo su dominio mientras empezaba a murmurarme al oído:
— ¿Ya está? ¿Esto es todo lo que te vas a resistir? ¿Tanto que te hiciste la dura y ahora te dejas tratar así delante de esos dos? Sabía que eras una perra… Pero no hasta ese punto. Me pregunto si gemirás para que te oiga tu hermano…
— Maldita sea, cállate ya…
— ¿Prefieres dejarlo a su imaginación? -preguntó con malicia, casi podía imaginarme su sonrisa.

Aún apretándome el cuello, volvió a comerme la boca antes de posicionarse sobre mí, entre mis piernas. Su lengua batalló suciamente contra la mía. Apartó a ciegas la falda de mi vestido y, sosteniendo su gordísima polla en su puño, golpeando sonoramente con su tronco mis labios vaginales como si pretendiese ablandarlos, haciendo que me estremeciese de placer con cada pequeño golpe. Si había escuchado ese chapoteo, era seguro de que Laura y Marc también. Entonces sentí a Jonas abrir y separar mis piernas, apuntar su pollón hacia mi sexo y…

   ``Eso es mucho más gorda de lo que me esperaba… No va a entrar. No puede entrar´´ me dije al sentir la presión y su dificultad para meterla dentro. Quise gemir, gritar, suplicar… Quería tenerla dentro, que me la clavase de una maldita vez… Y eso hizo.
   La clavó hasta el fondo y me mordí el labio inferior hasta hacerme daño para no gritar, me la clavó tan hondo, sintiendo el gran tamaño de esa polla tíbar mi vagina, que sentí unas rampas acumularse en mis extremidades inferiores. Me resultó imposible estirarlas, como si estuviesen atrofiadas… Y casi me corro del gusto al sentirla tan profundo de mí.
— No hagas ruido -le supliqué-. Mi hermano está abajo, no lo despiertes… -fue lo único que logré decir, siendo consciente que decir cualquier otra cosa habría sido inútil.

En lugar de contestarme, sentí como me aporreaba la vagina haciéndome sentir muy rico con cada vaiven. Me daba la sensación que me estaba haciendo caso y evitaba hacer excesivo ruido, a pesar de que las sábanas delatasen los continuos roces de sus pies y rodillas.
   Escuché por primera vez a mi hermano preguntar algo, pero no alcancé a escuchar qué. Tampoco escuché la respuesta de Laura, aunque sé que contestó algo. Escuché como se removían, y cómo volvían a hablar. Me desconcentré en el momento en que el gordo, a mi izquierda, le pidió a Jonas que le dejase por fin tener sexo conmigo.
— No más, por favor… -gemí muerta de la vergüenza, mientras sentía como el repetidor se apartaba de mí haciendo que mi vagina soltase una ventosidad antes de hacerse a un lado.

El adolescente gordo, entonces, se introdujo entre mis piernas ilusionado como un niño chico en la mañana de navidad y metió las caderas entre las mías. No era ni de lejos tan grande como la de su compañero, pero aún así su gran peso me abrumó de una manera distinta.
   Como si cada movimiento fuese un esfuerzo, gruñía como un cerdito hasta acomodarse lo suficiente para empezar a empalarme con sus embestidas.
— Oh, oh, oh… -me sorprendí gimiendo bajo, pues por alguna extraña razón se movía bastante rico. Entonces noté su manos tratando de separar mis nalgas, sus dedos magreando mi ano sin reducir el ritmo de sus embestidas-. ¡Eso no…! ¡Oye! Joder… -maldije al sentir sus dedos provocar un cosquilleo ante su invasión.

Y entonces, con unas evidentes embestidas agónicas, lo sentí sufrir contracciones en todo su bajo vientre, sintiéndolo derramar precozmente su cálido néctar en mi interior. Maldije para mis adentros de nuevo, notando como se tambaleaba fuera de mí.
— Me toca… -escuché decir por todo lo bajo.

El pelirrojo, que hasta el momento se había mantenido al margen de todo, se acurrucó entre mis piernas clavándola desde una lejana y patinada embestida comenzada desde el otro extremo de la cama.
— Hmm… -ronroneé, justo antes de que empezase a taladrearme, con un miembro del mismo tamaño de su amigo obeso. Chop, chop, chop, chop… Más que un adolescente parecía un conejo, buscando el orgasmo más que disfrutar de follar siquiera. Era imposible que en la cama de abajo no escuchase como me follaban.
— Marc… -escuché de milagro decir a Laura-. Marc, para… -Agudicé el oído, al tiempo que me concentraba en no echarme a gemir, y escuché roces continuos en la cama de abajo-. ¿Estás sordo? ¡Marc…!

Entonces mi imaginación se dejó llevar, mi hermano cachondo perdido durmiendo en la misma cama que Laura. Me lo imaginé en la misma posición que estaba Dono sobre mí, entre mis piernas y… Joder. Me excitó, pensar que por primera vez, Laura había dejado de ser tan reprimida y se estaba dejando hacer… ¡Con mi hermano!
   Empecé a escuchar un choque de carnes en la cama de abajo. Me convencí definitivamente… ¡Estaban follando!

Jonas me sorprendió, apartando a Dono de mí. Con un fuerte agarre me hizo darme la vuelta y acabé a cuatro patas, apoyada sobre mis manos y mis rodillas… Noté su gordísimo pollón tantear mis labios vaginales, habían olvidado lo grueso que era y, arañando mis dos nalgas, la clavó inclinándose hacía mí.
   El pelirrojo se situó frente a mí, arrodillado y me hizo chuparle la polla. Estaba bastante cansada pese a no haber hecho nada, pero la excitación no disminuía así que chupé con la intención de hacerle acabar lo antes posible.

  
Chop, chop, chop… Las manos del repetidor me hacían mover las caderas con una brutal intención de que los otros dos de abajo supiesen que no solo me estaba follando, sino que me estaba destrozando. Tuve que hacer un esfuerzo titánico para no gemir, el cual intenté compensar concentrándome en mamándole la polla al pelirrojo con el doble de intensidad, ahogándome a ratos y teniendo que parar a coger aire.

Clap, clap, clap, clap… Ni me había percatado del silencio en la cama de abajo, no hasta que volví a escuchar las inexpertas embestidas de mi hermano aporreando la vagina de mi amiga y que esta, por algún motivo, se lo estaba permitiendo.
   No pude seguir chupando, enterré mi rostro en la entrepierna del pelirrojo cuando Jonas me agarró por las costillas y taladró mi interior como un mono salvaje rozando y ejerciendo presión de una manera demasiado sabrosa mi punto g.
Follada por coño, tetas y boca!
Cuando di por hecho que se iba a correr, me jaló del hombro provocando que me derrumbase de espaldas, dejándome tendida en el mismo rincón de la cama. El gordo, se arrodilló sobre mi cabeza, sus testículos sepultaron mi boca y mi nariz mientras emprendía una paja nueva.

   El pelirrojo se cargó sobre mí, sentándose a la altura de mi vientre y masajeando su miembro con mis pechos mientras, a sus espaldas, el abusón de mi hermano me abría exageradamente de piernas y me la clavaba de nuevo. Era indiscutible que la intensidad con la que empujaba su miembro a mi interior tenía como única finalidad acabar, aporreando mi interior entre gruñidos de esfuerzo.

    Dono, entre mis tetas, buscó mi cuello y me lo apretó, haciéndome sentir insegura por primera vez ante una asfixia, mientras él meneando sus caderas con una polla tan erecta que delataba su propio climax. No parecía controlar la fuerza con la que me asfixiaba, y cada uno de los tres se complacía con una parte diferente de mi cuerpo.

   El gordito se hizo a un lado y me metió la polla en la boca, sentir tres pollas envolviéndome, esas manos asfixiándome, cada uno usándome para correrse egoístamente.
— Joder, como chupa… -bufó el gordito, apurando mi nuca con su mano.
— Vaya ubres tiene esta perra. Joder… Me corro -musitó apretando aún más mi cuello y balanceando más violentamente sus caderas, notando entre mis senos su ardiente disparo… Pero no aflojó sus manos entorno a mi cuello a pesar de que yo me sentía tan mareada y acalorada.
— Mira que perra… Así de cachonda mientras su hermano y su amiga lo escuchan todo -se burló el pelirrojo, apurando la follada entre mis pechos. ``Tiene razón´´ acepté para mis adentros ``Eso, en el fondo, es lo que más me pone´´
— Mira como gime… Le encanta. ¿A qué sí guarra? -preguntó el gordito, en consecuencia gemí con su polla en mi boca cuando, por fin, el pelirrojo liberó mi cuello y el gordo empezó a follarse con más ímpetu mis labios.


Plas, Plas, Plas, Plas, Plas… Quería gemir pero no podía por una cosa y por otra, me estaba viniendo, ya fuese por la falta de aire o por la intensidad de Jonas. Me abrí más de piernas si era posible: Era enorme, era intenso… Me corrí como la perra que decían que era.
   Un disparo en mi boca, el gordito había acabado una vez más…
Un cañonazo de semen en mi sexo, me abrumaba la cantidad… Entre los espasmos y temblores, mis piernas carecían de fuerza suficiente para moverse por voluntad propia.

Acabe agotada, lamentándome por tener semen dentro de mí impregnándome. Con dos niñatos abrazándome… pero satisfecha. No tardé en quedarme dormida, en un silencio absoluto donde nadie volvió moverse…


***

Cuando retomé la consciencia, había perdido la capacidad de diferenciar las manos que me tocaban. Solo eran dos, pero para mí podía ser cualquiera de los tres. Estaba lo suficientemente dormida como para no protestar, simplemente me dejé masajear como si de un fisioterapeuta profesional se tratase. Gruñí, complacida, al sentir un glande agasajar mi clítoris y, tras un pequeño empujón, la presión desapareció con una profunda clavada. Unos labios aterrizaron en mi cuello, besando cada lunar y cada recoveco, impacientándose y sacando los dientes para morder mi piel. Las dos manos que me habían acariciado se volvieron esposas de mis muñecas, inmóviles sobre mi cabeza. Aplastadas mis manos e inmovilizadas, unos lentos y sensuales empujones me la clavaron dentro, despertándome poco a poco y volviéndome a sentir estimulada, rozando mis pezones contra su tronco.
   Sentía su gran polla desgarrarme -de placer- ante la incapacidad de mi vagina de ensancharme más. Su boca rozó mis labios, me lanzó su aliento. Y supe que me estaba follando sin motivo alguno, no por necesidad o excitación, sino porque podía.

En la cama de abajo alcancé a escuchar suspiros de Laura y besos que al instante interpreté como apasionados. Me sorprendía que mi amiga no le hubiese parado los pies todavía a mi hermano pero, como al principio, me sobreexcitó que las dos estuviésemos siendo objeto de placer de semejantes adolescentes. En cierta manera, no pude sentirme sola escuchándola disfrutar por su parte.
   Los suspiros de Laura me daban a pensar que estaba cachondisima porque, al oírles follar, ella parecía estar dándolo todo también, como si moviese las caderas y estuviese muy cerca de correrse. Me volví loca cuando por mi mente pasó la idea de que el gordo o el pelirrojo habían bajado a la cama de abajo y se la estaban follando.

— ¡Um, um, um, um ummmm….! -la escuché gemir, exprimiendo quien fuese que se la follaba hasta quedar en silencio. Los eróticos berridos de mi amiga me motivaron hasta el punto de dejarme llevar, me abrí lo máximo que pude de piernas para recibir los pollazos lo más hondo posible, las dos manos que apresaban mis muñecas se traspasaron a mi cuello, estrangulándome. Aunque quise gemir, no pude; sus embestidas a mi vagina se volvieron duras y bestiales, como si de repente si quisiese correrse. El colchón, como si tuviese respiración propia, inhalaba y exhalaba cada vez que yo era aplastada contra sus silenciosos muelles.


Estaba muy cercana al orgasmo, por desgracia para mí el estaba mucho más cerca. Salió de mi coño y se avalanzó sobre mi rostro. Abrí la boca, e hice bien. Su descarga acabó resguardada entre mis labios. Algún chorro se escapó a ellos, manchando mi mejilla... Pero no me importó.
   Jonas se estiró a mi lado y me abrazó, restregando un hilo de semen proveniente de su polla contra mi culo.

Tardé unos minutos en desconectar, aunque no me resultó tan fácil como esperaba… En la cama de abajo ya no se escuchaba nada.

***

El gordo, sin saber como, me tocaba y trataba de provocar. Sus dedos, en mi coño, se removían con inexperiencia como si fuese necesario únicamente azar para encenderme.
— Déjame dormir… -supliqué, sollozante. No me percaté de que su polla estaba cerca, demasiado cerca, hasta que ya la noté sustituyendo sus dedos-. No la metas… ¡No la metas! -le prohibí un poco más alto, a pesar de que no quería despertar a los demás. Y el cabrón lo hizo, en misionero me penetró y me hizo gemir. Sentí la sensación de sueño huir de mí y empezó a follarme.

Me ponía cachonda perdida que me usaran así, por mucho que me enfadase y molestase al mismo tiempo. Me fui enojando más y más cuantas más embestidas me daba, por eso no pude evitar querer vengarme. Me lancé, sin sacarla de mí, contra él y lo monté sentándome sobre sus dos piernas. El gordito pegó un chillido de sorpresa y rehuyó el contacto con mi boca, sabiendo muy bien la de pollas que había chupado y la de semen que había tragado.


   Empecé a cabalgarse con rabia, haciendo rebotar mis pechos alrededor de su rechoncha cara y, cuando anonadado abrió la boca para gozar de ellas, se encontró con mi boca. Me follé su polla con tal dureza que terminó en menos de quince segundos.

La mano de Jonas me jaló del pelo y me puso a cuatro patas, su otra mano aplastó mi cabeza, pero mantuve mi culo bien alto.
— Me has despertado, zorra -me susurró al oido malhumorado el repetidor, pero yo no pude hacer más que sonreír menear el culo.
— ¡Ahh…! ¡Umm…! -gemí cuando tiró de mi cabello justo después de penetrarme. ¡PLAS, PLAS, PLAS, PLAS, PLAS…!

Me pegó algún cachete que debió pasar desapercibido entre tantas nalgadas audibles de su piel contra la mía, me metió el dedo en el culo y lo sentí raro, muy raro. Su otra mano contra mi cuello, volvía asfixiarme. Cada vez más falta de aire, más violento; mientras sentía su pecho apoyar todo su peso en mi espalda. Apenas podía respirar, estaba agotada, prácticamente extenuada. Solo quise que acabase, y meneé el culo para batirle las bolas en consecuencia.

Su resistencia no pudo soportar tanta intensidad, y se corrió sobre mi culo. Derrumbándose y acabando en otro lado del colchón. Aún con el culo en alto me alegré, pues ya había logrado hacer que esos dos acabasen con las pelotas vacios, pero no conté con Dono, el pelirrojo. Pajeándose había estado aguantando su turno y, con mi trasero en su zénit… Me hizo chuparle la polla, mientras mis propios dedos masturbaban mi vagina, si es que eso era posible. Exhalé un soplo, anhelando acabar de una bendita vez… Y lo hice. Con una increíble mamada, valga la inmodestia, le hice acabar sobre mi lengua.

No volvieron a molestarme en lo que quedaba de noche.

***

Una luz temprana hacía manifiesto de un no muy lejano amanecer. Jonas, para mi sorpresa, ya estaba despierto y chupándome los pezones. Entre sus piernas había una notable erección a la espera de ser introducida en cierto coñito que yo me sabía.
— ¿No te cansas? -le pregunté-. Y yo que pensaba que ya habíamos follado lo suficiente para aborrecernos…
— Soy mucho de hacerme una buena paja mañanera -contestó con una sonrisa atrevida.

Gateó entre mis piernas, se agarró la dureza y la apuntó contra mí. Sentí un escozor de advertencia, previniendo ya mis labios vaginales que necesitaban un buen descanso. Al ver que estaba seca, realizó unos amagos de penetración que poco a poco me fueron estimulando, humedeciendo la zona y aliviando parcialmente ese escozor o, mejor dicho, manteniéndolo a raya.
— ¿Y si no quiero que me folles?
— Eres una perra en celo, y lo eres todas las horas del día -aseguró, coqueta. Con un pequeño y sutil movimiento de caderas, me clavó un poco más su glande.

``Sí, perra si soy… Mira como callo´´
— ¿Y tú que eres? ¿Mi perro?
— Si no quieres que te folle, dímelo ahora, antes de que te la meta hasta el fondo… -dijo mirándome a los ojos. Pero… ¿Realmente no quería?-. Y ya te aviso que me voy a correr dentro… Te voy a preñar como la perra que eres, si es que no estás preñada ya.

Manteniendo el intercambio visual, sin apartar la vista, le saqué le lengua en un raro intento de parecer provocativa; fue penetrándome embestida a embestida hasta que su glande acabó golpeando mi cérvix. Metí mi lengua y me mordí los labios, interpreté un fulgor de orgullo que parecía querer decirme: Prepárate, guarra.
   Sentí sus pies afincarse entre las sábanas, un clavada, otra clavada… Secos empujones mirándome a los ojos.
— Tiene que ser muy jodido -susurraron sus labios cerquita de mi oído-. Que Marc tenga que ver como yo, que le he hecho su vida en el insti imposible, me esté follando a su hermana y… Aquí estás tú, abierta de patas y lista para que me corra dentro de ti.

Me vio morderme el labio tras haber estado con la lengua fuera la mayor parte del tiempo, y me comió la boca. ¿Podía hacer algo para resistirme? Simplemente cerré mis piernas entorno a sus caderas y acepté sus pollazos. El cabronazo pilló carrerilla en las últimas, y con cada una de ellas, mis ingles se volvían rígidas y me temblaban con mayor intensidad.
   Me agarró del cuello y me preguntó, mirándome a los ojos.
— ¿Sabes que esto no va a terminar aquí? ¿No? -preguntó sin siquiera ralentizar sus embestidas-. ¿Lo sabes? -preguntó mirándome iracundo. No, simplemente estaba a punto de correrse.
— Lo sé.
— Di que eres mi perra -Eso me hizo sonreír. No pensaba decirlo, pero mi boca dijo todo lo contrario
— Soy tu perra y quiero que hagas conmigo todo lo que quieras…

Y con todas sus fuerzas, acelerando y profundizando, se corrió lo más hondo posible. Quedándose paralizado pegado a mí, hasta la última gota. Sonriente y con buen humor por haber conseguido su último objetivo, se escurrió entre mis piernas y se largó de la habitación. Los otros dos, Kiko y Dono, seguían durmiendo… Ni se habían inmutado.
   Marc dormía y, Laura, con las tetas al aire, me miró…

Estoy segura de que ambas pensábamos lo mismo: ‘’Riesgo de embarazo, embarazo psicológico´´ pero, joder… Incluso en ese momento, aunque tenía la tentación de llevarme a las manos a la cabeza y tirarme por la ventana. Mi cuerpo sentía una paz absoluta, por haberse dejado llevar, sin haber mirado las consecuencias.


***

Jonas entró en el cuarto, despertó de mala manera al gordo y al pelirrojo y, tras vestirse se marcharon. Ni le dirigí la palabra ni me dijeron nada. Tras lavarnos concienzudamente las dos, juntas; si tuve curiosidad por preguntarle como había acabado la moralista y recta Laura que siempre me daba lecciones cogiéndose a mi hermano, acabé desistiendo pues, sabía, que mucho más la había cagado yo aquella noche.

Ni me criticó ni me juzgó, al menos no ese día. Yo tampoco lo hice con ella. Y entonces, las dos, empezamos como era natural a preocuparnos por nuestras probabilidades de haber quedado impregnadas.



<< 19. Buitres >> (Laura)

Era normal que nos cambiásemos en el único baño mixto para los empleados, lo que se salía de lo habitual era que no hablásemos. En los últimos días habíamos estado bastante distantes y nuestras conversaciones habían tenido dificultad para desarrollarse. Apenas nos habíamos saludado, y cambiándonos a un ritmo similar, ambas nos desprendimos de nuestras camisas manteniendo nuestros sujetadores. 

Terminé por ser la que rompiese el hielo:
— Tu hermano me ha estado tirando puntas por whatsapp… ¿Te imaginas? Ir a su casa para ver una película… -bromeé incómoda. Me correspondió con una risita nerviosa.
— Es obvio que su primera experiencia no pudo ser mejor -contestó algo seca, a pesar que se le notó el intento de sonar simpática.
— Te… ¿Te ha bajado? -pregunté mientras me quitaba los pantalones, como si fuese un reflejo de mi amiga. Tras unos segundos mirándome sin reaccionar de ninguna otra manera, se desmoronó.
— No, y estoy rayadísima. No hace falta que me digas lo que ya sé. Tenías razón.
— Eh… -susurré con un hilo de voz, la estreché entre mis brazos-. No haría eso.
— Lo peor es que lo disfruté, no fue hasta el día siguiente cuando me paré a pensar hasta que punto la había cagado.
— Lo dijiste esa misma tarde, que echabas el polvo y luego te desentenderías. ¿No? -pregunté al final, titubeando-. ¿Habéis vuelto a quedar…?
— Me ha escrito, bastantes veces. Lo he dejado todas en visto… -confesó, enjuagándose las lágrimas que empezaban a aparecer entre sus párpados.
— Bueno… bien. ¿No?
— ¿Cómo puedo ser tan viciosa? Lo peor es que quiero seguir quedando con él-preguntó riendo entre lagrimones, como si se estuviese cuestionando la razón de su existencia-. Me apetece darme un gustazo…
— Y yo pensando que me odiabas por dejar que tu hermano… -Al escuchar eso se rio, algo que me tranquilizó bastante pues en realidad no estaba nada segura.
— ¿Te puedes creer que en ningún momento me importó? Tendría que estar molesta, celosa… Incluso dolida -añadió a lo último, antes de continuar-. Supongo que lo vi como algo normal. Tú estabas excitada, él estaba excitado… Y fue una situación muy… caliente. Estabais juntos y simplemente pasó. No -sentenció, tras unos segundos-. Tenía miedo de que me echases en cara lo de Jonas.

Dudé sobre si decirle o no lo que tenía en mente, pues no estaba segura de si sería contraproducente, pero lo acabé haciendo:
— Tengo que confesarte algo -Empecé a buscar las palabras, pero no las encontraba. ¿Cómo le podía decir que me había excitado varias veces imaginándomela montándoselo con Jonas? O mejor dicho, que me ponía que él abusase de ella.
— ¿Qué? ¿Habla?
— Da igual. ¿Sabes lo que necesitas? Salir y liarte con un buen maromo. ¿He dicho uno? Varios. Hasta que te canses y no quieras saber más de tíos…
— Tengo miedo a que me abra en un mal momento y acabe cayendo…
— Que asco… No podías haberte encariñado con un perro mejor -el comentario, por chorra que fuese, le hizo reír. Nos fundimos en otro abrazo, antes de terminar de vestirnos para entrar a trabajar.



<< 20. Dichosa curiosidad >> (Laura)


Dos semanas habían pasado desde que había presenciado (y sido contagiada) por la lujuria de mi amiga. Si bien me aseguró que durante la primera semana lo había evitado sin responder ni uno solo de sus largos mensajes, tras reconciliarnos en el trabajo no tardó demasiado en contestarlo. Confesó que nunca se llegó a sentir culpable por lo que sucedió en la habitación de su hermano y, que si lo había estado evitando, era por una especie de sentimiento de responsabilidad y decencia. Me aseguró que mentiría si no reconociese la constante tentación de volver a provocarle, de contestar de sus mensajes y de acabar quedando con él. Probar de que manera la castigaría por haberlo dejado tanto tiempo desatendido.
   No tardó en mostrarme nuevas conversaciones con él. Pasándose los últimos mensajes con imprudentes y provocativas conversaciones con el abusón de su hermano menor. Una vez, me mostró, como él le invitaba a pasarse por el instituto para cepillársela sin pudor alguno en los baños. Como le proponía quedar con un grupo de amigos suyos y dejarse follar por todos o, como ese desgraciado, le pedía explícitamente echar un polvo en su trabajo cuando fuese su turno de descanso.
   Carla no se quedaba atrás, pues con una actitud obscena me mostraba una conversación donde ella misma reconocía estar pensando en invitarle a su cama… con sus padres y su hermano en casa.

Habría estado bien si la cosa hubiese quedado ahí, conversaciones calenturientas para entretenerse por la noche y, como mucho, hacerse una paja. Vaya infortunio sufrí al descubrir que alguien había compartido con ese desgraciado mi  número de móvil. Dejando claro que lo habría bloqueado al instante sin arrepentimiento alguno por mi parte, mi curiosidad me estuvo jugando una mala pasada pues no empezó a hablar para coquetear conmigo, ni mucho menos. No, empezó a mostrarme cosas… Conversaciones picantes con mi amiga, imágenes que despertaban mi sed de fisgoneo.

Y fue así como, el día anterior a que volviesen a quedar, logró ponerme cachonda y, una vez más, volví a fantasear con que se follase y, porque no, destrozase a mi amiga. Por una parte, me preocupé por ella pero, al igual que Carla, mentiría si dijese que no podía disfrutarlo.

[ Conversación de Whatsapp entre Laura y Anormal (Jonas) ]

   · Jonas: Saves k mañana e kedao con la puta de tu amiga.
   · Jonas: Vaia tela con la niña, no le gusta la marxa ni na
   · Jonas: También me a prometio acerme una pizza en mi casa…
   · Jonas: Si kieres, puedes benirte mñana…
   · Yo: ¿Tienes que insultarla para quedarte tranquilo? No puedes darme más asco. Pues ale, que lo gocéis *Contesté con hartazgo*
   · Jonas: *Me envía una foto Carla semidesnuda y empolvada de harina. Al menos no se le ve la cara, pensé*


*Me envía, justo después, una foto de Carla en delantal y con el pecho colgando que yo misma le ayudé a hacer*

   · Yo: Veo que no tiene ningún pudor en pasarte fotos… ¿Puedes dejar de llenarme el móvil de fotos de mi amiga…? Si es que voy a acabar bloqueándote al final.
   · Jonas: jajajaja ia paro, ia… Vueno asta mñana… te ire mostrando lo perra k es tu amiga, state atenta.
   · Yo: No tengo nada mejor que hacer :)
   · Jonas: Si en el fondo te gusta jajaja xD Si kieres, un día, kedamos los 3 i lo pasamos vien. Ia veras como le doi 1000 vueltas al mariconaso ese del Marc.
   · Yo: Qué asco das *Por poco digo algo de lo que me podría haber arrepentido*
   · Jonas: Mira, ia la tengo lista para mañana… *Me pasa una foto donde sale Carla, enviándole un selfie, donde salía con el culo en pompa y con la pantaleta húmeda*
   · Yo: ¿No puedes quedar con ella y pasarlo bien? ¿Tienes que ser tan cerdo hasta en eso?
   · Jonas: A ella le gusta… Le encanta la idea de k la saque a pasear. Saves k le he pedido k vaia vestida enseñándolo todo i me ha dixo k lo hará? Ajajaja xdxd
   · Yo: Hasta que se canse…
   · Jonas: Pues ok, para entonses me la abre sepillado tantas veces k estaré cansado io de ella. Vueno, xavala. Me despido, mñana me espera un largo día en la playa xD Te iré pasando fotos.
   · Yo: Que te den, subnormal.

[ Fin de la conversación de Whatapp]


Entendía que, mi amiga, veía en él una oportunidad de ser mala, de dar a su vida un poco de adrenalina… Lo peor, y lo que más me molestó, es que Carla, pese a enseñarme todas las conversaciones y pedirme ayuda para hacerle fotos para él, no llegó a contarme que tenía previsto salir con él e ir a la playa… Y si iba a ser por ella, no habría llegado a enterarme hasta algún tiempo después… Con suerte.


<< 21. Perra de playa >> (Laura)

Estaba estirada en mi cama, con una ausencia prácticamente total de ropa. Las cortinas estaban echadas y pese a mi resistencia al calor, sudaba. El móvil vibraba en mi mano, manteniéndome al tanto de cada nueva foto y vídeo que me llegaba por el chat con Jonas. Eran la una del mediodía, habían quedado en la costa, en una cala preciosa que se encontraba bastante cerca de una estación y, debido a esto, la única pega era la gran cantidad de gente que iba a disfrutar de ella.
 
Lo primero que compartió conmigo, sin saludarme ni nada, fue un vídeo donde se veía grabando el mirador desde la estación. A medida que se acercaba, sin parlotear, empecé a apreciar entre la multitud y las vistas una agraciada joven de largos cabellos castaños y con mechas rubias, concentradas alrededor de su flequillo. Llevaba gafas de sol, un bikini que por poco lograba contener un enorme busto y una falda que tenia de indiscreta lo mismo que de corta. Estaba apoyada en la barandilla del mirador, observando distraídamente el paisaje de la cala sin percatarse de como la miraban todos los que pasaban le miraban el culo.
— Hey. ¿Ves a la jamba esa de ahí? Es mi perrita, la voy a sacar a pasear por la playa -manifestó sin dejarse ver, por el borde derecho de la imagen sobresalió la mano de Jonas sosteniendo un diminuto cinturón de cuero negro-. Aquí tengo su correa.

Ahí terminó el vídeo. Inmediatamente, Recibí otro prácticamente dos minutos después donde, con la cámara interna del móvil, hizo sostener a Carla el teléfono grabando en selfie como Jonas le ponía el cinturón de cuero alrededor de su fino y delgado cuello.
— No sé como dejo que me pongas esto… Y encima grabándome.
— Te va la marcha, anda que no. Toda perra tiene que tener su collar -dijo agarrando la correa que oscilaba desde la cadena, tiró de ella y se vio Carla, sonriendo pícaramente mientras seguía a su amo.

De nuevo, acabó el vídeo y el siguiente lo inició Jonas cerca de un chiringuito. Grababa al mesero tras la barra, mientras le pedía una cerveza. El jornalero no tardó en ponerle sobre la mesa un vaso de plástico con el néctar frio antes de exigir el pago.
— Dame un poco, tengo sed…
— Pórtate bien, y te daré un poco -le contestó, enfocándola con el móvil.
— Quiero beber ahora… -insistió ella.
— Entonces gánatela.
— ¿Cómo? -le cuestionó mi amiga ignorando el móvil que la grababa.

Jonas pareció buscar con la mirada algún sitio que les diese algo, por mínimo que fuese, intimidad. Acabó encontrando lo que buscaba en un destartalado baño público de plástico.
— Vamos ahí, tengo que aliviarme.
— Que dices… Que asco -No lo dijo seria, sino con una sonrisita traviesa.
— Tú también necesitas que te alivie un poco… ¿No tienes sed? Gánatelo.

Sin cortar el vídeo, se vio como caminaban con poderío y sin nada que los parase hacia la letrina moderna. Me llevé la mano a la boca, incrédula. Sin poder aceptar que mi amiga estuviese dispuesta a caer tan bajo.
— Mierda, está ocupado. Hay alguien…
— Vale, pues vámonos.
— En cuanto salga, entramos. No pienso esperar mucho más… A menos que quieras que te folle en mitad de la playa.
— Creo que casi lo prefiero…
— ¿Sí? -preguntó él-. Apuesto a que si te toco el coñito ahora estarás bien mojada -Al no recibir respuesta, dejó su vaso sobre el borde curvo de una papelera y se agachó, enfocó con su cámara directamente a su coñito, por debajo de la falda y disponiéndose a meterle los dedos, se clavaron dentro de ella sin oponer ninguna resistencia. Al sacarlos, hilos de liquido vaginal colgaron entre ambos dedos-. Mira lo mojada que estás, lista para una folladita rápida.
— No he negado que quiera… He dicho que aquí no.

Un hombre, completamente sudado, salió rojo como un tomate del interior esquivando mirar a Carla y Jonas. El vídeo se cortó ahí.

El siguiente vídeo, arrancó dentro del diminuto baño, justo cuando Jonas la cerraba de un portazo y ponía el pestillo desde dentro. Minúsculo el espacio, apretados a más no poder, la espalda de Carla rozaba inevitablemente con el váter usado, permaneciendo agachada de cuclillas frente a la erección de Jonas al descubierto mientras era filmada por el móvil de él.
— Al final has accedido. ¿Eh? -preguntó Jonas, jalando humillantemente de la correa con la cual le sometía.
— Estoy loca… Joder, que calor que hace -se lamentó, mientras yo me percataba de sus orejas coloradas y un rubor en sus mejillas.
— Quítate las gafas de sol, quiero verte los ojos -obedeció al instante. También lo hizo cuando Jonas le impuso sacar la lengua.
— Hace calor, eh…
— Me estoy asando…
— Se te ve, estás muy sudada. ¿Quieres que te folle?
— Sí… Si no me desmayo antes por el calor.
— Enséñame el coñito. ¿Cómo estás de mojada?

Carla se levantó con dificultad debido a la falta de espacio, pese a la mala iluminación se apreciaban a la perfección las perlas de sudor que empezaban a acumularse en la frente de ella. Un espacio tan pequeño y expuesto al sol debía provocar un ambiente húmedo e insoportablemente caliente. ¿Cómo podía estar cachonda en ese estado? Alguna vez me había mencionado que el calor la hacía excitarse, pero nunca me imaginé que a esos extremos.
   Pero volvió a sosprenderme, poniendo el culo en pompa y apartándose ambas nalgas con las manos, dejando su coño totalmente abierto y expuesto al registro de la grabación.
— ¿Quieres beber?
— Me muero de sed.

Con una malicia inusitada, Jonas agarró el vaso del sitio donde lo tenía apoyado y pegó un largo trago; luego, soltó un chorrito sobre el culo de Carla que derramó en cascada sobre el coñito, dejándolo aún más brillante si podía. Jonas se enfocó a sí mismo comiéndole el coño a su esclava, enterrando el rostro entre tan tremendas nalgas.
   Alguien intentó abrir la puerta del baño, no se molestaron en contestar.
— Agáchate de nuevo… Vas a mamármela.
— Dame un poco de beber… De verdad, estoy que me derrito.
— Chúpamela y te invito a toda una cerveza. O mejor, saca la lengua… Así -Con la mano libre, aporreó la lengua expuesta de la fotogénica Carla.

Dejó su glande medio metido entre sus dientes, y de nuevo, dejando patente su malicia, echó un chorro de cerveza sobre su polla. Carla empezó a chuparla para poder tragar el máximo posible, pero unas gotas escurridas entre un rabo tan gordo no iba a aliviar su sed.
   Estando la mamada ya comenzada, vi a mi amiga enfocada directamente, agarrando de la playera a Jonas y recompensando su trato de mierda con una impresionante sesión de sexo oral.
— Vaya ganas de follarme tu coñito… -Dijo derramando otro chorro de cerveza sobre el rostro de Carla, ella detuvo al instante la mamada y abrió la boca, para degustar las pocas gotas que acabaron derramándose sobre su lengua.
— Me vas a matar… Joder.
— ¿Por qué? -preguntó, fingiendo inocencia.
— Me muero de sed… Y quiero que me folles.
— Decídete… Una cosa o otra. Chúpamela hasta que me corra, y te daré cerveza. O pon el culito en pompa… Y te follo. No, no te daré cerveza si elijes lo último.
— Joder, eres un cabronazo.
— Lo sé… -elige.

Estaba completamente segura de que mi amiga podría haber optado perfectamente por la cerveza, pero era superior a ella fingir sumisión. Estaba jugando con él, seguía pareciéndole divertido y, porque negarlo, a mí me ponía  también ese juego.
   Empecé a tocarme, deseando saber que elegiría al final.

En un principio, pareció haber escogido la cerveza, pajeó la polla entre sus tetas durante unos instantes, mirándole suplicante mientras este se bebía el último sorbo antes de derramar lo que quedaba sobre ella. El sudor de Carla ya se camuflaba entre la cerveza derramada en su rostro y sus tetas.
   Alguien aporreó de nuevo la puerta.
— ¡Venga, me cago en la puta! ¡Tengo que cagar! ¡No puedo esperar más!
— Ya salgo -mintió Jonas.

Carla empezó a chupar de nuevo y acabó obedeciendo una orden no verbal, donde Jonas le impuso acabar comiéndole las pelotas mientras le pajeaba.
— Te falta poco, ya casi puedo saborear la cerveza… -aseguró con una sonrisita pícara.
— Si quieres acabar antes, trágatela bien.

Una buena mamada profunda, realizada por ella misma, quedó grabada por la cámara y entonces, cuando parecía que la situación llevaba a un evidente final, Carla me pilló de nuevo por sorpresa alzándose, dándose la vuelta y dejando vulnerable su coñito, el culo bien alto, en pompa. Listo para ser follado. Los labios vaginales se separaron perezosamente, mientras un gran hilo de néctar caía de él.
— He cambiado de idea… No aguanto más.

Jalándola de la correa, se la clavó hasta el fondo follándosela con violencia mientras mi amiga apoyaba las manos donde podía, balanceándose con inestabilidad debido a los altos tacones mientras el vídeo registraba sus dos grandes pechos oscilando enérgicamente fuera de su bañador.
— ¡Abre y sal ya, cojones! -rugía el impaciente transeúnte fuera del baño, aporreando la puerta violentamente.

Quedó callado al escuchar el sonoro PLAS, PLAS, PLAS, PLAS producido por los choques de carnes entre el trasero de mi amiga y la dura musculatura del repetidor. Además, parecía que la letrina de plástico no soportaba dicho temblor, seguramente desde fuera debían ver como se meneaba la estructura grisácea que conformaba el WC. Un azote, otro azote mientras ella gesticulaba una cara de placer y que podía ser confundida con una de esfuerzo.
   Tiró de su pelo, de la correa… Y le manoseó las tetas mientras de ambos caían goterones de sudor en aquel infierno de plástico llamado letrina.

   Carla sacudía su culo y lo empotraba con esa polla para correrse, y él, de la misma manera, se follaba ese coño para correrse dentro de él.
   La lengua de mi amiga fue exhibida, quedándose colgada rebosante fuera de los labios mientras, seguramente, fantaseaba con cualquier tipo de bebida fría para saciar su sed y, por desgracia para ella, mientras se tenía conformar con esa polla destrozándole el coño a pollazos.
   Lo sorprendente, para mí, fue que se corrió ella. Derrumbándose sobre unas piernas que no la sostenían con una polla a sus espaldas que se mantenía erguida y victoriosa a su encuentro.

El video terminó ahí. Llegó una foto, en el chiringuito, con ella sentada en una mesa disfrutando de una buena cerveza y un helado que lamía, siendo víctima de las discretas miradas de los que se sentaban en las mesas adyacentes. Fantaseé, sin poder saberlo, con que todas esas personas desde la distancia habrían presenciado el espectáculo de la letrina.

Otras fotos, cerca de la orilla con mi amiga remojándose las pantorrillas y, cómo no, mostrando su coñito a todos los bañistas mientras ponía su culo en pompa y exhibía sus enormes tetas fuera.


Unas horas después, recibí un vídeo donde Carla le hacía una paja bastante indiscreta mientras le comía el cuello en las rocas.Durante bastante tiempo dejaron de llegarme notificaciones de ese asqueroso repetidor, hasta que, mientras dormía la siesta, me despertó una nueva que rezaba la siguiente descripción:

  ``Tu amiga se puso mu pesada con k keria otro helado. No paró hasta k lo consiguió...´´ Al abrir el vídeo... Bueno. Definitivamente Carla parecía satisfecha con su helado...

...

...

...





 No supe nada más, hasta que ya anocheciendo recibí un mensaje. Un whatsapp de mi amiga diciéndome: ``Tia, llámame cuando puedas, te tengo que contar muchas cosas´´

No pude evitar sonreír.


***



Continuará en ''la chica pizza'', un spin off de un solo capítulo (en principio) protagonizado por Laura y transcurrirá en la casa de Carla y Marc, cerrando la historia. Gracias!

17 comentarios:

  1. He llegado a mi límite, si no lo hubiese publicado hoy os habríais quedado sin relato hasta iros a saber cuando. A este relato le falta un capítulo final que ni siquiera está escrito, pero si está pensado. Cuando tenga algo de tiempo, esta semana venidera espero, lo publicaré y finalizaré (añadiéndolo a esta segunda parte)

    Sé que puede parecer una parte apresurada, soy consciente. Podría haberlo alargado mucho más pero Carla NO quería esperar más. No es un personaje fuerte ni resistente, como otros tantos.
    Dono y Kiko, por otra parte,carecen de personalidad porque no tienen actitudes fuertes que contrasten con Jonas, si él les ordena que no hablen, ellos callan y obedecen. Son unas marionetas, unos pringados.

    Más allá de esos puntos flacos de la historia, espero que lo hayáis disfrutado.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. PD: Por motivos evidentes, me ha resultado MUY complicado encontrar gifs o imagenes que representen lo que narraba. Una pena, ciertas partes habrían ganado mucho con gifs exactos.

      Un abrazo.

      Eliminar
    2. No te disculpes por nada, esta perfecta asi. 3 pajas me has regalado con esta historia. Estoy deseando saber que le tienes preparado a Laura en el capitulo final! No me sorprenderia que explotases su desprecio por Jonas. ¿Podrias dar alguna pista de lo haras en el?

      Eliminar
  2. De nuevo un excelente relato.

    ResponderEliminar
  3. ¡Me excita mucho Carla se somete a TODOS los deseos de ese bully!

    ResponderEliminar
  4. No puedo decir que me termino de convencer este relato, aunque bastante bien como siempre la forma en la que escribes simplemente no me parece para nada natural como se comportaron los personajes... no veo algo así pasando en la vida real ni en lo mas mínimo.

    A diferencia de la primera parte creo que dejo que desear jaja, pero aun así es un buen relato.

    ResponderEliminar
  5. Me apetecia darle un toque mas irreal al final, quizás me pasé. Muchas gracias por darme una opinion diferente, un abrazo!

    ResponderEliminar
  6. Me encanto esta segunda parte , da para mucho más jaja, algo así como una serie de relatos cortos de dominación, me gustaría conocer la versión de Carla sobre todo lo ocurrido en la playa , espero que así sea , el único pero que le pondría a eta parte es la participación de los otros 2 , pienso que estuvieron demás , pero me gustó mucho demasiado excitante , espero la continuación saludos

    -Maginer

    ResponderEliminar
  7. Me gusto mucho todo lo que tiene que ver con laura, espero con ansias a ver como termina su historia

    ResponderEliminar
  8. me encanta ese relato estoy esperando ver la 3era parte sobre laura. aunq me gustaria q vuelva a estar con marc en vez del bully jajaja

    ResponderEliminar
  9. PRIMERÓ.-
    Tengo años leyéndote (y disfrutándote) pero en mi opinión tu EVOLUCIÓN como escritor ha sido constante, y continuas creciendo en este 2020.
    Esta historia de 2 partes (¿quizás de 3? Por lo que leemos) es un ejemplo de tu EVOLUCIÓN, pues en nuestra opinión; NO tiene esas partes largas y tediosas, (Perdón) donde nos cuentas “los planes” de los personajes, (aburrido) en esta, todo la acción ocurre, frente al Lector, en vivo, real, NO imaginaria.
    Y eso logra que las emociones que los protagonistas sienten, las describen mientras las están viviendo.
    Logrando con esto:
    Que Desde el primer capítulo mantienes un “RITMO CONSTANTE” nunca se te cae el relato, ya sea por; Intriga, Morbo, Sexo, Humillacion, NO importa el motivo, nos mantienes con ganas de continuar leyendo.

    ResponderEliminar
  10. SEGUNDO.-
    Respecto a los protagonistas, Esa LAURA termino robándose el relato, (Aplausos) confesamos que en un inicio, nos resultó IRRITANTE, y NO entendíamos para que la ponías, NO aportaba nada, pero…?
    Pero… cuando el relato fue avanzamos, su papel como conciencia, y JUZGADORA de la depravación de Carla, (POR SU SOLA PRESENCIA) era lo que más morbo le daba a la historia, ver como paulatinamente ante sus ojos, su amiga se iba deshonrando.
    Y te felicitamos al lograr trasmitir cómo se siente Carla, al ser juzgada por su amiga, la cual le había advertido, de las consecuencias, fue un punto de vista, muy HUMILLANTE.
    (Aplausos)

    ResponderEliminar
  11. TERCERO.-
    Nosotros creemos que INNOVASTE al poner a Laura, en la historia, pues nunca hemos leído nada así, es decir hemos leído cientos de historias donde nos las cuentas desde el punto de vista del; novio, esposo, hijo, etc… pero nunca desde el punto de vista de una AMIGA.
    Eso es NUEVO, nunca hecho y nos Encantó…!!!
    Y eso en nuestra opinión es innovador.

    Ya que ella NO está ahí como nada erótico, su papel es ser TESTIGO y por eso, hacer más humillante, los actos de dominio que le hace Jonas a Carla.
    (Aplausos)

    ResponderEliminar
  12. CUARTO.-
    Ojala en la continuación sigan apareciendo los dos fetiches que tanto nos gustan.
    El primero.- Que le sigan poniendo UN COLLAR como una perra. (Uuff que morbo)
    El segundo.- Que se la follen entre varios, para que termine hecha polvo, a base de polla.

    Empezaste el año con un nivel MUY ALTO, Felicidades.


    Saludos de Federico de México.

    ResponderEliminar
  13. Soy lector bastante asiduo del blog y me encantan tus relatos, el problema es que hasta ahora no me habia dado un nick para poder comentar de manera mas transparente (he hecho ciertos comentarios anonimos sin pena ni gloria).
    Me encantaria ver ese spin-off sobre laura que tenias en mente aunque sea un relato corto.

    Pd: Tambiem decirte que me encanta el fetiche del collar de perra para degradar a Carla

    ResponderEliminar
  14. Hola! Espero no te olvides de la tercera parte de esta pequeña serie. Estoy seguro que somos muchos los que la esperamos.

    ResponderEliminar