Marcadores del blog

miércoles, 8 de enero de 2020

[Pizza] Hermana mayor 1/2



Dos amigas que no pueden ser más diferentes cruzarán sus caminos con un matón repetidor, el cual la ha tomado con el hermano pequeño de una de ellas. Laura, reflexiba y romántica; Carla, impulsiva y con debilidad por los chicos malos. Laura hará su mejor esfuerzo por conducir a su mejor amiga por el mejor posible... Pero hay veces que las personas no quieren dejarse ayudar.






El relato de la pizza: Hermana mayor, parte 1




<< Prólogo >> (Laura)

El hermano menor de mi mejor amiga, Carla, se llamaba Marc. Estaba muy cerca de su cumpleaños número 16, y tenía un carácter cariñoso, tímido e inocente. Tanto Carla como yo éramos conscientes que, desde que había empezado el curso, llevaba pasándolo mal a causa de cierto matón repetidor que le estaba haciendo la vida imposible entre los muros del instituto.
   Los mejores recuerdos como colegialas habían transcurrido dentro de esa institución, lugar donde nos conocimos y crecimos juntas. Lástima que Marc no estaba resultando tener tanta suerte, y pese a que sus dos primeros años habían resultado agradables o soportables, sin la presencia de ningún mejor amigo se veía solo y vulnerable.
   Era un buen chico, quizás demasiado. Lo suficiente para haber tratado de no preocupar ni a sus padres ni a su hermana.

Llevaba puesto mi uniforme de Domino’s Pizza cuando vibró el móvil en mi bolsillo. Tuve que despachar a los dos clientes que se encontraban frente a mí, en el mostrador, realizando sus pedidos. Una vez libre, aproveché el buen rollo con el encargado para pedirle que me dejase ir un momento al baño, me sustituyó en la recepción mientras ya resguardada en el WC de trabajadores ojeé la conversación con Carla:

[ Conversación de Whatsapp entre Laura y Crush <3 (Carla) ]

*mi amiga había enviado cinco audios seguidos explicando todo pelos y señales*
   ·Carla: Tía, te cuento esto nada más haber salido del insti. De verdad, que asco de niñato. Se llama Jonas y… De verdad, que asco que me ha dado. Que ganas de darle un guantazo. ¡Encima me vacilaba! ¿Sabes? -Terminado el primer audio, empecé el segundo. Se le notaba bastante alterada-: Cuando salían al patio, esperé detrás de una columna y vi a mi hermano salir. Y poco después, se le echa ese… subnormal encima y empieza a atosigarlo. Claro, no me metí desde el principio porque a lo mejor estaba de broma, pero cuanto más rato pasaba más se veía que lo estaba molestando -Terminado el segundo audio, escuché el tercero-: Llegó un momento que no me pude quedar parada y me lancé, y el muy… ¡Buff! Que ascazo, de verdad. Intentó ligar conmigo. ¡Aún aplastando a Marc! Ni siquiera se acobardó cuando le dije que era su hermana mayor -Terminé el tercer audio y me dispuse a escuchar el penúltimo-. Le dije que dejase en paz a mi hermano, y nada. Lo soltó pero seguía con esa sonrisa estúpida. ¿Sabes el típico chulo  que silva como si fuésemos perras por la calle? Pues de esa manera me miraba -No quise escuchar el quinto y último audio, antes quise preguntarle por escrito-.
   ·Yo: ¿Qué dices? -escribí boquiabierta-. ¿Pero cuantos años tiene ese crio? -Los mensajes fueron vistos por Carla al instante, se puso a escribir mientras yo continuaba de escuchar el quinto audio, pero no decía nada nuevo. Simplemente insultaba al tal Jonas.
   ·Carla: Según Marc tiene 17. Es un repetidor de estos que van solo a dar por culo.
   ·Yo: ¿Pero le ha pegado o algo? -pregunté, preocupada.
   ·Carla: Marc me ha prometido que no le ha pegado nunca, pero si que le molesta. Se mete con él… Ese tipo de cosas.
   ·Yo: ¿Qué hacemos entonces? ¿Vas a avisar a los profesores? ¿O crees que intimidarle un poco bastará para que lo deje tranquilo?
   ·Carla: Pff… No estoy segura. ¿Sabes el típico chulito que no se achanta ante nada? Pues ese… Si el muy mamón se puso a ligotear conmigo, encima. Se mete con mi hermano y encima tiene las narices de tirarme la caña. ¿Te lo puedes creer?
*Iba a responder el mensaje, pero Carlos picó varias veces a las puertas del baño para recordarme que estaba prohibido usar el móvil durante el trabajo. Aunque lo negué se echó a reír y de buena honda me dijo que me diese prisa y saliese del baño*
   ·Yo: Amor, te escribiré luego. Tengo que trabajar. Cuando salga te llamo y me cuentas más a fondo. Tq!

[ Fin de la conversación de Whatapp]


Esa tolerancia y flexibilidad del encargado se debía a que estaba pilladito por Carla, y como yo era su mejor amiga salía indirectamente beneficiada. Las dos trabajábamos en aquella pizzería porque la madre de Carla era muy buena amiga de la propietaria de aquella franquicia. Por lo tanto, dentro de lo razonable, teníamos cierta flexibilidad en nuestro horario.
   A pesar de que solíamos coincidir en nuestras jornadas, había cambiado su turno para acudir al instituto y tratar de averiguar lo máximo posible del matón que le hacía la vida posible a Marc.
   Por desgracia, una vez conocido el problema… Iba a ser bastante complicado dar con la solución.


<< 1. Sinceridad entre hermanos >> (Carla)

Abrí la puerta y accedí al interior del cuarto de mi hermano, cerrando desde dentro. Marc y yo estábamos en ese momento solos en casa, pues papa y mamá habían salido a cenar fuera. Mi hermano llevaba puesto un pijama, con destacando en su persona únicamente el pelo castaño despeinado. Para él debía resultar bastante incómodo mantener aquella conversación, pese a que no pudo mantenerse callado.
— Siento no habértelo dicho antes, tata.
— No seas tonto -rebatí con un tono de voz suave, dejándome caer sobre la silla frente a su escritorio. Marc se encontraba estirado en su enorme cama, las cuales podía convertirse en una especie de litera de ser necesario:-. Escúchame. Si vuelve a meterse contigo, quiero que me lo digas.
— Lo va a seguir haciendo.
— ¿Qué tiene contra ti? ¿Por qué? -me contestó sin dejar de mirar su móvil, encogiéndose de hombros.
— Le caigo mal, la ha tomado contra mí. No sé, no hay un motivo concreto. Es desde el primer día.
— Te lo noté -recordé-. La primera semana de clase diste un cambio brutal -me levanté de la silla y me acerqué a él, apoyándome en el borde de su colchón-. Cualquier cosa que te diga o te haga, dímelo.
— ¿Y qué harás? Ya te lo he dicho, no va a parar -mientras le escuchaba, trataba de peinarle, arrollando sus cabellos con los dedos de mis manos. Su alborotado pelo no se dejó manipular.
— Ya encontraremos la manera. Hablaremos con tus profes, con dirección, que lo expulsen…
— ¿Quieres que me pille más manía o qué?

Nos quedamos en silencio, y se me ocurrió preguntarle algo más:
— Marc. ¿Alguien más se mete contigo? ¿O solo es él?
— Solo es él… Igualmente no es tan malo. Quiero decir -se apresuró a explicar al ver la manera en que lo miré, incrédula-. Quiero decir, que no me pega ni… nada. Solo se burla.
— ¡Es peor de lo que creía si hablas de esa manera! -gruñí alzándome, malhumorada-. Si me entero que se ha seguido metiendo contigo se lo diré a papa y mama.
— ¡No! -suplicó asustado como un cervatillo, levantándose y agarrándome de la mano-. Ellos solo lo empeorarán más.
— Pues cualquier cosa que te diga, ya sabes.

Así terminó aquella conversación con Marc, una que no me sentía cómoda debido a la impotencia y la inseguridad que me hacía sentir porque pese al papel protector que debía representar para él. ¿Podía realmente hacer algo?
   No esperaba que la disputa con ese repetidor hubiese acabado, pero tampoco habría creído posible que al día siguiente Marc volviese a mí quejándose de nuevo.



<< 2. Motivado >> (Laura)

No tardó demasiado Carla en ponerme al tanto de la situación, por eso abrí via Whatsapp al pequeño y adorable Marc para que se sintiese respaldado también por mí. Le aseguré que podía contar también conmigo, no solo con su hermana mayor si algo pasaba.

Unas horas después de esa conversación, a las siete de la mañana, tanto Carla como yo habíamos madrugado para entrar lo más justas posibles a nuestra jornada mañanera en la pizzería, transcurriendo sin más pena ni gloria. La típica mañana veraniega sin frio ni humedad, simplemente una temperatura agradable en compensación con la calor que nos asaría el resto del día.
   Una vez terminamos, saliendo del trabajo a las dos y media de la tarde, acudí a casa de Carla sin necesidad de avisar si quiera. Había tanta confianza que sus padres, dando por hecho que comía allí, se limitaban a añadir un plato más a la mesa.
   Durante la comida, lo que pasó desapercibido para Moira y Angel -los padres de los dos hermanos- sobre su hijo, fue evidente para nosotras dos. Intercambiamos una rápida y disimulada mirada, cambiando rápidamente de tema y nos apresuramos a acabar la comida para interrogar al único adolescente que había en la mesa una vez nos librásemos de la presencia de sus padres.

Carla y yo aún permanecíamos vestidas con el uniforme, arrinconando en su cuarto a Marc y presionándole para que nos contase todo lo relevante. El pobre quinceañero, sentado en el borde de su enorme cama, acabó desahogándose narrándolo todo.
— Me arrinconó en el baño y se empezó a meter conmigo por haberme chivado a mi hermana.
— ¿Y? ¿Qué más? -preguntó Carla, implacable; su intuición no le falló.
— No paró de pedirme tu número de teléfono, se puso bastante pesado. ¡Pero no se lo di!

Me tapé la boca al reír y Carla hizo un gesto de exasperación ahogando un chillido. Me fulminó con la mirada, incrédula, asegurando que no tenía ninguna gracia. Para mí si que la tuvo, pues era bastante cómico para mí el efecto que había tenido mi atractiva y cautivadora amiga en aquel adolescente.
— Claro que la tiene. Primero molesta a Marc… y ahora te molestará a ti. Aunque me da que le encantaría molestarte de… otra manera.
— ¡Cállate! ¿Sabes qué? -se dirigió a su hermano-. Si te vuelve a pedir mi número, se lo das. Ya verás con el niñato ese.
— ¿De verdad, Carla? -repliqué sorprendida.
— ¿Qué va a hacer con mi número? -preguntó, volviéndose hacia mí. Curvó sus brazos en jarra.
— No sé… Llamarte, o… Ay, no lo sé, Carla -me rendí al darme cuenta de que era una tontería.
— Dale mi número, que asco de crio. ¿Te ha dicho algo más?

Carla le instigó, tan airada que no pareció darse cuenta del semblante avergonzado de su hermanito y de como agachaba la cabeza. Cogí a Carla y la empujé hacia la puerta, mientras esta oponía resistencia sin querer abandonar el interrogatorio en un punto tan avanzado del mismo.
— Vamos a dejarlo solo, ya le has dicho lo que tiene que hacer mañana.

Estuvimos un rato en su cuarto, al principio hablando sobre lo ‘’descarados que son los chicos de ahora’’, pero acabamos desviando la conversación hasta temas más interesantes. Carla me preguntó si había seguido hablando en los últimos días con Rolo, un chico bastante guapo que había estado conociendo en las últimas semanas.
   Negué con la cabeza y noté como me daba el bajón, pues hasta el momento no me había vuelto a acordar de él.
— Bah, no te preocupes… Ya te dije que lo que necesitas es que salgamos por ahí y uses la manera ``rápida´´ de conocer gente -insistió poniendo énfasis en dicha palabra.
— Sabes que a mí eso no me va. No soy como tú, que por cierto… Llevas tiempo sin liarte con nadie.
— Ay, calla… Estoy que me subo por las paredes. Si estuviésemos ahora mismo en Domino’s me tiraba a Carlos en el baño.

Me eché a reír, acariciándome el vientre distraídamente.
— ¿Qué dices? ¿Carlos? Esa sí que es buena.
— Fíjate si estoy desesperada. En serio, estoy que me salgo… Necesito una buena polla ya.

Carlos, nuestro encargado, era un chico guapo y agradable, el cual con sus constantes comentarios fuera de contexto y su falta de tacto hacía que perdiese todo su atractivo, por si fuera poco… A Carla le daba muy mal rollo montárselo con alguien del trabajo y tener que verlo constantemente.
   Aún así, si andaba tan salida, no me sorprendería que cometiese el error de ``tirárselo´´ solo por diversión; ya se arrepentiría luego pues, al contrario que yo, Carla era muy impulsiva.
— Voy al baño, ya vengo -informé saliendo de la habitación y cerrando la puerta tras de mí. Una excusa simple para entrar en el cuarto de Marc sin picar a la puerta siquiera.


El pobre se me quedó mirando, boquiabierto y ruborizado mientras aporreaba el ratón del ordenador para cerrar alguna ventana indebida. Al menos le di la intimidad suficiente mirando a otras partes del cuarto.
— Siento entrar así, pero si picaba a la puerta capaz lo escuchaba tu hermana -susurré con cautela, acercándome a él-. Marc, ¿Qué es eso que no le contaste a tu hermana?
— ¿Qué? -pregunto extrañado y sorprendido, como si lo hubiese pillado de pleno. No sabía disimular. Encima, era evidente que escondía algo bajo sus manos, en algún lugar bajo sus pantalones.
— Venga, te lo noté cuando estuvimos hablando antes. ¿Qué te callaste?
— No me callé nada, de verdad -pero no era creible.
— Venga, bobo. Desembucha -al darme cuenta de lo evidente, añadí:-. No le diré nada a Carla, pero tengo que saberlo.
— Joder…

Le golpeé con la yema de los dedos en la boca, como si fuese una fusta.
— Esa boca. Dime.
— A ver… Em. Jonas… Bueno, se ha puesto bastante pesado con lo del número de Carla. Y decía cosas guarras de ella.
— Me imaginé que sería algo de eso. ¿Qué decía?
— ¿De verdad tengo que decírtelo? No quiero, Lau. No quiero ni recordarlo.
— Dímelo y luego lo olvidas -insistí, persuasiva.
— Jo… Me dijo que si le entregaba a mi hermana que me dejaría en paz, y cosas así.
— Que siga soñando -espeté, con una sonrisita condescendiente-. ¿Qué más?
— Cosas de sus pechos, ya sabes que la tata los tiene grandes.
— Sí, los chicos sois un poco básicos respecto a esos. Bueno, vale. Tú no -me corregí frotándole el pelo, de modo amigable-. ¿Algo más? Venga… No me lo trago. Algo más habrá dicho.

Por mucho que insistí, y aunque estaba segura de que algo más había dicho, Marc no confesó nada más. Mi curiosidad había quedado parcialmente satisfecha, aunque ya me imaginaba la mayor parte de lo que me había confesado.

Por desgracia, ninguno de los tres estábamos preparados para la insistencia de Jonas.

<< 3. Conversación indecente >> (Carla)

Al día siguiente de la conversación con Marc, a la salida del trabajo sentada junto a Laura en un banco, me encontré con varios mensajes de un número desconocido que, irónicamente, no me resultaba desconocido para nada. Una foto de perfil del niñato sin camisa, enseñando lo delgado que estaba sin un ápice de grasa sobrante, fibroso y musculoso, con algo de vello púbico expuesto de lo bajo que tenía el bóxer. Moreno, pelo corto; tenía una ceja cortada de manera intencional para darse un aspecto más malote, presupuse. El pantalón le quedaba holgado y en dicha foto enseñaba sin vergüenza el aro elástico del bóxer.  
  La conversación no tuvo pérdida, incluso antes de leerle me tomé la licencia de ponerle un buen apodo de contacto:

[ Conversación de Whatsapp entre Carla y Pichacorta (Jonas) ]


   ·Jonas: Ey.
   ·Jonas: Saves kien soi. No?
   ·Jonas: Me dio Marc tu numero.
   ·Jonas: Komo vas?
   ·Jonas: Tu hermano ma dicho que estás libre, que no tienes novio ¿Kerras quedar?… -No pude evitar sonreír al leer tanta tontería junta, lo reconozco… Ni siquiera supe que contestar. Pegué un codazo a Laura y señalé a mi móvil para que leyese. ‘’Vaya tela’’ murmuró sin apartar la mirada del chat.
   ·Yo: ¿Pero tú de que vas? -Temblaba de la rabia y de la impotencia, incapaz de creerme que siguiese tratando de ligar conmigo-. ¿Cómo puedes tener tanto morro?
   ·Jonas: ¿Eing? Morro de k. ¿K dices?
   ·Yo: ¿Jodes a mi hermano en el insti y encima tienes la cara de intentar tirarme la caña?
   ·Jonas: Ehh, que con tu hermano solo juego. Es to vroma, te lo juro.
   ·Yo: Mi hermano no piensa lo mismo.
   ·Jonas: Ja, que mariquita. Pero si no le ago naaa jaja xD
   ·Yo: ¿Vas a dejar a Marc tranquilo?
   ·Jonas: Si quedas conmigo no le molesto ya.
*
Me dieron ganas de insultarle, de ponerle de todo, de bloquearle. Laura me arrebató el móvil de la mano y abrió la foto de perfil de Jonas. ``Vaya pinta de cani que tiene. Aunque feo no es´´ bromeó Laura, jodiéndome como de costumbre. La conocía lo suficiente para saber que no hablaba en serio, sino más bien que se estaba metiendo conmigo sabiendo que ese desgraciado no era demasiado diferente a otros con los que ya me había liado en el pasado*
— Ahora no, Laura -le reprendí retomando de nuevo mi móvil.
   ·Yo: Mira, niñato. O dejas a mi hermano tranquilo o te voy a joder la vida. ¡Y suda de mí! Que pesado eres… ¡Que no me interesas ni quiero nada contigo!
*
Y le bloqueé, sin posibilidad a que me respondiese*

[ Fin de la conversación de Whatapp]

— Vaya tela -opinó Laura cruzándose de piernas a mi lado en el banco-. ¿Qué hacemos si continua molestando a Marc?
— Es que no quiero agravar las cosas avisando a los profesores, porque ellos podrían avisar a mis padres y se liaría la de dios.
— Puede que sea mejor a esperar a que la cosa vaya a peor.
— Si le pegasen o algo ni lo dudaría, pero me gustaría solucionarlo de una manera menos ``radical´´ -contesté mientras me mordía con suavidad la uña del meñique. Me levanté colocándome bien el uniforme del trabajo y esperé a que Laura hiciese lo mismo para ir a comer a su casa.

Mi amiga era algo más delgada que yo, y pese a mi gran busto muchas veces había envidiado sus pechos de menor tamaño. Tenerlas tan grandes como las mías en muchas ocasiones resultaba hasta molesto.
   Laura sonrió con su perfecta sonrisa, perfeccionada a base de costosa ortodoncia. Si algo tenía la morena de mi amiga, era lo guapa que era. Incluso si teníamos en cuenta el feo y soso uniforme del trabajo, el cual incluía aquella gorra azul marino.


<< 4. Rectificación >> (Laura)

Habían pasado dos días, los cuales aparentaban haber sido bastante fastidiosos para Marc. Si bien era tan bueno que no se quejó en absoluto, cuando lo pillé a solas en un rincón de la casa me confesó que Jonas se había empezado a poner más agresivo y le había pegado collejas y empujones. Al parecer, le estaba ordenando que debía hacer chantaje emocional a su hermana para que lo desbloquease y él se negaba.
   Decidí no comentarle nada a Carla porque estaba de acuerdo con Marc, y es que no convenía que ese niñato tuviese contacto directo con ella. En el historial de mi mejor amiga podían atribuírsele muy malas elecciones respecto a chicos, pues tenía cierta debilidad por las malas influencias y los chicos malos.
   En cierta manera estaba segura de que no caería esa breva, pues estaba segura de que Carla nunca se lo montaría con un niñato ocho años menor que ella a sus 25 años y menos si trataba así a Marc. Ese tal Jonas me daba muy mala espina, por eso empecé a pensar que la única solución viable era contárselo todo a Moira y Ángel, dejando que fuesen ellos los que como padres tomasen cartas en el asunto y lo solucionasen todo de una.

No hablé de esto con mi amiga, y el resto de la tarde y de la noche no hicimos otra cosa que ver series con tios buenorros y desentendernos del tema. Varias llamadas perdidas de ‘’Pichacorta’’ irrumpieron imparables hasta que en una de ellas, ya molesta, Carla la aceptó poniendo el manos libres desde el principio.
— ¿Sí?
— No jodas… Si me lo has cogio y todo.
— Si no paras de llamar, pues no me queda otra -contestó ella lanzándome una mirada de aburrimiento.
— Si no me hubieses bloqueado, no tendría que llamarte. Aunque mejor, así puedo escuchar tu voz… Me encanta, me imagino tus labios. Y al pensar en tus labios…
— Tio, estás mas salido que el pico de una mesa.
— Así me tienes… Si vieses lo duro que estoy ahora.


Me mordí el labio y sonreí. No pude evitar llevarme la mano a la frente y negar con la cabeza, ante lo surrealista que me parecía dicha conversación. A pesar de la antipatía que le profesaba mi amiga, me pareció detectar -para mi sorpresa- cierto grado de diversión en su reacción. Algo que ya había considerado como posible y me parecía un mal augurio.
— Que cerdo, macho. ¿No hay chicas en tu clase con las que puedas mojar el churro? O mejor, hazte una paja y haznos un favor a todos.
— Prefiero que la paja me la hagas tú, y sobre las de mi clase… A mí me gustan mayores, como tú.
— Sigue soñando -Me tapé la boca logrando ahogar la carcajada; me seguí riendo incluso cuando Carla me golpeó con el codo en las costillas.
— ¿Qué es eso? ¿Hay alguien más?
— Una amiga.
— No jodas. Esto es un trio -se burló con voz jocosa antes de volver a hacer un comentario salido de tono-. ¿Y qué lleváis puesto?
— Vaya tela, chico… Ni un perro en celo.
— Tu amiga me tiene así. Es muy mala, no le importa tenerme con los cojones cargados.
— Ya, basta. No quiero imaginarme tus partes íntimas. ¿Puedes dejar de molestar, Jonas?


A decir verdad, me pareció notar demasiada complicidad entre ellos.
— Dejare de molestar si me das una oportunidad.
— No voy a quedar contigo, Jonas. Menos cuando no has sido capaz de dejar en paz a mi hermano.
— No voy a parar hasta que no quedes conmigo. Quedamos, y paro.
— No voy a quedar contigo -sentenció.
— Entonces desbloquéame.
— Si te desbloqueo del whats… ¿Dejarás de molestar a Marc?
— Sí, te lo juro.

No necesitó colgar la llamada para hacer la gestión, en menos de cinco segundos desbloqueó al chico del whatsapp y procedió a despedirse.
— Si me entero que vuelves a molestar a mi hermano, te bloqueo y ya no te daré ninguna oportunidad más. ¿Me has entendido?

No esperó a que contestase, mi amiga colgó y tiró el teléfono a la cama. Me la quedé mirando, pues pese a haberme reído por lo de ``A mí me gustan mayores´´, no me hacía ninguna gracia ese buen rollo que notaba entre los dos.
— Carla. ¿No estarás pensando en hacer nada con él, no?
— ¿Qué? -inquirió confusa, y tras unos segundos callada como si hubiese necesitado tiempo para procesar lo que le había dicho, me contestó decidida:-. No, claro que no.
— Tiene un cuerpazo -adiviné justo después de agarrar su móvil y buscar la foto de perfil del repetidor-. Ciertamente no parece tener 17.
— No me gusta.
— Más bien diría que es exactamente tu tipo -discrepé, rememorando anteriores ligues similares.
— ¿Qué dices?
— No sé. ¿Jose? ¿Paco? El otro paco… -Recordé en voz alta, contando con los dedos de la mano mientras miraba teatralmente al techo. Sus mayores errores, y de todos ellos le había advertido, haciendo caso omiso gracias a su impulsividad.

— Carla. Es menor, y le sacas ocho años. Se lo está haciendo pasar muy mal a Marc.
— Que ya lo sé, Laura. Joder, que pesada eres. Que no voy a hacer nada con él -ciertamente parecía muy decidida.
— Con lo perra que eres…
— No voy a caer tan bajo, con otro… quizás.

Alcé el dedo, amenazante. Le reservé un ‘’te lo dije’’, y esta vez si que me dolería tener razón porque estaba todo mal con ese repetidor. Un adolescente de 17 años, totalmente desinhibido y sin vergüenza… Y encima un abusón.

¿Qué podía salir mal? Todo podía salir mal. Conocía a mi amiga, y cuando un chico le iba tanto detrás ella se veía tentada a jugar… Y, aunque estaba mal que lo dijese, por mucho que le gustase jugar, se le daba fatal.




<< 5. Días de paz >> (Carla)

Estábamos las dos sentadas en una mesa de las tantas mesas que había frente al mostrador de la pizzería, en nuestro tiempo de descanso y sin apenas clientes que pudiesen espiar nuestra conversación.
— Dijiste que no ibas a caer tan bajo. ¿Recuerdas? -me recriminó en tono cansino.
— No he hecho nada -repetí por enésima vez.
— ¿Poner esa foto de perfil es no hacer nada? -me reprochó, señalando mi móvil refiriéndose a una foto que había puesto donde salíamos las dos muy guapas. A su alusión, la busqué y la puse sobre la mesa, entre las dos.

— ¿Qué? ¿No puedo poner una donde salga bien? -En la foto se nos veía a las dos, muy fotogénicas… Aunque era cierto que era un poco presuntuosa. Destacaba por mucho a su lado, gracias a mis grandes pechos probando la flexibilidad de aquella blusa con tirantes. También, al contrario que mi amiga, destacaban las mechas rubias en mi pelo.
— ¿Y por qué evitas que toque tu móvil? ¿Te preocupa lo que pueda encontrar?

Puse los ojos en blanco y pegándole un toque en el antebrazo con la palma de mi mano.
— No seas tonta, simplemente que eres muy pesada.
— Carla, que van muchos años ya. Estás jugando con él.
— Ay, por favor. Si apenas han pasado dos días desde que lo desbloqueé.
— Ah. ¿Sí? Enséñame vuestra conversación.

Titubeé, y no porque tuviese nada que esconder sino por miedo a que sacase las cosas de contexto. Alzó la mano, con la palma extendida hacia arriba y esperó con tono inquisitivo. Me picó tanto su actitud que le acabé tendiendo el móvil de mala gana.
   Fue directa a la conversación y empezó a leer todo desde el momento en que quedó desbloqueado. Si bien desde ese momento había seguido diciéndome guarradas, no había dejado de contestarle con desprecio y desinterés. Eso fue lo único que vio Laura, y quizás, lo único en lo que pudo regañarme fue en mi ausencia de bordería en los últimos textos.
— Lo último que te ha puesto.
— ¿Qué? -pregunté jugando distraídamente con mi flequillo.
— ¿Cara sonrojada? ¿Te ríes de lo que te dice?
— ¡Por favor!
— ¡No, no hay favor que valga! -me espetó-. Que te veo venir, Carla.
— No, voy a hacer nada con él -susurré molesta -. Posé ambas manos sobre la mesa y me levanté hacia ella intentando no alzar el tono de voz:-. ¿Qué quieres que haga, Laura? Si lo bloqueo, llama. Y en estos dos días ni se ha acercado a Marc.
— Ya nos conocemos -repitió una vez más-. Y te recuerdo que estás a dos velas.

Me quedé callada y, sin poder evitarlo, chisteé justo antes de echarme a reír. Se me relajó el cuerpo y me dejé caer sobre el respaldo de la silla.
— Por muy salida que vaya no me voy a liar con un crio.
— Este tiene de crio lo que yo de virgen -replicó, muy seria.
— ¿Entonces cual es el problema?
— Su edad, su actitud, la fama que tiene… ¿Te imaginas como afectaría a tu hermano que te liaras con alguien así?

Se me borró la sonrisa de la cara, eso último ni me lo había planteado. Contesté sería, creyendo ciegamente lo que decía.
— Ni pensaba ni pienso hacer nada con él.
— Pero te has sentido tentada a seguirle un poco el juego.
Nos miramos y estudiamos nuestros semblantes antes de que yo apartase finalmente la mirada y me sincerase, mirando a través del cristal del escaparate.
— Bueno… Puede que me haya tentado un poco. Pero solo eso, a… como has dicho, a seguirle un poco el juego.
— Entonces páralo. Nunca me haces caso.
— Ya lo sé…
— Carla, no solo es por todo esto. No te conviene.
— Laura, por favor -protesté llevándome las manos a la cara.
— Hay ciertos tíos que son incompatibles contigo. Cuando…
— Chicas -Carlos, el encargado, interrumpió la conversación saliendo al mostrador desde la cocina-. Ya ha pasado el rato, cuando volváis al puesto de trabajo os intercambiáis. Laura al mostrador, Carla a la cocina.
— Vale, jefe -dijo Laura, amigablemente, lanzándole un beso sin segundas intenciones. Su joven superior se sonrojo y casi tropieza al volver a meterse dentro.
— Ya continuaremos hablando.
— Vale.

***

La jornada se hizo larga y pesada, no solo era el calor de los hornos sino también el trabajo de amasar. Al ser poco personal apenas podía ir al baño, pero sentía todas mis zonas erógenas completamente sudadas. El calor, por raro que pudiese parecer, siempre me había puesto cachonda. Pasar calor era para mí era sinónimo de estar receptiva sexualmente, dicho sea en buenas palabras.
    
Encima, empezaba a considerar buena idea meter a Carlos en el baño y follármelo dentro, lo que significaba que necesitaba un buen polvo antes de empezar a cometer tonterías. Laura tenía toda la razón, aunque no quisiese escucharla. Además, si me veía tentada a jugar era porque me atraía la actitud del repetidor y de lo prohibido el morbo se vuelve doble. 
   A pesar de todo, lo dejé en visto y no le volví a contestar. Laura, al ver esto, asintió satisfecha y una vez terminada la jornada laboral cada una se fue a su casa. Estaba sola en mi cuarto, en ropa interior y arropada por las sábanas.
   No esperaba que Jonas dijese nada, y quizás fue un mal momento porque andaba algo encendida sin ningún motivo en concreto.
   Sabía que lo mejor era pasar de ese niñato repetidor, pero…

[ Conversación de Whatsapp entre Carla y Pichacorta (Jonas) ]

   ·Jonas: Me tienes k emviar una foto en el kurro estando de uniforme.
   ·Jonas: Me dejas en bisto? -el mensaje fue escrito en ese mismo momento, retomando la conversación-.
   ·Jonas: ¿Qué tengo k acer pa k me hagas caso, pego a tu hermano?
   ·Jonas: Oie, k lo ago. Eh. Me dijiste k si no le molestaba mas me contestarias…
   ·Jonas: Ya te vale, tia.
   ·Yo: Tardo un rato en responderte y mira como te pones -Contesté, sabiendo que hacía mal pero si Laura no estaba delante no había nada de malo en hablar un poco con él. No tenía nada mejor que hacer.
   ·Jonas: Lo k tu digas. Me bas a pasar una foto de tu uniforme o k?
   ·Yo: No te voy a pasar fotos de nada. A ver, Jonas. ¿No te das cuenta que te saco 8 años? Que eres un niñato para mí.
   ·Jonas: La edad solo es un nmero i io puedo darte la follada de tu bida.
   ·Yo: Que simple eres… Primero inténtalo con las chicas que tienes cerca y ya si eso hablamos.
   ·Jonas: Las del insti avurren, son unas niñatas. Prefiero lo inalcanzable.
   ·Yo: Que pena que para ti sea eso, inalcanzable.
   ·Jonas: ¿Sí? Queda un día conmigo y vemos.
   ·Yo: ¿Quedar? ¿Yo? ¿Contigo? *Iconos de reir*
   ·Jonas: Si vieses lo que tengo entre las piernas, seguro que no te reías tanto.
   ·Yo: ¿Ah, sí? Seguro que hablas mucho y luego no es para tanto.
   ·Jonas: *Selfie de tremenda erección*
   ·Yo: Que pena que tenerla grande no sea lo único que haga falta para causar interés en una chica *A pesar de que esa fuese mi respuesta, me quedé mirando la imagen, dudando que fuese suya realmente*
   ·Jonas: Ah, no te ralles por eso. Se dar bien duro también. Puedo comenzar lento, suave y luego joderte vien con azotes y vuenos apretones. *Pasa una imagen gif de una chica  a cuatro patas donde le jalan del cabello*
   ·Yo: Necesitas un polvo pero ya.
   ·Jonas: El día que biniste a clase me pareció que tenías unas tetas enormes. ¿I si te haces un selfie?
   ·Yo: ¿Qué dices? Tú sueñas… *Laura tenía razón con este juego, aún si sabía que me podía quemar*
   ·Jonas: Solo una foto.
   ·Yo: No voy a hacerlo. Y si te pones muy pesado te bloqueo.
   ·Jonas: No puedes vloquearme porque saves que lo pagará tu hermano. Si me pongo cabron, puedo amenazarte con joder a tu hermano si no me pasas la foto, pero no lo haré.
   ·Yo: ¿Por qué no lo harás? *Si se hubiese atrevido a amenazarme con eso hubiese sido peor para él porque me habría cerrado en banda, o eso creo*
   ·Jonas: Xk eres una perra, te gusta jugar. I si me pasas una foto de tus tetas querré tenerlas.
   ·Yo: Vaya películas te montas.
   ·Jonas: Solo una foto. Y pon J de Jonas sobre el pezon.

*Dudé unos segundos, ya que sentí una fuerte necesidad de enviar esa foto. Y Laura volvió a tener razón… Porque fui tan tonta como para hacerlo*


   ·Yo: *Le pasé una selfie donde salían mis pezones completamente desnudos y con una jota sobre el pezón izquierdo*
   ·Yo: Soy tan perra que te paso esa foto para que goces con los ojos lo que nunca podrás disfrutar…
   ·Jonas: ¡Vaya melones!
   ·Jonas: Me pones a 100. Joder, me duelen los cojones… Kiero baciarlos en tu coño…
   ·Yo: Suficiente por hoy, feliz paja. Mañana te desbloqueo.

*Lo bloqueé sin dudarlo, terminando así la conversación. Y por si acaso, borré todo lo último que habíamos hablado incluido las fotos. No quería que Laura me indicase lo evidente… Y es que había estado muy cerca de quemarme*


[ Fin de la conversación de Whatapp]



Antes de dormir necesitaba liberar tensión, estaba temblando. Por mi mente pasaban ideas pasajeras sobre un niñato follándome sin piedad. Jonas acudiendo a la pizzería y coincidiendo conmigo en el baño, doblegándome y chantajeándome con la foto que le había enviado, jodiéndome tan fuerte que Carlos se la cascaba fuera del baño y Laura se quedaba boquiabierta y envidiosa. Me corrí viva en la cama, mordiendo mi propia camisa antes de quedarme profundamente relajada y, sin darme cuenta, dormida.



<< 6. Sospechas >> (Carla)

— Hola -saludé de manera cortante forzando una sonrisa. Arreglada con mi uniforme y en el mostrador, eché una mirada atrás buscando los ojos sorprendidos de mi amiga a través del cristal; Laura observaba atónita desde la cocina.
— Yo pido -les indicó Jonas a sus dos acompañantes, un gordo y un pelirrojo delgado, que se fuesen a sentar. Estaba frente a mí, al otro lado del mostrador.
— ¿Qué te pongo? -pregunté de repente.
— Me pones perraco -contestó, riéndose-. Creo que lo que quiero no me lo puedes poner aquí -dijo mirándome descaradamente las tetas ocultas bajo el polo del uniforme-. Tranquila, no te rayes. No vengo a fastidiarte de ninguna manera. Solo quería verte con el uniforme puesto. Queremos tres familiares, una de barbacoa. Otra de Cuatro estaciones y… Dono, la tuya de que era?
— Jamón ibérico -contestó el pelirrojo apartando su mirada el móvil.
— Y, yo que sé, ponnos tres pepsis.

Seleccioné en la pantalla todo lo que me había pedido y aguardé.
— Serán 35€
— Hay que pagar. ¡Mover el culo aquí! -les avisó Jonas haciéndoles un gesto con la mano.

Pagaron todo en efectivo, tardaron lo suyo; el pelirrojo y el gordito rechoncho volvieron a sentarse en su respectiva mesa. El local estaría vacío de no ser por ellos.
— ¿Sabes? Ayer fantaseé con tus tetas… Me imaginé viniendo aquí y follándote en ese mismo baño.
— Que buena imaginación -dije lo más seco que pude. Cualquier otra mujer podría haberse sentido asustada, atacada o irritada. Y quizás yo me sentí así mínimamente, pero me había impactado demasiado, por otra parte, que ese niñato estuviese dispuesto a llegar tan lejos para tratar conmigo me halagaba, en cierta manera. Aunque sonase una burrada, me puso a mil. Sentirme arrinconada de esa manera, tan vulnerable. Sintiendo sus ojos clavarse en los dos enormes bultos que formaban mi pecho bajo el uniforme. Y lo peor, o lo más morboso, era saber que yo había dado pie a toda esa situación. Y por loco que fuese, pensar que ese bully había estado acosando a mi hermano no paliaba lo excitante de la situación… sino que en ese momento era como echar gasolina al fuego.

Escuché la puerta de la cocina abrirse y salir Laura a mi rescate.
— Carla, me ayudas con las pizzas.
— Claro… Las pizzas estarán en… dos minutos. Quiero decir, en unos veinte minutos.
— De puta madre -contestó él, mirándome el culo mientras accedía al interior con Laura.

***

— Que cojones tiene -Ambas mirábamos a través del cristal mientras amasábamos las masas, tal como dictaba el protocolo.

Me fijé que no solo Jonas, sino también los otros dos chicos me miraban de esa manera. ¿Les había enseñado mi foto? ¿Cómo había podido ser tan idiota?
— Sí… Los tiene bien puestos -fue lo único que contesté. Sin atreverme a contarle la verdad a mi acompañante.
— Carla…
— ¿Qué? -No interpreté ni entendí su silencio hasta que, lanzándome una mirada a los pezones, me di cuenta de lo duros que se me habían puesto. Percibí, también como estudiaba mis orejas pues, cuando estaba muy excitada, solían delatarme enrojeciéndose para mi desgracia. El calor de la cocina no me ayudaba, pues ya sabía que mi excitación y un ambiente de temperatura alta eran una combinación explosiva.
— Carla…
— Ya lo sé, Laura. Joder, ya lo sé… -dije aplastando la masa con más desesperación.

Que me excitase la situación no significaba que no fuese consciente de lo estúpida que estaba siendo. Sí, lo sabía. Y no me gustaba sentirme así ni ser de esa manera con esa clase de chico, pero era mi debilidad.
— Es un niñato… Tiene 17.
— ¿Te crees que no lo sé? -resoplaba exasperada.
— Si no vas con cuidado, la próxima vez te dirá de quedar en su casa y lo que vas a amasar será su pene -me aseguró lanzando una miradita a la masa de pizza que tenía entre las manos.
— ¿Por qué siempre tienen que ponerme así los más hijos de…?
— Porque eres tonta. Pasa de esto, ayer lo hiciste bien en dejarlo en visto. Sigue así, ya se cansará…
— Eso espero…

***

Al pedir desde el mostrador que pasasen a recoger sus tres pizzas de tamaño familiar, Jonas me susurró al oído que preferiría comerse la pizza directamente desde mis tetas.
   No habían terminado de comer cuando llegaron los trabajadores del turno de la tarde, permitiéndonos a mi compañera y a mí escapar del local sin tener que volver a ver la cara a esos tres. ¿Qué clase de adulta responsable se deja manipular así por un niñato? Ese era el problema, no era responsable… Y me estaba dejando manipular.

Si no iba con cuidado, todo se descontrolaría mucho más y me prometí a mí misma, por mi hermano, que eso no pasaría aunque, para mis adentros, no lo dije del todo convencida.


<< 7. Conversación sucia >> (Laura)

Desde la habitación de mi amiga podía escuchar como Carla continuaba duchándose. Se estaba tomando su tiempo, y aunque no era raro en absoluto, a veces creía que se pasaba demasiado derrochando el agua. Sentí varias veces la tentación de agarrar su móvil, abandonado sobre su escritorio. Me sabía la contraseña de memoria, y mi curiosidad me incitó innumerables veces hasta el punto de agarrarlo y soltarlo, regañándome a mí misma por no respetar su privacidad.
   Si lo hubiese hecho no habría sido nada imperdonable, ambas teníamos todo el permiso de la otra para agarrarnos el móvil pero, en aquella situación, estaba segura de que no era lo correcto. El móvil vibró: Ni una, ni dos, ni tres veces… sino muchas.



Me alcé de la cama y recortando la distancia leí sin tocar el móvil el contenido que dictaba la barra de notificaciones, aunque no tuviese pensado leer nada me llamó la atención que le pidiese ``otra foto´´.
— Madre mía, Carla… ¿Qué estás haciendo? -pregunté en voz alta, removiendo el móvil del escritorio para leer todo lo que pudiese sin entrar en la conversación.

``Me pones a 1000 con ese uniforme´´ ``Me fije en lo bien k se te da trabajar la masa´´ ``Algún día si kieres kedamos en tu casa o en la mia i acemos pissa´´ Su ortografía era lamentable, típica de alguien ignorante y de limitado mental. Conocía lo suficiente a Carla para saber que era lo que le atraía de este tipo de personas. Mi amiga del alma era alguien con bastante personalidad, incluso cuando había tenido relaciones con chicos solía imponerse y ser la voz dominante; pero cuando aparecía alguien como Jonas, como Jose, como los Pacos… Se veía superada.
   Al leer esos comentarios, solo interpreté abuso y acoso por parte del niñato repetidor. Carla, en cambio, seguramente vería atractiva esa insistencia. Por desgracia para ella, por mucha personalidad que tuviese cuando se veía expuesta ante una persona así se volvía totalmente influenciable.

Escuché a lo lejos el sonido del agua detenerse, había acabado de ducharse. Si quería leer la conversación, era en ese momento o nunca. Pero en lugar de eso me senté de nuevo en el borde de su cama, con el móvil en la mano y aguardé hasta que volviese del baño.
   Carla apareció con una toalla enrollada en torno a su torso. Sus enormes pechos, apretujados, amenazaban con destrozar la tela blanca. Sus bonitos muslos, mojados y depilados, eran una de los tantos puntos positivos en los que destacaba mi amiga físicamente. Incluso si no era lesbiana ni bisexual, me daba cierto placer verla con poca ropa.

Con una toalla pequeña se frotó enérgicamente el cabello mojado cerrando de una coz la puerta de su cuarto, percatándose por fin de la presencia del móvil en mi mano que le llevó a preguntar que había pasado.
— Te ha escrito Jonas. ¿Le enviaste una foto? ¿O fueron varias?

Pareció molesta al tener que reconocer su falta, se paseó frente a mí por la habitación hasta dejarse caer sobre la silla que había frente a su escritorio.
— Una… Pero no fue para tanto, solo era un poco insinuante. ¿Lo has leído todo?
— Ni he abierto el chat, solo he visto las notificaciones que iba enviando. Carla, vas a perder el control.
— Ya lo sé -repitió una vez más. Estaba cansada de que aquella conversación se convirtiese en rutina.
— A todo lo que te había dicho súmale que da asco, y es una mala influencia.
— ¿Te crees que no lo he pensado?
— Pero te pone -adiviné, tratando de ser comprensiva. Era consciente de que mostrarme juiciosa e insolente solo iba a hacer que chocásemos más, no que nos entendiésemos. Su reacción pareció evidenciar que agradecía mi asertividad.
— Sé que estoy comportándome como una cría… Pero es que no para.
— Lo que necesitas es un buen polvazo. No, evidentemente de él no.
Su silencio me indicó que pensaba lo contrario.
— ¿Con ese cani? ¿De verdad? Anda que no hay mejores para limpiar tus tuberías. Que irresponsable eres.
— El sexo más rico es irresponsable. Algún día cuando lo pruebes me darás la razón.
— Sigo pensando que estás loca.

El móvil empezó a vibrar de nuevo entre mis manos, sin esperar al permiso de Carla lo abrí y leí en voz alta:
— Me estás cansando ya, tanto ignorarme. No te hagas tanto la digna que no te sale bien. Se que soy exactamente tu tipo -cité poniendo los ojos en blanco al leer lo último, me mordí el labio y me dispuse a contestarle.
— ¡Eh! ¿! Qué haces!? -cuestionó abalanzándose sobre mí, intentando quitarme el móvil de encima.
— Responder a este subnormal -gruñí con esfuerzo, intentando mantener a raya a mi amiga al tiempo que ambas caíamos sobre la cama. La toalla cedió quedó desnuda sobre mí, intentando desarmarme del móvil. Estiré los brazos lo máximo posible escribiendo con dificultad:

``¿Pero a dónde vas? Si eres un moco, un niñato que no quieren ni las chicas de tu propia clase. Eres un pesado, que no sabe recibir un no como respuesta´´ le escribí. Carla comenzó a ganar terreno aplastando mi espalda con sus pechos en su intento de retomar su móvil y acabó quitándomelo de un zarpazo.
— ¡No seas guarra! -bufó leyendo lo que había puesto.
— Eso es lo que deberías haberle puesto desde el principio.
— ¿Te crees que no se lo he dicho? ¡Que no se rinde! Es más pesado que una vaca en brazos.
— Pues sí que se lo tiene creído… ¿Eso es lo que te pone tanto de él? ¿Su confianza? Con mi experiencia los chicos así aparentan más de lo que en realidad son.
— ¿Qué experiencia vas a tener tú? Si todavía lloras con Romeo y Julieta. ¿Qué no? ¿Y Titanic?

Me dejó sin argumentos en un par de segundos, me acurruqué junto a ella mientras le respondía. Fui relegada de nuevo como una mera espectadora de todo lo que se decían.

[ Conversación de Whatsapp entre Carla y Pichacorta (Jonas) ]

   ·Jonas: No pensabas lo mismo el otro día cuando me pasaste unas fotos de sus tetas -Al leer eso me quedé boquiabierta. Carla agachó la mirada sin saber donde meterse de la vergüenza.
   ·Jonas: Ah, se me olvidava. Los dos con los que fui al dominos también les encantan tus tetas…
   ·Jonas: I sovre eso de k las compañeras de clase no kieren conmigo… Ya a caído alguna.
   ·Carla: ¿Le has enseñado mi foto a tus amigos? ¿Quieres que te reviente a ostias o qué?
   ·Carla: Sigue soñando, chaval. A mí no me mientas.
   ·Carla: ¿Y que hacías viniendo a mi trabajo? ¿Estás tonto o qué te pasa?
   ·Jonas: Se la he mostrado y kerían verte en persona. La pissa sabe mucho mejor mientras comparábamos la foto contigo de uniforme .
   ·Carla: ¿Te das cuenta de en la situación tan incómoda que me pones?
   ·Jonas: Si kedases conmigo fuera no tendría k ir a verte al trabajo… No, no. Igualmente te iría a ver jajaja xD
   ·Carla: Mira, si según tú tanto éxito tienes con las crias de tu clase. Moléstalas a ellas y pasa de mí. ¡Pesado!
   ·Jonas: ia aburren, apenas tienen experiencia y son bastante sosas. Se abren de patas y poco más.
   ·Carla: Eres un fantasma… Si luego seguro que follas de pena.
  
·Jonas: Jajajaja xD *Carla recibió en su chat un video, al abrirlo vimos una especie de selfie de un chico desnudo con un pene considerablemente gordo dando duro a una nalgona. Al principio pensé que era sacado de internet, los gemidos de la chica no podían ser fingidos y, además, el chico que grababa se delató como el mismo Jonas mientras le sacudía azotes en las nalgas. Acelerando sin piedad, se corrió dentro de ella mientras le decía cosas obscenas y la chica, de voz aguda y dulce, se quedó sufriendo espasmos pélvicos botando semen sobre la colcha*
   






   ·Jonas: No es de aora el bideo, esta claro. Pero para que beas lo que podría hacerte si quiero -El video nos pegó fuerte, a las dos. Carla volvió a revisualizarlo sin llegar a contestarle a él, percatándome de que tanto su respiración como la mía estaban aceleradas. Completamente desnuda, con su toalla blanca escurrida entre sus muslos, tenía los pezones totalmente tiesos y sus orejas, rojas, delataban lo extremadamente encendida que se había quedado. No fue la única, yo también me sentí bastante alterada.
   ·Jonas: ¿Te gusta el bideo, eh? xD
   ·Jonas: Te toca. ¿I si aora tu me pasas una foto? Puedo pasarte mas bideos, si quieres…
  
·Carla: ¿Para qué me envías esas cerdadas?
 
 ·Carla: Me voy a cenar, adiós.

[ Fin de la conversación de Whatapp]



Estábamos sobrecogidas con la intensidad del video. Acurrucadas una al lado de la otra visualizamos una vez más el video que nos había compartido el repetidor, todo con la excusa de querer escuchar bien lo que sucedía en el vídeo:

— Te dije que ibas a gemir como perra -se le escucha rugir a Jonas entre embestida y embestida-. Te gusta, eh. ¿Perra? Tan digna que eres en clase y mírate ahora…
— No… No pares. Me vas a partir. ¡Joder…! ¡Sigue hablándome!-suspiró la chica alzando más el culo. La cámara registró a la perfección como la vagina se tragaba sin complejo una y otra vez la polla que le penetraba.

— Voy a lanzarlo todo dentro -un azote, otro azote. Más gemidos ahogados de la chica.
— Joder, no… Eso no… ¡Hmmm…! ¡Dentro no! -gimió suplicante a pesar de que no apartó un ápice su culo en pompa. Empezó a correrse como una loca, sufriendo espasmos, en el momento en que él finalizaba la follada. La polla taladró el sexo de la presunta estudiante hasta quedarse clavada dentro, liberando toda su leche en el interior.

— Más te vale tomar la píldora del día después o tendrás que venir preñada a clase -se burló él quitándose de encima. La aludida ni siquiera protestó, sumida en sus espasmos manchando la cama con lo que salía de su sexo.

De reojo me di cuenta de que los dedos de Carla jugaban inconscientemente con sus lubricados labios vaginales, los cuales se percibían transparentados a través de la ropa interior. No podía recriminárselo, porque por encima del pantalón yo trataba de acariciar el mío hasta que me di cuenta y me reprimí…
   ¿Soy una buena amiga si reconozco que una parte de mí se sobreexcitó al imaginar a mi amiga del alma siendo destrozada de esa manera?

Una oscura fantasía que no llevaría a ninguna parte.


***












Habiendo visualizado dos veces dicho vídeo, ninguna de las dos reconocimos -ni lo haríamos nunca- lo mucho que nos había impactado el contenido del vídeo. No solo era la contundencia y la rudeza que se apreciaba en la grabación, sino también el tremendo morbo que nos inspiraba al saber que ese chico al que oíamos decir esas cosas era conocido por ambas porque… De millones de videos que hay en internet. ¿Cuántos son de personas conocidas?
   La cuarta visualización la realicé yo, con la excusa de escuchar mejor lo que decía la chica. E inconforme, Carla lo puso una quinta vez asegurando que estaba segura de que la chica le parecía familiar.    Muy apretadas contra la una contra a otra, visualizamos fascinadas una sexta vez el vídeo prestando tanta atención como si fuese la primera y nuestra última oportunidad de verlo: >>
   << El transcurso del vídeo sucedía sobre una cama deshecha con la sábana bajera medio arrancado, una chica pelirroja de hermosa y contundente melena se encontraba a cuatro patas con el culo en su zénit, en una posición ideal para ser penetrada. Si el vídeo estaba siendo grabado en selfie, Jonas se delató como el autor del mismo mientras lo grababa. Con una mano le soltaba azotes, teniendo ya de antes las nalgas rosadas. La chica no podía parar de gemir, dando una impresión de sumisión total. Agarrarla del pelo solo la hizo remover la cabeza, y en algunos momentos, ella misma era la que absorbía el miembro del repetidor provocando sonoros estallidos con sus cachetes en el peludo pubis de él. El enfoque de la cámara le daba un aspecto delgado y fibroso, e hizo temblar la cámara cuando pasó a la ofensiva empezando a follársela con mayor intensidad. Le decía cosas donde se metía con ella, donde la insultaba y la sometía. Si la llamaba perra, la jovencita pelirroja solo respondía con gemidos y suspiros. Toda esta acción transcurrió en pocos segundos, siendo corto pero intenso. 


   Carla y yo movíamos inquietas nuestras caderas, casi sin darnos cuenta, sin mirarnos ni nos tocábamos, como si cada una estuviese viendo el video sola por su cuenta. ``Que ganas de tocarme, coño…´´ Mi amiga iba un paso más allá y se acariciaba disimuladamente, aunque con evidente intensidad.
   El repetidor empezó a avisar de que se iba a correr dentro, pese a la negativa de la chica parecía estar apunto de enloquecer. Estoy segura de que Carla pensó lo mismo que yo y es que, si hubiese querido, podría haberse salido pero, no lo hizo. La pelirroja suspiró que no limitándose- a cuatro patas y con su vagina a una altura ideal- a dejar que el adolescente aporrease como una bestia su sexo y se desahogase dentro.
   El vídeo terminaba con ella entre espasmos, perdida en su orgasmo y su interior botando semen.

Como si despertásemos de un hechizo, nos removimos incómodas de nuestras posiciones y se hizo un silencio algo incómodo, como si ambas estuviésemos avergonzadas de nuestro comportamiento o de haber expuesto tan descaradamente nuestra excitación la una a la otra. No hizo falta que le dijese lo poco que le convenía seguir aquel juego con el abusón de Marc, por muy estimulante y tentador que se le antojase. No se trataba ya ni de la edad ni de la relación que tuviese con el otro adolescente, sino de su actitud y como podía repercutir esta en Carla. Ella lo sabía, y por eso mismo lo bloqueó del whatsapp prometiendo que no volvería a dirigirle la palabra por mucho que insistiese; dijo que no aceptaría sus llamadas ni contestaría a sus mensajes.
   No supo que contestar cuando le pregunté que haría si volvía a interrumpir en su trabajo, o que haría si volvía a molestar a su hermano. Lo dejamos ahí, me pareció un progreso su decisión y no quise volverme pesada.

Luego marché a mi casa con el único deseo en mente de apagar ese fuego que ardía en mi interior, nada más llegar a mi cuarto me masturbé a lo loco imaginándome a Carla en esa situación, corriéndome en menos de tres minutos. ¿Eso hacía de mí una mala amiga? Lo más morboso de mi fantasía era saber que ella se moría porque así fuese, por mucho que se empeñase en negarlo y por mucho que hubiese prometido evitarlo.





<< 8. La molestia de Marc >> (Carla)


Solo habían pasado dos días cuando, al tercero, Marc acudió a mí por iniciativa propia para confesarme lo pesado que se había puesto el niñato repetidor. Según me contó, en los últimos tres días había pasado a incordiarlo de una manera mucho más agresiva, asegurando que yo era una zorra manipuladora y calientapollas, y que me la tenía jugada por haberle bloqueado.
   Por primera vez, fui egoísta en lo referente a Marc.
— ¿Crees que podrías aguantarlo?
— ¿Estás de coña? ¡No para de joderme! -gimió palideciendo. Buscaba en mi una solución.
— Creo que ya eres bastante grande como para saber lo que quiere de mí -argumenté, sentándome a su lado-. Estos días he intentado buscar la manera de que te deje tranquilo,  pero cuanto menos te molesta a ti, más me fastidia a mí.
— ¿Y por eso tengo que aguantármelo yo? -me recriminó, frunciendo el ceño-. Eres mi hermana, ayúdame, joder.
— No tendría que ayudarte si te espabilases y buscases la manera de quitártelo de encima. ¿Sabes qué? -dije de repente-. Se lo diré a papa y mama. No sé porque no lo he hecho antes.
— ¿Qué? -preguntó como si no me hubiese escuchado bien, luego pasó a estar asustado y a implorar que no lo hiciese mientras veía como iba en busca de cualquiera de los dos. -. No, no les digas nada. Me matará.
— Aish, por favor, Marc. No te va a matar ni mucho menos -me estaba haciendo la loca. No quería pensar más en ello-. No creas que esto se solucionará desbloqueándolo y que me siga hablando.
— Tú solo tienes que aguantarlo en Whatsapp, yo todos los días en clase -``El niñito sabe victimizarse´´ me lamenté.
— Cuando va -le corregí-. Si es tan mal estudiante no irá siempre, ¿No? -al ver que se disponía a contrariarme, añadí-. ¿Sabes que el otro día vino a la pizzería?
— Carla… A ti no te va a pegar ni te está insultando.
— Bueno, eso de insultar… -menté distraída. ``No, si le dejase seguro que a mí me hará cosas peores´´ reí para mis adentros, estremeciéndome.
— Solo te pido que no les digas nada a papa y a mama.
— Bueno. ¿Y entonces qué? ¿Qué hacemos? Porque va a seguir molestándote. Y no voy a desbloquearle.
— ¿Y si vienes a hablar con él?

Tragué saliva, indecisa. Precisamente lo que quería era evitarle, ni me planteaba ir directa hacia él pero, quizás no era tan mala idea; si iba y le dejaba en ridículo delante de sus amigos, el gordo y el pelirrojo, quizás de alguna manera le desanimaría a continuar.
   ¿Qué teníamos que perder? Como mucho, si no salía nada de ello, solo tendría que seguir ignorándolo y entonces si que recurriría a mis padres.




<< 9. Trifurca en el recreo >> (Laura)

Era normal que siendo su mejor amiga fuese a darle apoyo moral. Tenía claro que, pese a que ella fuese a plantar cara a ese matón, no necesariamente tenía que considerarlo como un progreso. Recientemente lo había bloqueado y lo había estado evitando, pero… ¿Eso quería decir que no podría echar a perder todo?

Eran las 10.55h, faltando pocos minutos para que empezase el patio. Acabábamos de cruzar el umbral de entrada al instituto y cada recoveco del exterior estaba vació. Las caídas hojas caducas abarrotaban y ocultaban la pista de fútbol, la de básquet, la de vóley… Ni un solo alma paseaba fuera de las inmediaciones estudiantil, permitiéndonos por unos instantes admirar un paisaje nostálgico.
   Ambas optamos por sentarnos bastante alejadas de la puerta por la que saldrían todos los estudiantes, en un banco de madera pintada de verde oscuro y desde el cual podríamos ver salir a Marc.
   El timbre sonó con un sonido irritante y molesto que desde aquel lugar no era tan desagradable, y al poco, empezaron a salir por la puerta principal adolescentes como si de hormigas enfurecidas se tratase. Los terrenos exteriores del instituto se fueron abarrotando a un ritmo lento hasta que finalmente Marc salió rodeado de tres chicos, uno de ellos Jonas apresando su cuello en su brazo y sometiéndolo con un ``amistoso´´ candado.
   Otros estudiantes les observaban, pero nadie intervenía. ¿Acaso no había profesores? Sí, y los muy desvergonzados, a pocos metros de la puerta principal y bajo el porche, fumaban mientras charlaban entre ellos, como si no se estuviesen percatando de nada.

Nos levantamos y los seguimos desde una distancia prudencial hasta verlos esconderse tras el edificio en el que se estudiaban grados formativos, completamente apartado del complejo de educación secundaria. En esa parte podrían meterse con él sin que hubiese demasiados ojos curiosos y sin permanecer cerca de ningún profesor.
— Bueno. Ahora que ya estamos aquí… ¿La guarra de tu hermana ha dicho algo? -le preguntó el repetidor sin soltarlo de su poderoso agarre. Marc permanecía con la mirada agachada, sin ofrecer resistencia, con su pelo alborotado ocultándole los ojos.

Me impresionó la diferencia que le sacaba Jonas, incluso para llevarse solo dos años. Los dos amiguetes del matón no eran apenas más imponentes que Marc. El repetidor tenía varios intentos de barba recorriendo el mentón haciendo juego con su bigote. Era bastante corpulento, aunque estaba segura de que no era de ir al gimnasio sino fruto de su propia constitución.
— No lo sé… No me ha dicho nada.
— Te va a tocar pagar el pato hasta que diga algo.

Por fin, estuvimos lo suficientemente cerca para intervenir.
— Suelta a mi hermano, imbécil -chilló mi amiga exhibiendo unas facciones enfadadas. Jonas no se movió.
— Mira quien está aquí. Dono, te dije que acabaría viniendo o no.
— Mierda -contestó el aludido de cabellos naranjas; sacó su monedero y empezó a contar monedas como quien no quiere la cosa.
— Luego ya nos pondremos al día -sentenció, refiriéndose seguramente algo relacionado con el dinero. Finalmente, liberó de su agarre al pobre Marc.

Permaneció de pie en estático hasta que Carla recortó la distancia y le plantó cara.
— ¿Quién coño te crees que eres para tratar así a mi hermano? Estás empezando a tocarme el coño...
— ¿Te lo estoy tocando? Joder, que gusto. ¿No? Porque eso es lo único que quiero -Ante tal alusión, Carla sonrió despectivamente poniendo los brazos en jarra.
— No esperaba mucho más de ti, solo sabes pensar en follar. ¿Verdad?
— ¿Te gustó el vídeo? Ya veras, no tardarás en acabar igual.
— Que cerdo eres. Me pregunto que dirán tus padres cuando informe a los profesores y a la dirección del centro que no dejas en paz a mi hermano.

Hizo el ademán de bostezar, burlón. Se encogió de hombros y sonrió, la mayor parte del tiempo se la estaba pasando mirándole los enormes bultos que formaban las tetas de mi amiga, con un jersey sin escote. La ceja trasquilada de Jonas se agitó al arrugar este su frente.
— A mi padre le va a sudar el rabo, la verdad. Y si me expulsan, puedo seguir entrando en el insti a la hora del patio y joder a Marc. ¿A qué si, nano?
— Pues acabaré denunciando a la policía y te pondrán una orden de alejamiento, si la incumples, no tardarás en acabar en un reformatorio.
— Venga -dijo riéndose-, si voy a acabar en uno para eso voy con motivo.
— ¿Qué has querido decir con esto? -Sobresaltada, alzó el tono de voz poniéndose casi de puntillas.

El aludido se echó a reír, poniéndole la mano sobre el hombro como si todo hubiese sido una broma.
— Solo te estoy jodiendo, no vamos a llegar a nada de eso. Ni me vas a denunciar, ni le vas a decir nada a los profes. Y claro, yo no voy a seguir jodiéndole… Si en el fondo me cae bien y todo -dijo pasándole el brazo por encima del hombro, Marc se mantuvo con la cabeza agachada, inmóvil.

Con sus dos amigos a sus espaldas y Marc pasándose a nuestro lado para estar junto a mí, vi a la perfección lo que le mostró Jonas a Carla cuando sacó el móvil y exhibió en menos de un segundo un selfie de unos enormes pechos y una sonrisa provocativa que conocía bastante bien. Carla intentó agarrar el teléfono sin éxito, pues este bloqueó la pantalla y lo guardó en el bolsillo con una velocidad extraordinaria.
— ¡No me jodas! -gruñó Carla fuera de sí, intentando pegarle. Este se limitó a reírse y agarrarla de las muñecas.
— Tranquila, solo la tengo yo.
— Y una mierda, bórrala -La orden de Carla, pese a su alta carga emocional, carecía de efecto alguno.
— No pienso borrarla, pero te juro que no se la pasaré a nadie.
— Tus dos amigos ya la han visto -murmuró todavía forcejeando, hasta que él la soltó al ver que se rendía.
— De mi móvil. Mira, esto va a ser así.

Jonas se acercó a Marc y a mí, ignorándome por completo y soltó una colleja al hermano de mi amiga, si bien debió ser indolora, fue humillante.
—Tengo todo el tiempo del mundo para seguir jodiendo a tu hermano. Y lo haré. O, podemos buscar otra solución. Ya le decía a Marc que su hermanita haría cualquier cosa por él, y tampoco es que te pida mucho. ¿No?

Mientras hablaba, Carla lo fulminaba con la mirada. Me parecía impresionante que, siendo lo cabezota que era muchas veces en este tipo de situaciones, con este tipo de chicos, pudiese pasar tan fácilmente por el aro.

   Entonces Jonas se acercó a mi amiga y, pasándole la mano por debajo de las costillas y aferrándola así, sugirió que hablasen a solas en poco más que un susurro. Pese a los intentos de Carla por quitárselo de encima, acabó cediendo alejándose junto a él al otro extremo trasero del edificio, a más de diez metros de nosotros. Mientras marchaban pegaditos el uno al otro -aunque mi amiga exhibiese una clara incomodidad-, Jonas miró hacia todos nosotros varias veces poniendo caras y cambiando el semblante de manera burlona.

Los dos amigos de él se reían y señalaban, mientras yo les increpaba que les hacía tanta gracia.
— Hace con ella lo que quiere -dijo uno, el pelirrojo.
— Mira como le toca el culo -señaló el otro, más gordito.

Volví la cabeza al instante y vi como, antes de llegar al otro extremo, el repetidor había ido bajando la mano desde la altura del vientre hasta sus nalgas. Carla golpeó la mano y lo apartó de un empujón. Sus dos grandes pechos rebotaron mientras esta se encaraba ante el abusón. Poco a poco, dicha discusión fue perdiendo fuelle y pasó de chillarle cosas que no oíamos a hablar en un tono más moderado Al final, presencie desde la distancia como este le tocaba las tetas y el cuelo, y ella no hacía nada, al menos no al principio. 
Mientras hablaban, los tocamientos de Jonas parecieron volverse más descarados y, Carla empezó a soltar varios  varios manotazos manteniendo las distancias.  
— Es capaz de pedirle que se la chupe entre los árboles -propuso el pelirrojo, haciendo alusión al pequeño bosque que había alejado de los edificios estudiantiles de secundaria y grados formativos.
— No, por ahí no creo que ella pase, como mucho se la llevará al baño y se la petará allí -replicó el gordo.
— ¿Os podéis callar? -pedí volviéndome airada contra ella. Parecieron dispuestos a plantarme cara, pero tras pensárselo bien optaron por no tentar a su suerte.

El timbre sonó, lo que no interrumpió la discusión entre ellos. Me volví hacia Marc y lo abracé fuerte, no habíamos hablado hasta el momento porque ambos habíamos estado más pendientes de observar cada movimiento que hiciesen esos dos.
   No se me escapó el detalle de que Carla parecía ruborizada, mientras este le enseñaba algo con el móvil. Entonces vimos al cabecilla de los dos ridículos aspirantes a abusones silbarles, haciendo un gesto imperativo con la cabeza. El gordito y el pelirrojo obedecieron al instante, yendo tras él, prácticamente corriendo, cruzándose con Carla mientras esta se volvía hacia su hermano y hacia mí. Cuando llegó, alegró la cara y sonrió, como si nada hubiese pasado. Por otra parte, no se me escapó el detalle de sus orejas y sus mejillas coloradas.
— Ya está todo solucionado, no te va a volver a molestar.

Se me pasaron muchas cosas por la cabeza, y aún así opté por no preguntar nada de ello mientras Marc estuviese delante.
— Lo siento, tata… Todo es culpa mía -apenado, fue al instante abrazado por su hermana-. No me veo plantándole cara, doy pena.
— No te preocupes, para eso estoy… para ayudarte. Vete a clase, que ya es la hora. Si te molesta lo más mínimo, aunque sea una tontería, me lo dices. Venga, vete… Que llegarás tarde.

El adolescente dio un beso en la mejilla a su hermana, otro a mí -ante el cual le propiné un fuerte abrazo- y luego se marchó corriendo. Me volví entonces hacia Carla y le pregunté:
— ¿Lo vas a desbloquear, no? -Asintió-. Y le vas a seguir el juego como hasta ahora. ¿No? -tardó un poco más, pero volvió a asentir-. ¿En serio le pasaste un selfie de tus tetas? -me miró, apenada. Se mordió labio inferior como si eso le fuese a proporcional algún alivio y asintió, mirándome por fin a los ojos-. Joder, Carla…
— Ya lo sé, Lau. Ya lo sé.
— Que es un niñato… ¿Cómo puede jugar un moco de 17 así contigo?
— Vaya moco… -fue lo único que contestó.
— Vaya moco… -repetí acariciándole su calenturienta y rosada oreja. Ella entendió a que me refería-. ¿Qué te ha dicho?
— ¿Tomamos algo? -inquirió, de repente.


***

El bar que habíamos elegido no quedaba demasiado lejos del instituto. Una carpa blanca en el exterior, con tres lonas en cada banda y un acceso en la cuarta para poder entrar. Había chimeneas de butano calentando el interior, y al no haber más de dos parejas pudimos buscar una esquina con el calefactor para hablar con intimidad.
— ¿Qué les pongo? -El camarero, de nuestra edad y bastante guapo se personó ante nosotras  con una velocidad estrambótica sin que nos hubiese dado tiempo si quiera a sentarnos.
— Vaya, sí que te has dado prisa -comentó mi amiga, alegrando la cara.
— Con dos chicas tan guapas lo suyo es no perder el tiempo -musitó con cortesía guiñándome un ojo, lo que me pilló por sorpresa, ya que los hombres solía tener predilección por mi amiga tetona.
— Tú si que sabes -contestó sin sonrojarse siquiera mientras terminaba de acurrucarse en la silla-. A mi amiga le pones… -Quedó pensativa en el peor momento, sonriendo con malicia. No fue un comentario gratuito, y estaba dando tiempo suficiente para malinterpretar lo que fuese necesario-… Un café -Sentía mis mejillas arder.
— Con leche, le gusta la leche -añadió, reprimiendo una sonrisa canalla.
— ¡Carla! -le reprendí notando mi propio ritmo cardíaco acrecentarse.

El camarero se echó a reír, noté como me estudiaba con su mirada mientras permanecía lo más quieto posible aún con él blog de notas en la mano.
— Perdóneme, no quiero incomodarla.
— Encima educado -comentó mi amiga-. Está soltera.
— Carla, ya -sentencié fulminándola con la mirada, roja como un tomate.
— Vale, vale -musitó ella, tapándose la boca con la mano-. A mí tráeme un café con ron, y un poco de nata.
— ¿Y a usted un café… con leche?
— Sí, por favor.
— ¿La leche es de sobre o recién exprimida? -le aticé por encima de la mesa, mientras se desternillaba.
— Ya está, solo eso. Gracias -el camarero se marchó escondiendo el nacimiento de una sonrisa entre sus labios-. ¿De verdad, Carla? ¿Tenías que hacerlo?
— Es que es muy guapo. Deberías haber visto como te miraba. Y apuesto a que está soltero y, bueno, si tiene novia pues…
— Ya, Carla. Ya. Suficiente. No estoy para chicos ahora. Cuéntame que te dijo. No, mejor. Empieza contándome como acabaste pasándole el selfie ese...

Dejó de sonreír, y yo pensé: ``Gracias, karma´´. Me miró con amargura y entornó los ojos, haciendo una mueca.
— Se me fue la cabeza. Pero no me arrepiento… Aunque tenga ganas de tirarme de los pelos.
— ¿Por qué? ¿Qué te aportaba pasarle esa foto? Es como si le hubieses estado premiando por insistir, normal que no pare. ¿Sabes lo que creo? Te encaprichaste con él desde el principio y en ningún momento quisiste decirle que no -mi interlocutora se mantuvo silente, sin interrumpirme, lo que significaba que no debía ir demasiado desencaminada.
— Nunca he dicho que hiciese bien al hacerlo.
— Te debía poner demasiado caliente intercambiar fotos con él -especulé con mi habilidad detectivesca-. Y por mucho que hoy te haya tocado el culo, estoy segura de que en el fondo te morías porque tocase mucho más. ¿Sabes qué? Carla. Me apuesto a lo que quieras que, si Marc no hubiese estado delante, te habrías dejado manosear mucho más. Niégamelo, Carla.
— Puede ser -se limitó a decir con la cabeza gacha.
— No entiendo como con algunos chicos puedes ser tan… y con otros de esta manera.
— Estoy enferma.
— Lo estás. Y yo que pienso que me va fatal con los tios porque no consigo encontrar a alguien que merezca la pena y mientras tú, ahí, tonteando con un niñato que ni sabe escribir bien.

Carla empezó a jugar con su pelo castaño, desenredando la punta. No tardó en llegar con los dos pedidos y, juntamente con mi café, una servilleta con un número de teléfono. El mozo me guiñó el ojo haciéndome coger el café y beber un trago, muerta de la vergüenza. En ese momento me dio igual quemarme toda la boca.
   Una vez ya solas, mi amiga aplaudió lo mucho que arrasaba.
— Escríbele -a lo que contesté con un rotundo e innegociable ‘’no´´-. Venga, ya le escribo yo. Dame tú móvil, algo así tipo: `` Me sobra el café, yo solo quiero tu leche´´. Acto seguido se empezó a reír, burlona.
— Carla, céntrate. ¿Qué te dijo cuando os fuisteis lejos?

Con la sombra de una sonrisa sobre la cornisa de sus labios, recogió una lamida de nata antes de tantear con un sorbo la temperatura de su bebida.
— Joder, quema… Bueno, me apretó contra él y me llevó alejada de vosotros -Dijo, no la interrumpí aunque esa parte de la historia ya me la sabía-. Le recriminé que molestase tanto a Marc, y le dije que así no ganaba puntos conmigo. Encima me das asco, le dije.
— ¿En serio le dijiste eso? Bueno, no está mal. De perdidas al rio. Hasta ahí bien -ella asintió, dio otro sorbo a su bebida.
— ``Para darte asco bien que me pasaste esta foto´´ dijo enseñándomela con el móvil. Y, bueno, dijo que solo molestaba a Marc porque es la única manera de que no le evite. Que sí, que me está chantajeando con eso pero que seré yo misma la que caiga.
— Vaya morro que tiene.
— Utiliza a mi hermano para tenerme bien amarrada, no sé si me entiendes. Le dije que no se hiciese ilusiones, que ciertas líneas no las iba a cruzar. Bueno, y dijo que no era verdad, que las cruzaría yo misma.
— Lo del selfie es una de esas líneas -le reprendí.
— Ya lo sé, Laura. Pero me vuelve loca.
— Pues te buscamos un buen partido para que te desahogues y ya verás como piensas con más claridad.
— ¿No lo entiendes, Laura? No quiero ``otro´´, quiero consentirle a él. Será porque no tengo a tios yéndome detrás por Instagram o Facebook, pero me aburren.

Con mi café a mejor temperatura, empecé a darle sorbos rutinarios tras complementarlo con un sobre de azúcar.
— ¿Qué es lo que te vuelve loca, Carla? ¿Su edad? ¿Físicamente? ¿O su actitud de mierda? -No respondió con palabras, sino que vocalizó ``todo´´ con sus labios-. ¿Y qué será lo próximo? ¿Eh? ¿Una mamada en la tienda? ¿Grabarle un video porno y mandárselo al móvil?
— No lo sé -contestó avergonzada-. Solo sé que me ha jurado que mientras no lo bloquee no molestará más a mi hermano.
— Vamos, que estábamos como empezábamos.
— Vale, ahora que ya te he contado lo que me ha dicho -murmuró, poniéndose contenta al agarrar la servilleta con el número del camarero-. ¿Qué vamos a hacer con esto?

La miré, sin mediar palabra pensé. Estaba segura de que había cosas que no me había contado. Cosas que le había dicho Jonas que la habían conseguido sonrojar… ¿Pero qué?





<< 10. Jódeme en clase >> (Carla)


Sin duda alguna, lo mejor de mi trabajo era lo variable del horario. Algunas mañanas, como esa, las tenía libres para simplemente quedarme durmiendo en la cama. Eran apenas las nueve cuando me desperecé, estirándome como gata y comprendiendo que ya no podría dormir más. Aún así, no me apetecía en absoluto levantarme. Sabía que podría estar una, incluso dos horas, haciendo la vaga en la cama.
   En notificaciones aprecié varios mensajes de ``Salido´´ -le había cambiado el apodo la noche anterior antes de quedarme dormida-, y sin mirar las alternativas que me proponían otras conversaciones de antiguos ligues o aspirantes a polvo, accedí directa a la conversación.

[ Conversación de Whatsapp entre Carla y Salido (Jonas) ]

   ·Jonas: vuenos dias, zorrita.
   ·Jonas: estas currando?
   ·Jonas: benga ba, escribeme k me aburro en clase.
   ·Jonas: como molo, lo de aier, eh. Anda k no sabes na.
   ·Yo: ¿Qué hablas? ¿Qué pasó ayer?
   ·Yo: Hoy no trabajo, estoy estiradita en la cama jiji
   ·Jonas: vaia perra ¿Foto?
   ·Yo: No, no más fotos. Que luego me chantajeas con ellas ;)
   ·Jonas: No te chantajeo… Si no se la he pasado a nadie.
   ·Yo: A tus dos amiguitos.
   ·Jonas: Se las enseñe desde mi mobil, pero no tienen la foto.
   ·Yo: Incluso si es verdad no me hace ni puta gracia que vean mi foto.
   ·Jonas: Y si te digo k es solo para mi? Benga, ba… me gusta verte.
   ·Yo: Me lo pensaré *Pese a decir esto, sabía que acabaría pasándole más tarde o temprano* Aunque ahora no. Estate por la clase.
   ·Jonas: ¿Cuándo curras? Así me paso a verte.
   ·Yo: Creo que dejé claro que no quiero que vengas cuando estoy en el trabajo.
   ·Jonas: Entonces vamos a quedar… Vente a mi casa.
   ·Yo: Sigue soñando jajajaja
   ·Jonas: Mira como me tienes *Me pasa un vídeo corto, por debajo del pupitre, haciendo a un lado el pantalón elástico y permitiéndome ver su gordo miembro*
   ·Yo: ¿Crees que me pone ver tu polla o algo? Porque estás muy equivocado.
   ·Jonas: Con lo zorra k eres… Si estas bien orgullosa xd
   ·Yo: ¿Qué quieres de mí? ¿Qué te ha dado conmigo?
   ·Jonas: Eres mi nuevo juguete.

*Me sorprendía pensar que, en mitad de la clase, estuviese tan descaradamente con el móvil en la mano sin que quien estuviese de docente le dijese nada, me excitó algo pensar en preguntarle directamente que me haría. Sentí un escalofrío al pensarlo.*
   ·Yo: ¿Por ejemplo?
   ·Jonas: Kiero ir a tu curro y k me la chupes en el baño, mientras tu jefe tu busca.
   ·Yo: ¿Qué más?
   ·Jonas: Kiero comerte el culo, kiero k vengas al insti y follarte en el mismo baño. Me e pajeado pensando en eso. Kiero k bengas con los pantalones elasticos esos y con zapatos de tacon, ponerte una correa y sacarte a pasear como la perra k eres.
    ·Yo: Que bestia eres… *Aunque no lo pretendía, no pude evitar palpar con mis dedos la creciente humedad en mi sexo*
    ·Jonas: Me pone a cien pensar k aora estas en la cama, desnuda… seguramente sola en casa.
    ·Yo: *No sé porque lo hice, o quizás sabía muy bien lo que hacía. Activé la cámara del Whatsapp y me hice un selfie con el coño abierto de par en par, aún así mis tetas se escondían debajo de una blusa*


   ·Jonas: Tu lo k kieres es k me salga de clase y me vaya a tu casa. ¿No?
   ·Yo: No sabes donde vivo jiji
   ·Jonas: No me tientes, no me tientes. Le pregunto a tu hermano.
   ·Yo: Si molestas a mi hermano, se acaba el juego.
   ·Jonas: K mala eres. Lo k tú digas, no hay ninguna norma k diga que no puedo molestarte a ti. Pasame una foto de tus tetas. Venga.
   ·Yo: ¿Si te las paso prestarás atención en clase?
   ·Jonas: Sí.
   ·Yo: *No tuve que pensármelo mucho, simplemente me hice otra foto y se la pasé*

   ·Jonas: Kiero follarme esas tetas… Me pasaré x tu curro esta tarde.
   ·Yo: Eh, ni se te ocurra. Ya te he dicho que no te quiero ahí.

[ Fin de la conversación de Whatapp]

No volvió a contestar, por la razón que fuese. Ni siquiera me arrepentía de haberle pasado dos fotos más, pues si era consciente que estaba jugando con fuego, tenía frio y yo lo que quería era abrasarme.




<< 11. Protección sin sentido >> (Laura)

No solo teníamos afinidad con la dirección de la franquicia, sino que además la directora sabía lo buenas amigas que éramos Carla y yo, por lo que procuraban que nuestros turnos coincidiesen.
   Era el día posterior a nuestro encontronazo con los tres que molestaban a Marc, y al haber pasado solo un día, no podíamos prever cuales serían las consecuencias de todo lo sucedido. Eran las cinco de la tarde, hacía tan solo dos horas que habíamos entrado a nuestro puesto de trabajo. Carlos, el encargado, ubicó esa vez a Carla en la cocina para que preparase los pedidos y a mí me reservó para el mostrador. Claro que podía entrar dentro y hablar o ayudar a Carla, pero no era mi prioridad.
   Las dos primeras horas habían transcurrido lentas y aburridas, sin nada interesante a destacar. Todo eso cambió cuando, a las cinco y cuarto, entró por la puerta ni más ni menos que Jonas. Al verme sonrió, acercándose y dejando clavadas sus dos manos sobre el mostrador.
— Que mal. Y yo que quería hablar con Carla.
— Que pena -contesté, con frialdad- ¿Qué te pongo?

Miró de refilón a través del cristal al interior de la cocina y miró a los ojos a mi amiga, esta le devolvió una mirada, ruborizándose.
— ¿Su coñito a cuanto sale?
— Conmigo no sigas por ahí, y menos aquí -le corté, sin devolverle la sonrisa.
— No seas amargada, solo estoy siendo simpático.
— Si quieres desbordar simpatía, pide tu pizza y lárgate.
— Muy buena, pero ya te he dicho lo que quiero. El coño de Carla.

Iba a darle una muy mala contestación pero, justo en ese momento, escuché la puerta detrás de mí abrirse e imaginé que sería el encargado. Pese al buen rollo que teníamos, no lo quería poner en un compromiso.
— No, lo siento. No tenemos de eso. ¿Alguna otra cosa?
— Joder, que rabia. Había visto la foto y… es tan esponjosa…



El cabrón, sacó su móvil y en menos de siete segundos me plantó en mis narices una foto de mi amiga, en el baño para empleados, enseñando su ropa interior y con el culo apoyado en la pica de mármol blanco. Sacaba la lengua y, por suerte, pensé, no estaba enseñando las tetas. ¡Se le podría caer el pelo si alguien más llegaba a ver esa foto!
   Le aparté de un manotazo, con disimulo, el móvil para que Carlos no lo viese.
— Sí, ya lo he visto.
— ¿Pasa algo? -inquirió el encargado tras de mí.
— No, nada. Está eligiendo todavía -le indiqué a Carlos, volteándome hacia él, con una sonrisa.
— Bien, en cuanto termines necesito que me ayudes con un par de cajas… ya sabes.
— Vale -contesté incómoda.
— Querrás ir tú primera al descanso o mejor que vaya Carla.
— No lo sé, pregúntale a ella.

Dicho esto, desapareció por la puerta que comunicaba con la cocina.
— ¿De verdad que no puedo pedir eso? Y yo que pensaba que me estaba enseñando una nueva oferta.
— ¿Puedes parar? En serio, pide algo o vete. No es el mejor sitio para hacer nada aquí. Ella trabaja y yo también, me tenéis harto los dos -le espeté, malhumorada.
— Eh, tranqui. No te rayes… Solo estoy jugando. Ponme una familiar de barbacoa.
— ¿Algo más? -pregunté tras resoplar, intentando serenarme. Seleccioné el pedido en la pantalla.
— Una pepsi. Y, si puedes, dile que cuando tenga el descanso ese la espero en el baño.
— No voy a decirle una mierda. ¿En efectivo o con tarjeta?

No contestó con palabras, sacó el dinero y me lo cedió por encima del mostrador. Me lo dio lo suficientemente justo como para tener que devolverle apenas un pequeño puñado de monedas. 
— En treinta minutos más o menos estará lista, si esperas en la mesa mejor -le informé tras darle el ticket, metiéndome enrabietada en la cocina-. ¿En qué narices pensabas cuando le enviaste esa foto? ¿Cuándo ha sido?
— Antes… Cuando fui al baño -confesó con una sonrisita traviesa, como quien acepta una travesura.
— Podrían despedirte por eso…
— Ya lo sé.
— Al menos, ya puestas a hacer gilipolleces, podrías haber cortado tu cara.
— Ya lo sé… -repitió, avergonzada-. Cuando me caliento no pienso con claridad…
— Y qué lo digas. Me voy a la parte trasera, Carlos necesita ayuda con unas cajas. No hagas ninguna tontería más.

Pero la hizo. Oh, que si la hizo…



<< 12. Irresponsabilidad en el baño >> (Carla)

El local estaba vació, y la pepito grillo de mi amiga se había marchado con el encargado a la parte trasera de la tienda. Sin más pedidos que el que me traía entre manos, me desempolvé las manos, salí al mostrador y, desde allí, salí al encuentro de ese niñato que tan loca me traía.
— Hombre… La chica pizza. Bonita foto…
— Déjame borrarla -dije sentándome en la silla de enfrente, con la mesa separándonos.
— ¿Por qué iba a hacer eso? Me la has pasado tú misma.
— Si alguien de aquí la ve, podrían despedirme.
— No soy tan cabrón como para eso, no voy a compartir la foto.
— Aún así déjame, aunque sea, recortarla. Que no salga mi cara.

Pareció sopesarlo, pero acabó negando con la cabeza.
— Algo me tienes que dar a cambio… ¿Qué puede ser? Oye -se interrumpió a sí mismo-. ¿Está bien que dejes de hacer pizzas para hablar conmigo?
— Hoy no hay casi trabajo, la única pizza que estoy haciendo es la tuya.
— Entonces estás desocupada. ¿Qué puedes darme a cambio de borrar o recortar la imagen?
— No lo sé.
— Cómeme la polla.
— ¿Qué? ¿Ahora?
— Sí, ahora. Vamos al baño y me la comes.

Lo primero que se me pasó por la cabeza es que si cedía, acabaríamos follando en el baño. ¿De cuanto tiempo disponía antes de que Carlos y Laura volviesen de la parte trasera?
— Aprovecha ahora que no hay nadie en la tienda. Quiero que me la chupes, que me hagas un buen lavado con esa lengua de perra -Sentí como se me erizaban, si es que eso era posible, los músculos del vientre. Escalofríos ardientes, no sabría describirlo-. ¿Hay trato?
— Primero déjame borrar la foto -volvió a negar con la cabeza.
— Primero la mamada o no hay trato. Venga, la tengo bien dura. Quiero follarme tu boca. No me hagas repetírtelo.
— Joder… -me fui a levantar pero él me sostuvo por la muñeca y me hizo sentarme de nuevo.
— ¿Sabes? Cuando te llamo zorra y perra no lo digo por decir.

Del bolsillo de su pantalón sacó un cinturón y, con extremada lentitud, hizo una correa con él. Me quedé boquiabierta, paralizada. Me habría gustado ofenderme, pero no tuve opción. De nuevo, con lentitud se dispuso a colocarme el cinturón de alrededor del pelo esquivando mi gorra y jaló del extremo sin dejar de mirarme a los ojos. Los suyos me observaban con descaro y complaciencia, satisfecho de haber podido hacer lo que quería.
   Jaló de la correa y me arrastró como una perrita con total impunidad, por medio local estando por suerte vacio hasta el baño de los clientes. Me metió en el de los hombres y, sin pudor alguno, me arrastró al servicio individual cerrando la puerta desde dentro.
— ¿A qué esperas, perra? Cómela -me espetó tirando de la correa hacia el suelo, mi cuello notó la presión y empecé a agacharme bastante antes de que su otra mano se posase sobre mi gorra y me hiciese bajar.

No olía tan mal como esperaba, pero era una sensación fuerte. Nunca había hecho nada en un baño público, y me impactó que fuese a hacerlo precisamente con él. Mientras le desabrochaba el pantalón y dejaba al descubierto una enorme polla mulata que desprendía un fuerte olor que me provocó poner los ojos en blanco. Fuerte, muy fuerte… No era precisamente un buen olor, pero tampoco desagradable del todo.
— ¿Te gusta? -preguntó en voz alta, sin bajar el tono.

Del estrecho cinturón de cuero, unido a una correa que era jalada por él, me apretaba duro mientras el glande y su prepucio presionaban la comisura de mi labio, intentando entrar. No podía dejar de mirarla, impactada. Era gordísima, destacando mucho más por su anchura que por su tamaño. Como mucho, mediría unos diecisiete centímetros. Su oscuro color no lograba ocultar sus frondosas y sus evidentes venas. Aferrando mi mano a semejante cilindro de carne fantaseé con que me penetrase… Sí, incluso ahí mismo. ¿Cómo un niñato de diecisiete años podía tenerla de esa manera? ¿Cómo, yo, a mis veinticinco años, me dejaba joder así por un crio?
— Joder… -suspiré sintiéndome increíblemente mojada, y tras palparme por encima del leggin, lo corroboré. Sufrí unos calores que no eran normales.




— Que chupes, coño. No te hagas la difícil. ¿No querrás que tu jefe y tu amiga te pillen, no? Esto puede quedar entre nosotros… Abre la boca -Y obedecí, saqué y exhibí mi lengua, fuera pendiendo del labio inferior. Aticé con el extremo de su miembro mi lengua, como intentando que salpicase… Y entonces la besé y empecé a chupársela. Estimulándolo únicamente con mis labios y, cada poco, forzaba una poco profunda mamada chapoteando con mi lengua e intentando tocar sus testículos.

Me daban ganas de vomitar, pero más que por el fuerte sabor por su tamaño. El repetidor, que por algo lo era, se limitaba a jalar de la correa y asfixiarme. Me agarró del pelo y me hizo sacar la lengua.
— Así quiero verte, bien sometida perra. Si eres buena, en algún momento te daré rabo.

Y acto seguido procedió a seguir follarse mi boca, agarrando mi cabeza por ambas sienes sin piedad alguna. La saliva debía estar cayendo por mi barbilla, porque noté en mis brazos pequeñas caricias frescas por lo que debían ser espesas gotas.
   El muy cabrón, obsesionado con mis tetas, me subió la camisa del uniforme y las dejó a la vista.
— Date, prisa. No quiero que te pillen -mintió, descaradamente, solo quería correrse.

Y aunque en el fondo quería bajarme los pantalones y follármelo allí mismo, tomé el control de aquel sexo oral y empecé a pajearle con alta velocidad contra mi mano apuntando orificio despensador de esperma contra el interior de mi boca, mi lengua sería para su semen la alfombra ``rosa´´.
— Así me gusta -me felicitó, sonriendo-. Se nota que te mueres por que te folle…
— Solo quiero que acabes para poder irme… -aseguré, riéndome, moviendo lo menos posible la lengua. Joder… La quería dentro, pero sería más humillante reconocerlo si es que eso era posible. ¿Importaba si me humillaba más que estar arrodillada frente a él de esa manera? 


— No derrames ni una gota… -dijo aferrando mi cabello con sus contundentes dedos, no dejó de mirarme las tetas y a los ojos. Un potente chorro rebotó contra mi lengua y acertó en mi campanilla, precediendo los otros disparos menos potentes que por poco inundan mi boca-. Así me gusta… Espera, no tragues todavía. Voy a guardar esta foto para mí -me ordenó, haciéndome una mientras decía en voz alta, como si estuviese escribiendo-. Acabando en un baño público… Listo -sentenció riéndose.



— Ahora… Pon la foto esa donde salgo con el uniforme -le exigí alzándome frente a él.
— Lo haré… Si te pones con el culo en pompa mientras…
— ¿Mientras qué?
— Lo que tú quieras… Mientras la borras o la editas.

Lo sopesé, y de nuevo, volví a tomar la peor decisión posible.
— No sé porque hago todo esto.
— Creo que está claro… -insinuó, tirando levemente de la correa-. Venga, enseña el culito o pírate.

Lo hice, me apoyé contra la puerta del baño y sentí como sus uñas largas arrastraban la tira del leggin hacia abajo.
— No, el tanga no… -sujeté como pude el pliegue de mi ropa interior para evitar que lo bajase. El se encogió de hombros y reculó mi pantalón hasta mis tobillos-. Ahora, dame el móvil.
— Una promesa es una promesa -replicó burlón. ``Como si tu palabra valiese para algo´´ me dije, y aún así agarré su móvil con la pantalla en negra, al tratar de desbloquearlo me pedía una contraseña. Iba a reñirle por ello cuando noté como enterraba su cara entre mis nalgas, y su boca… Joder, su boca.

Reprimí un gemido, convirtiéndolo en poco más que un suspiro de placer. Su lengua, sin pudor, lamiendo el hilo de mi tanga y sacando brillo a mis labios vaginales.
— Tienes… Tienes que desbloquearlo. Joder… -me quejé, estampando una mano en la puerta porque, si no lo hacía, me hubiese caído hacia delante.

Agarró el móvil, sin apartar su rostro de mí sexo, y lo desbloqueó con la imagen de mí en uniforme lista para ser borrada. ¿Y la borré? Me gustaría poder decir que lo hice, pero no. La recorté y hasta que solo salía mi lengua y mi culo. Busqué otras copias en la galería, pero apenas podía concentrarme. Me decía a mí misma que iba a acabar siendo follada, o follándomelo, lo que sucediese antes.
   Sentado en el váter, con la polla totalmente tiesa de nuevo y me sentí débil, preparada para empalarme con ella. Hice que miraba en su galería, vi fotos de otras chicas, alguna foto mía. Que cabrón…
— Toma, he terminado… -contesté con la voz temblorosa, tendiéndole el móvil mientras trataba, sin éxito de subirme de una el pantalón.
— Pero yo no he terminado -contradijo recibiendo su móvil, pero para cuando fue a decir algo más yo ya estaba fuera de ese baño individual y, al poco, fuera del lavabo.

Con la correa en la mano, se la tiré encima de la mesa de donde se sentaba y entré en la cocina, chocando de frente con mi amiga. No necesité un espejo para saber porque se había quedado anonadada: Seguramente -pensé-, estaba despeinada, con una marca alrededor del cuello, brillo sospechoso en mis labios y partes del uniforme mojadas, inexplicablemente.
— Se te ha corrido parte del maquillaje... -dijo en voz alta, cubriéndome pues Carlos estaba cerca-. Ve al baño y te aseas un poco -me ordenó al tiempo que me acariciaba el lóbulo de mi oreja derecha, seguramente colorada, y mientras vocalizaba en silencio: ``¡Estás loca!´´




<< 13. Testigo de una petición indecorosa >> (Laura)


Tanto en el trabajo como fuera de él, habíamos hablado una y otra vez de lo sucedido. Me lo describió con pelos y señales, me indicó como se había sentido y porque había hecho lo que había hecho. Acabamos cenando en su casa, debido a las horas que eran solo podría estar un rato antes de volverme a la mía. Estábamos en su cuarto, y tras mucho insistirle acabé convenciéndole para que me compartiese conmigo todas las fotos que tuviese en lo relacionado con Jonas.
   Si se murió de vergüenza, era evidente. Pero siempre agradecía mi opinión y por mucho que le calentase la situación, era consciente de lo mucho que la estaba cagando: >>


   << La que más me llamó la atención, un selfie con uno de sus enormes pechos fuera del monstruoso sujetador, por suerte, no se le apreciaba el rostro.


Una foto, de selfie, donde se había dibujado en el pezón izquierdo una J; otra foto exponiendo su vagina, en su cama.












; otra en la pizzería, donde solo se apreciaba el uniforme y su lengua y, la última, donde en el Snapchat de él salía ella, con la lengua fuera y rociada de semen con la descripción rezando ``Acabando en un baño público´´. No me sorprendió para nada encontrar una foto de ella portando en su propio cuello un cinturón unido a una correa cuyo pliegue mordía sensualmente con sus propios labios. Con esa foto, indirectamente, se burlaba del apodo que él le ponía continuamente, el de perra... Si hacía ese tipo de fotos, pensé, no es que debiese importarle mucho que así fuese.


 Vi también otras fotos del miembro del tipo, pero traté de no darle importancia. — Voy a intentar ignorar el hecho de que te dejaste atar un cinturón alrededor del cuello. ¿Qué será lo próximo?
— ¿Sabes lo que me ha dicho? -ignorando lo que le acababa de decir-, bueno, no ahora… Hace unas horas. Dijo que no le importaría hacer un trio, los tres. Que tiene para las dos.
— Que creído -contesté, sin dejarme impresionar-. Aceptémoslo, tú sientes debilidad por él. Vale, pero para mí es penoso. Cero interés es poco, me da asco.
— Ya, ya lo sé.
— ¿Qué será lo siguiente, Carla? -pensando en lo peor, me di cuenta de algo esencial-. Carla, tienes condones. ¿Verdad?
— Sí… Claro que sí.
— Carla, enséñamelos.
— Te he dicho que tengo.
— Entonces no te importará enseñármelos -No tuve que insistir demasiado más, acabó levantándose con desgana y entregándomelos en mano, no menos de cuatro condones en una sola tira-. Quiero que los lleves a todas partes contigo -le ordené a pesar de que sabía muy bien su predilección de dejar que los condones guardasen polvo. — Lo haré… tranquila.

— Me enfadaré mucho si luego acabas haciendo algo sin condón -Y, sin previo aviso, me levanté y empezaré a preparar las cosas para irme de vuelta a casa-. Cariño, si todo queda como está, no habrá nada que lamentar… No la cagues más -me volví y agarré el picaporte, entonces volví a girarme hacía ella y dije:-. Otra vez…
— Oye… -Extendió los brazos en señal de que necesitaba un abrazo, y me propuse dárselo.

Justo en el momento en el que me inclinaba a ella para darle un abrazo, dio la casualidad que su móvil delataba una notificación entrante de Jonas: ``Mañana si no curras por la mañana vente al insti y…´´ Ahí se cortaba el mensaje, no quise saber nada más.
— Me voy, ciao -Y ahí la dejé, sola, en su habitación. Con extremado cuidado, piqué a la puerta de Marc y accedí al interior tras darle un tiempo prudencial para vestirse si estaba desnudo o esconder lo que estuviese haciendo si era algo íntimo-. ¿Se puede? Paso, eh.
— ¿Quieres algo?
— Sí, mañana… Que coño, eres ya mayorcito Marc. ¿Sabes lo que pasa entre Jonas y tu hermana, no?
— Pues claro que lo sé…
— A veces lo prohibido abre muchas puertas.
— ¿Tenía que ser con él? ¿Precisamente con él? -se lamentó.
— Ya lo sé, cielo -lo disculpé, abrazándolo con ternura. Se le escaparon unas lágrimas.
— ¿Sabes lo que es que Dono y Kiko se metan con mi propia hermana? No paran de hablar de las fotos que él les enseña. Que si nos la vamos a follar, que si esto… ¿Y qué hace ella? ¿Liarse con él?
— A Carla le atraen especialmente los chicos malos… Mira que he intentado que no sea así.

Pasó de verse desconsolado a enrojecerse de la rabia, cuando le susurré al oído que posiblemente el día siguiente viese a su hermana por ahí.
— Tu hermana necesita tiempo, ya se dará cuenta.
— ¿Sabes lo que le hace Jonas a las chicas de mi clase? Las usa y habla mal de ellas. Y siempre tengo que escucharlas decir lo mucho que les pone él. ¿Y encima ahora mi hermana?
— Si ves a Carla por ahí. ¿Me lo podrás decir? -finiquité la conversación, a pesar de que no me quería ir.

Llorando, rabioso, acabó asintiendo. Así quedamos, antes de que me marchase tratando de evitar que Carla se enterase de que habíamos estado hablando.



<< 14. Viejo verde >> (Carla)




Mis pisadas retumbaban con eco en el interior del instituto; los solitarios y mudos pasillos parecían servir únicamente para delatar mi presencia. No había profesores ni alumnos fuera de las aulas, y el conserje exhibió -pese a su disimulo- la reacción que quería provocar en Jonas.
   Una voz en mi interior me advertía que me alejase de ahí, pero mi mayor pasatiempo se estaba convirtiendo en provocar al repetidor.

Aunque mi hermano llevaba ya unos años acudiendo a ese instituto, tres concretamente, no tenía ni la más mínima idea de en que aula estudiaba. Se me había pasado por la cabeza averiguarlo y asomarme por la puerta, pero no terminé de verlo claro. Faltaba todavía media hora para el patio y tampoco es que me sintiese cómoda en el interior del instituto vestida de esa manera.
   Si estaba allí, con aquel vestido, era únicamente porque quería dar un pequeño escarmiento a ese niñato… o eso quería pensar. No estaba allí para hacer que se corriese, y mucho menos para tener sexo con él. Pero si pensaba dejarle con un buen dolor de huevos.

Me acerqué al conserje, metido en una salita en el rellano de la entrada. Le pregunté donde estaba el baño y señaló con el dedo indicándome cierto pasillo. No tenía ningún pudor en mirarme las tetas, aunque en su defensa diré que para eso me había puesto semejante escote.
— ¿Eres la madre de alguien? Si necesitas…
— ¿Madre? No lo soy. Aún.
— Perdóname, quise decir una madre extremadamente joven -comentó a través del mostrador sin dejarme marchar del todo-. ¿Cuántos años tienes?
— Veinticinco.
— Demasiado joven… Si hará poco que saliste del instituto. ¿No? -Sus ojos transmitían un brillo de vicio y depravación.
— Casi nada.
— ¿Y qué haces aquí? Si se puede preguntar, claro. Te veo perdida, dando vueltas… ¿Esperas a tu novio?

Su evidente interés hizo que despertase mi lado más puñetero, demasiado me gustaba jugar.
— No tengo novio, pero sí… Estoy aquí para ver a un chico.
— Bueno, las chicas de ahora… No es tanto novio lo que necesitáis. ¿No?
— Me ha pillado -repliqué, coqueta-. Aunque a mí me gustan mayores. ¿Sabe?
— La experiencia…
— Más bien la experiencia y la desesperación, la necesidad. Ese ansia. No se si sabe a que me refiero…

Pese a mi actitud, ese hombre muy posiblemente no arriesgaría su trabajo por una chica como yo que iba emperifollada, igualmente lo habría dejado con las ganas si hubiese intentado algo. Me di media vuelta tras despedirme y me marché en la dirección que me había dado el señor. Me metí en el baño de chicas, sin tardar en hacerme ciertas fotos para enviárselas a Jonas: Con la lengua fuera, con un pezón asomando fuera.
— ¿Adivinas dónde estoy? -dicté en voz alta mientras lo escribía en el chat, y me reí.

Mirándome al espejo antes de salir y esperarle fuera del baño, vi lo que veía el abusón de mi hermano. Una zorra con el ego crecido y una soberbia de saber el efecto que causaba en ellos. Llevaba una blusa sin tirantes y unos pantalones de tela elásticos con unos zapatos de tacón, había decidido complacer esa petición que me hizo, mimándolo un poco porque, no tardaría en comprobar que, al menos en ese momento, no pensaba satisfacer ninguna otra de sus demandas. Me había ondulado el pelo, delineado de guerra haciéndome parecer una gata en celo. No llevaba sujetador, y al poco de empezar a encenderme se me notaba.
   Salí del baño, quedándome frente a la puerta. Varias adolescentes, de la edad de mi hermano, salían de las clases puntualmente para alistarse en parejas, quedaban impresionadas por mi vestimenta y las veía comentar absolutamente todo de mí tanto antes de entrar en el lavabo como al salir. Los chicos igual, se acercaban al baño y me miraban de arriba abajo pero, todos sin excepción eran demasiado tímidos como para siquiera dirigirme la palabra. Los que más, por el contrario, me miraban con descaro… Pero no pasaba de ahí.

Tres chicos irrumpieron en el solitario pasillo, como si fuesen los reyes de la zona. El repetidor y sus dos lamentables amigos… La verdad, es que no esperaba que viniese acompañado y me chocó un poco. Maldije para mis adentros, antes de que llegasen y me saludasen.
— Te juro que no te creí capaz de venir… Y mucho menos vistiendo así.
— No entiendo os deja salir quien este de profe, de verdad.
— ¿Qué nos va a hacer? Salimos por toda la cara y ya, me la suda lo que digan. Tampoco es que nos vaya mucho detrás.
— Que malote… ¿Y qué hacéis los tres aquí?
— Lo que me ibas a hacer a mí, se lo puedes hacer a ellos dos también. ¿No?
— ¿De verdad crees que iba a hacer nada contigo?
— Ya te digo yo que sí. Vamos a pasar de la correa y vamos a la mamada.
— No.
— ¿Qué? -preguntó extrañado, como si no se esperase mi negativa.
— No venía a hacer nada contigo -aseguré-. Es cierto que he venido como me dijiste, pero no va a pasar nada más.
— ¿Sabes qué es lo que te vuelve loca? Cuando crees que mandas y te demuestro que no puedes decidir una mierda.

Me agarró de la muñeca y tiró de mí hacia el baño de los hombres, escoltada por los otros dos con los que apenas había intercambiado un par de miradas. Había un chico dentro, pero ante el rugido que Jonas le lanzó de ``¡Fuera!´´ salió escopeteado del baño.
— No puedes hacer siempre lo que te de la gana -le reproché, sintiéndome rara encerrada con esos tres. Curiosamente, no sentía miedo… Quizás eso, en el fondo, era exactamente lo que quería.

Me agarró del cuello y me empotró de espaldas entre dos retretes de pie. Su mano apretaba mi cuello, nos miramos a los ojos y sentí su pulgar explorar mis labios, metiendo por poco su dedo gordo en mi boca.
— No te hagas la digna, te pone cachonda perder el control -dicho esto, me soltó en la cara-. Nos la vas a chupar a los tres. Eso sí, no hay hueso para ti.

Sin soltarme del cuello, tiró de mí haciéndome golpear con los tacones el sucio suelo hasta encerrarme en uno de los únicos dos váteres individuales del baño. Tenía puerta incorporada con pestillo, y apenas cabíamos los tres.
   El gordo, a mi derecha, con la pared a su espalda. El pelirrojo, más delgado pero también más alto que el primero, a mi izquierda. Y sin darme tan solo un pequeño espacio, Jonas frente a mí. Los tres se bajaron la cremallera y empezaron a pajear sus pollas, las tres a menos de treinta centímetros de mi cara: >>

    << Fue inevitable compararlas, siendo la ganadora la del propio Jonas sobresaliendo con su cuantioso vello púbico y destacando por su grosor. La del gordo, irónicamente, era la más pequeña, con no más de quince centímetros de longitud y, el pelirrojo, con un pene circuncidado, con una medida intermedia.
   La fragancia que liberaron en mi cara los tres penes no fue normal, y sin piedad alguna los restregaron contra mi cara. Quizás debería haber sentido asco, incluso repugnancia, pero no fue el caso. Tres pollas en mi cara al mismo tiempo solo lograba encenderme más, con el repetidor posando sus testículos sobre mi boca y pajeándose sin piedad.
   Era curioso que de los cuatro, yo fuese la única que se veía bien. Los tres estudiantes iban vestidos prácticamente como vagabundos, mientras que yo podría pasar desapercibida en una boda o una gala. 
   El pene circuncidado del pelirrojo pareció impacientarse e intentó acabar dentro de mi boca, sentí como la boca de cerdo del gordito rebuscaba en mi escote hasta que logró atrapar mi pezón y arrastrarlo fuera.
   Las dos pollas que restaban se alternaban en mi boca, más que por iniciativa propia por su propia discuta para asegurar el dominio de ellas entre mis labios.
   El pelirrojo, con un claro trato subyugado hacia el repetidor, no trataba de imponerse sino de disfrutar las sobras. Jonas me agarraba del pelo y se follaba mi boca durante bastantes embestidas, y con modestia, el pelirrojo se apropiaba de mi cabeza y daba sus embestidas que podrían pasar por hasta respetuosas.
   Ni me percaté cuando el gordo agarró mi mano y me hizo pajearle, mis sentidos no daban más de sí. Jonas lanzó un escupitajo entre mis tetas y empezó a follárselas con rudeza, bufando como un toro salvaje cuando, justo en ese momento, sonaba el timbre. Tenía tres adolescentes luchando por correrse y yo una urgente necesidad de silenciarlos. El pelirrojo, victorioso, tuvo mi boca para él solo relamiéndose los labios y dándome duro haciéndome sentir sus testículos aporreando mi barbilla.
— Vaya tetas -musitaba el pelirrojo viendo como se las follaba su cabecilla.

A lo lejos, los pasillos se llenaron de gritos con estudiantes rugiendo fuera de las aulas, triunfantes. En nada o menos de tiempo la puerta se abrió de un portazo y un sinfín de niños entraron para mear o hablar dentro del baño.
— Levanta el culo, perra… -me ordenó Jonas. Siguió embistiendo mis pechos pellizcándome los pezones, mientras levantaba mi culo del sucio váter.

El gordo se escurrió entre el asiento de porcelana y mi culo, bajándome de mala manera el pantalón hasta las rodillas. Bufé al sentarme de nuevo sobre su polla, sintiéndome sobradamente irritada. Si en el fondo de mi ser, había tenido una nimia esperanza de algo, había sido de tener la polla de Jonas cerca de mi sexo, no la picha corta de un niñito que se asemejaba más a un cerdito.
   Aún así, con las voces de fondo llenando el baño, apenas se escuchaba mi propio chapoteo. Cuanto más se follaba uno mi boca y el otro mis pechos, más necesitaba una polla dentro. Mi conformismo se iba reduciendo hasta cada vez querer conformarme con cosas más pequeñas. Y empecé a vibrar las nalgas sobre esa polla, esperando que el cerdito se sintiese lo suficientemente provocado para tener un ataque de hombría y empalarme. Pero eso no pasó.

   Ni perreándole tuvo las pelotas de agarrar y follarme y, mientras tanto, el circuncidado hundió su polla tan hondo en mi garganta que me atraganté y, con unas secas embestidas, apretando mi pelo en un puño, lo sentí descargar toda su leche en mi garganta.

   Tosí, lo más débilmente posible para no delatarme en aquel baño, mientras algunos intentaban entrar y veían que estaba cerrado, o otros, cerca de los váteres de pie, hablaban sobre sus compañeras y sobre hacerse pajas. Relamí, gustosa, el semen del pelirrojo en mi boca. Lamentaba hacer tal observación, pero me encantaba el sabor del semen.

   Solo quedaban dos por correrse y, agarrándome por la nuca, Jonas pareció tentado a que le chupase el glande mientras se follaba mis tetas. Aporreó con sus caderas estas y empezó a rugir hasta que dijo, en voz alta:
— Saca la lengua… -en su tono era palpable el esfuerzo.

Un chorro de leche proveniente de entre mis tetas chocó contra mi paladar, el segundo deslizó potentemente sobre mi lengua y los restantes… me los tragué.
   Me centré de nuevo en el perreo, disfrutando demasiado de ese deseo que me embargaba. El cerdito trató de apoyar las manos en ambas paredes y, con esfuerzo, eyaculó disparándolo todo sobre su camisa. Pocas gotas salpicaron sobre mi culo.













— ¿Quién coño hay dentro? Joder, lleva media hora -dijo aporreando la puerta-. ¡Que me cago, coño!

Entre silenciosas risas, el líder de la pandilla me cogió del cuello y me estampó contra la pared derecha del baño, susurrándome al oído:
— No ibas a dejarte pero, mira… Como la perra que eres y sin hueso.

Acercó mucho su boca a la mía, y sentí, aún con el culo al aire y las bragas bajadas junto al pantaloncito, los dedos traviesos de ese repetidor en mi humedecido coño.
— En algún momento acabaré dándote tu hueso -replicó riendo, aún susurrando-. Oye, como has sido tan buena tengo que premiarte. A los perros se les da algo cuando hacen algo bien.
— ¿Y qué me vas a dar? ¿Dinero? -inquirí, alzando una ceja. No me habría sorprendido nada.
— Puede que seas una putita, pero para mí eres solo una perra en celo.

Me dio un empujón repentino, haciéndome quedar con el culo en pompa para él y con las tetas empotradas en la pared. Noté como me metía dos dedos largos y empezaba a follarme con ellos. La perspectiva era muy fuerte, tres adolescentes encerrados conmigo en un diminuto baño mientras me veía obligada a reprimir mis gemidos para no ser escuchada por los niñatos de fuera.
   Me tapé la boca y cerré los ojos, mirando hacia la puerta. Si no hubiese tenido la polla del cerdito, seguro que me habría comido ahí mismo.
 
Estuvo así hasta que sonó el timbre, que no fue poco rato. El lavabo se fue vaciando, y en un determinado momento, hizo salir al pelirrojo y al cerdito quedándose solo conmigo.
— Ábrete de patas…
— No pienso hacerlo -contesté lo más dignamente que pude, teniendo en cuenta el estado en el que me encontraba.
— Venga… Solo es una foto más.
— Estoy harta de fotos, la verdad.
— Venga… -dijo sacando su móvil de nuevo.



Acabó fotografiándome totalmente desnuda, con mi cara totalmente expuesta y con resto de semen destacando en la imagen. Marchándose con una sonrisa y prometiendo que esa no iba a ser la última vez que hiciese de mi su perra.




FIN DE LA PRIMERA PARTE; CONTINUA Y ACABA EN ``LA DECADENCIA DE CARLA´´

12 comentarios:

  1. Estoy trabajando en la versión final de la segunda (y última) parte, en menos de 48 horas (espero que muchas menos) la tendréis publicada.

    No os olvidéis de comentar que os parece esta primera parte, o soy capaz de no publicar la segunda. ¡He dicho!

    Ale, feliz paja (o dedo)

    ResponderEliminar
  2. La verdad como siempre te destacas en general un excelente relato. Lo único que le critico según mi punto de vista es como se acelera todo cerca del final de la primera parte... que al principio ella este caliente bien va pero ya de la nada le hace una mamada por una tontería y luego de eso ya es utilizada por los otros 3?

    Es como que se hace un poco raro. A mi personalmente me hubiese gustado más si al principio aceptaba tocarla la polla, hacerle una paja quizá y algo mas tranqui. Y bueno quizá de ahi que desemboque en una mamada una rusa y quiza en esa o luego una follada. Y luego recien que meta más gente.
    Se me hace medio raro que ya se deje tan rápido ser abusada por los otros que nada tenian que ver. Y más aun despues de la que creo excelente primeros 3/4 del relato donde se construye mas bien lentamente que le empiece a gustar

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Hola! Antes que nada gracias por una crítica tan rápida.

      Sé que habría sido un potenciador de morbo exhibir en Carla una reticencia más evidente, pero a medida que escribía fue quedándome claro que ella es demasiado impulsiva como para hacerse demasiado la dura desde el principio, de hecho lo intenta pero cada vez con menos interés y exito por resistirse.
      Laura ya menciona (y es testigo) de como en el pasado Carla se dejó usar por personas así, no es algo nuevo para Carla.

      Por otra parte, a Carla le abruma que un ''niñato'' que tiene 8 años menos pueda someterla de esa manera. Por eso, en cierta manera, cae tan rápidamente. ¡Ya verás lo que pasa en el capítulo 2!

      Un abrazo, y espero que el final al menos te complazca.

      Eliminar
    2. Igual quédate tranquilo que ya por como viene en el relato ya me complace jaja, creo que eres de los pocos de verdad que me hace meterme en una historia y sentirme ansioso por como continua, así que bueno espero con ganas la segunda parte.

      Y al contrario, muchas gracias a vos por escribir. Que podrías incluso cobrar por la calidad de esto jaja

      Eliminar
  3. Me a encantado este relato creo que el único pero que tengo es que luego de chuparsela en el baño haya ido directamente al instituto , me habría gustado algo menos extremo, talvez que haya ido a la casa de ella mientras tenía libre de la pizzería o algo así, pero son detalles , muy buen relato me fascinó, espero ansioso la segunda parte
    -Maginer

    ResponderEliminar
  4. Tengo una duda y es si será final de ficción o un final realista (aún que conociéndote ��)

    PD:está bien la historia sólo que sentí todo muy apresurado quizás un poco aún así tomaste esta historia como muchos gustan la poquita moral jeje un abrazo

    ResponderEliminar
  5. Creo que este es uno de tus mejores relatos, y no por la situación ya que es muy parecida a las de tus otros relatos sino por la relación de las amigas y como Laura va viendo como Clara pierde los estribos e intenta evitarlo, es muy morboso. Deseando que cuelgues la siguiente parte.

    ResponderEliminar
  6. Este relato a estado increíble

    ResponderEliminar
  7. Felicitaciones, excelente relato, comparto la opinión de otro lector que manifiesta le hubiera agradado mas si en principio Jonas abusaba de Carla y luego la compartia, pero es solo una idea que no le quita en nada el morbo que se lee en este relato, espero que en el segundo capitulo Carla sienta algo de remordimiento y a pesar de no poder impedir seguir siendo usada por Jonas y sus amigos no le sea tan fácil. Felicitaciones , eres un ono de los pocos buenos escritores que quedan activos.

    ResponderEliminar
  8. Muy buen relato maestro, la verdad, impecable. Me encantaría que en la segunda parte Laura entre de alguna forma en el juego, como una condición extra para no molestar a marc

    ResponderEliminar
  9. Me ha encantado esta primera parte. Coinsido con que se precipita todo demasiado rapido y hubisese preferido que la degradacion fuera mas paulatina para darle mas realima como lo indico otro lector. Primero un manoseo, un morreo, luego una paja y asi poco a poco hasta llegar a los banos del instituto con los 3 a la vez.

    Quedo con muchas ganes de la segunda parte...

    Megaman

    ResponderEliminar
  10. Que alegria ver publicado trabajos nuevos, lo leemos el fin de semana y comentamos.

    Federico de Mexico.

    ResponderEliminar