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viernes, 18 de octubre de 2019

[Confesión] El gordo de su suegro



Una compañera de clase, una vez cogimos confianza, me relato la manera en que trato de divertirse a costa de su suegro y, jugando con fuego, se quemó. Ella me lo narró, entrando en detalles que sintió y experimentó, aunque si es cierto que yo únicamente lo voy a adornar un poco.

El resto, es todo verdad... o quizás sea solo una fantasía suya y me haya mentido. Como sea.










Voy a omitir los datos sin importancia, ya que no os interesan. Empezaré por la descripción física de Dayanna. Morena, alta y rostro afilado, aunque muy guapa. Tiene unos ojazos verdes y es de piel clara como la leche. No tiene grandes pechos, pero son bonitos... Lo que si hipnotiza es su culo, grandes nalgas, bonitas y duras.

Sea como sea, tenía 19 años cuando sucedió todo. Desde el principio fue muy bien recibida en la familia de su novio. Llevaba ya tiempo saliendo con él, por lo que tenía mucha confianza con las hermanas de este, con su madre y con su padre.
   El padre, era un hombre que a sus 45 años estaba bastante gordo y con una calvicie bastante avanzada, y aún así, era simpático, agradable y hogareño. Dayanna me reconoció en repetidas ocasiones que muchas veces había pescado a su suegro mirándola, pero como su actitud siempre era la misma, nunca le dio mayor importancia.

Todo pasó un fin de semana en el que ella dijo tener la regla. No la tenía, pero estaba enfadada con su novio y no quería tener sexo con él. Tanto el uno como el otro buscaron excusas y motivos para estar enfadados y se fue con su madre a hacer unas compras. Dayanna, su suegro y sus dos cuñadas quedaron solas en casa, sin que ninguno de los tres supiese de su enfado.
   La hermana mayor salió con su pareja, y ya solo quedaban tres en la casa. Era la primera vez que Dayanna se iba a quedar a solas con su suegro en la casa, porque siendo una familia numerosa siempre había alguien más en la casa... Pero la hermana mediana, que era muy casera, no salió del cuarto.

Estaba encerrada en su cuarto, mirando el móvil, cuando entró su suegro y se sentó con dificultad en la cama, muy cerca de ella. Desde el primer momento notó algo diferente en su suegro, algo que más tarde entendería que era su verdadero yo. Una actitud que nunca mostraba delante de su mujer ni de sus hijos... Pero nadie más había en la casa y, la hermana pequeña, no tenía porque enterarse si hablaban bajo.
   El padre de su novio le preguntó por qué se habían enfadado -Dayanna asegura que aún recuerda el olor a alcohol en su aliento-, y le dijo que todo podía solucionarse echando un polvo. Dayanna se rió forzada, incómoda ya que no era plato de su agrado tener esa conversación con ese hombre... Siempre había sido bromita y cariñoso con ella, pero nunca había sido ''guarro''.
   Era evidente: La miraba distinto. En sus ojos percibía un brillo a algo ''sucio''.
- Si yo fuese tú, me lo follaba bien duro... Los enfados se pasan mejor pegando un buen polvo.
- Pero José... ¿Qué te ha dado?
- ¿Qué? No te entiendo cariño...
- Que... Qué salido vas. ¿No? -preguntó con timidez Dayanna.
- Mi mujer, que me tiene a pan y agua. Y tú aquí, con lo joven que eres... Y desperdiciandolo todo.
- A lo mejor es tu hijo el que está desperdiciando la situación.
- Teniendo un pivon como tú... Que desperdicio -repitió su suegro, mirándole el escote muy disimuladamente-. No pierdas el tiempo y a follar.

Se levantó de nuevo con dificultad y, de manera muy sutil, le echó una última mirada a su nuera donde le dio un repaso de arriba a abajo centrándose en su entrepierna. En aquel momento llevaba un short extremadamente corto, por lo que literalmente le estuvo mirando la parte del tejano donde estaba su coño, y entonces se apresuró a salir. Pero, antes de que lo hiciese, Dayanna chisteó a su suegro y le invitó a hacerse una paja.
- José, me da que necesitas una buena paja...
- Yo ya no estoy para esos trotes, cariño. Lo que necesito es mojar el churro -dijo, y lanzando una última mirada a su entrepierna, se largo.


***

Estar sola en ese cuarto y con aquella conversación tan reciente, Dayanna admitió que se hizo muchas preguntas. ¿Podía un padre ver a sus propias hijas con mente sucia? Las dos hermanas resultaban atractivas, ya fuese por cara o por cuerpo... ¿Podía José desearla ``a ella´´?
Sí, no está gordo. Pero el gif lo pongo por el BULTO













Poco después volvió a picar a la puerta de la habitación y le avisó de que tanto la hermana mayor, como su novio y su madre comerían fuera. Y eso se lo advirtió en calzoncillos con un bulto considerablemente notable surcando el taparrabos bajo la enorme barriga.
- José... Sé que estamos en tu casa. Pero... ¿Podrías ponerte algo? Me incomoda un poco verte en calzoncillos.
- ¡Mira quien fue a hablar! -dijo entrando en la habitación y cerrando la puerta tras él-. La que siempre va con shorts y leggins por esta casa.
- ¡Oye, que yo no voy enseñando nada!
- ¿No? -preguntó, mirándola de arriba a abajo.
- ¿Por qué no te pones un pantalón? Te lo pido por favor...
- Porque ahora mismo me apreta. Ya te dije que estoy a dos velas.
- ¿Y yo que culpa tengo? Que eres mi suegro.
- No va pasarte nada por verme andando así. Y si te molesta... Hazlo tú también.
- Sí hombre... Después de las cosas que me has dicho voy a ir sin ropa -dijo Dayanna mirando aquel enorme cipote dando de si el calzoncillo. Tuvo la impresión de que mientras hablaban, crecía. Aunque nunca pudo confirmarlo.
- Que no te voy a hacer nada, eh... Te puedo gastar bromas pero de ahí no paso.
- No sé yo, no se yo... Con lo salido que vas...
- ¿Y tú? ¿Vas salida? Si me hijo también te tiene a pan y agua...
- ¡Ay, José! Vete ya...
- Bueno, vente al comedor que voy a preparar la comida.
- ¿Para los tres?
- Nayara comerá en la habitación, como hace siempre -Hace tiempo que sus padres se habían rendido de que la hermana menor comiese en la mesa.

***


Lo descarado que estaba siendo su suegro, irónicamente, la puso cachonda. Una fantasía tonta se adueño de su mente, donde provocaba a aquel cuarentón, calvo, gordo y feo... Saboreó lo mucho que la deseaba. Y se hizo varias preguntas. ¿Cada cuanto follaba? ¿Cada cuanto se corría? ¿Como aguantaba tanto sin follar?
   Encerrada en aquel cuarto empezó a parecerle divertida la idea de provocarlo un poco... Y entonces lo hizo. Salió de su cuarto en sujetador y en tanga de hilo.

Con la mesa puesta y la comida servida su suegro se la comió viva con la mirada. Estaban comiendo solos, sin que la hermana se asomase ni una sola vez. Estaba el riesgo, por eso Dayanna comía rápido para irse lo antes posible. Poco después de haberse sentado a comer ya se estaba arrepintiendo de haber ido con tan poca ropa.
- Pensé que no lo harías... Me equivoqué.
- Yo también se jugar. Y necesitas un pequeño escarmiento.
- ¿Qué culpa tengo de que me aprete el pantalón?
- A mí también me apreta... Y no quiero que se moje -se sorprendió diciéndolo. Dayanna puso énfasis al contarme esto que se tapó la boca, como si se le hubiese escapado.
- No sabía que eras esa clase de chica.
- No esperaba que fueses esa clase de suegro. José... ¿Cada cuanto lo haces con tu mujer?
- ¿La verdad? Prácticamente nunca... Cuando estamos demasiado encendidos y necesitamos desfogarnos..
- Y... ¿Cada cuando... eyaculas?


- Tienes curiosidad. ¿Eh? -se echó a reir-. Yo me definiría como un globo a punto de explotar. Constantemente. No sé si me entiendes. Tengo las tuberías a rebosar. Así que no es buena idea que sigas provocando mucho más.

Sonó como a una amenaza, y aunque debería habérselo tomado como tal, Dayanna no vio (o no quiso) ver el peligro.
- ¿Qué quieres decir?
- Que cuando a un hombre desesperado se le calienta mucho... Supongo que todavía tienes que aprender esa lección.

Dayanna se levantó, y se largó hacia la habitación sin mediar palabra, pero ya era demasiado tarde. La estaba siguiendo, Dayana dejó la puerta abierta y se dirigió directa a la cama, al volver la vista atras lo vió con mirada de loco. Estaba fuera de sí mirándole el culo.
- Oye... Creo que el juego ha ido demasiado lejos.
- Estúpida niñata... Has ido demasiado lejos. Nunca he querido verte así.

Dijo agarrándola del pelo y empotrándola boca abajo contra la cama. Notó los gordos dedos de su suegro esquivar el hilo de su tanga y untar su coño. Pocas veces lo había sentido tan mojado.
- No lo hagas... No lo hagas.
- Tú también lo quieres. No me mientas. Me has atraido hasta aquí enseñando tu culo. Aprovechando que mi hijo no está. ¿Sabes cuanto tiempo llevo viendo a bellezas y me tengo que conformar con mi mujer?

Dayanna levantó el culo a pesar de que le estaba aplastando la cabeza contra el colchón. Notó la barriga sobre sus nalgas y aquella polla sudada bajo el calzoncillo se medió metió entre sus nalgas sudadas y fue clavada hasta el fondo. No hubo preludio ni preliminares, solo una follada cruda.
   Quizá llevaban preparandose para esa follada desde antes de la comida. Notó todo el peso de ese hombre obeso aplastar su cabeza, su cuello, su espalda... Se apoyaba en diferentes partes de ella, sobretodo en las lumbares.


Me lo describió como si le estuviesen haciendo un masaje, de estos duros y bestiales, notando como un hombre tan gordo gemía y bufaba mientras se follaba aquel coño estrecho.
- Me vas a partir en dos... No puedo con ella. Me vas a romper.
- Cierra la boca. No quiero oirte... Eres una provocadora.

Plas, plas, plas, plas... Aquella follada resonaba en la habitación. Intentaban no hacer ruido, o más bien José intentaba no hacer ruido pero claramente no lo lograba. Quizás lo que más cachondo lo ponía era pensar que su hija estaba en una de las habitaciones... Que se estaba follando a la inalcanzable belleza de su nuera y, lo más importante, era consentido.
   Apoyándose sobre sus lumbares, empezó a batir la polla dentro de ella como su estuviese haciendo nata montada. La agarraba del pelo y se lo jalaba. Le dió varios azotes y trató de besarla aplastándola con su enorme barriga mientras, aquella lengua apestando a alcohol, trataba de estirarse para alcanzar su boca.



En aquel momento le daba asco la sola idea de besarlo, pero aquella follada... CHOP, CHOP, CHOP, CHOP...
   Se estremeció de arriba a abajo, intentando no gemir y mordiendo la colcha. Describió su orgasmo como una quemazón placentera en torno a sus caderas y entrepierna... Mientras lo notaba correrse dentro de ella.

No notó el disparo, pero si la inundación. Noto una humedad caliente sobresalir de su vagina y encharcar la colcha de su pareja.
- ¡Dentro no! ¡Dentro no! ¿¡Qué has hecho!? -le reprochaba histérica, aun adormecida por su continuo orgasmo, haciéndole temblar desde las uñas de los pies hasta su vientre.
- Ya es tarde... Ya es tarde. Vamos a disfrutar hasta el final.
- ¿Qué? -recuerda haber preguntado incrédula, pues no se esperaba que hubiese una continuación.

Como si fuese una muñeca, la giró e incrustó tanto su enorme barrica como su polla contra su entrepierna. Notaba la desagradable sensación de estar empapada de semen, y una polla pringosa esponjosa tratar de reactivarse dentro de ella.
- José... No podemos seguir. Esto está mal.

La boca de su suegro buscó la suya, y por algún motivo, le puso cachonda pensar que la deseaba lo suficiente como para forzar una segunda vez. La puso cachonda que su suegro lo estuviese mandando a la mierda todo para follársela con el riesgo de ser descubiertos.



Enterrada bajo tantos kilos de peso, se dejó follar como si fuese una muñeca hinchable pero, para su sorpresa y al contrario que la otra vez, no fue rápido en absoluto. Al contrario, se la folló eufórico como un león en celo buscando correrse aún más dentro de ella, pero la polla si era posible más dura incluso que antes.
   La besuqueó, con lengua. Le exploró cada centímetro de sus tetas y sus manos amasaron sus nalgas hasta meterse dentro de su ano varios dedos. Quiso impedírselo, pero cuanto más consentía a ese gordo asqueroso más se volvía a encender.
- No sabes las ganas que he tenido siempre de verte sin pantalón.
- ¡José...! ¡Uff...! ¡José...! Me vas a matar... -gimió fuera de si con una gran polla dentro de sí y varios dedos abriendo su ano y metiéndose dentro.

Besarla la excitó tanto, o quizás fue manosear su ano, que se corrió al instante. Haciendo gala de gran cantidad de esperma, volvió a llenarla antes de largarse de allí. Huyendo como cobarde y dejándola vomitando semen sobre la colcha de su hijo.



Cuando este volvió, varias horas después, Dayanna había puesto a lavar las mantas con la excusa de que se le había caido cocacola encima. No hubo preguntas ni sospechas, pues ella se había pegado la ducha de su vida.






Más de un mes después

En su momento Dayanna había tomado la pastilla del día después, y su relación con su suegro se enfrió bastante. Apenas se gastaban bromas ni se dirigían la palabra, y Dayanna evitó volver a quedarse a solas con su suegro.

Una noche, delante de su mujer, de las dos hermanas y de su hijo. Volvió a lucer su calzoncillo con sudoroso con un miembro considerable bajo su barrigota, la cual se dejaba entre ver bajo una camisa blanca de tirantes dada de sí.
- ¿No tienes verguenza, papa? Está Dayanna...
- Ya tiene confianza... ¿No ves que es de la familia? -le escuchó decir la novia de este.

Varias veces se descubrió a si misma mirándole la entrepierna a su suegro y este la descubrió sin ropa interior. Usaba un vestido de tela elástica como pijama el cual marcaba a la perfección su vagina. La madre, las hermanas y su novio no le buscaban motivos a que se hubiese puesto eso. Al contrario... A él le encantaba, y a su padre también.

Hacía más de dos horas que habían cenado, y Dayanna y su novio estaban en la cama. Llevaban más de cuatro días sin follar y era cosa de él. Ya fuese porque no le atraía, porque había perdido el interés... Ella estaba cachonda, pero no provocó ni una sola vez a su novio. En lugar de eso, tres veces picó alguien a la puerta de la habitación. José asomó la cabeza y preguntó si le podían dejar un cargador.
- Dale uno, Dayanna. Porfa... -dijo su novio, sin apartar la vista del móvil.


Con un resoplido obedeció, y poniendo el culo en pompa para su suegro, agarró del enchufe uno de los cargadores de móvil y se lo entregó.
- ¿Quieres un poco de leche?
- ¿Qué? -preguntó descolocada.
- Voy a hacerme un poco de leche. ¿Quieres tomarla?
- No... No me apetece.
- Insisto. Te vendrá bien antes de dormir.

La agarró de la muñeca y tiró de ella. Dayanna volvió la vista hacia su novio, pero este no separaba la mirada del móvil. Fue a pedirle ayuda, no porque no quisiese ``la leche´´, sino porque no quería volver a traicionarlo pero José no le dio opción y se la llevó a la cocina.
Con la madre y las hermanas encerradas en sus respectivas habitaciones, José abrió la nevera y con el frió perforando su culo hizo a su nuera arrodillarse frente a él.
- Venga... Sé buena.
- No puede volver a pasar.
- Esta será la última vez, te lo prometo. Es que... Vuelvo a estar cargado de leche.
- La última vez que estuviste así, me obligaste a tomar la del día después.
- Ahora solo necesito que me ayudes a descargar... Venga.


Dayanna agarró el miembro entre sus manos. Apestaba a sudor; a un sudor muy característico de los gordos. Pero también olía a testosterona... Olía a polla.
   Iba a empezar poco a poco, pero de nuevo José no quiso andarse con chiquitas y con una mano en la nuca de ella la hizo apurar la mamada.
- Mírame... Quiero que me mires a los ojos. Así acabaré más rápido.

Dayanna aceleró la mamada de nuevo, atragantándose varias veces. Dos manos la aferraron por la nuca y apuraron una garganta profunda que, mientras los dos enormes testículos chocaban contra su barbilla, acabó explotando en su garganta. Lagrimones salian de los ojos de Dayanna que, pese a la rudeza de su suegro, su vagina lubricaba como loca. Estaba sensible, muy sensible... Y mirándola a los ojos con la boca llena de semen le dijo.



- Si quieres más leche, búscame por la noche. Que no te sepa mal despertarme.


***

Eran las tres de la mañana, Dayanna abrió la puerta de sus suegros y ambos abrieron la luz. Sabía que iba a hacer una locura, pero su suegra preguntándole que pasaba ella respondió..
- Estoy buscando la leche, pero no la encuentro...
- ¿Y nos despiertas para eso? Dayanna...
- Tranquila, te la busco y te la doy. De todas formas no tengo sueño... -dijo su suegro levantándose con dificultad debido a su sobrepeso.


Quince segundos después estaba con su suegro sentado en la taza del vater, con un condón puesto y ella botando como vaquera al tiempo que trataba de no hacer ruido.
- Date prisa... -suplicaba Dayanna. Esther va a sospechar.
- ¿Quieres la leche? Exprimeme.
- Quiero la lechita...
- ¿La quieres?
- La quiero toda... -dijo completamente enloquecida, apurando el ritmo de la follada.
- Ojala se rompa el condón.
- José... No! No quiero quedar embarazada... Ufff, vaya polla. Me vuelves loca.
- ¿No quieres la leche?
- Solo quiero que acabes.
- Con el condón cuesta...

Dayanna notaba como su suegro se toqueteaba la goma, y tuvo el presentimiento de que intentaba romperlo.
- ¿Quieres la leche?
- Sí... La quiero -dijo con malicia y estupidez combinadas.
- Te va a tocar tomar de nuevo la pildora del dia despues.
- Me vas a volver loca. Eres un cabrón.
- La vas a tener que tomar mucho, porque siempre me voy a correr dentro de ti -rugió él forzándola a besarlo, y ante tal beso sucio, una joven de 19 años flaca siendo absorbida por tal gordo asqueroso, se restregó sintiendo el glande de su suegro frotarse contra su cérvix y, consecuentemente, explotar.
- Me vas a preñar. ¿Qué le dirás a tu mujer?
- Estás mucho más buena que mi mujer. No hay nada que decir. Di que vas a llevar a mi bebe.

Mi compañera de clase, que por aquel entonces no lo era, se salió con dificultad y chorreando, comenzó a lavarse en el videt antes de largarse... llenita de leche.





Una semana después

- Debo estar loca... -murmuró Dayanna dando un portazo al entrar en el coche. Llevaba un vestido ligero, se le veían los pezones y la falda del vestido eran tan corta que prácticamente se le veía el coño desnudo, pues no llevaba ropa interior. Empezó a manosearla muy disimuladamente, por si alguien desde la calle miraba más de la cuenta... Pero incluso si alguien miraba, fácilmente habría descubierto al cuarentón que era José manoseando las tetas y la entrepierna de su nuera.
- No... Solo eres una puta con ganas de hacer cosas sucias.
- Respétame -le exigió a su suegro.
- En el fondo sabes que te quiero -le espetó con ademán cariñoso mientras arrancaba el motor y sacaba el coche del aparcamiento. Puso primera, cogió velocidad y luego segunda. Estuvo un rato hasta salir de la ciudad e ir a la metrópolis vecina donde paró en un semáforo-. Dayanna... Ya no aguanto más.

Se habían ido lejos para poder pegar un buen polvo en el coche, era la tercera vez que hacían cosas juntos... No follaban desde hacía una semana y se habían estado provocando sin encontrar el momento. Desesperado, le acabó proponiendo dar un paseo en coche... Lo entendió al instante.
- No, José... Llévame a un sitio donde estemos escondidos...

Pero con decisión, la agarró de la nuca y le plantó un beso sin fin mientras el semáforo seguía en rojo. Con una mano se bajó la cremallera y se desmarró el botón.
- Ahora chupa, déjamela brillante. Sé que te mueres por tenerla dentro...

Glug, glug, glug, glug... Mientras su suegro arrancaba y retomaba el paso por la via publica, ella lamía aquella polla como si de una piruleta se tratase. Paseaba la lengua, pinchaba con ella aquellos testículos peludos y la engullía hasta forzar una buena garganta profunda. Notaba como el orgasmo de él se acercaba, había aprendido a conocerlo y además, era muy predecible. Pegó un frenazo y aparcando en doble fila con las luces de emergencia se recostó cómodamente sobre su asiento y posó las dos manos sobre la nuca de su nuera. Estaba a punto de correrse cuando ambos escucharon.
- ¡José! ¡José! ¡Aquí! Soy yo...

Al otro lado del carril, sobre la acera. Había ni más ni menos que una vecina con sombrero y paraguas que se acercó ignorando su propia seguridad en lo referente al tráfico. Un coche pitó violentamente antes de pegar un frenazo y proseguir rugiendo ``vieja de mierda´´.
- ¿Qué haces aquí?
- Pues ya ves. ¡Unos trámites!
- ¿Vienes solo? ¿Y Esther?
- Ella está... ocupada.

Parecía impresionante que no viese que, frente a ella, un enorme culo sobresalía sobre el segundo asiento y le indicase a pensar que en ese mismo momento le estaban haciendo una tremenda mamada. Su nuera había dado muestras de pretender parar y levantarse, pero él la mantuvo con la polla en la boca. De hecho, la forzó a seguir chupando... Ambos con el corazón a mil volvieron a tener el riesgo de ser descubiertos, el orgasmo volvió a rondar cerca de las pelotas del cuarentón.
- Bueno, me tengo que ir -dijo subiendo la ventana con excesiva malaeducación, y pegó un acelerón dejando a su vecina plantada.

Su nuera no se molestó en decir nada, estaba demasiado cachonda y había aprendido que mentirse a sí misma ya no servía de nada. Un giro brusco hizo acabar el coche en un callejón que pertenecía a una callejuela. El interior del vehículo era espacioso, por eso reclinando el asiento del copiloto hacia atrás su suegro se escurrió de una silla a la otra para subirle con facilidad la falda y dejar su cipote a punto de penetrar.
- Espera... José. El condón. ¡El condón! ¡Otra vez no! ¡No me hagas esto!

Pero ya era tarde, estaba demasiado cachondo y, para que engañarse, ella ya estaba abriéndose de piernas otra vez. Esa morsa gorda volvió a clavar el cipote en su agradecida vagina y se la volvió a follar como un conejo. Hacerlo en el coche y con la reciente interrupción la hicieron estar a flor de piel. Notaba el aliento de su suegro en su cara, un beso sucio mientras el coche botaba. La amortiguación llamaba la atención de algún transeunte avispado que pasaba demasiado cerca.

Boing, boing, boing, boing...
- ¡Ohhh! ¡José...! ¿¡Qué te pasa!? Me estás follando diferente... Me vas a partir.
- Es lo que quiero. Te voy a partir en dos. Es lo que te gusta. ¡Toma! ¡Toma! ¡Te voy a embarazar! ¡Eres mía! ¡Solo mía!


Cuando decía eso era inevitable que se corriese al poco, y que la besase con lengua... Por primera vez se dejo llevar y se meó encima (o esa fue la sensación) mientras experimentaba un placer único y novedoso... Al tiempo que volvía a ser impregnada.
   Quedarse aplastada bajo ese gordo era desagradable, pero no le desagradaba en absoluto. Se quedaron así 5... 10 minutos. Hasta que volvió a ponerse duro y se la volvió a follar con el respaldo totalmente horizontal.



Luego pasaron al asiento de detrás, Dayanna tuvo la iniciativa de tenerle un tremendo sexo oral, empezó por el extremo, continuó por el cuerpo y lo lamió hasta las pelotas. El la agarró del pelo y la arrastró hacia su culo... allí se quedó ella, haciéndole un beso negro. Si se cansaba y pretendía irse ella no la dejó, bordeando su lengua el sudado ano de su suegro hasta que, lo que no logró con la mamada, lo logró con aquel sucio beso.

La nueva erección del cuarentón vino potenciada, y este, complétamente fuera de sí -ya fuese por el morbo de hacerlo en un callejón o por haber logrado que su nuera hiciese algo tan asqueroso como comerle el culo y que se sintiese tan bien-, la arrastró fuera del coche y la empotró contra la pared. La empaló al instante, quedando Dayanna sorprendida por semejante follada y, durante tres minutos, se quedaron duro contra el muro y lento contra el pavimento bajo la curiosa mirada de desconocidos que, sin atreverse a acercarse, observaban desde la lejana calle como un gordo seboso abusaba de una hermosa veinteañera.


Al volver Dayanna tuvo una pelea con su novio por haber salido a la calle así, y volvieron a estar enfadados otra vez.


Dos meses después...

La veinteñera no volvió a acercarse a su suegro, aunque alguna vez había sentido la tentación. No quería volver a correr el riesgo de quedarse embarazada aunque, había entendido, que una parte de ella deseaba ser madre. No porque se sintiese preparada, o porque tuviese un trabajo y casa... Simplemente era porque sentía la llamada de ser madre.

Se había vuelto a pelear con su novio, aunque esa vez fue bastante fuerte. Las peleas no es que fuesen constantes, pero normalmente no duraban tanto. llevaban más de cuatro dias sin dirigirse la palabra a pesar de que dormían juntos en la misma cama.

Para evitarla, su novio se fue todo el dia con los amigos a jugar Fornite. Las hermanas tenían planes, y al ser domingo, hasta la señora Esther había hecho planes con un par de amigas suyas. Estando la casa sola José la usó para hacer una partida de poker clandestina. Estaba claro que su suegro les había hablado mucho de ella, porque los otros dos no le quitaron la mirada de encima. No la miraban como mujer, sino como si fuese una vagina con patas. Ni siquiera le hablaban, no se dirigían a ella.
   Varias veces los escuchó haciéndole preguntas a su suegro sobre si estaba muy unida a su novio y cosas así.

Llevaban más de 1 hora de partida, y habían bebido varias cervezas cada uno. Estaban contentillos, no borrachos. Y aún así su suegro la llamó para ir donde estaba él.


¿Por qué no se había ido de la casa si quería evitar ciertas cosas? Quizás no se había ido por la misma razón que llevaba el mismo vestido que se había puesto el día que se folló a su suegro en el coche, dos meses atrás. De la misma manera que, si hubiese tenido la falda unos milimetros más arriba, los tres jugadores de poker habrían podido verle a la perfección el coño y sus nalgas.
- Sientate aquí, sobre las rodillas de tu suegro.

Una risa maliciosa fue contagiada a los otros dos.
- ¿Quieres jugar con nosotros?
- No tengo dinero, ni quiero apostarlo.
- Puedes apostar otras cosas...
- No, mejor no... -dijo levantándose. José la agarró de la muñeca y la hizo sentarse de nuevo, o mejor dicho, ella consintió que tirase de ella.
- Venga... Será divertido.

Dayanna estudió a los dos amigos de su suegro. Tenian la misma edad, y parecían unos de estos mecánicos palurdos que lo arreglan todo con la fuerza. No eran gordos, pero tampoco eran atractivos.
- ¿Y qué me apostaría?
- Ya lo iremos viendo... Siéntate.

A pesar de que ella no sabía jugar y no prestó la más mínima atención a las explicaciones básicas, cogió las cartas y una vez tras otra empezó a perder.
- Bueno... Si eres tan mala jugando al poker vamos a tener que sacar algún provecho de esto -dijo el más mulato de los amigos de José.
- ¿Qué tipo de provecho? -preguntó con desconfianza Dayanna.
- Seguro que se nos ocurre algo.
- En la próxima ronda, me apuesto 20 fichas.
- Lo veo -dijo Miguel, el de piel más clara. Era calvo y tenía cara de cabrón. No estaba gordo, de hecho estaba definido.
- Yo también. Y como soy el hombre de la casa, yo apuesto por mi nuera. Si ella pierde, tendrá que hacer 10 sentadillas mientras bebe cerveza...
- Oye... Puedo hacer mis propias apuestas.

Se echó a reir, aunque inclinándose hacia ella le dijo:
- Ni se te ocurra dejarme mal delante de mis amigos. Haz lo que te digo, joder.

Dayanna tenía suficiente personalidad como para negarse, pero aquel rol de sumisa era prácticamente impuesto cuando estaba con su suegro. Las tres veces que había estado con él, lo había dejado llevar el mando y eso la volvía loca. ¿Estaba loca? Sí, porque estaba a punto de provocar a dos desconocidos... Sabía que eso era lo que iba a pasar, aunque no se le ocurrió ninguna manera de evitarlo. Tampoco supo si queria.

Por supuesto, la siguiente ronda la perdió. José se llevó 40 fichas de sus amigos y la apresuró a cumplir su parte del trato. Le cedió una lata de cerveza y le dictó el ritmo. Frente a la atenta mirada de los tres, empezó a beber sorbo a sorbo mientras agachaba el culo como si se sentase en una silla invisible. La falda del vestido, tan corta, dejaba ver a la perfección su coño.
   La vieron repetir el ejercicio 10 veces, tocándose sus respectivas entrepiernas como si tuviesen algo que les picaba. 
- En la próxima ronda -comentó su suegro, hablando por ella-. Dayanna saltará a la comba. Tengo que tener una cuerda por ahí...


Obedeciendo a su suegro más por morbo que por temor, y sabiendo muy bien el efecto que causaría, procedió a saltar al trozo de cuerda que le dió José.
- Esta vez, perrearás al ganador.
- José... no te pases.
- Ya me has oido. Vives bajo mi casa y seguirás mis reglas. Además, solo nos lo estamos pasando bien. Nadie tiene porque enterarse.

Gano el mulato llamado Javier, con la cerveza en la mano apartó la silla y el muy cerdo se bajó el pantalón dejando una polla grandota (aunque no fuese espectacular) a la vista.
   Dayanna sintió algo de repulsión, por tener que hacerle eso a un desconocido pero, al mismo tiempo, se calentó.


   Javier no se hizo derrogar y le levantó la falda, Dayanna perreó a aquel desconocido de más de cuarenta años, mientras este la atraía para así y le hacía restregar su coño en contacto contra su polla. Fue levantándose y adquiriéndose una buena erección, mientras él bebía sorbos de cerveza y su suegro le ordenaba que no se detuviese.
- Ni se te ocurra parar... -bufó él haciéndose una paja contra aquel espectacular trasero.
- Más alto. Levanta el culo, perrea más alto...

Un azote de Miguel en su culo, la hizo reaccionar, se elevó lo suficientemente alto como para que el glande de Javier hiciese cosquillas a su vagina. Continuó haciendo temblar aquellas nalgas y ante tal vibración, el aglande acabó metido sin condón dentro de ella.
- Dale más. No pares. ¡Sigue! Que gusto... -rugió Javier azotándola,
- Es suficiente -le paró José-. Así no será divertido. Aún queda mucha partida por delante.

Su suegro la acababa de salvar, aunque no fue porque le importase lo más mínimo su nuera. 
- ¿Qué te apostarás ahora? Ah, sí... Ya sé.

En cuanto hubo perdido, Dayanna se vió obligada a sentarse encima de las piernas de Javier, que había vuelto a ganar. Sentía aquella polla dura contra su vagina -no le había permitido bajarse la falda para esconder su sexo- y reclinada hacia él, Miguel tenía que derramar la cerveza entre su escote para que el ganador bebiese de aquel canalillo. Mi compañera de clase fue obligada a elevar el culo e inclinar su escote inundado hacia la boca de Javier que, agarrándola de las nalgas, bebió triunfante mientras con toda la malicia introducía disimuladamente la polla entre sus labios y la hacía bajar a medida que vaciaba el contenido del escote.



   Dayanna se estremeció, con media polla clavada dentro de ella. Lo peor de todo es que lo disfrutó... Disfrutó de ese abuso.
- Ya he dicho que todavía no.
- Ni se te ocurra cortarla -gruñó Javier antes de maldecir en alto-. No vuelvas a detenerme.
- Aún queda mucha partida por delante.

En cierta manera, Dayanna tenía miedo de Miguel y Javier porque tenían pinta de ser muy agresivos. Por mucho que le gustase el sexo rudo le daba miedo, porque los veía como bestias ante un corderito... y estaba segura de que no se equivocaba.
- Quiero apostarme ya a la niña. Voy con todo -rugió Miguel sorprendiendonos a los cuatro. Arrastro todas sus fichas conseguidas hasta el momento hasta el centro de la mesa.
- Lo veo...
- Voy -confirmó José

...

Acabó ganando Javier, siendo arrastrada a la habitación de su novio y ella. Tumbada en la cama boca arriba empezó a besarla... ¿Y ella se resistió? No. Estaba de nuevo cachonda perdida. Amaba aquel abuso. Pura masoquista a punto de ser aprovechada.
   El cipote de Javier frotó su coñito jugoso, complementando sucios besos de ambas bocas. Le escupió en la lengua mientras se pajeaba contra su vagina y dejaba que esta le lubricase el glande antes de clavarla con un ímpetu que la hizo gritar.
- ¡Ahhhh! ¡Ohhhh! ¡AHHHH! -escucharon desde la sala de estar los dos perdedores, que no por no poder participar, sino porque se veían obligados a esperar su turno. Completamente erectos por los gemidos de la joven.

Pese a la rudeza, era delicioso como se la follaba. Dolía lo justo por la brusquedad para sentir aquellos golpes aporreando su cuello uterino. Sentir a aquel desconocido abusando de ella y escupiéndole a la boca mientras jalaba de su pelo.
   El móvil empezó a sonar sobre la mesa del escritorio y él, sin pudor alguno, me lo pasó.
- Mira, es tu novio. Dile que te estoy follando -dijo justo antes de aceptar la llamada.
- Dayanna... Oye. Perdona si estos días he estado así... ¿Qué haces? ¿Estás bien?
- Estaba... Estaba haciendo... Algo de ejercicio -intentaba concentrarse pero no podía. Chop, chop, chop, chop-. Me estaba agobiando de estar parada...
- Te escuchas rara -replicó desconfiado.

Incapaz de no sonar coquete, suavizó su tono de voz y se burló.
- No te he dicho que tipo de ejercicio... Pero como no estás aquí.

Javier aceleró el ritmo, era inevitable que su novio lo escuchase. Plas, plas, plas, plas, plas.
- ¿Qué es ese ruido?
- ¿Tú que crees? Dani... Me voy a correr.

El desconocido entre sus piernas se emociono, buscó su boca y ella lo rechazó, por eso la agarró del cuello y apretó. En consecuencia, ella sintió como su propio coño asfixiaba la polla de él.
- Maldita perra... Me corro.
- No...
- ¿Qué dices, Dayanna?
- Que no... Que no lo hagas.
- ¿El qué?


Había intentado decirle a Javier que no se corriese dentro, pero lo hizo. Lo notó temblar dentro de ella, dispararlo todo. Volvía a haber sido usada como baño público otra vez...
   Javier se desprendió de ella y se marchó. Entraron su suegro y Manuel, al parecer habían llegado a un acuerdo para que ninguno tuviese que esperar.



No hubo palabras, todo lo que el novio de Dayanna escuchó por teléfono fue su propio nombre, los gemidos de su novia y el coño húmedo de la misma chapoteando. Para él ella se estaba pajeando... Pero en realidad estaba siendo cogida por boca y coño sin piedad ninguna.
   A José no le pareció importar que su hijo estuviese escuchando, corriéndose dentro de la garganta de su nuera y mientras el otro, sin tardar mucho más, pasaba del vaginal al anal ante la atónita sorpresa de la veinteañera. Jalándola del pelo y gimiendo aún más desesperadamente, experimento el placer anal hasta mearse en la cama de placer. Entre Manuel y Javier la empalaron anal y vaginalmente una última vez. Un rato que se hizo eterno para ella, no por dolor o desgana, sino por cansancio.


No tuvieron suficiente, se divirtieron a su costa pasándole la mano por la cara, follándosela de manera tan ruda que hasta el novio de Dayanna se cansó de ser ignorado y acabó colgando. Pero la follada que le metieron después a la veinteañera no se detuvo, usándola para su propio placer mientras ella, exhausta, se dividía entre querer parar y seguir disfrutando de aquellos abusones.
- Uf.... ¡Ahh! ¡Ah, Ah, Ah, Ah...!
- Vaya con la niña, tiene bastante aguante...
- Estoy seguro de que se sentiría muy bien llenarte por los dos agujeros.




Se quedó una vez más manchando las sábanas compartidas con su pareja, mientras los tres hombres volvían a su partida y la dejaban exhausta... y satisfecha. 







Una semana después...

Unos turistas ingleses llegaron a una cala cerrada, de estas de dificil acceso. Imaginaos la sorpresa de estos fiesteros veinteañeros, cuando comenzaron a grabar con sus respectivos móviles a una veinteañera española, morena comiéndole la polla a un gordo cuarentón tras una roca.
   Al sentirse grabada dejó el sexo oral de inmediato, pero el salido de su suegro la agarró por detrás a cuatro patas y se la empezó a follar, ante las risas, el jorgorio y el testimonio de unos turistas...


Unos meses después
Dayanna se había visto obligada a mudarse a la casa de sus padres debido a lo caótica y incontrolable que se había vuelto la situación... Pocas veces se permitía el lujo de volver a casa de su novio, y había aprendido a evitar a su suegro siempre que podía.

Un día coincidió que iba a pasar el día cuando los tres sobrinos de José, de entre catorce y diecisiese años, habían ido a pasar el día. Y José le propuso un juego muy divertido donde, a cambio de dinero le iría poniendo retos que debía ir cumpliendo.

Lo que está claro es que Dayanna ese día se embolsó mucho dinero y fue el día más feliz de la vida de esos tres niñatos...


Pero eso ya es otra historia...

FIN


Por cierto. ¿He comentado, que Dayanna... Mi compañera de clase. Está felizmente embarazada? No sé cuando exáctamente quedó embarazada pero... aún quedan algunas historias Dayanna por contar...

:)

7 comentarios:

  1. He reiniciado el relato final de traición. Obvio me baso en lo que ya tenía escrito, pero cuando hay un bloqueo lo mejor es empezar desde el principio.

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    Como los fines de semana no escribo (pues he pasado de hacer el spring), mejor he escrito un relato con un antagonista gordo y ale, para quien quiera tener un calentón de fin de semana. Es improvisado y no tenía intención de hacer una temática profunda. A quien le guste este tipo de relatos lo disfrutará.

    Un abrazo.

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  2. Aun no lo he leido, pero me alegro que hayas publicado algo.

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  3. Buenas, de casualidad entré y me encuentro con una nueva publicación, buenísimo, lo leeré el fin de semana, gracias por tu trabajo..

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  4. 3 pajas me he hecho, ya te había pedido hace tiempo por correo que escribieses sobre gordos abusando de preciosas mujeres. Me había rendido y todo, quiero decir, entiendo que estás ocupado con otras cosas pero aún así me encanta que lo hayas hecho. Si me aceptas un consejo: Eres muy bueno, con sagas largas y con relatos cortos, pero no sirves para hacer sagas largas amigo porque pierdes el interés y cuanto más te acercas al final más tardas. Entendemos que trabajes y estudies, que tienes una vida pero a no ser que estés seguro de que vas a poder terminar las cosas rápido mejor que te centres en los relatos cortos. Me gusta cuando haces historias profundas, pero las cortas como esta y la de Michael con su canguro me volvió loco. ¡Haz más como estas, por favor! Soy fan de tus relatos, y por mucho que tardes estaré ahí, pero cuantos más hagas mejor. Un saludo.

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  5. Ah se me olvidaba ¿Puedes continuar la historia de Dayanna con los sobrinos de Jose? Me dejó con las ganas eso. También estuvo muy morbosa toda la historia, aunque te pasaste de corto. Quiero decir que me faltó en algunas partes que describieses mejor las escenas, los personajes, el sexo. Para el próximo tenlo en cuenta, por favor.

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  6. Hola zorro ya lo leí y estuvo entretenido para leerlo...ahora espero mi relato??? Jejje espero que no te olvides

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