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lunes, 6 de marzo de 2017

Dos hembras en Villamacho Capítulo.0

Una familia de cinco miembros (Padre, madre, hija, novio de esta, y dos hermanos menores de edad) se muda de la ciudad de Madrid al desértico campo de Villamacho, donde adquiere una finca con casa y terrenos enormes.
Lo que ellos no saben, es que en aquel pueblo hay muy pocas mujeres, siendo la mayoría hombres.
Estos hacen de la madre e hija de esta familia recién llegada presas, siendo ellos los cazadores. Dan inicio al torneo de caza, tiendo todos los participantes que cumplir de manera imperativa ciertas reglas.

¿Conseguirán la madre y la hija mantenerse integras?
¿Conseguirán los depredadores cazar a sus presas sin romper las reglas del torneo de caza?

Este capítulo NO contiene sexo, ya que es una introducción de la historia y de los personajes.


Del pueblo a la ciudad

Un camión seguido por un coche avanzaba imparable por una desértica carretera. El sol se hallaba en su punto más alto y ambos vehículos llevaban más de cinco horas conduciendo, parando únicamente para repostar y estirar las piernas mientras algunos de sus tripulantes aprovechaban para ir al baño.
   El camión estaba cargado de las pertenencias tanto sentimentales como materiales de las personas que viajaban en el coche que lo seguía: Cuatro varones, dos menores, y dos mujeres mayores de edad que se dirigían, en época de mudanza, a su nueva casa en Villamacho.
— Vaya nombrecito -Se lamentó de nuevo Olivia, de veintiún años, la cual había dejado toda su vida atrás por capricho de sus padres, la única persona ajena a su familia que le acompañaba era su novio, Rob, de veintiséis años; por lo demás, todas sus amistades y conocidos muy a su pesar se habían quedado en pleno centro de Madrid, capital Española.
— Ahora que mama vivirá en el pueblo tal vez le cambien el nombre -La chinchó Jaume, el hermano más pequeño de los tres, con el cual ella tenía mucha rivalidad-… porque si fuera por ti, tata, seguiría llamándose igual.
— ¿Qué has querido decir con eso? -inquirió su hermana riéndose con él- ¿Me acabas de llamar hombre, enano? -Él le sacó la lengua para luego reírse.
— Niños, portaros bien -Su madre era la que conducía, una espectacular rubia con cuerpo y rosto de revista. A sus espaldas todo el mundo comentaba desde el desconocimiento que estaba operadísima tanto para ocultar su verdadera edad como para aumentar su belleza, pero no era cierto en absoluto, ella tenía cuarenta y un años recién cumplidos y no se había hecho ni una sola operación. Su cuerpo se había recuperado tan bien de los tres partos, que parecía como si nunca hubiese sido madre-. No me distraigáis al volante o os ataré con esparadrapo y cuerdas.

Pese a decirlo en broma, logró hacer que los dos hermanos varones que iban en la parte de atrás siguiesen jugando en silencio con su recién comprada Nintendo Switch, mientras que Olivia y su padre, este último iba como copiloto, continuasen con sus juegos de palabras. Tanto el padre, llamado Joaquin, de los tres hermanos como su madre, llamada Sandra, conservaban excelentemente su relación. Llevaban dieciocho años casados y nunca se habían arrepentido de este hecho.
   Si dicen que las relaciones se desgastan con el tiempo, este matrimonio sería la excepción. Y a pesar de las discusiones inevitables provocadas por la convivencia, ninguno de ellos había pensado una sola vez en separarse, lo que ya era decir.
   Y fue la intensidad de ese amor el motivo de la mudanza: la delicadeza en salud cardiaca de Joaquín, empeorada por la elevada contaminación de la ciudad, el estrés del trabajo y un acoso laboral de unos jefes que no sabían valorar los esfuerzos de un empleado laborioso y trabajador. Sandra renunció a todo lo que amaba y apreciaba, incluyendo a sus amigos y su trabajo de profesora, para irse a vivir a algún lugar donde su esposo pudiese hacer vida normal sin empeorar su estado.

Tras mucho buscar, encontraron una maravillosa finca en venta en un pueblo llamado Villamacho, ubicado en territorio Aragonés, pisando la frontera con el territorio Catalán, al noreste de España, justo por debajo de Francia.
   Habían elegido ese pueblo por multitud de motivos, pero entre ellos se hallaba la desconexión de las máquinas, el internet y vivir de la manera más natural posible; y por ello no podían haber dado con un lugar mejor, pues Villamacho era un pueblo no con pocos habitantes, sino con prácticamente nula conexión a internet. Los dos únicos edificios que poseían esa tecnología, eran el ayuntamiento y el locutorio, ambos edificios unidos como si fuesen una sola edificación.
   Los habitantes de ese pueblo, hombres en un ochenta por ciento según el último censo realizado, tampoco es echasen en falta el internet. Su vida era una representación perfecta de la España del siglo XVIII que, a pesar la modernización de las calderas de agua, los vehículos, la línea telefónica y otras innovaciones, no eran diferentes en estilo de vida.
   No había impuestos abusivos ni tasas desproporcionadas a pagar, cada hombre y cada mujer trabajaban de lo que se les diese bien, y cuando alguien necesitaba algo, en pocas ocasiones se hablaba de pago en metálico, sino de trueque y favores.
   El pueblo de Villamachos estaba constituid por: una escuela, un instituto, multitud de granjas y huertos, bares, un centro de atención básico de salud, una comisaría, una barbería, una piscina municipal y algún comercio familiar a modo de supermercado. El resto eran lugares de encuentro para los pueblerinos donde pasaban el resto de su jornada jugando a la petanca, escupiendo al suelo, tomando un litro o contándose batallitas.


Lo que para Sandra y Joaquín podía ser un paraíso, para sus tres hijos y yerno podía ser una verdadera pesadilla. Nacidos y criados en la era tecnológica, llegar a un lugar donde se carecía de conexión a internet, cines y zona de recreativos iba a suponer un duro golpe.
   Pese a las cosas negativas, la finca en la que iban a residir era una auténtica mansión que habían podido conseguir de oferta, y mientras que en las ciudades y metrópolis prima la falta de espacio, en esos pueblos sobraba.

Cuando el camión y el coche llegaron a su destino final y los tripulantes bajaron, los tres hermanos se quedaron con la boca abierta tras ver desde fuera la que, a partir de aquel día sería su nueva casa.
— ¡Es un chalet! -exclamó Jaume, el hermano pequeño mirando ilusionado esta. Su hermano mayor, Pedro, y el cual era el mediano de los tres con dieciséis años, le soltó una colleja.
— ¡Idiota! Es una mansión. ¿No ves lo grande que es? -Olivia lo reprendió con otra colleja, haciendo que este último se llevase las manos a la cabeza.
— No pegues a tu hermano, y no le llames idiota. Idiota. Además, no es una mansión. ¡Es un palacio!

Joaquín y Sandra se miraron el uno al otro, se sonrieron claramente satisfechos por la reacción de sus vástagos, se acercaron el uno al otro y se abrazaron respectivamente por hombros y cadera, caminando juntos hasta donde estaban sus hijos saltando de alegría. Allí, en el portón de entrada que se encontraba a ambos lados de una valla enorme, a la cual solo le faltaba un foso y cocodrilos, se encontraba una mujer morena preciosa de cara y que se encontraba en una avanzada fase del embarazo.
   Esta sonreía claramente nerviosa mirando a los niños y a sus padres, de una de sus manos colgaba las llaves que debía entregar a las personas que le habían comprado la casa.
— ¡Buenas tardes! -los saludó con un ademán de querer darles la mano.
— ¡Hola! Es usted Suzanna, ¿verdad? -pregunto el cabeza de familia, al tiempo que le daba la mano-. Está temblando. ¿Se encuentra bien?
— Perfectamente. Sí, soy yo -rió nerviosa-. ¿Les importa si entramos? Tengo que ir al baño.
— Claro, por supuesto -Esta vez fue Sandra la que respondió.
— Con cuatro niños, ya me imagino que deben saber la de veces que se va a orinar durante el embarazo.
— Ni te lo imaginas -le concedió Sandra mientras la anterior propietaria de la casa abría la puerta de la casa y los invitaba a pasar dentro-. Ah, y por cierto, el mayor de todos es mi nuero, no mi hijo. Se llama Rob -añadió riendo, este saludó con la cabeza mientras abrazaba por detrás a Olivia y le susurraba algo al oído, esta se sonrojó y se giró para besarlo.
— Bueno, como ya les dije por teléfono la finca tiene en total mil metros cuadrados, quinientos de terreno y otros quinientos de edificio -informó mientras cerraba la puerta como el último de ellos pasó, entonces comenzaron a caminar hacia la casa por un largo camino de piedra.
— Me sorprende que haya querido vender esta… finca a ese precio -dijo Joaquin, claramente sin fiarse del todo, ya hemos adquirido la casa, así que le agradecería sinceridad. No debe preocuparse.

Suzanna ni se detuvo ni le miró, sin embargo le contestó sería:
— Reconozco que es sospechoso que quiera venderla…
— Más bien es como si quisieses quitártela de encima -la atajó el patriarca.
— Cierto. Pero le prometo que no hay ningún problema con la casa o con la finca, sin embargo… -se detuvo en seco y lo miró a los ojos-. Esta casa donde la ven ya estaba construida así cuando yo llegué con mi pareja… -hizo una pausa-. Ex pareja, de hecho -hizo una mueca de dolor-. Y llegamos aquí hace ocho meses…
— Lo siento -se apresuró a disculparse Joaquín, claramente arrepentido por haber preguntado.
— No, está bien. Tienen tres hijos. ¿No? Es normal que sean precavidos -``A pesar de haber comprado la casa y venido a ciegas sin comprobar nada´´ pensó la embarazada. Entonces sonrió-. Pero no es el único motivo por el que quiero largarme de aquí… -hizo otra pausa, y claramente titubeó en la elección de cuáles serían sus próximas palabras:- Yo no vine demasiado convencida a vivir aquí. Sí, la casa y los terrenos son lo mejor que os podáis encontrar. Y es un ambiente natural para que se críen vuestros hijos… Sexopolis está relativamente cerca en coche y autobús, por lo que a pesar de la falta de comunicación con el exterior no es un problema reabastecerse. Y siempre pueden ir a pueblos más modernos que este y quedan bastante cerca… Pero yo aquí me estreso, no tengo nada que hacer. ¿Y qué iba a hacer en una casa tan grande como esta yo sola?
— Seguro que encontrarás a alguien -aseguró Olivia con una sonrisa maternal, tras haber sentido verdadera lastima hacia ella.
— No. No quiero hombres en mi vida… Tendré al bebe y seré una madre soltera. Iré a vivir con mis padres los próximos años hasta que normalizo mi vida -se lamentó ella mientras se enjuagaba las lágrimas que le habían surgido de repente-. Pero esos son los motivos por los que no quiero saber nada de esta casa ni del pueblo. Quiero irme lejos. Les aseguro que es un lugar… excelente para criar a sus niños -dijo sonriendo con los ojos aún llorosos, los cuales se clavaron tanto en Sandra como en Olivia, analizándolas de arriba debajo de manera tan disimulada que ni se notó- Ahora si no les importa… Voy al baño, y continuamos. ¡Que no me aguanto!

Una vez hubo ido al lavabo y vuelto, continuó la presentación y guía de las ubicaciones de la finca:
Sin contar con la parte de terreno (que incluía jardines, piscinas y hasta una pequeña zona de bosque, todo dentro de los límites de las vallas exteriores), la propiedad tenía tres edificios; el principal, el secundario y el garaje.
   En el garaje había un montón de trastos que, según la anterior propietaria, venían con la casa. En dicho garaje había espacio para tres coches y, aún así, todavía les sobraría espacio.
   El segundo edificio, o como ella lo llamó, la casa de invitados, estaba constituida por dos pisos y estaba conjunta al edificio principal. En su interior había una habitación de matrimonio, una pequeña cocina, un pequeño baño y una pequeña sala de estar.
   Entonces llegaron al edificio principal, una verdadera bestia de la construcción e increíblemente enorme. Con cuatro habitaciones, tres baños, dos cocinas, dos salas de estar (ambas con chimenea), una guardilla (la cual constituía el tercer piso) y un sótano, donde se encontraban los plomos, la caldera, el pozo y una pequeña sala de almacén, pese a ello, el sótano estaba muy descuidado y poco iluminado.
    El mayor punto negativo de la finca, tanto por los terrenos como por el interior, es que todo estaba muy descuidado, el polvo abundaba en suelos, paredes y todo tipo de superficies, las malas hiervas y la vegetación se habían comenzado a adueñar del exterior del edificio, pero por lo demás era una casa que, tras una buena limpieza, apostaba por ser muy reconfortante.
— Las noches frías es insoportable. Las chimeneas poco pueden hacer con las puertas abiertas, y les dejo aquí las estufas de butano que compré, pero les recomiendo que si pueden permitírselo, inviertan en eléctricas para ahorrarse lo evidente -explicó finalizando por fin.
— Estamos muy satisfechos con la casa. No parece haber ningún pero -dijo chinchoso Joaquin.
— Quizás la conectividad a internet sea un problema, o la disponibilidad de las cercanías -propuso Suzanna.
— ¿El internet? ¿Qué le pasa al internet? -preguntó el hermano mediano.
— ¿No lo sabes? No hay internet en todo el pueblo, a excepción del ayuntamiento y el locutorio.

Los ojos de Pedro y Jaume se abrieron como platos y amenazaron con salirse de sus cuencas, Olivia miró a su madre y la despedazó con la mirada y Rob suspiró.
— ¿Habría servido de algo que os lo dijese? -preguntó Sandra dirigiéndose a su hija.
— Las películas, las series y los juegos que habría podido descargar -se lamentó Rob, con una lagrimilla cayéndole por la mejilla.
— Que exagerado… ¡Con lo bien que se estará sin máquinas! -dijo Joaquin, y Rob se mordió la lengua.
— Siempre podemos irnos a casa de mi padre -propuso Rob.
— Por encima de mi cadáver -exclamó Joaquin, el cual tenía una clara enemistad con Jordi, el único padre vivo de este.
— Perdonad… ¿Puedo ir al baño? Y además… Estoy cansada. Me gustaría irme ya… Si todo está resuelto.

Suzanna fue al baño, contestó a las preguntas de la familia en referencia a que había en el pueblo, les dio las escrituras de la casa y las llaves, se despidió, marchándose hacia la parada del autobús donde según ella la dejaría en Sexopolis para hacer transbordo posteriormente hacia algún lugar… muy lejos de allí.
— ¡Bueno familia! Ahora viene lo mejor. A meter las cosas en casa… ¡Y en los siguientes días sanearemos el jardín! Quitaremos las malas hiervas y todas esas cosas…

Los cuatro se quejaron, yendo hacia el exterior donde había quedado estacionado el camión de la mudanza, vehículo donde había ido Rob, y donde había hecho amistad con los dos conductores del camión. Los cuales, por una modesta suma, accedieron a ayudar a la familia a meter todo en el interior.

Así fue como la familia recién llegada se instaló, sin ser conscientes de lo que había a su alrededor.



Donde hay presas, hay…

Villamacho, localidad de paletos con un ochenta por ciento de la población masculina. Pese a la existencia de mujeres, había un motivo por el cual existían tan pocas. No, no morían, pero existía un motivo por el cual la gran mayoría de hembras emigraba fuera de los límites de aquellas lejanas tierras.
   Pero para poder explicar eso, primero hay que enseñar que clase de hombres son… ¡Los habitantes de Villamacho!


Si algo abundaba en Villamacho eran las granjas, los huertos, los campos de la petanca (Juego tradicional español propio de pueblos y ciudades, con un público de hombres y ancianos, donde se tiran bolas pesadas desde una distancia prudencial con la intención de que estas caigan cerca de las bolas ‘’base’’), y por último los bares.
   Y en cada uno de los anteriormente realizados, cada pequeño espacio y propiedad eran buenos lugares para que un pequeño grupo de hombres se reuniese…
   Sin embargo, a lo largo y ancho del pueblo había un bar, un mugriento y maloliente pero espacioso bar…
   … un bar para reunirlos a todos. Un bar para atraerlos, tomarse algo y conspirar desde las… tinieblas.

Y era conocido coloquialmente como Erbar derPepe.

***

Se habían hecho las llamadas pertinentes… A grito pelao. Los rumores habían corrido como ratas, se habían arrastrado como serpientes y se habían desplazado como aves rapaces. Pueblerinos de todos los alrededores de la localidad fueron llenando el bar, provenientes de cada granja, cada huerto, cada petanca…
   Había todo tipo de tribus urbanas: Los yayos de la petanca, los granjeros del maíz, los espantapájaros del huerto, los adolescentes del instituto Lamonjatuerta, camioneros, los tontos del pueblo, los hombres del alcalde y el mismo alcalde entre otros muchos.
   Pocas veces había visto el posadero una reunión de tales características, y allí estaba él, tras la barra, tuerto de un ojo y con la mirada tan sombría como la mismísima muerte, lavando con un trapo un vaso de cerveza en silencio.
   Puede que penséis que es un violador, un asesino en serie, un delincuente clandestino… y puede que tengáis razón, pero mientras miraba a la multitud que por momentos se incrementaban en el interior de su bar, el solo podía pensar una cosa: ``Hoy m’hago l’Agosto´´ y sonrió, antes de empezar a atender a la clientela.

El ambiente era un verdadero caos. Todos gritaban, debido a que algunos estaban medio sordos y otros no oían por el alboroto, sin embargo, todos callaron al oír el escopetazo, el cual apuntaba al techo.
— ¡Pero que l’hases a mi tesho. ¡Joputa! ¡Ti voy a reventar! -exclamó el camarero soltando la jarra haciéndola añicos contra el suelo.
— ¡Silencio! -ordenó recargando el arma-. Abrid paso a Don Tomasino, el dueño y señor de Villamacho, al cual todos debéis obediencia y la gratitud por todo lo que ha hecho por vosotros -El alcalde se levantó del asiento y anduvo hacia colarse por detrás de la barra y alzar las manos.
— ¡Queridos paisanos y conciudanos! Estamos aquí reunidos, todos por lo mismo. La época de sequía en nuestras tierras… ¡Ha llegado a su fin! -Todos los presentes alzaron el puño o la jarra por encima de sus cabezas y dieron un rugido desgarrador-. Está todo dispuesto. Durante estos últimos meses hemos tenido que convivir con el hambre y la sed… -El alcalde hablaba en tono melancólico, como si quisiese compartir con los pueblerinos sus malas experiencias, que al mismo tiempo eran las de todo el pueblo; los oyentes asentían solemnes-. Somos demasiado depredador para tan poca presa… Hemos tenido que subsistir gracias a la amabilidad de algunos vecinos que nos han prestado a sus esposas… ¡Los más valientes en épocas de máxima desesperación fueron a buscar carnaza a los despreciables pueblos vecinos o incluso a la infame metrópolis…! ¡¡Pero eso ha llegado a su fin!! -exclamó lanzando ambos puños al techo, lanzando el rugido, el cual fue devuelto por todos los asistentes haciendo temblar el bar-. ¡¡Silencio!! Malditos perros inmundos. ¿¡Por qué gritáis!? La mayoría de los que estamos aquí seguirán sedientos>>

<<. Solo unos pocos tendrán el privilegio de satisfacer su sed y su hambre con las presas que han llegado a nosotros.
— He oído que son bellísimas -grito uno sacando la lengua y riendo como un loco-. Sacadas de revistas porno.
— Yo he oído que tienen unas tetas enormes, son ubres de vaca. Voy a mamar de ellas como si no hubiese mañana -rio otro entre dientes.
— Seguro que se dejan y todo. ¡Seguro que son unas guarras! -añadió otra voz
— ¿¡Qué edad tienen!? -preguntó con voz calmada uno del grupo de los yayos, un anciano de unos setenta años.
— Yo las he visto -gritó uno del grupo de los adolescentes-. Llegaron esta tarde. Eran por lo menos ocho personas, y había dos mujeres. Una tendría mi edad, unos dieciséis o diecisiete años.
— No, era mayor, seguro. Tendría unos veinte o veintidós años -le corrigió su compañero de instituto.
— ¡Eso da igual! Lo importante es que eran madre e hija. Ambas tetonas… ¡Las tetas más grandes que he visto en mi vida!
— ¿¡Qué dices, mocoso!? Si seguro que no has visto unas buenas tetas en tu vida -le replicó uno de los adultos.

El alcalde, el cual era regordete, se subió con dificultad a la barra:
— ¡Haya paz! Eso da igual. Solo quiero recordaros las normas -hizo una pausa y su puño en alto apuntó hacia el techo con el dedo índice:- ¡Primero! Las violaciones están prohibidas. El que se atreva a violar a esas hermosuras sufrirá el garrote vil -Su mano liberó otro dedo:-. ¡Segundo! Tenéis que respetar que os rechacen. En anteriores ocasiones ha habido accidentes por respecto a este punto… Sé que todos estáis hambrientos de hembra. ¡Pero esto es un torneo de caza! Aquí ganan los mejores. ¿Entendido? ¡¡Es la ley!! Sin la ley solo somos… ¡Animales!
— ¡Solo animales! -repitieron como si fueran eco todos los asistentes.
— ¡Tercero! Prohibido acceder al recinto de esa familia -gritó el alcalde-. No se puede invadir, pues es terreno seguro.
— ¡Seguro! -repitieron los asistentes.
— ¡¡Cuarto!! – vociferó apuntando esta vez con cuatro dedos al techo-. Esta vez pondremos límites de grupo. No queremos que pase lo que sucedió con nuestra querida Suzanna ¿Verdad? -algunos rieron entre dientes-. Cuando haya un grupo de cazadores alrededor de las presas, el resto de grupos tendrá prohibido acercarse o intervenir. ¡¡Podéis usar las estrategias que queráis, pero siempre que sea de manera voluntaria!! ¿Entendido escoria?

Todos gritaron antes de quedar en silencio. El Alcalde ya estaba dando fin a su discurso habitual:
— ¡¡Cinco!! No esperar alrededor de la casa. No queremos que nuestros nuevos vecinos sospechen lo que sucede aquí. ¿Cierto? -todos alzaron el puño o la cerveza mostrando su afinidad al punto número cinco propuesto por el alcalde-. Asegurémonos de que lo hemos entendido. ¿Primero?
— ¡¡No violar!! -berrearon todos al unísono. Los alaridos estaban sincronizados, nadie titubeaba y nadie se equivocaba, no era ni la primera vez ni la segunda que se repetía este ritual. Cada vez que llegaban nuevas mujeres al pueblo, estas reuniones se celebraban pese a que normalmente no había tantos asistentes. Estas se celebraban para acordar que términos se seguirían durante la temporada de caza.
— ¿Segundo?
— ¡¡Respetar el rechazo!!
— ¿Tercero?
— ¿¡Casa de hembra!? ¡¡Espacio seguro!!
— ¿Cuarto?
— ¡Quien llega primero… ¡Se la queda!  -todos rieron esta vez.
— ¿¡Y quinto!?
— ¡No campear!
— ¿¡Y sexto!? -Todos guardaron silencio esta vez.
— Alcalde, no ha explicado cual es el punto número seis -dijo uno de sus subordinados.
— Ya lo sé, maldito perro -dijo riéndose a carcajadas-. Estaba probando que estabais todos atentos. ¡Como alcalde de Villamacho, yo de claro iniciada… La temporada de caza del conejo!

Todos berrearon de alegría, el alcalde había dado su visto bueno tras exponer sus condiciones. Aquello era como una lotería, pues muchos se cruzarían con sus presas, pero pocos podrían interactuar con ellas sin hacerlas sospechar, y menos aún conseguirían abusar de ellas.

Había mujeres que habían llegado a Villamacho, y habían sido lo suficientemente fuertes, fieles e inteligentes para esquivar a todos los hombres que intentaban seducirlas y someterlas. Pero en su mayoría las mujeres caían, presas de todo tipo de estratagemas. La mayoría de veces, traicionadas por su propio deseo y lujuria.
   La regla más respetada en aquel pueblo era no violar ni agredir a las mujeres, pero… ¿Cómo conseguirían estos pueblerinos conquistar y seducir a tan hermosas y fieles mujeres?
   Ninguno en el pueblo lo sabía todavía, pues ninguno había tenido el privilegio de conocer a ninguna de las dos; sin embargo, puede que tanto las recién llegadas Sandra y Olivia, Madre e hija, fuesen las mujeres más conservadoras, fieles, fuertes y testarudas que se hubiesen llegado a su pueblo.

¿Tan poca presa tenía alguna posibilidad de salir victoriosa contra tanto depredador?
¿Tenían los cazadores alguna posibilidad con presas tan hábiles?

El torneo de caza, no había hecho más que comenzar.



Mientras dure la calma. ¿Para qué llamar a la tempestad?

Había multitud de cajas repletas de ropa, enseres de cocina y de baño, trapos, juguetes de los críos como pelotas y consolas. Todavía les quedaba mucho por desempaquetar, pero tras más de seis horas habían logrado hacer que todo aquello pareciese un hogar.
   Joaquín había encontrado un hacha fuera, y había salido al exterior con Rob, Pedro y Jaume a buscar leña. Descubrieron que alrededor de su finca, estaba prácticamente todo rodeado de bosque, y no les costó encontrar árboles y arbustos pequeños que con un par de hachazos fueron trasformados en leña fácil. Mientras ellos iban y volvían, llevando cajas de la mudanza vacías para devolverlas llenas de madera; Olivia y su madre discutían acaloradamente en la habitación que pertenecería Joaquín y su esposa.
— Te juro que no te entiendo, mama. ¡Lo teníamos todo allí! Todo tipo de comodidades. Todo tipo de establecimientos cerca de casa: El gimnasio, el cine, el supermercado, la universidad, todo tipo de restaurantes y discotecas, zona de tiendas… ¡Y todas las amistades que hemos dejado atrás! -gritó totalmente roja y con los ojos llenos de lágrimas. Sandra escuchaba pacientemente, sin alterarse, repitiéndole las veces que fuese necesario los motivos.
— Tu padre necesitaba cambiar de ambiente -contestó mientras vaciaba otra caja y colocaba ropa y enseres en sus respectivos armarios y cajones.
— ¿Y teníamos que irnos a más de cuatrocientos kilómetros de casa? Claro. No podíamos encontrar un ambiente más rural…
— No es lo mismo -contestó ella poniendo énfasis en la última palabra.
— Claro que no. No habría sido lo mismo lo que nos hubiésemos encontrado allí, que lo que no nos vamos a encontrar aquí. Aquí solo hay bares y… selva.
— No hay selva aquí cariño, en todo caso sería montaña y bosque, y hay muchas más cosas que bares. Sé que te ha disgustado dejar la universidad… Pero era necesario.
— Podría haberme quedado allí y alquilar un piso.
— ¿Y a quien recurrirías cuando necesitases algo? ¿A mi querido consuegro?
— ¡No es tan malo como lo queréis pintar!

Sandra se rio amargamente, ya que esa acusación le hizo recordar una experiencia clandestina vivida con el padre de Rob. Nadie más lo sabía, ni siquiera su marido.
— Jordi es un mujeriego borracho y ludópata -Olivia se quedó con la boca abierta-. Ah, claro. Eso no lo sabías -añadió con ironía-. No es que sea mala persona, es que es un bala perdida. Y os habría acabado perjudicando.

Se hizo el silencio en la habitación, hasta que Sandra lo rompió. Dejando lo que estaba haciendo y yendo hasta donde estaba su hija, mirándola a los ojos.
— En Sexopolis hay universidad. Sí quieres seguir estudiando, te compraremos un coche y haremos todo lo necesario para que puedas estudiar allí. Y si quieres trabajar… Pues perfecto. Pero vamos a vivir aquí, y eso no es discutible… -añadió acariciándole la cara-. Tu padre… estuvo a punto de fallecer de un ataque al corazón. Estaba en un punto de inflexión y yo tuve que decidir… Y decidí. Tenemos que intentar no dar disgustos a tu padre, por el bien de su salud.
— Pero yo… -comenzó a decir Olivia, pero sus ojos solo se llenaron de lágrimas motivadas por el sentimiento de impotencia.
— Yo amaba mi trabajo como profesora. Amaba a mis alumnos… Y amaba los amigos que tenía en Madrid, no te creas que eres la única que lo ha sacrificado todo para venir aquí. Pero aquí podremos comenzar desde nuevo… Si quieres irte, hazlo… pero cuando papa esté asentado, y cuando tu tengas unos estudios con los que puedas valerte por ti misma -Olivia no le replicó, se fue a su habitación y se limitó a llorar, sin desempaquetar nada. Sobre un colchón polvoriento y totalmente a oscuras.

***

El cielo estaba inundado de estrellas. Tres linternas cuyos focos iluminaban nerviosos en la oscuridad. Los cuatro hombres habían recogido suficiente leña para las dos siguientes noches.
— Espero que haya muchas tías buenas en este pueblo -declaró Pedro, el hermano mediano de dieciséis años, una vez su padre se hubo alejado con su linterna. Rob y Jaume permanecían cerca de él escuchándolo.
— Seguro que las hay. Estos pueblos siempre están llenos de chicas desesperadas por liarse con chicos de ciudad -agregó Jaume, el hermano menor de catorce años, levantando bien alto la cabeza.
— ¿Y eso donde lo has visto? ¿En las películas? -se burló Rob tirando un palo a la oscuridad como quien lanza un hacha.
— Claro… Como tú tienes a mi hermana… Pero seguro que a la mínima te vas con otra -le chinchó Pedro.
— Con tu hermana tengo suficiente, no me hace falta más. Satisface todas mis necesidades -Rob dijo aquello tras asegurarse que Joaquin, su suegro, no lo escuchaba. El novio de Olivia disfrutaba hablando de aquellos temas con sus dos cuñados, pues sabía lo mucho que les avergonzaba hablar de ellos.
— Entonces… ¿Si aparece una tía buena y mi hermana lleva días sin hacer el amor contigo…?
— Hombre. Entonces me lo pensaría -bromeó de nuevo Rob-. Es broma. Pero yo tampoco me haría demasiadas ilusiones… En estos pueblos solo hay viejos y viejas.
— Suficiente por hoy, chicos. Volvemos a casa -dijo Joaquin volviendo con un puñado de leña.

En las siguientes horas terminarían de desempaquetar, pasarían la noche frente la chimenea en la casa principal, mientras que Rob y Olivia decidieron instalarse en la casa de invitados tras una fuerte discusión, pero debido a que Olivia ya había tragado mucho por la mudanza, no iba a retroceder en aquello. Por lo tanto, y pese a la reticencia de Joaquín a dejarles una casa para ellos solos, Sandra acabé convenciéndolo de que sería lo mejor.
— Mañana iré al pueblo con vuestra madre, a conocer un poco todo Villamacho y ver qué lugares hay, cuales son nuestros vecinos y como funciona todo aquí. Vosotros tendréis como deberes quitar las malas hierbas, y ayudar a Rob y a Olivia a desempaquetar. El resto del tiempo haced lo que queráis.


Y así terminó la mudanza de la familia de Sandra y Joaquín.
En los siguientes días: Sandra, Joaquin, Olivia y Rob buscarían trabajos tanto en el pueblo, como en Sexopolis, ciudad a la que iban ocasionalmente a comprar al supermercado. Sabían que no iban a tener problemas para encontrar trabajo, porque por aquellos lares les habían asegurado los amables y simpáticos vecinos que sobraba.
Estos se mostraron muy interesados en contratar como granjeros y agricultores a Rob y Joaquin, entre otras profesiones, a los cuales invitaron a sus casas, mientras que a Sandra le propusieron trabajar puestos de trabajo como camarera, profesora en el instituto, socorrista y limpiadora.
Los vecinos se mostraron muy interesados en esta familia, muy simpáticos y sociables, una maravilla.

Descubrieron lo a gusto que se podía estar en un pueblo de aquellas características, la paz y la calma que se respiraba lejos de la ciudad. Sin embargo, la calma era traicionera, y rápidamente podía convertirse en un violento huracán.

… Pero eso es paja para otro granero.

Continuará…
...De muchas formas distintas.



9 comentarios:

  1. Muy buen comienzo. Como siempre, vas profundizando poco a poco en la trama y los personajes, creando ambiente y calentando motores, sin embargo te recomiendo pasar el corrector ortográfico porque he detectado varias faltas:
    - "hiervas" es con B: hierbas
    - no se dice "andó", se dice anduvo
    - "nuero" no existe: es yerno (nuera es para mujer y yerno para hombre).
    Y estas son sólo algunas, jejeje, supongo que han sido las prisas... pero en cuanto a la trama, genial. Me ha gustado mucho.

    Un saludo

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    1. Neptuno, de verdad. ¡Muchísimas gracias por esas señalizaciones! No cometo tantas faltas como al principio, pero de estas directamente ni me había dado cuenta.
      Aprendo el hierbas, el anduvo y el yerno (este último conozco la palabra, pero como nunca la uso... Error imperdonable).

      ¡Gracias! Un abrazo!

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  2. Pues los cimientos ya están construidos.
    Ahora "!Ya las musas!"
    La historia es de ellas, !NO de otros!
    ¿Por que tanto hombre en la familia? Son 4.

    Perdón, perdón es que me emociono por ver la lucha entre estas mujeres y sus acosadores.
    Ya no diré nada, mentira pero lo intentare.

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    1. La historia no es de ellas ni de vosotros, es mía muahahah (Risa malefica).
      Yo soy el cesar, y ellos mis gladiadores/as, batallarán para mí en Villamacho.

      CREO que tengo ya en mente cual será la temática del primer capítulo, pero estoy indeciso. ¿Empiezo por ahí? Hay tantas historias, tantas motivaciones, tantos trabajos...

      -----

      De todas maneras, no te calles ni censures, di lo que piensas jajaja. ¡Emocionate!

      Y no, esto es una parte de los cimientos. Piensa que aún falta mucha ''familia'' por conocer: Primos, tios, suegro, nietos... Y aún queda una mujer en la familia por presentar, pero no daré pistas sobre ello.

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  3. Informo de que ya he comenzado el capitulo 1, pero no se si lo continuaré o lo borraré, comenzando desde el principio, más que nada por el tema del enfoque.

    El comienzo puede ser bueno... o no, ya veré. Simplemente tengo la sensación de que es mejorable, no por malo, sino por manera de presentar la historia.

    Iba a hacer una encuesta de cual queriais que fuese la tematica del primer relato, pero ya que es la primera quiero hacerla bien hasta que pille el ritmo.

    Un saludo.

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  4. Zorro ya no digas mas, NO rebeles mas.
    es mejor irnos sorprendernos.
    Animo. "!Cesar!"

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  5. El primer capítulo ya tiene titulo, y se llama macho alfa.

    No estoy seguro de que porcentaje llevo, pero no es ni la mitad.

    Un saludo!

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    Respuestas
    1. Vaya Zorro, me has dejado intrigado, jejeje. Para ser el macho alfa de Villamacho tiene que ser un espécimen de cuidado, jejeje. Lo habremos visto ya en el capítulo cero? Quién será? Bueno, ya veremos cómo nos sorprendes.
      Un saludo!

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    2. Escribi un borrador del primer capitulo, no me convencía. Así que hoy aprovechando que es domingo comencé a escribirlo desde cero. Y se me ocurrió dar un enfoque diferente: Son unas buenas preguntas las que has hecho, pero te aseguro que el titulo ya de por si da MUCHA información.

      Lo que si que voy a decir es que será un relato bastante largo.

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