Marcadores del blog

lunes, 1 de junio de 2015

El masaje a las tres diosas, Parte 2


Argumento
Las tres diosas han sido drogadas con afrodisíacos que las han dejado extasiadas y se dirigen directas a recibir sus masajes de lujo. Lo que ellas no saben es que el masaje se los darán tres ''violadores'' y que es todo una trampa. ¿Conseguirán resistirse al placer de tantos tocamientos indecentes cuando la única excusa de los masajistas es que es un masaje?



Click aquí para ver ''El masaje a las tres diosas, parte 1''






María

Salimos del ascensor y cruzamos con presteza por el desolado vestíbulo para plantarnos en la recepción del hotel. La joven empleada del hotel aguardaba tras el mostrador de mármol con una brillante sonrisa iluminando su cara.
Al acercarnos me tendió tres facturas:
— Un servicio VIP por vale, debéis entregarlo al profesional del sector al que accedéis, en este caso… Los profesionales del spa.
— ¿A dónde debemos ir? —Le pregunté sin andarme con rodeos.
— Una vez entren en el vestíbulo del spa, deben acceder en el pasillo de las salas que usan los empleados para ofrecer los masajes. Es un pasillo de puertas blan…
— Sí, ya sé. Gracias…
— Tifani.
—…Tifani —repetí mientras daba un vale a cada una de mis hijas—. Buenas noches, y de verdad, gracias.
— Un placer ¡Les deseo mucha suerte!

Las tres nos dirigimos hacía el spa siguiendo las instrucciones de Tifani, y mientras andaba me percaté del sofoco que me oprimía y del que me había olvidado tras la inesperada llamada de la recepcionista. Sentía la piel ardiendo como sí esta desprendiese fuego. Nunca me había sentido así; para mí era una sensación totalmente nueva.
Me detuve y miré hacia atrás comprobando que ambas estaban igual; daba la impresión que aparte de estar bebidas había algo más, ¿Pero el qué?
— Pequeñas. ¿Os encontráis bien?
— Me noto rara, mami… —Se lamentó Andrea.
— Eso es porque no estas acostumbrada a beber —Le reprendió su hermana, yo le miré meditando sobre su respuesta. El alcohol podía marear y desinhibir incluso calentar, pero esas sensaciones de sofocos y ardores no podían ser algo normal.
— ¿Qué sientes, Andrea? —Le pregunté optando por hacer caso omiso de Amanda, mientras entrabamos en el vestíbulo del spa.

Andrea titubeó al responder, mientras enrojecida contestaba:
— Siento mucho, mucho calor. Como si estuviese encerrada en un coche en pleno verano un caluroso día de sol… Es insoportable esta sensación —expuso mirándose a los pies.
— ¿Te cuesta respirar? —pregunté preocupada, pese a tener la misma sensación que ella respiraba con total normalidad. El aire estaba tibio y refrescaba mis acalorados pulmones cada vez que inspiraba.
— No…
— Os digo que es la bebida. Hemos tomado demasiado y por eso estamos así —aseguró pedante Amanda.
— Amy, y yo te digo que esto no es normal. ¿Qué sientes tú?
— Seguramente lo mismo que Andrea; no es para tanto —aseguró mi hija mayor con confianza, aunque conociéndola ella debía estar quitándole importancia dado que era demasiado orgullosa como para reconocer que se sentía vulnerable.

Pensé en ir a un hospital de la zona, sin embargo, pese a esos sofocos y los mareos no había ningún síntoma que debiese preocuparme, nada como vértigos, dificultad respiratoria, hemorragias o posibles sarpullidos; además de que los vales caducaban en poco menos de quince minutos y aun debía convencer a ese masajista para que nos hiciese un masaje relajante a las tres.
Miré hacia adelante y reanudé la caminata por el pasillo de alfombra roja, paredes de colores claros y puertas blancas. Había muchas puertas, pero yo fui directa a la del masajista que me atendió al mediodía.
Piqué tres veces pero no escuche respuesta. Abrí de todas formas y, para mi sorpresa, estaba él dándole un masaje a una señora que rondaría los cincuenta años.
— P…Perdón —Me disculpé entrecortada al ver el panorama.
— Ahora te atenderé, María. ¿Puedes cerrar la puerta y esperar fuera?
— C…Claro.

Cerré la puerta y nos quedamos plantadas frente a ella. La espera se hizo larga pero finalmente salieron de la sala la señora junto al pelirrojo.
—Muchas gracias, anda que no he tenido suerte. No me quedaba dinero para permitirme ningún capricho de estos… —manifestaba ella agarrada del brazo de él.
— No hay de qué. Espero que te haya gustado y duermas bien esta noche.
— Eres un ángel. ¡Un ángel! —dijo mientras se marchaba hacía el vestíbulo.

Ese pelirrojo descuidado e insolente clavó sus ojos en mí y con una sonrisa descarada preguntó:
— ¡María! No has tardado demasiado en volver. ¿Qué puedo hacer por ti?
— Somos las ganadoras del sorteo y veníamos a que nos hicieses un masaje a cada una.

La sonrisa de él desapareció, yo me abanicaba compulsivamente con la mano.
— Pero María, son las dos de la mañana casi. Ya he terminado mi turno —manifestó el joven.
— Estos vales caducan a las dos… ¿No podrías cogérmelos y hacernos el masaje ahora o mañana?
— Mi supervisor me mataría si se enterase…
— Todo depende de si tú quieres hacer horas extras o no con una vieja como yo… —Le dije en un fallido intento de seducción pero pareció no hacerle efecto.
— Que picarona eres… —Me concedió con seriedad—. ¿Te acuerdas cuanto te dije que duraba un masaje?
— Era ilimitado, hasta que tú considerases que es suficiente.
— Exacto —Me concedió con un semblante ensombrecido— Pero si el gratuito duró tres cuartos de hora, el completo debería durar una hora y media como mínimo… Y me estas pidiendo que haga tres masajes.
— Visto así… —dije poniéndome en su lugar; ya comenzaba a darlo todo por perdido.

Amanda se adelantó y se interpuso entre él y yo.
— Andrea y yo podemos estar sin masaje, pero mi madre lo necesita. ¿No podrías hacer con ella?

Jon se lo pensó.
— El problema es que me estáis poniendo en un compromiso, porque si le hago un masaje a vuestra madre, deberé hacéroslo también a vosotras…

Dos jóvenes de la estatura del pelirrojo aparecieron al final del pasillo dirigiéndose a nosotras.
— ¡Jon! Termina nuestro turno ya. ¿Te vienes a tomar algo antes de ir a descansar? —Inquirió desde la distancia el que parecía más formal de los dos, no me gustó la manera en que nos miraba.
— Esperaos un momento. ¿Os importaría hacer horas extra con estas tres? Cada una de ellas tiene un vale…
— Mi turno ha terminado, yo no hago horas extras —Le interrumpió tajante, el otro guardaba silenció a su lado mirando a mi hija Amanda.
— Oh, venga… El vale les caduca ahora. Enróllate un poco hombre…
— ¿Sabes cómo estoy de hacer masajes? No voy a hacer un par de horas extra solo por…

¿Un par de horas extra? Eso me sonó raro. El tercer hombre interrumpió al segundo, tenía pinta de macarra y sádico, ninguno de los dos me gustaba.
— Cuenta conmigo, Jon. Estas señoritas vendrán a pasárselo bien y no vamos a disgustarlas, nuestro trabajo es hacer disfrutar… —dijo con una falsa caballerosidad evidente.
— ¿Gay? —inquirió Jon, el pelirrojo, mirándolo intensamente.

El aludido bajó la mirada y respondió:
— Esta bien, pero me debes una.
— No te debo nada, solo me faltaría tener que hacer algo por ti. Si no quieres hacerlo, simplemente vete y ya hago atiendo yo a dos de ellas.

Gay suspiró y negó con la cabeza.
— ¡Bien! Solucionado, tenéis un masajista por vale, aunque… —dijo el pelirrojo que tanto me agradaba, mientras me cogió con suavidad del brazo y, tirando de mí, me apartaba de los cuatro—. Además del vale… ¿Alguna propinilla caerá, verdad? Sería todo un detalle… —susurró él comiéndome con los ojos.
— La verdad es que nos hemos gastado todo lo que nos podíamos gastar… No puedo daros nada… —Me lamenté por no poder recompensarle económicamente—. Nos gastamos lo último en el bar.
— Os hacemos un masaje de lujo gratuitamente y no nos llevamos ninguna recompensa… —dijo claramente insinuando algo.
— P…Podría agradecerte personalmente de cualquier forma en cuanto acabe el masaje…
— Eso me agrada, disfrutare de tu recompensa —aseguró con una cálida sonrisa, yo le correspondí riéndome confundida. ¿Qué estaba diciendo? En una situación normal no me importaría intimar con él, pero debería haber esperado hasta después del masaje para insinuarme. ¿Cómo podía estar tan desinhibida?

Miré a mis hijas que nos observaban y después fulminé con la mirada a los otros dos masajistas que claramente se las deboraban con la mirada. Aguardaban en silencio los cuatro a que tomásemos nuestra decisión.
—Q…Quiero que… —dije llevándome la palma de la mano a la frente, ese molesto calor no me dejaba concentrarme, me forcé a reaccionar—. Quiero que las tres estemos juntas ¿Puede ser? —pregunté imponiéndoselo con una mirada de preocupación, no podía permitir separarme de mis hijas con ese par.
— Lo veo difícil, María… Piensa que los masajes tienen que ser relajantes en un ambiente de silenció. Además…
— Seguro que encuentras una solución en la que mis hijas y yo podamos estar juntas —dije dejando claro que no quería oír ninguna otra cosa que no fuese una respuesta afirmativa por su parte.
— Claro, así será —aceptó con picardía; se dio cuenta de que insistir habría acabado en discusión. Chico listo.
— Gracias, pelirrojo —dije negándome a mencionar el nombre que le había escuchado decir al otro.
— Me llamo Jon —Me corrigió con una sonrisa.
— Pelirrojo te pega más. Andrea; Amy… ¡Venid aquí! —ordené mientras Jon me abría la puerta blanca de una de las salas, dentro de ella solo había una camilla— ¿Cómo lo haréis? —Pregunté a Jon alzando una ceja mientras entraba con mis hijas dentro de la sala—. Solo hay una camilla.

El joven no apartó la vista de mis ojos, y se mantuvo apoyado en la puerta aún abierta.
— Tranquila; soy un hombre de recursos. ¿Podéis ir poniéndoos los albornoces? Gracias. —preguntó mientras cerraba la puerta.

Yo me volví hacia ellas dos intentando ser rápida y concisa.
— Escuchadme bien: no vamos a renunciar a estos masajes, pero podría ser que vuestros dos masajistas toquen más de lo debido. Debéis dejar claro que no queréis nada de esto y que solo estáis aquí por el masaje. ¿Entendido?
— Mama… Somos mayorcitas, no nos digas lo que debemos hacer —Me desafió Amanda claramente mareada.
— Amy, no es momento para desafiarme. Sé muy bien como os estaban mirando esos dos. Si os toca Jon, el pelirrojo, no habrá problema porque es respetuoso, pero los otros dos van a ir a lo que van.
— Mami. Yo no quiero nada de esto… —aseguró Andrea tan tierna como siempre, yo me acerqué a abrazarla.
— No te hagas la victima que aún no te han hecho nada… —Le atacó su hermana.
— Amy, déjala en paz. ¿Acaso tantas ganas tienes de qué te manoseen?

Amy enfureció su semblante ante razonamiento.
— ¡Claro que no quiero que me hagan nada! Yo no soy como tú o ella —Nos acusó señalándonos con el dedo—. Solo digo que los pondré en su sitio si tocan algo que no deben, pero no debes decirme lo que tengo que hacer.
— Vaya carácter tienes, te pareces a tu abuelo—Me lamenté rindiéndome de dialogar con ella—. Sacaros la ropa dejando solo la ropa interior. ¿Entendido?

Busqué con la mirada la percha de las batas, encontrándolas con facilidad. Estas no eran de lana ancha como la que me probé al mediodía cuando Jon me hizo el masaje de prueba, estas eran de seda increíblemente ligera. Algo no cuadraba ahí, pero mi mente no conseguía realizar las conexiones pertinentes. Estaba borracha y acalorada, quería simplemente rendirme, estirarme sobre cualquier sitio y relajarme.

Me comencé a sacar la ropa viendo de reojo a mis hijas hacerlo también. Una lencería ajustada y seductora del blanco más puro resplandecía la clara figura de Andrea, su pelo liso y rubio caía sobre su hombro.
Amanda, en cambio, llevaba un sujetador y un tanga rojos que dejaban claro que no esperaba visita. En mi caso, podía decirse que mi lencería ajustada era tan sexual o incluso más que mi hija Andrea con la diferencia de que la mía era negra.
Sí esos tres nos veían siquiera con la ropa interior iban a malinterpretar las cosas. Comencé a buscar otras batas con más relleno, pero no encontré ninguna. ¡Maldita sea!

Ambas se estaban poniendo ya sus batas no se transparentaba nada, pero eran tan ligeras que no me transmitían confianza. Busqué en los cajones y los armarios de aquella sala blanca sin encontrar nada más que variados utensilios de usos fisioterapéuticos.
Me resigné a desnudarme y ponérmela yo también.
— Andrea, Amy… No bajéis la guardia. ¿Vale? —Les pedí; mi mente no podía pensar ya que estaba centrada en mantener a raya esas sensaciones sofocantes que me dificultaban el respirar, impidiéndome el ver que ahí pasaba algo raro.

Justo en ese momento entraron el pelirrojo junto a los otros dos, cada uno llevaba un cilindro que tiraron al suelo de forma paralela. Al tocar el suelo se desenrollaron y comprendí que eran colchones portátiles de acampada bastante grandes.
— Veo que ya estáis listas —dijo uno de los dos—. Yo no soy Gay. ¡Él es Gay! Yo me llamo Loki —Se presentó golpeándose los pectorales con el puño cerrado y señalando a su compañero—. Ya conocéis a Jon. Os voy a explicar resumidamente en que se trata el masaje, la duración aproximada y luego atenderé cualquier pregunta que tengáis antes de empezar. ¿Sí?

Yo asentí sin quitarle los ojos de encima.
— Cada uno de nosotros se centrara en una de vosotras. Los masajes son tanto por delante como por detrás y usaremos aceite caliente de primerísima calidad. Antes de comenzar los masajes cada uno os crujiremos partes de la espalda ya que esta con el tiempo tiende a “perder movilidad”, cuando oigáis un crujido significara que estamos restaurando o, dicho de otra forma, desbloqueando la movilidad en vuestras vertebras y otras articulaciones —dijo con voz pausada.
—Una vez hecho esto, comenzara el masaje. Cuando terminé el masaje se os da a elegir untaros crema, chocolate o aceite. Eso ya es decisión vuestra…

Alcé la mano procurando atraer su atención y me di cuenta que estaba temblando, para los demás era claramente imperceptible, pero para mí era tan claro como el agua.
— ¿Cuánto duran los masajes?
— Pueden alargarse o acortarse dependiendo de lo que consideremos nosotros.
— Entiendo…
— ¿Podéis estiraros boca abajo? Comenzaremos por ahí… —Solicitó Jon señalando a las tres colchonetas.

Me dio falsa impresión de que Gay se tele-transportó tras Andrea, esta se sorprendió tanto como yo.
—Querida, yo me encargaré de ti. Según parece tienes un cuerpo muy delicado, tanto como tú piel y yo estoy especializado en las cosas delicadas —Le dijo con una falsa caballerosidad evidente; yo tenía ya mis años y a mí no me la colaba.

Jon se plantó delante de mí y me cogió de la mano clavando sus ojos en los míos.
— Yo me encargo de ti, María —declaró mientras de reojo veía al macarra restante dirigirse a mi otra hija.
— Me gustan las castañas y tengo suerte, porque falta mucho para otoño y tú pareces estar a punto. —Le oí decir, le fulminé con la mirada para después mirar a Amanda.
— Es una pena que esta castaña no sea para ti —Le contradijo con una sonrisa mi hija, me tranquilizó ver que ella no sucumbiría tampoco a sus encantos.

Las tres nos estiramos cada una en nuestro respectivo colchón, entre cada una debía haber metro y medio aproximado de separación. Yo cerré los ojos y dejé la mente en blanco confiando en que esos tres hombres no intentasen nada.




Tifani

Ya estaba en mi habitación estirada en la cama, acababa de terminar mi turno. Quedaban ocho horas para que tuviese que volver a trabajar. Lo normal sería que cerrase la luz y me pusiese a dormir, pero estaba demasiado caliente para dormirme.
Conecté el cargador del portátil a la corriente, también enganché el ratón a su puerto USB y dejé el ordenador encima de la cama.
Agarré del baño un rollo de papel, me bajé los pantalones de trabajo dejándome solo las bragas, cerré la cortina de la habitación y coloqué un par de almohadas en el respaldo de la cama.
Me estiré en la cama y, colocándome el portátil encima de los muslos, levanté la pantalla. Busqué el programa de las cámaras de Loki y nada seleccione la opción ºlive.

Tenía que estar volviéndome loca. ¿De verdad iba a masturbarme viendo cómo las manoseaban? No, lo que me estaba volviendo loca era pensar en cómo esas tres iban a ser abusadas por esos salvajes; era demasiado morboso y yo no podía resistirme.

Me sorprendí al ver que no había nadie en la primera sala, tampoco en la tercera ni la cuarta. Los encontré en la sala número siete a los seis juntos y eso me sorprendió.
Cada sala era rectangular, y había unas ocho cámaras y micros escondidos en diferentes superficies, pero dos en especial se encontraban en las esquinas de la sala; una en cada extremo enfocando en cruz para tener distintos puntos de vista, por lo tanto no había puntos puertos y no me perdería detalle alguno. Una cámara enfocaba directamente a las caras de ellas, la segunda cámara estaba enfocada a sus pies y sus traseros, de esta forma no pasarían nada por alto.
No era la primera vez que los veía hacer horas extra. Solo Loki sabía que de vez en cuando les espiaba un poco, y grabar todo aquello era un as en la manga que él tenía por si había que chantajear a las víctimas; aunque de todas formas no había hecho falta nunca.

Los tres estaban de pie en los fregaderos; estaban en la fase de humedecer las toallas con agua caliente.
Yo aproveché para agarrar los auriculares y conectarlos.

Los tres se colocaron cada uno a un lado de su respectiva víctima y les colocaron la toalla húmeda sobre los hombros.
— ¡Ahhh! ¿Qué es eso? —Preguntó la rubia mientras se estremecía—. ¡Está muy caliente!
— Es una toalla humedecida con agua caliente, tu solo relájate.

Jon presionaba con ternura los puntos clave del cuello y de los hombros de la madurita. Mientras que Loki estaba siendo claramente más rudo, con una sonrisa malévola ensombreciéndole el semblante.
Comenzaron a descender de los hombros presionando la toalla contra la espalda.
A medida que iban bajando podía apreciar como las batas se ceñían y transparentaban debido a la humedad.
No tardaron en llegar a las caderas; al cambiar de cámara al otro lado de la habitación vi como las tres alzaban sutilmente sus nalgas. Ignoro si sería intencionadamente, pero ya no debían tener demasiada resistencia debido a los afrodisiacos.
— ¡Ahhhh! —A la rubia se le escapó un gemido que los otros cinco ignoraron.

Cambie a la tercera cámara ubicada en el mueble que estaba a sus pies. Desde este punto de vista podía verlas estiradas y podía visualizar también la tira de los tangas entre sus piernas. Los tres se detuvieron para centrarse en masajear las caderas que debido a la humedad de las toallas se enganchaban a la piel de estas, transparentándose hasta tal punto que incluso yo podía ver sus tangas. La madre morena y su hija mayor, la de pelo castaño dejaban escapar continuos suspiros mientras alzaban sus caderas cada vez más.
Loki me sorprendió al osarse a soltar la toalla y agarrarle las nalgas por encima de la toalla.
— ¿¡Q…Que haces!? Suelta —Se resistió hija mayor meneando el culo, pese a eso su exigencia no sonó con demasiada convicción.
— Es parte del masaje, estoy presionando para destensar los músculos. Tranquila: entre tus caderas y mis manos están tu bata y la toalla. Relájate y no te tenses. —dijo Loki con seriedad fingida.

La joven suspiró rindiéndose. Los tres continuaron bajando, masajeando los muslos, la parte interna de las rodillas, los gemelos, los tobillos, la planta de los pies y finalmente los dedos.
— ¿Podéis daros la vuelta? —Solicitó Jon con una voz tranquilizante.

Los tres se levantaron y dejaron las toallas usadas en un cubo de ropa sucio. Agarraron otras que estaban sumergidas en el agua caliente. Las escurrieron y volvieron a arrodillarse al lado de ellas.
Reanudaron el masaje colocándoles la toalla alrededor del cuello.
— Empezaremos a aplicar el aceite —avisó Gay.

Cada uno con su bote de aceite que ya tenían preparado, se untaron las manos hasta que quedaron rebosantes, goteando sobre las batas de ellas.
Las palmas de los tres encontraron los pechos de cada una e insolentemente comenzaron a masajearlas.
— ¡Eh…! —Se quejó sin ganas la madurita.
— ¡Quita las manos de ahí! —ordenó la hija mayor demostrando mucha resistencia que su madre y su hermana pequeña, e hizo un ademan de levantarse, pero fue aplastada por la mano de Loki.
— Tranquila, es parte del masaje.
— Pues no lo parece… ¡Imbécil! —exclamó ella quitándole las manos de encima.

Gay en cambio tuvo más suerte, apartando los bordes de la bata dejó el sujetador de color blanco a la vista, parecía estar a punto de explotar.
La rubia se llevó un nudillo a la boca y lo mordió, él le bajó el sujetador dejando sus endurecidos pezones al aire.
— ¡Oye, tú…! ¿Qué haces? —preguntó con inocencia ella, le bastó con recibir como respuesta un “es parte del masaje, relájate” para conformarse; comenzó a ahogar gemidos mordiendo su puño. Su cara era un poema, sus ojos cerrados mientras Gay sobeteaba sus pechos. Era tan linda…

La madre, en cambio se mordía los labios y se revolvía sobre sí misma. Jon jugo con sus tetas sobre su bata hasta que las saco hábilmente de ellas. La bata se deshizo cayendo las solapas por los costados, quedando unida únicamente por el nudo de la cintura y dejando visibles su pecho y su ombligo empapados por el aceite.
Su sujetador negro con pequeños trozos sutilmente transparente parecía quedarle muy pequeño.
— Jon… —dijo ella dejando de revolverse y agarrando tiernamente las manos de su masajista—. No…
— Es parte del masaje.
— Eso no… —se apresuró a rebatir la madurita, pero su réplica fue fácilmente silenciada por un gemido fruto del pellizco en los pezones al bajarle el sujetador y dejarle las ubres sueltas.

Loki se las había apañado para masajear las bordes de los pechos de ella; yo comencé a admirar a la hija de pelo castaño debido a la resistencia que demostraba tras haber sido “marcada” con el afrodisiaco. ¡Que enorme fuerza de voluntad!

Continuaron bajando cada uno a su ritmo, masajeando los costados de las costillas, el ombligo y las caderas. Las tres comenzaron a gemir sonoramente cuando ellos iniciaron las caricias entre los muslos, apartando las humedecidas batas.
— No… —Se negó la madre titubeante mientras se contoneaba sujetando la mano de Jon.
— Eso sí que no… —dijo la hija mayor con decisión desafiando con la mirada a Loki; yo cambié la cámara buscando visualizar lo que pasaba mejor de cintura para abajo; la joven tenía agarrada con las dos manos la muñeca de él.
— ¿Es… parte del masaje? —susurró como si no se lo creyese ni él e inmediatamente hundió los dedos por los bordes del tanga introduciéndolos en la vagina de ella, que le hizo poner los ojos en blanco mientras se mordía los labios.
— ¡Muérete! ¡Imbécil! —consiguió balbucear entre gemido y gemido.

Su hermana en cambio no daba problemas a Gay, que le sobeteaba uno de los pechos, pellizcándole el pezón. Con la otra mano ya introducido los dedos por debajo del tanga blanco, y masajeaba en círculos el humedecido clítoris de la hija rubia.

Jon se colocó entre las piernas de la madurita y, bajándose la bragueta, sacó una vigorosa polla decorada por incontables venas; era monstruosamente enorme. “¿¡Como puede ser tan vago, siempre hace lo mismo!?” Pensé riéndome mientras acariciaba mi coñito ligeramente mojado. Él era tan perezoso que siempre que podía se saltaba los preliminares que eran, en mi opinión, lo más importante.
Sin embargo ella pareció estar de acuerdo conmigo y se alzó claramente titubeante apartándose de él.
— Esto… No forma parte… Del masaje —dijo cubriéndose con la bata, que estaba tan mojada que no ocultaba nada. Negaba con la cabeza mientas apartaba a Jon.
— Oh, venga María. No me dejes “así” —suplicó sonriendo él.

El acto de resistencia de ella pareció influir en sus dos hijas que se alzaron también, me daba la impresión de que hasta ahí habían llegado… Pero yo seguía sin poder creérmelo, ¿Cómo podían resistirse todavía?
— V…Vamos a vestirnos.
— Venga María. Dijiste que me compensarías de alguna forma ¿Se te ha olvidado? —Negoció Jon con una cálida sonrisa. Os estamos haciendo un masaje de forma gratuita fuera del horario, sin propina alguna. Ahora mismo no somos masajistas del hotel, somos civiles. ¿Vais a dejarnos “tan duros”?

María bajó la cabeza y volvió a negar con la cabeza balanceándola de un lado a otro claramente mareada. Podía notar como le costaba respirar y veía como sus pómulos se encendían.
— Esta bien… Os compensare… yo —dijo poniéndose de rodillas sobre su colchón—. Andrea, Amy… Vestíos y salid de la habitación.

Loki se rió como un loco mientras sostenía desafiante la mirada a la hija de pelo castaño.
— Estas dos están más cachondas que tú, vieja. Seguro que te mueres por mi polla. ¿Verdad, preciosa? — Loki sonrió maliciosamente—. Mira como has dejado mis dedos, putita.
— Te jodes, imbécil —dijo ella devolviéndole la sonrisa—. Podemos gritar a pleno pulmón hasta que alguien venga.
— Estas salas están insonorizadas —Le replico Loki con seriedad, después sonrió de nuevo—. Podemos hacer esto por las buenas o por las malas. Yo prefiero que lo hagáis voluntariamente y colaboréis.

La Rubia aún tenía sus ubres colgando, desnuda de cintura para arriba. No me dio la impresión de que ella quisiese irse tampoco. La madre miró a Jon y susurró:
— Si de nada sirve gritar… ¿Solo debemos hacer que os corráis, verdad?
— Así es, en cuanto nos quedemos satisfechos continuaremos con el masaje y os podréis ir tan dignamente como si aquí no hubiese pasado nada —prometió Jon.
— ¿E…Estáis seguras de esto? No habrá marcha atrás, puedo encargarme yo —preguntó preocupada la madre.
— No mama, no voy a dejarte a solas con este bestia —dijo la hija mayor fulminando con la mirada al masajista macarra.
— Y… Yo tampoco —Se apresuró a tartamudear su hermana mirando al suelo, incapaz de sostener la mirada a Gay.

Las tres se arrodillaron frente a sus masajistas los cuales estaban totalmente empalmados, sus caras de guarras deseosas de polla eran un poema. Ellos se las habían apañado para someter a una madre y dos hijas, y eso iba a acabar muy mal para ellas, pero aún no lo sabían.
Cambié el ángulo de la cámara para poder ver las tres mamadas con todo detalle.

Las tres agarraron los tres rabos simultáneamente: La rubia lo hizo con sutileza y timidez, como si no supiese bien que debía hacer ya que miraba a cada momento a su hermana procurando imitarla. La hermana mayor la agarró con decisión y comenzó a lamer el glande sin dejar de mirar a los ojos a Loki, tras unos ligeros lametones a la punta se dispuso a lamer en vertical el tronco.
—Enséñame la lengua —susurró Loki y ella como si se burlase de él lo hizo; el masajista colocó el glande en su lengua y la introdujo lentamente, restregando el prepucio contra sus labios mientras agarraba por la nuca a la joven. Ella se resistió hasta que comenzó a ceder a la presión, su mirada desprendía odio puro. La castaña comenzó a tener nauseas obvias en cada nueva embestida. Loki había conseguido introducir la mitad y ella ya se ahogaba. Las náuseas eran cada vez más intensas y los hilos de saliva colgaban de sus labios cuando éste le permitió retroceder.
— C…Cabr… —Intentaba decir ella mientras contenía la tos y se enjugaba con la muñeca los hilos de saliva—. Cabrón.

Loki se la volvió a meter esta vez hasta la campanilla, provocando que el semblante de esta se tornara azul tras unos cuantos segundos de asfixia. Los ojos de la de pelo castaño se pusieron en blanco mientras aporreaba los muslos del joven. Tras unos ligeros meneos de cadera volvió a liberar su cabeza para que respirase.
La madurita en cambio lamia con una sonrisa lujuriosa los testículos de Jon, que estaba apoyado en la única camilla de la habitación.
Con una mano lo masturbaba y mientras con la boca los chupaba con la mano restante se masturbaba.
— Podrías usar “esas”, porque si no es un desperdicio. —Le sugirió Jon señalando a sus pechos.

Ella se los miró para después volver a mirarle a los ojos.
— ¿Cuáles…? ¿Éstas? —preguntó inocentemente mientras se bajaba el sujetador hasta la cintura y apartaba los bordes de la bata. Sus enormes pechos botaron hasta ser agarrados por sus manos y ella los posó sobre los muslos de Jon, presionándolos una ubre con otra estrujando la monstruosa polla de Jon. Cambié de cámara para obtener otro ángulo mejor y conseguí visualizar el glande de este sobresaliendo por el escote de la madurita.

La morena comenzó a “botar”  sus tetas sobre los muslos de él provocando una expresión de placer en Jon.
— ¿Ves, María? Las mejores cosas de esta vida son gratis. Esta paja no me ha costado nada.
— Te ha costado hacerme un masaje… Dos, en realidad —Se corrigió mientras apretaba el mentón contra su propio cuello y, sacando la lengua, dejó caer un hilo de saliva sobre el estrujado glande. Juntando la lengua contra la punta de este comenzó a chuparla y él presionó con la mano en su nuca para que ella chupase más.

Centré mi atención en la rubia que aún continuaba haciéndole una paja únicamente con las manos.
— Quítate las bragas —Le ordenó Gay, y ella lo hizo. Después le quito el sujetador y le pidió que se estirase en el colchón, dejándole únicamente con la bata puesta, la cual no tapaba prácticamente nada—. ¿Sabes lo que es un sesenta y nueve?
— Un numero —bromeó ella con una inocente sonrisa
— Yo te como el coñito y tú me comes la polla —dijo Gay haciendo caso omiso del chiste malo.
— V…Vale —respondió ella intimidada por su seriedad, y se estiró boca arriba; tuve que cambiar de ángulo a otra cámara para poder ver bien.

Ella se colocó estirada boca arriba esperando a que él le metiese la polla en la boca, y lo hizo.
Agarrándosela, Gay la dirigió hacia la boca de ella.
— Saca la lengua —dijo observando su expresión. Yo le conocía y disfrutaba humillando de esa manera. Ella obedeció sin pensárselo dos veces y sacó la lengua esperando a recibir su ración de polla que no tardó en llegar. El bestia de Gay introdujo de una sola embestida su paquete hasta lo más hondo que pudo en la profunda garganta de la joven que, para mi sorpresa, ni se inmuto. Tal vez le iba a costar respirar, pero no parecía tener náuseas y el pene no era precisamente pequeño—. Así… Oh, si… Que bien tragas, perra… No pares…

Gay comenzó a devorarle el depilado coñito moviendo salvajemente el mentón entre sus caderas, ante eso ella si reaccionó, poniendo los ojos en blanco y perdiendo la compostura. Las caderas de él aumentaron el ritmo aplastando la cabeza de ella contra el suelo.

Loki llamó mi atención al agarrar a la hija mayor y llevarle hasta el fregadero. Cambié de cámara a la que estaba en el fregadero, visualizando el torso de él y las ubres de ella frente al grifo.
— Lávate la boca, guarra.
— No es inteligente hablar así a quien te la chupa, ya que podría morderte —Le advirtió ella obedeciendo con lavarse la boca.

En cuanto lo hizo, Loki la agarró de la muñeca y se la llevó al otro extremo de la sala agarrando una silla y sentándose encima.
—Quítate el tanga —Le ordeno.
— ¿Qué? —pregunto molesta ella.

Loki suspiró y le bajó la prenda de un tirón.
— Maldito imbécil, como intentes metérmela te aporrearé…
— Si lo estas deseando.
— Yo te he advertid… —Le amenazó ella hasta que este tiro de ella sentándola encima de su polla— ¡Ahhhh, joder! —Masculló dejando escapar un sonoro gemido.

Pude ver como restregaba los labios de su vagina contra el tronco de su pene.
— La tienes grande… ¡Así que la excusa de la meto por accidente no va a colar! ¿¡Me entiendes!? —Se adelantó ella, me hizo reír ya que era algo que el usaba mucho.
— No pensaba hacerlo; solo frota y calla — Mintió gimiendo Loki, plantándole un beso a la combativa joven la cual se resistió al principio apretando fuertemente los labios, pero a los pocos segundos comenzó a menear la cadera restregando su coño contra el paquete de este, y poniendo los ojos en blanco, permitió a Loki meter la lengua.
— Córrete rápido… —Le suplicó ella como sí cantase; era la voz más porno que había escuchado en mi vida.
— Haz que me corra —ordeno Loki riéndose—. Pajeame en esta posición.

Como a ella le interesaba que se corriese rápido obedeció, agarrando entre sus piernas el rabo de él y frotando el glande con sus yemas mientras que, con su vagina, masajeaba el tronco.
Fundiéndose en un beso intenso aumentó el meneo de la paja.

Jon estaba sentado en el colchón  y la madre estaba sentada entre sus piernas dándole la espalda apoyada en el torso de este. Daba la impresión de que presionaba sus nalgas contra la verga del masajista vagabundo. Este mordía el cuello de la madurita mientras ella acariciaba con una de sus manos su largo pelo escarlata.
— No nos vamos a correr hasta que la metamos… Así que deberíamos irla metiendo. ¿No?



María

—…Así que deberíamos irla metiendo. ¿No? —preguntó mi amante, y yo inmediatamente supe que no quedaba otra. ¿Resistirnos? Eran mucho más fuerte que nosotras, mas corpulentos y con más convicción. Al menos podía negociar que lo hiciesen con protección.
— No…
— Venga, lo vamos a hacer queráis y no. Y lo sabes, preciosa.

Titubeé y observé a mis dos hijas: Amanda botaba sobre los muslos del macarra, restregándose contra su polla salvajemente. Él no tardaría en metérsela y, si no lo hacía él, lo haría ella que parecía estar descontrolada. Y ninguna de las tres tomábamos la píldora.
Andrea en cambio, seguía haciendo un sesenta y nueve pero ella era mucho más sumisa y no confiaba en que se resistiese al otro.
— Solo si os ponéis condón y no lo sacáis mientras tenéis sexo con nosotras… —Negocié. De pérdidas al rio.
— Hecho —aceptó sin rebatirme, me alivió inmediatamente al ver que no me había equivocado con él—. Pero no tenemos condones.
—Y…Yo sí… Los llevaba por si acaso, no porque los use demasiado… —Me excusé mientras notaba arder las facciones de mi cara. ¡Qué vergüenza!
— Entiendo ¡Que suerte que los hayas traído! No querría que quedases embarazada… Tú, ni tus hijas. —aseguró y yo, por alguna extraña razón, le creí.

*****

Cada una estábamos estiradas en nuestro respectivo colchón de piernas abiertas y completamente desnudas. Cada masajista estaba entre ellas colocándose el condón. ¡Los tres la tenían enorme! Me sofocaba el pensar en lo apretada que estaría esa monstruosa polla en mi interior.
Notaba como mis muslos resbalaban al frotarlos ligeramente y no pude evitar morder mis labios mientras se la miraba.
Miré a mis dos hijas por encima del hombro, nunca antes imaginé que acabaría teniendo sexo delante de ellas. Pero ellas al igual que yo tampoco parecían darle importancia, estaban tan calientes como yo o más, concentradas en lo que tocaba.
Los condones les iban muy apretados a los tres pero no tardaron en estar listos. Podía escuchar las agitadas respiraciones de las tres resonando en la habitación.

Jon apuntó su glande encapuchado contra mi orificio y presionó contra él sin llegar a meterlo.
Estaban listos, y nosotras íbamos a ser ensartadas en breve. Pude oír los gemidos de mis hijas a mi izquierda y, al mirarlas. Vi a sus respectivos machos situarse entre sus piernas y colocando las pollas en sus respectivas vaginas.


Tifani

Los tres empalaron a la vez a las tres mujeres de la sala, la sala se llenó de sonoros gemidos y puntuales alaridos.
Loki bombardeaba el coño de la hija mayor con furia y desesperación, Jon lo hacía con suavidad mientras le besaba y Gay agarró lo tobillos de Andrea presionándolos contra el suelo.
Las tres estaban recibiendo una tremenda follada con condón pero yo sabía que eso no duraría mucho. ¿Quién sería el primero en quitarse el condón? ¿Ellas lo sabrían cuando pasase o lo ignorarían?
Pensar en que ellas se quedasen preñadas por esos bastardos me calentaba, y que fuesen folladas sin piedad me hacía perder la cabeza.
Ya no podía aguantar más: estaba mojando la colcha, así que introduje mis dedos en mi peludo coño y comencé a masturbarme salvajemente centrándome en Loki.
En cómo se enderezaba y machacaba a esa joven que no tardó en cruzar sus piernas alrededor de sus caderas.
— ¡Ahhh! ¡Ahhh!... ¿Eso es todo? —Gemía la castaña burlándose de él, provocando que acelerase. La muy indecente se pegó a él como una lapa y clavó sus dientes en su hombro haciendo que este gimiese y redujese el ritmo con embestidas más lentas pero más potentes—. Ohhh… Que cabronazo… ¡Así n… Ahhhh Ah Ah AHHHH! —El chapoteo obsceno evidenciaba el trabajo bien hecho de Loki.

Me centré ahora en Gay, que se había estirado boca arriba. La rubia estaba inclinada hacia él besándole mientras botaba sobre la vigorosa polla de este.
Gay manoseaba esas enormes nalgas y le azotaba.
— ¿Hoy es un día peligroso para ti, rubia? —Esa pregunta captó mi atención; conociéndole no tardaría en quitarse el condón.
— Me llamo Andrea… Y sí, no tomo píldora.
— Tranquila, tengo puesto el condón —La tranquilizó—. Date la vuelta, quiero follarte viendo tu culo y tu espalda.

Ella obedeció sin rechistar, mientras se daba la vuelta vi como Gay tiraba de su glande y después escondía “algo” debajo del colchón.
Andrea se puso de cuclillas sobre la verga y, agarrándola con la mano, apuntó la punta contra su orificio y bajó lentamente.
Pude ver como Gay se desesperaba y, agarrándola de las caderas, embistió contra su coño metiéndola hasta el fondo .
— ¡¡Ahhhhhh!! —gimió ella abriendo mucho los ojos y sacando la lengua—. No seas tan rudo…
— Mierda… Mueve las caderas más duro, Andrea.

Ella subía y bajaba hasta que Gay la agarró del pelo y tiro de él provocando un alarido de ella. Esta perdió el equilibrio y cayó sobre su rabo quedándose empalada.
— No te quedes quieta, restriégate guarrilla.

La rubia como si ya no pudiese subir y bajar comenzó a moverse de adelante hacia atrás, describiendo círculos con la cadera, restregando la entrada de su útero con el glande de este.
— Me voy a correr, muévete más.
— Llevas condón, así que está bien, córrete… ¡Ahh! ¡Aaahhh! ¡Ah Ah Ah! — Gay la agarró por las caderas y comenzó a embestirla en esa posición salvajemente, ella puso los ojos en blanco dejando caer la cabeza hacia atrás— ¡Ahh! ¡Ahh! ¡Ahhhhh!

Una última embestida golpeo el coño de ella, y un líquido blanco comenzó a desprenderse de este.
— Que calorcito siento… —Gimió ella dejándose caer sobre el torso de Gay que dio unas ultimas embestidas restregando bien el glande dentro de ella— ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! ¿Ya te has corrido?
— No, aún no… —respondió él, ella se la sacó y se estiró junto a él fundiéndose en un intenso beso.

Esta chica o era lo más puro e inocente que existía o no deba más de sí, tenía claro que a su madre y su hermana precisamente no se parecía.

Loki agarró del pelo a su hermana mayor y la empotro contra la pared. Ella alzó el culo mientras.
— ¿Hoy es un día seguro para ti?
—No, no lo es…
— Se me ha roto el condón, así que lo mejor será que me lo quite —Le informó Loki mientras se arrancaba el condón.
— ¿¡Se te ha rot…!? —Comenzó a decir ella, pero rápidamente fue ensartada por él. Tuvo que morderse los labios para no gemir—. ¡Cabronaaazooo! ¡Ah!¡Ah!¡Ah¡¡Ahhhhh! —Sus gemidos se volvieron incontrolables cuando este agarrándole de su largo pelo, lo apartaba para poder morder su cuello. Los azotes no se los esperaba y pareció hacerle perder el norte porque ante cada cachete alzaba más y más el culo. Un chapoteo incesante sonaba en cada nueva embestida.
— ¿Te falta mucho? Avísame ¿¡Vale!?
— No me voy a correr todavía, tú de momento calla y chupa —ordeno Loki poniéndole los dedos dentro de la boca y golpeando sus nalgas con más intensidad. Él macarra se acercó a su oído y le susurró—: Si me corriese dentro accidentalmente… Ya no deberíamos preocuparnos más. ¿Verdad?
— Sí… Sería una tontería pero no te corras dentro ¿¡Vale!?
— Claro, no quiero que te quedes preñada — mintió claramente Loki, apretando el ritmo y follándosela más rápido tirándole del pelo y azotándola de nuevo.
— ¡Ahh! Cabrón ¡Ohhh! No tan fuerte, así me vas a partir… ¡Ahhh! ¡Ah!

Jon estaba cabalgando a la madre, la cual estaba a cuatro patas sobre sus rodillas y sus codos con el culo alzado.
— ¿Te gusta cómo te follo?
— Me vuelve loca —Admitió.
— Pues esto te va a encantar —dijo Jon sacándole la polla y posteriormente el condón sin que ella se percatase. Introdujo los dedos índice y corazón en forma de gancho orientándolos hacia arriba, restregando las yemas por dentro y obligándole a levantar mucho más las nalgas.
— ¡Ahhhh! ¿¡Que haces!? ¡Ahhh!
 — ¡Levanta el culo! —ordenó azotándole sutilmente—. Ahora date la vuelta, estírate boca arriba.

Ella obedeció quedándose abierta de piernas, Jon se ubicó entre ellas. Comenzó a restregar el glande contra el clítoris y más tarde a aporreándolo con el mástil, provocando un sonoro chapoteo.
— E…Esta sensación ¿¡Te has quitado el condón!? —Le inquirió ella abriendo mucho los parpados.
— Sí —reconoció Jon con su sonrisa de buenazo. Ella se adelantó y la agarró con ambas manos impidiendo que la metiese.


María

El pelirrojo apuntó con su monstruoso nabo a mi interior y yo me apresuré a agarrar el tronco de este con ambas manos, conseguí que evitar que la clavase de una sola embestida deteniendo totalmente su avance.
— N…No me la metas sin condón, no quiero quedar embarazada…
— Tranquila, me correré fuera. Ahora deja que te la meta —Mintió empujando sus caderas contra mi coñito. Podía sentir su durísima punta rozaba ya la entrada de mi orificio, cada vez acercándose más y más.
—S…Si la metes me arriesgo igual… N… ¡Ahhh! ¡Ahhhhh! ¡Para! ¡No! —Se me escurrió un poco su falo introduciéndose su extremo en mi inundada vagina— ¡S…Sácala! —exclamé a duras penas, en realidad deseaba tenerla dentro pero el riesgo de embarazo era demasiado alto.

Comenzó a dar pequeñas embestidas y la punta de su glande se restregó compulsivamente con mi interior, entrando milímetro a milímetro. Dejé escapar un alarido cuando el extremo de su verga comenzó a rozar mi parte más sensible.
— Jon… N…No ¡Por…Por favor! ¡Ahhh! ¡Ahí NOO! —Supliqué cuando su glande ya estaba medio metido.
— Que gustó, me encanta restregarme contra tu punto G.
— Bastardo… ¡Ahh! — Se me volvió a escurrir y la logró introducir un par de milímetros más. Me mordí los labios y noté como ponía los ojos en blanco. El muy bastardo empezó a embestir en esa posición clavando su punta cada vez más hondo. Me sorprendió al clavar en mi boca el beso más húmedo y sucio que me había dado hasta el momento.  Eso sumado al roce con mi zona más sensible hizo que me derritiese de placer, gimiendo como una loca sin parar—. ¿Qué harás si embarazas a una vieja como yo? No creo que quieras  algo parecido —Dando ya por perdida la batalla.
— Tranquila, yo me haré cargo —masculló mientras mordía mis labios y dejaba de presionar con sus caderas. Noté como su glande retrocedía y salía de mi vagina. ¿Se había rendido?

Cuando ya estaba totalmente fuera, pude ver su inflado glande en la entrada de mi coño. Estaba pringosa de mis jugos vaginales y apuntaba directamente a mi útero. Me corrí de placer solo de imaginar cómo sería recibir la embestida de ese monstruoso mástil.
— M…Mentiroso —susurré mirándolo a los ojos, entonces me agarró de los tobillos y tiró de ellos dejándome en esa posición tan indecente. Mis rodillas estaban clavadas en mis costillas y ya no podía impedir que me la metiese, la colocó en la entrada y apuntó directamente contra mi útero.
— Es verdad, solo bromeaba. No pienso hacerme cargo —admitió sonriendo y con su embestida más potente y rápida la clavó hasta el fondo. Me derretí del orgasmo que me produjo esa clavada.
— ¡¡Aaaahhhhhhhh!! — En cuanto su glande chocó contra lo más profundo de mi, comenzó a machacar mi vagina produciendo sonidos obscenos.

“Chop Chop Chop Chop Chop Chop” Escuchaba ante cada nueva clavada. Él se inclinó de nuevo y me besó. Otra vez ese beso tan intenso, húmedo y sucio, noté como aceleraba el ritmo evidenciando que estaba llegando al final.
— ¿¡No te iras a correr dentro!? ¿¡Verdad!? Ohhh Ahhh Ufff Ah ah ah ah —inquirí balbuceando intentando librarme de su morreo—. ¿¡Te vas a correr fuera!? ¿Verdad? Lo prometiste —Su ritmo aumento, sentí como me partía por la mitad y como me metía hasta los testículos de la potencia que llevaba—. Córrete fuera ¡Ah Ah Ah Ah Ah! ¡Por favor! —Le supliqué. Al ver que él no reaccionaba, agarre mis rodillas e intente empujar para separarlo de mí. Y vi como ponía sus ojos en blanco y se mordía los labios desgarrando su silencio con un intenso gemido—. ¡Ahhhhhh Noooooo! ¡Córrete fuera por favoooooooo…! —Note como sus testículos vomitaban esperma en mi interior, inundando cruelmente mi coño, mi mente se quedó en blanco y me fundía en un intenso orgasmo con él. Unas últimas embestidas aporrearon la entrada de mi útero ya inundado hasta que finalmente se quedó aplastándome con su enorme polla teniendo espasmos dentro de mí.

Ya me daba todo igual, esa sensación de sumisión era maravillosa. El alzó la cabeza y volvió a besarme, no había motivo para rechazárselo. Extrajo su enorme mástil en estado morcillón apuntándolo contra mi cara, estaba empapado en mis jugos y su esperma.
— ¿Q…Que…? —La tenía a milímetros apuntando su glande hacía mí.
— Límpiamela, María.
— No voy a… —Me negué, pero al abrir la boca el me la metió a traición.

Loki

— Parece que Jon ya se ha corrido dentro de tu madre. Parece que me toca a mí.
— Como si fuese a dejarte, idiota —masculló Amy con un hilo de voz.
— ¿Aun te resistes? No va a servir de nada, o lo haces a las buenas o lo haremos a las malas.

Ella me miró y, apoyándose de nuevo en la pared, se puso de puntillas y alzó el culo. Me agarró la polla y orientó mi glande hacia su interior, meneándomela y restregando la punta contra sus labios vaginales.
— Supongo que no me dejas opción. ¿Podrías al menos correrte fuera?
— No voy a correrme fuera.
— En el último momento la sacaré —advirtió sonriendo.
— Ya lo veremos —Le desafié y, agarrándola del pelo y tirando de el comencé a morderle el borde de la oreja—. Levanta más el culo ¿A qué esperas?

Mientras gemía alzó las nalgas y fue cuando aproveché para embestir con la cadera. Amaba el sonido de ese chapoteo, la sensación húmeda y caliente de su interior. Pero lo que más me agradaba de ella era su agresividad.
Quería correrme dentro e iba a hacerlo. La agarré de los muslos y me dejé caer de culo al colchón sin sacársela. Ella cayó encima con la polla aun dentro y la gravedad hizo el resto, soltó un alarido y echando la cabeza hacia atrás antes de comenzar a botar.
Noté un agradable calambre en mi glande, no faltaba demasiado así que apoye las plantas de los pies al suelo y, separando las nalgas del suelo la agarré a ella por las caderas, bombardeé su coñito con las embestidas más desesperadas que podía.
Ella colocó sus manos en mis costillas para mantener el equilibrio, echó su peso hacia atrás y levantó un poco el culo permitiéndome mejor movimiento.
— ¡Imbécil… Noooooo! —Masculló sabiendo que me iba a correr, pero no hizo nada por impedirlo.
— Tómalo todo, perrita — dije gimiendo de placer dando unas ultimas embestidas en su interior; me comencé a descargar dentro de ella. Yo solté sus caderas y me deje caer al suelo, ella lo hizo encima mío incrustando mi glande en lo más profundo de ella.
— ¡Bastardoooooo! ¡Ahhhhh! —dijo mientras quedaba descansando encima mío, con la espalda apoyada en mi torso y con su pómulo al lado de la mía—. Espero que no lo hayas disfrutado.
— Lo siento por ti, me ha encantado impregnarte por dentro —dije mientras comenzaba a besarla, al principio se resistió pero acabó sucumbiendo a la falta de cariño fusionándonos en una intensa batalla de lenguas. Mi polla reducía sus espasmos y fue reduciendo su tamaño hasta que se salió sola, dejando su vagina chorreando esperma encima del colchón.


Andrea

— ¿Se han corrido alguna vez dentro tuyo? —Me pregunto mirándome a los ojos mientras me penetraba de misionero.
— No, nunca… No quiero que te corras dentro… —supliqué asustada por la idea de quedar embarazada. Sentía mi interior encharcado desde prácticamente que empezamos a tener sexo. Él se había sacado el condón en algún momento, y yo sentía mi interior inundado por una sensación caliente.

Nunca me había sentido tan llena y satisfecha, me cuestioné seriamente como se sentiría que se corriesen dentro.
— ¿Qué se siente? —Le pregunté como si el tuviese la respuesta.
— Seguramente sentirás como si te llenasen con un líquido suave y caliente, como si te inundasen por dentro —dijo con una sonrisa clavando sus labios en los míos.
— Ah, entonces es una sensación parecida a la que tengo contigo. Me he sentido así un par de veces desde que comenzaste a penetrarme —confesé mientras gemía ante sus crecientes embestidas
— ¿Entonces me puedo correr dentro? —Inquirió.
— No… No quiero
— Esta bien, como prefieras —dijo demostrando lo comprensivo que era. Noté como la punta de su pene se clavaba en el cuello de mi útero y me taladraba sin piedad. Llego un momento en el que dio una embestida clavándola hasta el fondo quedándose muy quieto. Otra vez esa sensación en la que me sentía encharcada por dentro. Un calor húmedo creció en mi interior mientras el desgarraba su silencio con un orgasmo.
— Tardas mucho en correrte, tienes mucho aguante —Le halagué admirándolo.
— ¿A que sí? —dijo mientras notaba como su pene encogía en mi interior.
— ¿Estas bien? ¿No quieres correrte? —Le pregunté sin comprender porque paraba.
— No, se me han quitado las ganas. Dame un momento para recuperarme.

Me dio pena porque yo ya me había corrido varias veces.
— Tomate el tiempo que necesites cariño, no pararemos hasta que te corras —Le dije acariciándole el pelo mientras su cara se escondía entre mis pechos.
— Que comprensiva eres, preciosa —dijo él sonriéndome; levantó la cabeza y comenzó a besarme tiernamente.


Tifani

Me encontraba desecha en mi cama, mi ropa interior se encontraba pringosa y mis dedos rebosaban jugos vaginales. Continuaba observando ya satisfecha por mera curiosidad a esas tres bestias que se las habían apañado para beneficiarse a tres hermosas mujeres como aquellas.
Las tres se quedaron tumbadas boca arriba rebosando esperma, mostrándose tremendamente satisfechas.
Yo me pregunté mirando a la rubia si se hacía la tonta o realmente era tan ingenua. ¿Sería un papel que había decidido interpretar? La verdad es que su estupidez tenía su parte morbosa.

Comenzó a sonar teléfono móvil en la habitación y la hija mayor se alzó alterada. Fue a cogerlo pero Loki se adelantó. Ella lo miró fijamente mientras alzaba la mano pidiéndole que le diese el móvil.
— Aquí pone papa —Se burló Loki riéndose, ella abrió los ojos adelantándose un paso hacía él pero masculló—. Cuidado con lo que haces, no se vaya a enterar “papa” de lo que pasa aquí. ¿Eh?

El móvil continuó sonando y ella retrocedió mientras le suplicaba:
— No lo cojas, por favor…
— Esta bien, no descolgaré. Lo último que quiero es perjudicarte —dijo y, para mi sorpresa, pareció estar diciéndolo sinceramente. La joven suspiró y yo medité sobre eso. ¿La madre no era una mujer viuda? Según Jon así era.

El aparato volvió a sonar y ella volvió a alterarse.
— Deja que conteste…
— No. Podrías provocar un malentendido. Contestaré yo y tú sígueme el juego. ¿Entendido? —Ordenó Loki que disfrutaba chichándola. Yo no entendía que pasaba ahí ya que ahora la joven que se había mantenido desafiante desde el principio ahora estaba mansa y temerosa, incluso obediente.

Loki pareció percatarse y descolgó el móvil, su malicia iba a hacer que todo acabase mal, lo veía venir, después puso el manos libres:
— ¿Diga?
— ¿Amygail? ¿Eres tú? —Dijo la voz de hombre, Loki tapó el micrófono del móvil.
— ¿Sabe tu padre que estáis en el hotel?
— Sí. ¡Ahora dame el móvil! —exigió mientras su hermana y su madre quedaban mudas.
— Señor, no soy Amygail. Soy el masajista del hotel y estoy tratando a su hija. ¿Sabe?
— Oh. ¡Ya veo! ¿Puede ponerse mi hija? —Preguntó la voz mientras Loki ponía a la joven de rodillas y se masturbaba frente a ella, yo no le veía el morbo a la situación. ¡Que sádico era el muy enfermo! Sin embargo ella se quedó hipnotizada mirando la verga morcillón que tenía a escasos centimetros de la nariz.
— No, lo siento señor. Ahora mismo la señorita Amygail está comiendo. Hace un rato terminamos el masaje y pidió al servicio que le trajeran un aperitivo de fruta. Si le parece bien se la pasare en cuanto termine de comer —improvisaba Loki mientras lo meneaba de un lado a otro.

Por el posible morbo de la situación se le fue endureciendo hasta que apuntó directamente hacia los labios de la joven. Ella le miró a los ojos con claro reproche pero la comenzó a lamer, agarrándola con una mano y masturbándole con la otra.
—Oh, dile que coma despacio, no se vaya a atragantar —dijo el padre mientras Loki agarraba por la nuca a la hija mayor y presionaba para que esta engulliese aquel mástil.
— Si es urgente se la paso…
— ¡No! ¡No! ¡No! —Negó el padre— No debe hablar con la boca llena, pero pásamela cuando acabe —No pude evitar reírme, que retrasado mental era el padre.
— Bueno señor, ya se ha comido casi todo el plátano —Le informó Loki mientras la joven se le ponía la cara roja entre sus piernas, hilos de saliva pringaban la polla. Ya tenía introducida más de la mitad y con una fuerte embestida logro introducírsela toda cambiando su semblante de un color rojo a un tono lila. Sus ojos se pusieron en blanco ante el claro signo de asfixia.
— Creo que ya ha terminado su hija, señor —confesó dejando ir la cabeza de la joven.
— Sí que debía ser grande el plátano, ha tardado mucho en terminar. ¿No?
— Eso parece señor, y parece que le ha gustado —exclamó Loki; eso sacó de sus casillas a la joven que le soltó un puñetazo en la cara. Agarró el móvil y su expresión facial cambio totalmente antes de contestar.
— Papi… ¿Qué tal? Perdona que te haya hecho esperar. Después del masaje de lujo me daban la opción de comer un aperitivo y me trajeron plátano de canarias.

Tanto Jon como Gay comenzaron a manosear y besar en silencio a sus parejas. Al principio no reaccionaban, después se resistieron pero no tardaron en sucumbir a la lujuria de nuevo.
Jon guió silenciosamente a la madurita a sus muslos y la sentó encima, esta le agarró el nabo y comenzó a masturbarlo mientras le besaba.
Gay por el contrario susurró algo a la hija de pelo rubio que soltó una risita cómplice.
Loki se situó detrás de la castaña y arrodillándose a sus espaldas con ella en pie, comenzó a besarle y morderle las nalgas.
La cara de esta fue un poema, demostrando que se estaba concentrando en Loki mientras intentaba no hacer nada que la delatase ante su padre.
La agarró por las caderas y la condujo hasta la silla, donde se sentó y, con el pene envuelto en la saliva de ella, estaba listo y lubricado para penetrar el orificio vaginal de ella.
—… No papa, no estoy sola.
— ¿Tienes el manos libres?
— No, nadie te escucha —mintió mientras se inclinaba obedientemente sobre el erecto nabo de Loki, cuando su glande y su orificio se encontraron, la joven se mordió los labios y miró hacia el techo intentando contener el gemido, pero no lo logro.
— ¿Qué ha pasado? —Preguntó el padre refiriéndose a los ruidos que hacía su hija.
— M…Me están masajeando de nuevo, papa. Lo del aperitivo era una pequeña pausa y… ¡Ahhh! Que gusto… —dijo con el glande de Loki describiendo círculos en la entrada de su vagina.
— ¿Cómo te has podido consentir un masaje de lujo, pensaba que no ibais con tanto dinero?
— Me ha tocado en un sorte… ¡…Ohhhh! —Gimió en cuanto el macarra de mi compañero la empalo sin piedad.

“Chop, Chop, Chop, Chop” se empezó a oír en la habitación, y se podía ver como restos de esperma, saliva y jugos vaginales chorreaban ante el martilleo de las entrepiernas de ambos.
— ¿Qué es eso?
— ¿E…El que, papa? Piensa que n…no sé lo que escuchas —murmuró ella haciéndose sangre en los labios.
— Ese… Chop, Chop Chop que se oye de fondo —dijo el padre, y respondió mi pregunta de si la hija rubia era tonta o ingenua, claramente, de tal palo tal astilla.
— El masajista me ha untado aceite en la espalda y me está dando pequeños golpecitos con las palmas… Será eso.
— ¿Y qué tal esta tu madre?
— Ella… —intentó decir ella, pero claramente no podía concentrarse—. Ella está ocupada también.
— ¿Ah, sí? ¿Qué hace? Si puedo preguntar, claro.
— Ella está… —Miró hacia su madre viendo como sin ser aun penetrada, botaba sobre el tronco del pene de Jon, restregándose contra él—. Cabalgando sobre un toro.
— ¿Cabalgando sobre un toro?
— Sí… Si tú la vie… ¡Ahhhh! ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! —Comenzó a gemir descontroladamente  en cuanto Loki humedeció sus dedos con saliva y masajeó en círculos su clítoris mientras la penetraba con más violencia.
— ¿¡Amygail!? ¿Estás bien?

El móvil se le callo y, golpeando el suelo, aterrizó al lado de su hermana que lo cogió.
— Papa, soy yo.
— ¿Amygail?
—No, soy Andrea, papi…
— Hola cariño… ¿Qué le ha pasado a tu hermana?
— Ella está sobre una maquina vibradora para perder peso — La de pelo castaño fulminó con la mirada a su hermana—. Si, le hacía falta jajaja —se burló inocentemente su hermana, nada más lejos de la realidad. Ninguna de las tres debería pesar más de sesenta y ocho quilos. Ni estaban demasiado delgadas ni estaban rellenitas.
— ¿Cómo es la maquina?
— Pues es una especie de potro donde golpea los muslos haciendo quemar calorías —dijo la hija rubia.

Gay la agarró del pelo y la colocó a cuatro patas, después la obligo a poner la cara pegada en el suelo y a levantar el culo. Empapó su miembro en aceite y también sus dedos, que introdujo en el ano de esta.
— ¡Ahhh…! Duele…
— ¿¡Que dices pequeña!?
— Estoy haciéndome también un masaje y el masajista me ha hecho hacer un mal gesto… Duele.
— Los fisioterapeutas saben lo que hacen, haz todo lo que te digan que te hará—dijo el imbécil del padre.
— P…Pero papi… —Se quejó ella aun con el culo levantado— ¿Y si me hacen daño?
— Te puede hacer daño pero a la larga te sentara bien.

Gay se destornillaba de la risa mientras penetraba suavemente el ano de la joven que mordía la almohada para no gemir.
—Sí papa… —Se rindió ella acatando el consejo de su padre— ¡¡Ahhh!! Duele…
— ¡Así me gusta hija! —exclamo su padre.

Yo no pude evitar hacer un gesto de incredulidad y asco. Las tres eran difíciles y raras, pero el padre era la guinda del pastel.
—… ¿Ahora puedes pasarme a tu madre? —Hubo una pausa—. Me gustaría hablar con ella.

Gay agarró el móvil y, apoyándolo en el suelo, lo empujo haciendo que se deslizase hasta la madurita y Jon.
— ¿María?
— Hola Edu… Cuanto tiempo.
— Te he echado de menos —dijo él.
— Aja… —dijo ella mientras masturbaba a Jon, este se mantuvo serio besando a ratos a su pareja.
— Y me preguntaba si querrías quedar un día de estos como… como en los viejos tiempos.
— No lo sé Eduar… No creo que sea buena idea —titubeó la madre que cruzó sus piernas alrededor de la cadera de Jon. Este se agarró la polla y la restregó contra el coño de la mujer provocando su gemido.
— ¿Estas bien?
— Sí, Edu. Estoy bien…
— ¿Puedo preguntar qué haces? —Inquirió con clara desconfianza.
— Estoy viendo una película… —dijo ella claramente sin ideas.
— ¿Pero no estabais en el centro de masajes del hotel?
— Y lo estamos… Pero yo no he querido hacerme un masaje y estoy viendo una película.
— ¿Y de qué va la película? Creía que estabas montando un toro. Yo me imagine que sería alguna especie de atracción del hotel o algo así.
— T… Tu hij… ¡Aaahhh! —Gimió la madre al ser penetrada por Jon—. … Te estaba tomando el pelo ¿Cómo quieres que cabalgue sobre un toro? No. Estoy viendo una película esperando a que terminen el masaje.
— ¿Y ese chapoteo que se oye de fondo?

Los gemidos de sus dos hijas inundaban la habitación, pero el parecía no enterarse de nada. Realmente debía ser retrasado o algo peor, ahí comprendí que debían estar divorciados.
“Chop-Chop-Chop-Chop”
— ¿También te están dando un masaje? —Pregunto Eduar
— No. —Alcanzó a decir ella reprimiendo sus gemidos.
— ¿Y que es ese ruido?
— E…Es de la… Película.
— ¿De qué va?
— Eduar, te cuelgo. No seas pesado. —Explotó la madurita colgando el móvil.

Jon, Loki y Gay explotaron en sonoras carcajadas, burlándose de su estupidez. A partir de ese momento ya no se escucharon voces, los únicos ruidos que se escuchaban en la habitación era los obscenos chapoteos vaginales y los gemidos jovenes.
Me centré en la enculada que le estaba dando Gay a la rubia que ya parecía haberse acostumbrado.
Con la mejilla pegada al colchón alzaba más y más el culo. Pegando alaridos ante cada nuevo azote.
Gay extrajo el pene de su ano, y rudamente le dio la vuelta colocándola boca arriba.
— ¿Q…Que haces?
— Ya me he cansado de follarte por detrás. Hecho de menos tu coñito.
— ¿P…Podrías ponerte un condón? Aun no te has corrido y me da miedo que lo hagas dentro.
— No, tranquila… ¿No ves lo bien que me controlo?  —susurró Gay que ya se había corrido con anterioridad dos o tres veces dentro, pero ella parecía no haberse percatado aun. Era clavadita a su padre.
— E… Está bien…

Gay se agarró la polla y froto el glande contra el clítoris de ella, para después meterla.
— ¡Ahh! ¡Ahh! ¡Ahh! No lo hagas tan duro, me vas a partir… Parece que no vas a tardar demasiado en correrte…
— No. No creo que tarde demasiado, estoy… Estoy apunto… —gimió Gay embistiendo con fuerza hacia el interior de la joven.
— No… ¡Córrete fuera! —suplicó con su voz aguda intentando empujarle

El la beso y dio unas ultimas embestidas
— ¡Ahh! ¡Ah Ah Ah AH! No tan fuerte, me haces daño… No te corras dentro por favor…

Pese a haberse corrido tres veces, desde el ángulo de la cámara podía ver como en esta cuarta inundaba de nuevo la vagina de la joven, la rubia se quedó mirando las muecas de placer que ponía Gay.
— ¡Ohhh! ¡AAAh! Me corro, Gay… ¡Me corro! —exclamaba ella mientras enrollaba sus piernas en torno a las caderas de este.
— ¡Ahhhh! ¡Que gusto!—gimió Gay, restregando su cimbel contra el interior de esta. Exprimiendo hasta la última gota—… Tranquila Andrea; ya se me han quitado las ganas de correrme —mintió él y, extrayendo su pene se lo coloco frente a la boca—. Chúpamela —ordenó y, agarrándola por la nuca comenzó a recibir una mamada de ella.
— Me gusta como sabe… Es muy salado —balbuceo ella ruborizada.
— Me alegra que te guste — sonrió satisfecho mi compañero.

Después de limpiársela ella se dejó caer sobre el colchón el cual estaba todo manchado de semen.
— Me siento egoísta por haber disfrutado tanto de mi primera vez…
— ¿Eras virgen? —preguntó Gay sorprendido.
— Sí…
— ¿Alguna vez habías visto una polla o habías masturbado a alguien?
— No…

Ahora todo tenía sentido. “Pobre chica” me lamenté de ella.
Ahora me centré en su hermana mayor que cabalgaba sobre Loki, esta estaba mordiendo apasionadamente a su amante el cual le sobeteaba el culo.
— Pide que me corra dentro —ordenó Loki.
— No pienso darte esa satisfacción —dijo victoriosa la joven dejando de botar.
— Me voy a correr igual…
— Córrete, pero yo no pienso pedirte nada —razonó ella mirándolo a los ojos—. ¿Por qué quieres preñarme?
— Porque si consigo hacerte un bombo me pertenecerás un tiempo.

Ella le miró mal.
— Yo no te pertenecería ni aunque me preñases, imbécil.
— Pero si llevases dentro un hijo mío, tendría posibilidades de follarte más veces.
— Si llevase un hijo tuyo, tú te encargarías de darme tu parte del dinero. Nada más.
— Para conseguir el dinero tendrías que dejarme satisfecho —argumentó Loki que, abrazando a la joven se levantó de la silla y comenzó, sin sacársela, a ensartarla de pie.

La hija mayor se abrazó a su cuello para no caerse y este andó hasta la pared más cercana donde la apoyo para seguir penetrándola. La penetrada enrosco sus piernas alrededor de las caderas de Loki.
— ¿Tanto te pondría que te lo pidiese? —preguntó ella.
— Me pondría muchísimo.
— C…Córrete dentro… —dijo mordiéndose los labios mirándolo a los ojos con deseo
— Ponle más ganas, ordénamelo. Hazme sentir que lo deseas.
— ¡Córrete dentro! Quiero que me inundes con esa enorme polla tuya.
— ¿Sabes que si me corro dentro te preñare? —preguntó Loki, lo cual era una pregunta estúpida porque ya se había corrido dentro con anterioridad.
— P…Préñame. Hazme tuya —suplicó siendo aplastada cada vez más contra la pared, las embestidas eran mucho más violentas.
— Si te embarazo ¿Podre follarte siempre que quieras?
— Si me embarazas… Podras hacérmelo de vez en cuando… ¡Uff! ¡Ah Ah Ah!
— Siempre que quiera —Le corrigió él.
—Te perteneceré para que me sometas donde y cuando quieras…

Esa afirmación volvió loco a Loki que la agarró por la parte interior de las rodillas elevándola más. Gimió quedándose muy quieto mientras ella ponía los ojos en blanco y le arañaba la espalda.
— Al final lo has hecho… Cabrón… —Se lamentó la joven, claramente arrepentida de haberse dejado llevar. Loki la calló con un beso y la deposito en el suelo. La vagina de la joven vomitaba literalmente semen.

Cambié de cámara a la que estaba ubicada más cerca de Jon y la morena.
La madurita botaba sobre la polla de él mientras el preguntaba:
— ¿Si te embarazó también me pertenecerás?
— T… Tú no te harías responsable de una vieja como yo…
— Lo haría… Si me permitieses follarte siempre que quisiese como quisiese.

Ella no respondió, y los únicos sonidos que surgían de ella eran gemidos y chapoteos.
— E…Esta bien…
— ¿Eso es un sí?
— Sí…
— ¿Quieres que te embaracé? —preguntó Jon aumentando el ritmo de sus sacudidas.
—  Sí, hazlo… ¡Ahhhhh!
— ¿Y que pasara si no te quedas preñada después de esto?
— No lo sé…
— ¿Qué te parece seguir intentándolo hasta que logre inseminarte?
— S…Solo córrete dentro ya…
— No me correré hasta que me prometas que me dejaras follarte hasta que te embarace…
— N…No voy a prometer eso… Solo… Córrete dentro… —suplico ella besándole y acariciándole.
— Promételo o te la saco ahora mismo.
—No…
—Como quieras —dijo Jon sacándosela de encima y poniéndola en pie, ella estaba claramente desubicada y confusa.
— ¡No! V… Vale… Te dejare que me folles siempre que quieras… Te perteneceré… ¿Vale?

Jon se levantó con una sonrisa en la boca e, inclinándola para que pusiese el culo en pompa como si estuviese recogiendo una pastilla de jabón en la ducha, la penetró de nuevo violentamente.
— ¡Ahhh! ¡Ahhh! Córrete, llena mi coñito con tu leche… —suplico gimiendo hasta que finalmente con una embestida final Jon descargó toda la carga que había en sus testículos dentro de su vagina.

Ella se derrumbó al suelo, quedando con el culo en pompa.
De la vagina goteaba esperma y ella se rindió a moverse por completo.

Los tres masajistas se reunieron en el centro de la sala para celebrar el trabajo bien hecho. La cosa estaba lejos de acabar. Aún quedaba untar crema en los cuerpos de las señoritas y mandarlas a sus habitaciones pero yo sabía que no iban a conformarse solo con eso. Ellos tres claramente se habían vuelto adictos a ese buen sexo y ellas no iban a quedarse ahí demasiado tiempo. ¿Conseguirán sus números de teléfono? ¿Mantendrían el contacto aun después de dejar el hotel?

Yo bajé la pantalla del portátil y en la oscuridad de la habitación, me lleve los dedos a mi chochito imaginándome que la violada era yo por esas tres bestias, acariciando en círculos mi humedecida entrepierna e introduciendo los dedos dentro.

Pero yo nunca iba a reconocer esa fantasía, nunca.



****
****

Entre la primera y la segunda parte de este relato, se ha terminado el título de las tres diosas. Sin embargo si veo que hay muchas peticiones de una continuación, lo continuare. No obstante lo dudo, sinceramente. Espero que haya gustado a quien sea que lo haya leído y decir que ahora voy a continuar con el marionetista y, posteriormente con Anna y los desterrados capítulo 3.

Un abrazo.

****
****


No hay comentarios:

Publicar un comentario