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miércoles, 16 de agosto de 2017

Dos hembras en villamacho 1.VII (Final Capítulo 1)

Joaquin despierta solo en su tienda de campaña. Puede elegir entre volver a dormirse o salir al exterior en busca de respuestas, sin saber que abrir la cremallera desencadenará un efecto mariposa que cambiará su vida, la de su mujer y la de su hija para el resto de su vida...


Capítulo 1: El macho alfa

Parte VII: Casa de apuestas



7.1 ¿Qué promesa prevalece?

No hubo ningún motivo para que se despertase, aún así abrió los ojos en la oscuridad de su tienda. Pese a no ver nada, no tardó en descubrir que estaba solo; tantear con la mano el suelo de la tienda no hizo más que reafirmarlo: Su mujer no estaba.
   Un millar de teorías acribillaron su cabeza, siendo algunas favorables y otras totalmente funestas. Buscó la linterna, encontrándola en el mismo lugar donde la había dejado comenzó a vestirse: Se puso el bañador y una camisa de manga corta encima antes de salir escopeteado de la tienda.
   La oscuridad total fue suprimida por un haz de luz, cuyo foco lograba cazar pequeñas partículas blancas que volaban por el aire. No escuchó ni vio luz en ninguna de las tiendas, y a pesar de saber que lo correcto habría sido ir directamente hacia la casa… Simplemente no pudo evitarlo. Era superior a él, una decisión motivada por la desconfianza y los celos acumulados a lo largo de todo el día: Abrió la tienda de campaña de Prono para descubrir que no había nadie en su interior; sin llegar a entrar y metiendo solo la linterna y la cabeza, percibió un olor viciado además de sentir otro mucho más característico… Olor a semen.
   No pudo evitar que por su mente sobrevolase una teoría conspiranóica que no tardó en descartar, pues él confiaba en su mujer. La respuesta más segura a todo aquello es que, teniendo dos mujeres tan bellas cerca, aquel bastardo se hubiese masturbado hasta la saciedad.
   Cerró de nuevo la cremallera y se alejó de la tienda, si hubiese entrado en ella habría visto cuatro condones repletos de semen.

Seguro que tenía que haber alguna explicación, como que por ejemplo Sandra hubiese ido al baño y hubiese coincidido con Prono; se negaba a creer que había sucedido otra cosa.
   Así que, prácticamente andando de puntillas mientras esquivaba hojas y ramas, intentó alejarse lo más sigilosamente que pudo de las tiendas de campaña, para cruzar el pequeño territorio de árboles hasta llegar a la explanada desde la que se podía ver la casa.
   Había luces encendidas que delataban actividad dentro de ella… y así se acercó, paso a paso, con su enfermo corazón a mil imaginándose todas las cosas que debían pasar dentro de la casa al tiempo que las rechazaba como imposibles.
    Al llegar a la puerta no le quedó otra, así que picó varias veces evitando usar el timbre. Le pareció mucho más acorde con la situación: El temblor contra su puño cerrado que provocaba golpear la puerta, el sonido que provocaba tanto para él como para quien lo escuchase…

Durante unas milésimas de segundo pasó de oír golpeada la madera a aporrear el aire; la puerta estaba abierta y tras ella estaba la persona que menos ganas tenía de ver.
— Hola, querido… -le saludó Prono.

***
Con todas las luces apagadas, lo único que iluminaba el salón era la televisión frente al sofá. Pese a lo largo que este pudiese ser, no alcanzaba para los cinco estuviesen separados sin respetar el espacio vital de cada uno.
   Andres estaba sentado en la parte más alejada del sofá, seguido de Olivia, Prono y Sandra, la cual estaba sentada entre este último y su marido. Era irónico que esta, echando miraditas incómodas a su marido, estuviese más pegada al hermano mayor de su anfitrión que al propio Joaquin.
   En la tele se reproducía una película de acción dramática, escuchándose constantemente sonidos de disparos, explosiones, gritos y llantos por lo que para ser escuchados por el resto tenían que elevar la voz.
— Puedes apoyar tu cabeza en mis piernas -propuso Prono recibiendo una negativa de la cohibida mujer-. Venga, que así estarás más cómoda -reía mientras echaba miraditas provocativas a Joaquin, el cual no hacía más que apretar los labios e intentar ignorarlo.
   Al estar tan apretados, el madurito no tuvo más que inclinarse unos centímetros a su derecha para susurrarle al oído mientras le pasaba la mano por la cintura.

La poca iluminación, el ruido y la perspectiva solo conseguía que Joaquin no se enterase de nada, pese a que era consciente de que el muy bastardo le estuviese diciendo cosas a su mujer. Desde aquel ángulo incluso parecía que le estuviese comiendo el cuello o mordiendo el oído; se decía a si mismo que tenía que ser fuerte y confiar en su mujer.
— Venga… Apoya esa carita en mis piernas, que viendo películas me pongo muy perro.
— Mi marido está al lado, no voy a hacerlo.
— ¿Deberíamos ir a la cocina? -Sandra no contestó, sintiendo como la escurridiza zarpa del hombre bajaba desde su cintura hasta su culo. La manoseada mujer se estremeció, removiéndose en consecuencia inquieta-. O bien podrías comerme la polla aquí mismo.
— Sigue soñando… -musitó al tiempo que se concentraba en mantener el cuerpo recto ante sus tocamientos. Los dedos se filtraron bajo el pantaloncito intentando pasar por debajo de su culo para llegar a su vagina; ante su insistencia no le quedó otra que levantar el trasero para que sus dedos pudiesen pasar. Sintió las yemas de sus dedos acariciar su coño; reprimió un suspiro mientras miraba de reojo a su pareja, la cual seguía mirando la televisión.

``Podría ni darse cuenta si lo hago…´´ cedía su voz interna intentando convencerse. Notando al mismo tiempo como el sofá se movía, Andres y su hija se levantaron.
— Vamos a comer algo en la cocina… -anunció la joven sonrojada. Los pezones se le marcaban incluso a través del bikini.
— Así tendréis más espacio… -propuso su acompañante lanzando una mirada furtiva a su hermano, como si le estuviese recordando que tenía que cortarse un poco; tras esto y sin añadir nada más, ambos se fueron dejando a Prono y Sandra juntos, ambos con las espaldas rectas y siendo ella la única que tenía las piernas recogidas sobre el sofá.

En respuesta a su hermano, pese a no estar, Prono se separó un poco de la mujer dándole un poco más de espacio sin llegar alejarse demasiado, esta hizo lo mismo de su marido que continuó sin decir una palabra.
— Estaría bien que se durmiese… -le susurraba de vez en cuando a la milf-. Si se duerme me vas a comer la polla.
— No voy a hacer nada mientras él esté delante -decía ella negándose, mostrándose fría y distante a pesar de sopesarlo en repetidas ocasiones.

Sin dejar de vigilarlos de reojo, poco a poco comenzó a entrecerrar los ojos, fingiendo que se dormía. A pesar de la poca luz, era capaz de ver desde aquella posición a través de sus pestañas una imagen borrosa de lo que sucedía. No les veía las caras, pero si sus siluetas.
   El paso de los minutos hizo que Prono se confiase, repitiéndole entre murmullos al oído a Sandra que usase sus piernas para recostarse, obteniendo como respuesta continuas negativas. En cierto momento la agarró por la nuca y la forzó a bajar, eso sí, sin obtener resistencia alguna.
   La mujer no dejó de vigilar a su marido, mirándolo desde aquella posición mientras notaba la polla dura de Prono contra su sien.
— ¿Tienes hambre? 
— Nos va a ver -contestó ella indecisa entre ver como el hombre se sacaba del pantaloncillo una polla totalmente tiesa y apartarse, evitando arriesgarse a ser descubierta.
— Si te tapas con tu pelo no verá como me chupas la polla -aseguró mientras ocultaba la cara de ella con su propio pelo antes de conducir su cipote a la boca de Sandra, la cual, no se molestó en rechazar.

Prono echó la cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el respaldo del sofá. Notaba calambres en la base de su miembro, frutos del morbo de recibir una mamada tan deliciosa con aquel inútil al lado.
   Joaquin, por su parte, solo era capaz de ver que su mujer estaba apoyada contra las piernas del hermano de Andres, y a pesar de no ser capaz de verla la cara a causa del pelo, no pareció que estuviese pasando nada.
   La mano contra la nuca de la mujer quedaba ocultada por el propio pelo, y mientras mantenía con la mano izquierda la polla tiesa contra la boca que la chupaba, la otra mano forzaba a la cabeza a moverse de un lado a otro, permitiendo tanto a su glande como a su prepucio atravesar los labios femeninos.
   En algún momento concreto se notaba como la garganta de Sandra quebraba al ser su cabeza empujada para tragársela toda. El glande chocaba contra su campanilla mientras la zarpa impedía a su cabeza retroceder; el aire se le acababa, parecía que se iba a ahogar hasta que por fin la dejaba dejar de comerse aquel pollón.
   Entonces Sandra se apartaba un poco el pelo, agobiada por su estorbo mientras echaba una mirada rápida a Prono y le preguntaba si iba a tardar mucho.
— ¿Estás de broma? No me correré hasta vaciar mis cojones en tu coño.

La aludida escondió el rabo bajo el pantalón, se incorporó en el sofá y se quedó muy pegada al hombre, intentando no despertar a su marido.
— No voy a dejar que me hagas nada con mi marido tan cerca…
— De momento ya me has comido la polla.
— Hijo, porque no paras… Eres un pesado.
— Y no pararé hasta que te folle.
— No voy a permitírtelo.
— ¿Ni con condón?
— Ni con condón -repitió ella.
— Es que estoy muy cachondo… Quiero follarte -dijo comiéndole el cuello.

Joaquin abrió un poco los parpados, mientras veía con dificultad como él le susurraba algo a su esposa, la cual se dejó caer de lado para apoyar todo su peso sobre el muslo y la mano derecha.
— Para… Nos va a descubrir.
— Vamos a otro lado.
— ¿Por qué no vas tú al baño y te haces una paja? -Joaquin tuvo que cerrar los parpados de nuevo cuando vio que su mujer le volvía a mirar.
— Házmela tú aquí -murmuró haciéndole ojitos.
— No voy a irme a ningún lado, y mucho menos voy a hacer nada aquí… No ves que solo hace falta que abra los ojos para que…

Sin dejarla terminar su interlocutor se levantó y se fue del comedor. No tardó ni quince segundos en volver con una sábana ligera lo suficientemente extensa para tapar las sabanas de ambos.
— Se nota mucho todavía… -No paraba de ceder y ceder, pensaba Sandra mientras el incansable pervertido agarraba bajo la manta su mano y la conducía hasta su polla. Fue un auto-reflejo para ella comenzar a masturbarlo lentamente. La mano que había agarrado su muñeca se posó sobre su muslo desnudo sin llegar a tocarle nada más comprometido.

Siendo deseos controvertidos, Sandra deseó que aquella misma mano se infiltrase bajo su pantaloncito y introdujese los dedos dentro de su sexo; pero no dijo nada. Esa palma, ardiente, se limitó a presionar contra su muslo… Recordándole lo cerca que estaba de su vagina.
   Ella, en cambio, no paró un solo segundo de masturbarle.
— ¿Tienes hambre?
— Ya he comido demasiado hoy, creo que prefiero hacer un poco de pesas -Le siguió el juego mientras aumentaba el ritmo de la paja.
— Me refería a tu boca de ahí abajo.
— Esa boca tiene mucha hambre…
— ¿Le damos de comer bajo la carpa?
— La boca de ahí abajo acaba de ponerse a dieta -bromeó mordiéndose el labio. Tenía tantas ganas de follársela como de chuparla, en definitiva, jugar con ella. Pajearla era como un carnívoro volviéndose de repente vegetariano.
— Con tu comida preferida tan cerca…
— Con mi comida preferida tan cerca… ¿Te falta mucho?
— Ya te dije que no iba a correrme hasta vaciar mis huevos en ti.

El coño, literalmente, se le hizo agua. Un interruptor en su mente se activó y le revolvió todo el interior: Su piel se erizó y un cosquilleo en su ombligo de dimensiones bíblicas se unió al quemazón que sufría su sexo.
— ¿Tienes condón? Podría ayudarte a… desahogarte. Pero solo con condón -Notando Prono lo cachonda que se había puesto de repente, ni se planteó cuestionarle.
— Puedo conseguir un condón…
— ¿Y prometes usarlo?
— Lo prometo -dijo solemnemente.
— Ya estás tardando -gimió ella mientras tiraba todo lo posible hacia abajo el prepucio de ese hombre, como si fuese una indirecta que le daba a entender que la deseaba tener clavada hasta el fondo.

Prono se levantó del sofá y de un par de zancadas se dirigió hacia un cajón que había cerca de la tele, y tras abrirlo agarró un sobre que contenía un preservativo.
   La mujer, totalmente extasiada, apartó la manta de una suave patada y se apoyó en su esposo.
— Cielo… Cariño. Escúchame.
— ¿Sí? ¿Qué pasa?
— Confía en mí. ¿Vale? Todo sigue siendo parte de nuestro juego. Vamos a la habitación de arriba… -Joaquin se acordaba bien del juego, pero continuaba creyendo en su esposa.
— Confío en ti… ¿Pero por qué no lo hacéis aquí? Si el juego es dejarlo con las ganas…
— Allí estaremos más cómodos -argumento ella sin mentir.
— Cariño…
— Pararé en el último momento, lo tengo desesperado -lo besó, una, dos y hasta tres veces antes de seguir a Prono hacia la habitación de arriba. Mientras subían por las escaleras este le preguntó.
— ¿Qué le has dicho?
— Lo que necesitaba oír.

***

Al verlos desaparecer en el piso de arriba, Joaquin se plantó en un par de zancadas frente a la escalera, preparándose para subirlas, fue entonces cuando se acordó de su hija y Andres. Sabiendo que lo que más le importaba estaba arriba, optó por dar un pequeño rodeo hacia hacía la cocina, la cual tenía la puerta cerrada pese a la luz que se filtraba por las rendijas.
   Al intentar abrirla, chocó contra algo.
— Esperad, que está la nevera abierta.
— ¿Andres? -preguntó sin soltar el manillar.
— Joaquin. ¿Estás solo?
—Sí.

Era cierto que la nevera estaba abierta, bañando en una ráfaga de frio el torso de Andres mientras Olivia, dando la espalda a la misma nevera y abierta de piernas, chupaba acuclillada la brillante polla de su amante, de la cual caían enormes y flexibles hilos de saliva, los cuales avalaban el esfuerzo que esta ponía en aquella mamada.
— ¿Qué hacéis?
— Yo cogiendo cosas de la nevera, Olivia comiendo.
— ¿Cariño, estás bien?
— Shi pampam -respondió ella separando su boca del miembro viril.
— ¿Qué te pasa en la voz? -Joaquin alcanzó a escuchar un ruido de aspiración contra algo mojado.
— Eshtoy…. -dijo ella pegándole una lamida vertical a aquel mástil de carne-… comiendo…
— No hables con la boca llena. ¿Qué comes? -la oyó suspirar, como si estuviese agotada o le faltase aire.
— Está comiendo butifarra, Joaquin -contestó su vecino por ella mientras la forzaba a realizarle una garganta profunda, follándose su campanilla. La parte trasera de la cabeza de Olivia chocó contra la parte baja del congelador.

La cara de la veinteañera se puso roja, intentó mantener los ojos abiertos pero se le cerraban. Los puso blanco mientras se metía los dedos, masturbándose. Solo podía pensar en que quería aquella polla dentro. ¡Que inoportuno era su padre!
— Ya lo oigo ya. ¡Olivia, no comas rápido que te vas a atragantar! -El comentario hizo que su hija perdiese el control de su garganta y tosiese, lloviendo hilos de saliva.

La mantuvo unos segundos en su garganta antes de sacarla y hacer que Olivia se levantase, al tiempo que se agarraba la babeada polla y la apuntaba contra su coño antes de meterla muy lentamente.
   Joaquin ya se había ido, sino habría escuchado a su hija gemir ante el avance imparable de aquel cilindro de carne antes de comenzar una gran follada. Lo que si que escuchó fue el ``chap, chap, chap, chap´´, que lo interpretó como si estuviese golpeando carne para destensarla.
    Ya estaba subiendo por las escaleras cuando comenzó a escuchar a lo lejos ese sonido, siendo consciente de que provenía de abajo, y aunque sintiese ganas de bajar solo le quedaba subir arriba… Ya se había retrasado suficiente.

Anduvo con cautela, vigilando de no hacer ruido al pisar. Escuchó unas voces, poco más que susurros, salir de la habitación que debía ser de Andres. Al acercarse a pies puntillas, descubrió que la puerta no estaba cerrada y, sin llegar a estar abierta del todo, se encontraba en un estado similar a como él la dejaba cuando sus hijos tenían miedo de quedarse a oscuras.
   El pasillo era el que estaba oscuro y la habitación donde había luz, por lo que ni se dieron cuenta de que Joaquin miraba a través de la puerta, abriendo ligeramente la puerta del marco para poder ver mejor.
— Se lo prometí y lo cumpliré -aseguró ella decidida ante algo que Joaquin no había alcanzado a escuchar.
— ¿Y si te quitas esa camisa? -propuso Prono mientras él se quitaba la suya-. Así podré ver esas dos enormes ubres mientras me quedo con las ganas.
— Puedes darlo por hecho -afirmó riendo musicalmente mientras, con los brazos en cruz, se sacaba el camisón exhibiendo unas enormes tetas sin sujetador alguno. Lo único que tapaba su sexo era el pantaloncito diminuto que hacía las veces de pijama.

El hombre se pajeaba de pie frente a ella, estando esta estirada en la cama con la cabeza apoyada en la almohada.
— Ya no aguanto más… -confesó Prono comenzando a gatear sobre la cama.

``Paralo, Sandra… Hazlo ya…´´ suplicó el marido con el corazón a mil, sintiéndose incapaz de intervenir. Veía el pecho de su mujer subir y bajar muy rápido, también la veía mirar aquella enorme polla botar entre las piernas de Prono hacia ella -con cierto brillo de perversión en sus pupilas- hasta que se quedó a cuatro patas sobre ella. Intentó besarla, pero ella se apartó… Esto hizo que le sirviese el cuello en bandeja de plata, por lo que Prono no desaprovechó la oportunidad y comenzó a besárselo.
— Para… No sigas… -suplicó ella mientras removía su cabeza intentando esquivar sus besos. La polla de su atacante despedía un olor tan fuerte que hasta Joaquin alcanzaba a olerlo, el mismo olor que estaba volviendo loca a su mujer.
— ¿En que momento vas a parar y demostrar que eres fiel a tu esposo?
— En el último momento -afirmó ella mirándolo a los ojos.
— ¿Y cuándo será? -se mantuvieron la mirada un momento; él se comenzó a masturbar frente a ella mientras con la otra mano le apartaba el pantalón y se lo subía hasta la mitad de los muslos. La excitada mujer le arrebató la polla de su mano, agarrándosela ella misma y comenzando a masturbarle antes de contestarle.
— Cuando estés a punto de meterla… -su voz se volvió muy aguda.

``No… No esperes hasta entonces. Para ahora´´ volvió a suplicar Joaquin con un nudo en la garganta, quería intervenir: Mandarlo a la mierda todo, entrar en la habitación y separarlos, pero su cuerpo no se movía.
— ¿Serás capaz de parar? -Ella solo pudo asentir.
— Entonces vamos a verlo. ¿Qué tal si tú misma te apuntas mi polla a tu coño?
— Le falta el condón…
— Pero si no voy a llegar a meterla. ¿No? -se burló.
— Para tenerla lista para meterla tienes que tenerlo puesto.
— Miéntete a ti misma, pero voy a romperte el coño… Y aunque me ponga el condón -Esto se lo susurró al oído-. Se acabará rompiendo.
— Eso no tiene porque pasar.
— Se rompió antes cuando me follé a tu hija. Le llené el coño de lefa y voy a hacer lo mismo contigo.
— Normal que se rompiese… Recuerdo como me follaste dos veces seguidas con el mismo condón…

Joaquin quedó helado. La primera vez por oír que se había follado a su hija y la había impregnado, por segunda vez al enterarse de lo de su mujer. ¿¡Cómo podía ser tan guarra, tan mentirosa, tan…!?

El ritmo de la paja se acentuó; la punta de su polla rozaba ya su coño.
— Aún así póntelo…
— ¿Aunque luego se rompa? No tengo más.
— Póntelo -repitió con la voz más aguda todavía.

No se hizo derogar más. Rompió el envoltorio y se lo colocó ante la fascinación de Sandra.
— ¿Qué tal si te quitas esto? Me molesta -señaló en alusión a su pantaloncito, que tibaba elástico entre sus dos rodillas. Con suavidad lo deslizó hasta los tobillos, liberando uno de los pies de la atadura y dejando la prenda colgando de uno los dos pies.
— Estoy a punto de meterla -avisó mientras se masturbaba frente a ella ya con el miembro encapuchado, antes de ponerse frente a ella a cuatro patas y apuntar el extremo de este a su coño. Su coño, impregnado de jugos vaginales, se veía acariciado por el roce continuo de la goma- ¿No deberías pararme ya?
— Un poco más… -gimió ella acariciándose los pezones.

Aquel ladrón de mujeres, que tan cautiva la tenía, hizo un movimiento brusco con su mano tirando del condón hacia su cadera como si quisiese estirarlo. Desde aquella perspectiva, Sandra veía todo el tronco cubierto por la goma, pero su propio monte venus ocultaba que el preservativo se había roto, quedando el glande y el prepucio al descubierto. Era el propio extremo de su polla el que acariciaba su coño.
    La cintura de Sandra era fuego, contoneándose como si hiciese un baile en el vientre. La quería dentro…
— ¿Vas a aguantar más? -preguntó él antes de que la mano femenina volviese a agarrarle el miembro. Por suerte Sandra lo agarró por el tronco y no por la punta, sin darse cuenta de que se había quebrado.
— Un poco más…
— Estos condones se rompen muy fácil… ¿Qué harás si se rompe?
— Da igual que se rompa… No vas a meterla.
— La estoy metiendo… -susurró él con voz melosa, mirándola a los ojos.
— Aún no… -le contradijo pajeándolo, ya podía notar su glande presionando contra el orificio de entrada.
— Entonces te da igual que se rompa -inquirió mientras la abrazaba, pegándole la boca al oído. Hablaban susurrando.
— Si se rompiese… -musitó-… te haría parar.
— Me dijiste que me ayudarías a desahogarme.
— También le dije a mi marido que te dejaría con las ganas. Y quiero hacerlo.
— Pero también quieres hacerlo… -Sandra no respondió, lo miró hipnotizada a los ojos-. ¿Te gusta como mi polla besa tu coño?
— Me encanta… -reconoció-. Vamos a parar ya…
— ¿Y cómo se sentiría si la metiese justo ahora? -dijo esto mientras empujaba un poco hacia adelante, su glande se introdujo unos milímetros hacia dentro mientras ella intentaba frenarlo con la mano.
— Se sentiría muy bien -confesó mientras ahogaba sus propios gemidos-. Demasiado bien.
— ¿No me vas a parar? Si no lo haces voy a romperte el coño.
— Un poco más… Y paramos -otro empujón de caderas, un par de centímetros más que se metió su glande.
— Creo que se ha roto el condón…
— No me digas eso… -Sin dejar de mirarse besaron, ni con fuerza ni delicadeza, fue un intercambio de saliva pasional. Un par de centímetros más accedieron dentro; ya estaban dentro tanto el glande como el prepucio.
— Está roto -aseguró esta vez mirándola a los ojos-. ¿No vas a pararme? Si no lo haces toda mi polla acabará dentro.
— Un… -puso los ojos en blanco mientras le arañaba la piel-… un poco… más.

Un gemido desgarrador llenó la habitación cuando, de un solo empujón, metió los veintiun centímetros de polla hasta chocar contra su cérvix.
— Tienes razón… La boca de ahí abajo tenía mucha hambre. Me ha comido toda la polla.

Sandra, catatónica de placer, tenía todo el cuerpo paralizado y tenso.
— No gimas tan alto -le advirtió mientras hacia retroceder sus caderas antes de clavarla hasta el fondo. Un chapoteo húmedo demostró lo fuerte que habían chocado sus muslos y sus entrepiernas-… Que te va oír tu marido -La avergonzada mujer se tapó la cara al tiempo que, sin éxito, intentaba disimular sus gemidos-. Tu marido va a oir lo perra que eres y como te gusta que te den bien fuerte.

El aludido veía como aquel monstruosamente largo cilindro de carne perforaba a su mujer mientras este manoseaba sus tetas. Parecía una metralleta descargando todo su cargador en aquella vagina masoquista, de la cual con cada choque saltaban gotas de líquido transparente.
   Bajo el culo de su mujer, veía toda la colcha empapada… ¿Cómo podía estar tan mojada? Pensaba él mientras veía horrorizado el lamentable espectáculo. ¿Había visto siquiera alguna vez a su mujer gemir de aquella manera? Parecían dos animales en época de celo, teniendo la oportunidad de follarse mutuamente después de haber estado semanas encerrados, incomunicados.
   El lujurioso cuerpo femenino se tensó, gritando al mundo que estaba teniendo un orgasmo. Pareció molestarle que Prono no parase ni redujese la velocidad, suplicando entre gemidos que le diese un descanso que este no estaba dispuesto a conceder.
   Para más inri, el condón se había roto pero eso parecía dar igual a su mujer. Lo peor de todo es que, pese a lo enfadado que pudiese estar con ella, sabía que era culpa suya por haberlo consentido. Ahora aquel macarra se estaba follando a su mujer, dándole un placer que él nunca había sido capaz de darle.
— Grita más fuerte. ¡Más fuerte! ¡Que te oiga el inútil de tu marido!
— ¡AHHH! ¡AHHH! ¡AHHH! -Sus gemidos se sincronizaron con los pollazos que recibía su coño y los martillazos que recibía su culo con aquellos testículos.
— ¿Te acuerdas lo que dije? Dije que iba a vaciar mis cojones en ti -ella no podía hablar, estaba exhausta.
— No… Dentro no -suplicó ella abriéndose aún más de piernas.
— No dijiste nada cuando me corrí dos veces dentro del mismo condón, zorra. Acepta lo que te gusta. ¡Acepta que quieres que te marque tu interior con mi semen!
— ¡Nooo!
— ¿No? Mira como me apreta tu coño. Me está suplicando que lo haga… -se quedó sin habla al instante su ritmo se aceleró de manera bestial, sus caderas aporrearon los muslos de Sandra y la cama comenzó a chocar contra la pared. Las paredes vibraban, parecía que todo en la habitación iba a romperse.
— ¡Oh, Dios! ¡Oh, Prono! ¡Me vas a romper! ¡Me rompes entera!
— Voy a llenarte el coño. Te vas a convertir en mi perra.
— Soy tuya… ¡Pero no te corras dentro! -gritó ella cerrando los ojos mientras mordía el hombro de su semental-. Si te corres dentro… -``Me voy a volver loca´´ terminó sin decirlo en voz alta.
— ¡Demasiado tarde! -gimió él, con una mezcla de alivio y descanso en su voz. Sandra no estuvo segura de si sucedió cuando dijo aquello o cuando comenzó a notar las contracciones de aquella polla dentro de ella llenándolo de esperma.

Su coño explotó, se vació algo dentro de ella, sintiendo como si una manguera se activase entre ambos vientres. Las piernas se le tensaron como nunca antes mientras perdía el control total de ellas. Lo notaba todo mojado a su alrededor, como si se hubiese meado, pero al mismo tiempo sentía sus caderas y su coño derretirse; desencajarse. Todo esto mientras, el como había prometido, vaciaba sus testículos dentro de ella.
   Podía sentir sus piernas, pero no podía hacer nada con ellas. Prono se aprovechó de su inmovilidad y aún vaciando su semilla dentro de ella; comenzó a besarla como si fuesen una pareja de enamorados.
   Sandra, aún corriéndose, dejó caer la cabeza sobre la almohada mientras su coño sufría pequeños tics y espasmos que la hacían gemir con sorpresa.
    Se había corrido antes, pero nunca de aquella manera. Era ese tipo de orgasmo que te hace pensar que ha merecido la pena vivir para experimentar aquello.

Los besos no duraron eternamente, y como buen semental; como buen amo de su placer… Estos lograron que su morcillona polla, impregnada de semen, volviese a crecer dentro de ella endureciéndose y recordándole que no se había terminado.
— No… No puedo más.
— Pues no te muevas. Yo estoy lejos de acabar -aseguró él mientras la cogía del cuello y apretaba. Sorprendida se aferró a sus muñecas, le costaba respirar a pesar de seguir pudiendo hacerlo; lo que más le impresionaba fue que después de todas las veces que habían follado ese día… Aquel cilindro de carne se pudiese poner todavía duro.

Sentía como si su coño se hubiese secado, pero el propio semen actuaba como lubricante.
— ¡Ah! ¡Ah! ¡Ah! -comenzó a gemir Sandra con el poco aire que Prono le permitía obtener. Pese a lo sensible que estaba, esa nueva forma de tener sexo con ella la encendió enseguida… si es que era posible.

Joaquin tuvo que apartarse de la puerta al escuchar Andres y Olivia subir, cuando estos llegaron frente a la puerta lo hicieron mirando hacia los lados.
— Tu marido no está… -les informó mientras observaba, claramente sorprendido, del estado de la cama.
— Como habéis dejado la cama… -La hija entró en la habitación mientras veía a aquel hombre penetrar como un loco a su madre. Este salió de ella, se acercó a la recién llegada y aferrándola se la llevó hasta el borde del colchón.
— Aún no he terminado, niñata. Vas a ayudarme a acabar por todo lo alto… -ordenó mientras agarraba a la madre por los tobillos, le daba la vuelta y la colocaba abierta de piernas en el borde de la cama. Entonces hizo a la hija tumbarse sobre la espalda de su madre, abierta de piernas también.
   El clítoris de Olivia chocaba con las nalgas de su madre, y ambos coños estaban rebosantes de semen.
— ¿Por cuál debería empezar y en cual debería acabar? -ninguna dijo nada, así que decidió empezar por la hija.

Tras diez embestidas provocando un chapoteo incesante, hizo un rápido cambio al coño de la madre. Repitió hasta acabar de nuevo en el de la hija.
   Sus gemidos eran directamente proporcionales a la potencia que usaba para penetrarlas. A la madre lo hacía más suave y despacio, siendo consciente de que estaba más sensible.
   Pero a la hija decidió partirla por la mitad, así que nada más sacar su polla del coño inferior, agarró la cabellera de Olivia haciendo tirar su cabeza hacia atrás mientras se la clavaba hasta el fondo.
— Prefiero correrme dentro de ti, niñata -vociferó mientras alteraba mordiscos en el cuello con besos en la boca. Sandra, estaba tan quieta que parecía estar profundamente dormida, aún extenuada por el placer de un orgasmo marchito. Ya no podría correrse más, lo sabía, pero podía disfrutar aquella sensación de plenitud.

La hija, por el contrario, aún estaba por alcanzar su último orgasmo. A pesar de no tener demasiadas ganas de correrse más, aquella posición y aquella brutalidad la hacía estar constantemente a punto de correrse.
   Era un orgasmo enorme pero que no terminaba de llegar. Agravando la excitación que le provocaban aquellos picantes azotes y aquellos tirones de pelo, ambos en su justa medida.
— Córrete -suplicó ella consciente de que lo que más podía ponerle era eso- Castiga a esta niñata con tu leche. El tirón de pelo se acentuó, el mordisco en el cuello se volvió más violento y más delicioso, sus embestidas se embrutecieron hasta que en una de ellas fue la misma Olivia la que no pudo seguirle el ritmo y comenzó a correrse como una loca.

Había intentado aguantar, deseando correrse junto a él pero no pudo resistirlo. Viniéndose mientras sus piernas se encharcaban con aquella situación tan sucia pero orgásmica, no era la primera vez que sufría una eyaculación femenina… pero si la más placentera. Su coño tembloroso se había convertido tras eyacular en un recipiente de semen, siendo repostado por la manguera que había dentro de ella.

A Andres se le había puesto la polla dura de nuevo, apeteciéndole follárselas de nuevo sin estar seguro de si estas podrían ser capaces de continuar. Antes de entrar en la habitación, miró al suelto tras detectar algo de reojo que le llamó la atención…
Unas gotas transparentes y blanquecinas, manchando el marco de la puerta y el umbral de entrada a su habitación.
   Miró a los alrededores que rodeaban su habitación, decidiendo que no había nadie cerca. Ni se molestó en limpiarlo, se limitó a entrar en la habitación y cerrar la puerta tras de sí, cerrando con cerrojo.

Unos tímidos gemidos de Sandra se empezaron a oír desde fuera desde el edificio, mientras Joaquin, con su linterna, se dirigía de nuevo hacia la oscuridad del interior de su tienda.

7.2 Promesas en la clandestinidad

Una hora y media antes…

— Hola, querido… -``Encima con recochineo´´ el gruñido mental de Joaquin no pudo ser escuchado por Prono, que se hizo a un lado mientras le invitaba a pasar-. Adelante, nos lo estamos pasando muy bien con tu mujer y tu hija. ¡Son más divertidas! -tras las palabras de este se podían esconder muchos significados, mas el recién llegado solo priorizaba uno de ellos: la niña y Andres estaban también en la casa, algo que no esperaba ni de lejos.

La peor de las situaciones que él tenía en mente acababa de ser relegada a un segundo plano, eclipsada por una en la que tanto mujer como su hija eran acosadas y agredidas sexualmente por aquellos dos salvajes: ``Sí, Andres ya no se salva´´ se decía a si mismo mientras oía como Prono cerraba la puerta.
— ¿Has dicho mi hija?
— Ah, sí… Debe descolocarte un poco que las dos estén aquí… A altas horas de la noche… Con mi hermano y conmigo… -desprendía malicia, como si decir todo aquello no fuese a tener consecuencias e, incluso si así fuese, no fuesen a perjudicarle en absoluto-. Tranquilo, no ha pasado nada… Tu mujer y tu hija se desvelaron y acabaron viniendo aquí. Lo mismo pasó conmigo y mi hermano vino más tarde… Eso es todo.
— Son mi mujer y mi hija -reafirmó repitiéndolo para darle más redundancia-, sé que eso es todo.

La sonrisa de Prono se ensanchó, desafiante.
— Ahora que tú también te has desvelado nos lo pasaremos muy bien los cinco.
— ¿Dónde están?
— En el salón, viendo la tele… -murmuró mientras se miraba las uñas como si no tuviese nada mejor que hacer. Joaquin se dio la vuelta para dirigirse hacia el lugar indicado, pero el hombre tras él se apresuró a llamar de nuevo su atención-. Estás preocupado, me imagino.
— ¿Tú no lo estarías?
— Yo nunca estaría ni estaré en tu situación -pasó de sonreír a mirarlo por desprecio durante unos segundos-. Tú y yo no somos iguales.
— Te doy toda la razón, y es de las pocas cosas en las que vamos a estar de acuerdo.
— Dices una cosa pero luego haces otra totalmente distinta… Eres un puto hipócrita.
— ¿Perdona?
— No te perdono. Eres un puto hipócrita -repitió sin sonreír, acentuando cada sílaba de la última palabra-. Dices que confías en tu mujer, pero aquí estás… Asegurándote.
— Si tu tuvieses mujer harías…
— Ya te he dicho que nunca estaría en tu situación -Prono se llevó el dedo índice flexionado en forma de gancho a la sien, como si quisiese indicarle que pensase en ello-. Por eso estás aquí, porque sabes que tu mujer es muy posible que acabe siendo follada por mi o por mi hermano.

Ante tal declaración, la aparente calma de Joaquin se tornó en una pura ira, se puso rojo como una compresa mientras su sien izquierda palpitaba.
— Tienes suerte de que esté invitado en casa de tu hermano, sino te ibas a tragar esas palabras y esa actitud de chuloputas que tienes.
— Bravo -aplaudió sonriendo con ironía, pese a que el choque de sus manos era más simbólico que sonoro-, ante una buena argumentación te alteras y te cierras en banda. Estarás orgulloso… ¿Sueles ponerte así cuando alguien te habla con sinceridad?
— Una cosa es ser sincero y otra cosa es ser un imbécil.
— Si eres sincero muchas veces quedarás como un imbécil, sobre todo cuando dices la verdad a personas que no gustan escucharla -hizo un inciso-, eso suele decirlo mi hermano. Sea como sea -volvió a lo que estaba diciendo como si no quisiese dejar de chincharlo en ningún momento-. Lo único que te digo es que tu mujer está ahí, en el salón, con dos hombres interesados en ella… Tarde o temprano caerá.
— Mi mujer no es así.

Prono evitó argumentar con ciertas verdades que para él eran irrefutables; quería picarle y molestarle, pero no quería crearle una molestia permanente. Buscaba una reacción concreta, y la estaba alcanzando.
— ¿Qué no? A tu mujer le falta poco para ponerse a cuatro patas y… uff… Ser penetrada sin descanso. ¡Eh! Tranquilo, vaquero… Solo bromeaba un poco -Se adelantó alzando las manos, sin dejar de sonreír provocativo, al ver que este se preparaba para golpearle como un gato erizando su espalda-. Pero es el miedo que tienes… ¿No?
— Confío en mi mujer -le contradijo echando miradas furtivas hacia el pasillo que llevaba hasta el salón.
— ¿Por eso has venido? ¿Por qué confías en tu mujer?
— Si tú…
— Ya te he dicho que no me pongas en tu lugar, yo nunca me rebajaría. Di las cosas como son, se honesto. Tienes miedo a que tu mujer elija pasárselo bien conmigo -los ojos de Joaquin echaban chispas, pero no conseguían provocar en su oponente nada más que aquella sonrisa.
— Aunque confíe en ella, no tengo porque darte la oportunidad a que hagas nada.
— Es lo más inteligente que has dicho en toda la noche. Ya lo digo por ti, que parece que no eres capaz: Tienes miedo de que haga a tu mujer mía.

El marido de Sandra se mordió la lengua y se dio la vuelta, comenzando a andar hacia el salón. Tras cinco pasos, se dio la vuelta y volvió a encararse hacia él.
— Hablas como si fueses un rival, un candidato. No te equivoques, eres un mierda. Mi mujer nunca haría nada contigo…
— ¿Ah, no? -El recién llegado alcanzó a ver en su mirada un brillo de astucia antes de entrecerrar los ojos- ¿Te apostarías a tu mujer?

Más de un par de respuestas acudieron raudas a la boca de Joaquin, incluso si todas ellas eran aptas para decirse, solo una de ellas rugió victoriosa a través de sus labios.
— Nunca me apostaré a mi mujer.
— No me he explicado bien -Prono rio como si estuviese hablando con un colega-, al decir eso se podría entender que Sandra es tuya, y no lo es -Joaquin no dio indicios de tener intención de interrumpirle, no daba crédito a lo que oían sus oídos-. No, no es tuya. Ni tampoco mía, ella no es de nadie.
— Ella es mi… -se apresuró a contradecirle.
— … Esposa -le atajó él, como si fuese evidente, antes de continuar-. ¿Y eso la hace de tu propiedad? ¿Es un objeto? ¿Puedes meterla en un parking o guardarla en el armario? Quizá te ponen ese tipo de cosas.
— Como pareja, me pertenece igual que yo le pertenezco a ella.
— ¿Y te pertenecerá hasta que se muera o te mueras tú? -razonó él como si estuviese hablando con alguien menos inteligente. Joaquin echó un vistazo hacia atrás para asegurarse que no había nadie, el pasillo era largo y hasta la tele se oía baja. No habían elevado demasiado su tono de voz, pero nunca estaba de más ser precavido para no ser escuchados.

Se acercó al hermano mayor de Andres soltando un bufido, no quería hablar con él a pesar de que, al mismo tiempo, algo le impulsaba a hacerlo.
— ¿A dónde quieres llegar? -gruñó mirándolo con fiereza.
— Si ella eligiese tener algo conmigo… ¿Qué harías? -Pese a lo simple y directa que pudiese ser la pregunta, Joaquin no se veía capaz de dar con una respuesta. El contrario, al ver que se había quedado pillado, fue el que rompió el silencio-. Has consentido que tu pareja jugase conmigo a lo largo del día, por lo que sea… pero ahora estás aquí. Has venido porque…
— Porque no quiero que ella elija tener nada contigo.
— ¿Y si ella quisiese tener algo conmigo, tu presencia la convencería de lo contrario? Al menos hasta que tú no estuvieses.

Por fin se entendían el uno al otro, por fin no hubo más indirectas ni juegos. Se miraron en silencio, sin decirse nada. Joaquin sintió ganas de muchas cosas al mismo tiempo. De darse la vuelta y largarse, de ir al salón y comenzar a discutir con su mujer, de golpear a Prono… Ninguna de esas fueron sus decisiones.
— Si mi mujer quiere tener algo contigo, antes me dejaría.
— ¿Y si no quiere dejarte? -Prono estaba jugando con la mente de su contrincante, haciendo que pensase lo que él quería. Tenía que agradecerle a su hermano, aunque no le gustasen aquellos métodos había aprendido mucho de él.
— Tendrá que elegir -afirmó el aludido con decisión-. No puede tenerlo todo.
— ¿Lo ves? En el fondo sabes que me prefiere a mí.
— No he dicho eso -negó con firmeza mientras fruncía el ceño.
— ¿Te lo demuestro? -Joaquin no contestó-. ¿Te demuestro que ni confías en tu esposa ni eres capaz de aguantar tus celos?
— Te equivocas en las dos cosas -le contradijo de nuevo, su corazón latía muy rápido.
— O puede que seas el tipo de hombre que se pone cachondo viendo a su mujer pasárselo bien.

No aguantó más: Joaquin se adelantó un paso y agarró con ambas manos la parte delantera de la camisa de Prono, plantándole cara.
— Estoy hasta los cojones de ti. ¿Me entiendes? Me das asco. Y por eso te voy a demostrar que te equivocas -``El muy inútil ha caído de lleno en la trampa´´ se regodeó reprimiendo una sonrisa de victoria. En lugar de empujarlo para apartarlo, Prono le agarró de las muñecas y con suavidad lo invitó a soltarlo.
— ¿Cómo me lo vas a demostrar?
— ¿Querías apostar? ¡Vamos a apostar! -rugió el marido ofuscado intentando a pesar de todo no elevar el tono de voz. Estaba harto del maldito juego de su mujer, pero por encima de todo estaba cansado de aquella incertidumbre.
— ¿Te vas a apostar a si puedo follarme a tu mujer?
— Me apuesto que si no eres capaz de follártela, no volverás a mirarla, a hablarle ni a acercarte a ella. Ni aquí ni en ningún sitio.
— Me parece de puta madre -explotó eufórico Prono, intentando controlar los pequeños temblores de excitación que acudían a sus dedos. ¿Había algo más excitante que follarse a una guarra delante de su incrédulo esposo?
— Yo me apuesto que, si soy capaz de follármela, no nos interrumpirás ni harás nada para impedirlo. Y tampoco le dirás a tu esposa que sabes que me la he follado.

Joaquin, con el corazón a mil, fue a darle la mano pero la retiró en el último momento.
— Las condiciones -dijo en el último segundo.
— ¿Quieres poner condiciones? -replicó incrédulo, retirando la mano a los pocos segundos.
— Solo ganarás la apuesta si hay penetración vaginal. ¿Me has entendido? Cualquier otra cosa no cuenta.

Prono se rio tan alto que seguramente fue escuchado desde el salón, no fue una carcajada corta. Aquello iba a ser más divertido de lo que esperaba, no solo por el morbo de hacerlo, sino por el sufrimiento de aquel inútil que por su propia necedad iba a perder a su propia esposa: ``Y pensar que creía que la noche no podría mejorar´´ se burló sin dejar de mirarlo a los ojos.
— Es decir, que me la puede chupar, me puede pajear, y le puedo comer el coño pero eso no me hace ganar.
— No va a llegar a eso, pero por si acaso así es -Ante el comentario de Joaquin, el aludido no hizo comentario de lo cobarde que le parecía aquella actitud. Era una desventaja total, y aún así iba a ganar.
— Estoy de acuerdo. Ahora tocan mis condiciones… Puedes mirar lo que quieras, seguirnos y espiar, pero no podrás interrumpir ni perjudicarme. Si lo haces, se anula la apuesta… -El patriarca de la familia invitada no podía creer que se estuviese apostando a su mujer. ¿Era por morbo? ¿Curiosidad? ¿Por otro motivo que desconocía? Le venían pequeños flashes imaginándose a Sandra follando delante de él, y se le ponía dura. ``Soy un enfermo. No hay nada que pueda odiar más, pero al mismo tiempo…´´ pensaba mientras oía hablar a Prono. Tal vez se había mentido a si mismo y sí creía capaz de todo aquello a su mujer. Tal vez aquella era la manera en que su inconsciente pedía ayuda a Prono, para que este le ayudase a comprobar si su esposa era tan zorra como parecía…

``¿Pero que haré si resulta serlo?´´ se preguntó consumido por el miedo y la inseguridad ``No quiero perderla… La amo demasiado. Es mi vida… ¿Podría perdonarla?
— … ¿Me estás escuchando? -No obtuvo respuesta-. ¿Has escuchado algo de lo que he dicho?
— No -confesó suspirando.
— Mis condiciones son que puedes espiar y seguirnos, pero que si interrumpes en algún momento, se anula la apuesta. También que esta pequeña apuesta va a quedar entre nosotros, no se lo dirás a nadie… Ni a tu esposa, ni a tus hijos, ni a mi hermano. ¿Me has entendido?
— Pero puedo hablar con mi esposa.
— Habla con ella lo que te salga de los cojones, pero no le digas nada de que has hecho una apuesta conmigo ni lo que te juegas. ¿Me has entendido? Y te repito que no puedes interrumpir. Sería gracioso que todos, hasta tus hijos, supiesen que te has jugado a Sandra con otro hombre -Alzó la mano, firme y estable. Esta vez si que fue agarrada por Joaquin, los cuales intercambiaron un apretón-. Te voy a demostrar lo guarra que es tu mujer y como le gusta que sea un verdadero hombre con ella. Tal vez hasta aprendes como tratarla y comportarte frente a ella… ¿Vamos al salón?

Se dirigieron juntos hacia la sala donde su vecino, su mujer y su hija veían una película en silencio. No parecían haberse enterado de nada…
— ¿Papa? -preguntó su hija separándose un poco de Andres, mostrándose un poco descolocada. Sandra lo recibió con una tímida sonrisa mientras se levantaba y se dirigía hacia la cocina, invitándolo a seguirle.

Era el principio de un largo día donde descubriría muchas cosas mientras experimentaba un cúmulo de impotencia, rabia y excitación.


***

Cumpliendo su parte de la apuesta, Joaquin no dijo nada de esta a su mujer en cuanto se reunieron en la cocina. No se le escapó que esta vistiese una camisa larga que le hacía las mismas veces de falda, ocultando el pantaloncito de pijama que llevaba debajo.
   Sandra le explicó que, habiéndose desvelado, se encontró con su niña fuera de la tienda y decidieron ir juntas al interior de la casa. No tardó en llegar Andres y poco después Prono… Su marido se mostró escéptico a creer que no había sucedido nada, aunque le repetía una y otra vez que no las habían tocado.
— Claro que han hecho comentarios y han mostrado interés, pero no es algo que pudiésemos evitar.
— ¿Cómo no vas a poder evitar que digan esas cosas?
— Estamos en su casa, Joaquin. ¿Qué podríamos hacer? ¿Volver a las tiendas y estar con los ojos abiertos lo que queda de madrugada? Tenemos in…som…nio. -repitió enfatizando cada palabra-, vinimos aquí donde podíamos picotear y pasar el rato…
— ¿Y Rob? ¿Por qué la niña no lo ha traído?
— ¿Crees que despertaría al niño? -En todo eso tenía que darle la razón. No podía continuar la discusión por ese camino.
— Y… ¿Qué te decían?
— Solo gastaban bromas… Lanzaban indirectas, decían cosas para ver como reaccionábamos…
— ¿¡Y cómo reaccionabais!?
— Receptivas -confesó sin andarse con rodeos.
— ¿Las dos? Con tu estúpido juego me lo esperaba. Pero… ¿De la niña?
— Estamos en una casa que no es nuestra, habría sido incómodo si hubiésemos sido cortantes.

Volvía a sentir ganas de largarse de allí a pesar de no llegar a hacerlo. Algo lo ataba a quedarse allí… Una mezcla de curiosidad y masoquismo, sin querer que pasase nada, necesitando saber si tenía que pasar algo. ¿Realmente quería su mujer hacer algo con aquel malnacido? ¿Haría algo si el fingía no darse cuenta? Todo en su interior eran contradicciones; emociones antagónicas que entre sí producían una constante y molesta fricción.
   ``No, no seré yo quien rompa las condiciones de la apuesta´´ se decía demostrando una férrea fuerza de voluntad. Odiaba a Prono, pero este había dado en el clavo: Era hora de saber hasta dónde llegaban los límites del juego de su mujer.
— ¿Qué os decían? -La actitud de Joaquin dio un giro de ciento ochenta grados, mostrándose mucho más receptivo; algo que ella lo pilló al vuelo.
— Cosas como… que este pijama me quedaba muy bien, pero no tanto como el bañador… Que si nos apetecía comer algo mientras veíamos una película…
— ¿Y qué respondíais vosotras? -le cuestionó asintiendo secamente.
— Nos reíamos la mayoría de las veces… O les respondíamos con cosas sugerentes sin llegar a invitarlos. No sé si me entiendes -Le hablaba con voz melosa, como si le gustase su reacción o, por el contrario, que no reaccionase de otra manera.
— No os tocaron…
— No… Pero querían hacerlo -le dijo guiñando un ojo. Joaquin se tuvo que volver a morder la lengua a pesar de que, al mismo tiempo, no podía negar que le gustase lo que escuchaba-. Cariño… -empezó a decir ella agarrándolo por el brazo, sin estar segura de lo que iba a hacer.
— No pasa nada. Estoy bien -se apresuró a aclarar antes de reanudar el intento de volver al comedor.
— Lo que quiero decir es que tal vez deberías volver a la tienda -insistió ella apretando todavía más su agarre.
— ¿Me pides que vuelva a la tienda mientras la niña y tú estáis aquí con esos dos? -No daba crédito a lo que oía.
— Tal vez ves cosas o oyes cosas que no podrás…

Joaquin hizo su mejor esfuerzo por tragarse su crispación, plantarse frente a su esposa y darle un beso en la frente.
— Confío en que hagan lo que hagan esos dos, tú te mantendrás firme… Porque confío en ti.
— Entonces deberías volver a la tienda -insistió ella. No fingió su preocupación, era innecesario que su marido viese o escuchase ciertas cosas.
— ¿Y quedarme lo que queda de madrugada mirando el techo de la tienda? Prefiero quedarme aquí. Además… Seguro que se cortan si yo estoy delante.
— Andres sí, pero el otro… -La mujer se veía acorralada entre la espalda y la pared al querer irse junto a su marido y su hija de vuelta a las tiendas y así evitar a este todo lo que pudiese pasar si se quedaba; mientras que por el contrario la decisión de volver a la tienda no le resultaba atractiva en absoluto. Después de todo lo que había pasado en la tienda de Prono, este solo podía haberse crecido mucho y ya se imaginaba como se comportaría delante de su marido.
— Mientras no hagáis nada, podré soportarlo.
— ¿Seguro que serás capaz de aguantarlo? -Lo repetía por educación, como aquella persona que rechaza dinero la primera vez que se lo ofrecen-. Lo que no quiero es que no haya peleas… Y no puedo ser desagradable con el hermano del hombre que nos ha invitado.

No le quedó otra que tragar saliva, sabía que era parte del trato no interferir, y mucho menos alentarla a que no hiciese algo. Tenía narices que fuese él el que tuviese que dar un empujón a su mujer, pero era la única manera de saber cómo era realmente Sandra. Esperaba tener razón y que su fidelidad fuese fidedigna.
— ¿Hacemos un trato? -Sandra ni parpadeó, expectante. No sabía por dónde iba a salirle-. La verdad es que al llegar Prono hizo otro comentario de los suyos, me dijo que un día de estos te haría suya… -hizo una pausa, pero su interlocutora no dio señales de querer interrumpirlo-… y me gustaría escarmentarlo.
— Es decir… -Los labios de su mujer se separaron con suavidad, como si nunca antes se hubiesen despegado. No se había atrevido a apresurarse en sacar conclusiones de lo que su pareja quería proponerle.
— Que le hagas creer que estas dispuesta a algo y que luego le dejes con la polla bien dura.

Estupefacta, abrió la boca de par en par, miró al hombre que acababa de hablar con la voz de su marido.
— ¿Quién eres tú y que has hecho con el celoso e intolerante de mi marido?
— Deja de alagarme, vas a hacer que me sonroje -bromeó luciendo una tímida sonrisa, disimulaba bien lo forzada que era.
— ¿De verdad me estás proponiendo que seduzca a Prono?
— No te olvides de la parte más importante -Su mujer había agachado la mirada hacia el suelo; Joaquin le puso el dedo índice bajo el mentón y la hizo volver a mirarlo-. Todo eso… Si te consideras capaz de parar a tiempo…

Con eso le estaba dando una salida, una por la que ella podría optar antes de que comenzase aquella apuesta de locos.
— Claro que puedo parar a tiempo, cariño… El que me preocupa eres tú. Yo puedo aguantar que él suelte un par de comentarios o intente cosas; pero que tú tengas que verlo y soportarlo.
— Si sé que todo va a quedar en unas palabras o unos roces… Puedo soportarlo. Siempre y cuando se quede con un buen dolor de huevos -La mujer que le había dado tres hijos se puso de puntillas para besarlo en la boca antes de ir juntos hacia el sofá, donde esperaban los otros tres viendo una película. Joaquin y su mujer se incorporaron, quedando los cinco apretujados en el mismo sofá.



Epílogo

Las ojeras se marcaban en la cara de los cinco que habían permanecido despiertos toda la madrugada. Estaban los nueve frente a la puerta de entrada que permitía el acceso a la finca de Andres. Tras la familia invitada, su coche, despidiéndose de Andres, su hijo y su tío.
— Hasta la próxima -se despidió Rob, en su cara no había ojeras… Había dormido como un angelito. Sus dos cuñados repitieron el ejemplo de este.
— Sí, la próxima supongo que será en vuestra casa -propuso el anfitrión, mitad en broma mitad en serio.

Joaquin se limitó a sonreír mirando a su esposa, ante el silencio de su pareja fue esta la que contestó.
— Claro, la próxima en nuestra casa… Aunque no tengamos tiendas de campaña, piscina ni barbacoa.
— No pasa nada, lo que importa es la gente que hay en ella -señaló Prono con amabilidad.
— Bueno… Ya hablaremos -Era la primera vez que hablaba desde que habían salido de la casa. Había disimulado bien a lo largo de la mañana, pero no le quedaban fuerzas para seguir fingiendo-. Es hora de volver.
— Hasta más ver -se despidió Andres mientras veía a la familia andar hacia el coche.

Sandra y Olivia miraron hacia atrás disimuladamente, mientras pequeños hilos de semen recorrían la cara interna de sus muslos.


Anexo. Mensaje del autor despidiendo el capítulo 1 de DHEV
Queridos lectores y lectoras. No habrá más relatos ni partes en este capítulo, que se cierra por todo lo alto (a mi parecer), e informo que después de este séptimo relato sea publicado no tardaré mucho en comenzar a preparar el segundo capítulo.
Como ya sabréis, los capítulos en esta saga son independientes. Esto quiere decir que todo lo que sucede en un capítulo, no necesariamente tiene que mantenerse para las siguientes ‘’sagas’’. En otras palabras, si el capítulo uno es la saga del macho alfa. En el capítulo dos no necesariamente tiene que haber ninguna referencia a este, siendo tramas totalmente distintas.
Aviso desde ya, que es muy posible que el segundo capítulo NO aparezca en TodoRelatos ya que tendrá sexo (Consentido, por supuesto) con adolescentes.   Me estuve informando, es algo legal en España (porque para empezar la menoría de edad para consentir relaciones sexuales está en los quince años), y además estos textos son ficticios, los cuales no hacen ninguna apología o promoción al sexo con menores.   Por desgracia, en TodoRelatos (al ser leído en muchos países), no se permiten ese tipo de relatos ya que en algunos de estos países es ILEGAL, y por lo tanto su publicación está castigada con la eliminación de la cuenta de la web.
Así pues, recuerdo que tengo blog propio donde publico todos los relatos e informo de mi progreso con estos. El blog se llama losrelatosdezorro.blogspot.com.es y como ya digo sóis bienvenidos allí.   Esto no quiere decir que vaya a abandonar TR, seguiré publicando allí todos los relatos que me sean posibles.
Espero que os haya gustado este capítulo, y nos vemos en el siguiente.

18 comentarios:

  1. Madre mía impresionate eres muy bueno te felicito un 10 muchas gracias

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  2. Una lastima que hasta aqui haya llegado el relato dejando una barbacoa pendiente... alguien debera ocuparse de ella.


    BWAHAHAHA

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    1. ¿Barbacoa? No sé a que te refieres. **Silbido, silbido**

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  3. Muy buenos relatos, lo que más me gusto fue cuando tanto la Madre como la hija sucumbieron a Prono y se dejaron llevar por sus instintos. El broche final, esta a la altura. Y follarse a la mujer, delante de su marido a sabiendas que no solo ganaba una apuesta con el si no que ganaba 2 zorras(que por otra parte ya eran suyas). Pero ahora "legalmente".
    Gracias por los relatos a ver como desarroyas el capitulo 2. Tiene buena pinta, a ver que personajes intervienen y como evolucionan. Muchas gracias y dale duro.

    fdo. ermendas79

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  4. Hola Zorro , Felicitaciones por llevar a buen puerto esta primera parte de tu historia , que en mi opinion es de las mejores en la actualidad tanto en su idea principal como en la forma de desarrollarla, sin embargo , ahora que terminas esta parte , solo hay algo que me ha producido mucha desazòn y algo de molestia ... en tu comentario final mencionas que los personajes de esta primera parte no volveran mas en la segunda ??? Quieres decir que nos dejaras asi de pronto sin saber que mas acontece en las vidas de Sandra,Olivia ,Andres , Prono y los cornudos de joaquin y Rob ??? ... Dejame comentarte que donde tu y los demas autores que se han negado a seguir sus historias a partir de haber llegado al punto donde piensan que no hay mas morbo , estan equivocados ... es precisamente en este punto donde todos los que amamos esta literatura queremos llegar , al famoso : " Dia Despues " El Dia donde las cosas cambian para siempre ,donde nada es lo que parece , donde los protagonistas se miran directo a sus verdaderas caras y se regocijan o se asquean , donde unos pierden todo y otros ganan todo ... en fin , nos dejas tu tambien sin ese dia , sin ese avance en lo desconocido , yo pense que serias tu quien mas querria plantar su bandera dentro de ese oscuro territorio ... Como sea , te felicito por lo hecho hasta ahora y te reitero mi admiracion incondicional .
    Con respecto a la puntuacion , como siempre sera un placer dar la mas alta como corresponde , y solo espero que comentes si lo que entendi es correcto o si afortunadamente tendremos mas de esta hermosa familia , que te confieso , las historias familiares de madres e hijas compartiendo el sexo son mi mayor debilidad junto con la de cornudos humillados ...
    Saludos y un Abrazo en la distancia !

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  5. Me gustaria saber que pasa al final

    Sandra se queda con Andres??

    Todo sigue exactamente igual??

    Sandra sigue con Joaquin??

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    1. Es un final abierto para continuarlo más adelante en otro capítulo. No hay porque simplemente dar un final cerrado que me conduzca a algo concreto si quiero retomarlo jajaja

      Gracias por los comentarios.

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    2. Entonces este no es el verdadero final, Andrés podría volver a aparecer en otro capitulo??

      Hubiera preferido un final cerrado, debido a que los capítulos son independientes.

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    3. A ver, no me he explicado bien.

      No es que haya un final concreto, simplemente lo dejo abierto por si algún día me apetece continuar la historia o queréis que lo haga. De momento ya hay un lector que quiere que así sea, y ese motivo no ''cierro'' la historia.

      Los capítulos son independientes, sí. Pero eso no quiere decir que no vuelva a reabrir tramas ya acabadas. No sé si me explico.

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    4. Lo que sí que está cerrado es el capítulo 1 (pronto publicaré el borrador que prometí), pero si quisiese reabrir la trama del macho alfa, sería en otro capítulo a parte. Por ejemplo: Capítulo 4: Macho alfa (15 meses después).

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    5. Lo decia porque me hubiera gustado saber al final como acababa la familia al completo.
      Si Sandra u Olivia dejaban a sus parejas, si Sandra se quedaba con Andres o con Prono etc.

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  6. A ver si me he enterado. Me parece que ya me he aclarado. Ya lo pille. Menos mal. Al final, todo ha sido un sueño, todos están muertos. Y el asesino es el mayordomo. No? :) jejejeje
    Muy buen capitulo 1. Eres un crack.

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  7. Llamadme enfermo pero he echado de menos que en la tienda de campaña prono hiciese que madre e hija hubiesen hecho algo entre ellas. Algún morreo mientras lamían su polla, alguna caricia en masajes... Etc

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    1. Cierto. Es imposible que en un trio en algún momento no se sintiese atraidas por los atributos de una a la otra. Normalmente las hojas se fijan mucho en las tetazas de su madre como admiración y deseo de ostentar las mismas. Y las madres desean que sus hijas disfruten al máximo sus experiencias sexuales. Tabú pero es así en la realidad

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  8. A mi me hubiera gustado conocer que pasaba al final con la relación entre Sandra y Joaquin, si seguían juntos, si se dejaban, si ella se iba con Andres etc. Me hubiera gustado conocer ese "día después"

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  9. No te doy un 10. Solo un 9 porque ha faltado lesvico entre madre e hija mientras se besan y comen las tetas la una a la otra con una corrida final en sus caras a la vez

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  10. Pero muy bueno eso que giman a la vez madre e hija en las mismas posturas

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  11. El puntazo final habría sido lesvico y que uno de los hijos hubiese presenciado el polavazo de su madre y hermana en la tienda de campaña. Hay algo más morboso?

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