Marcadores del blog

miércoles, 16 de agosto de 2017

Dos hembras en villamacho 1.VI

El hermano de Andres consigue reunir a dos cachondas hembras en su tienda de campaña. Ambas se arrepienten en el último momento y conspiran juntas para dejar a ese madurito chulito con las ganas.
   Se reunen a las puertas de su cabaña y entran en mitad de la madrugada, mientras el resto de las dos familias duerme; pero madre e hija subestiman las posibilidades del hombre y las ganas de follárselas a ambas, sin recordar lo hambrientas que están de hombre...

¿Conseguirán librarse de Prono sin caer en la tentación ni ser descubiertos por el padre, el yerno y los hermanos pequeños?


Capítulo 1: El macho alfa

Parte VI: Masajes infieles



6.1 Errare humanum est, sed perseverare…

Hacía ya mucho rato que habían terminado de jugar. Antes de dirigirse a las tiendas de campaña se prepararon en el interior de la casa yendo al baño, poniéndose ropa cómoda para dormir, agarrando sus enseres y armándose con linternas.
   Calzando sandalias salieron al exterior para bordear la piscina antes de atravesar el jardín y adentrarse entre los árboles hasta terminar alcanzando cinco tiendas de campaña, con una separación entre cada una de tres metros. Los arboles no eran altos, pero en su mayor parte impedían que penetrase la iluminación lunar por lo que estaban completamente a oscuras incluso fuera de las tiendas.
— ¡Como mola! -gritó Jaume mientras corría para verlas todas.
— He intentado colocarlas donde no hubiese ninguna raíz que os pueda molestar para dormir, y si tenéis que ir al baño ya sabéis donde está la casa.
— Es un detallazo -le halagó amablemente Sandra- ¿Cuál es la de cada uno?
— La tuya y de Joaquin es esa de allí -dijo con seriedad señalando a la más lejana.
— La de tu hija y tu yerno esa otra; la de tus dos hijos esta y bueno, si necesitáis cualquier cosa yo estaré con mi hijo en esta.
— Y a mí me dejas esta de un color tan cutre, muy bonito -bromeó Prono metiendo la cabeza dentro de su tienda de campaña: Era negra, pero posiblemente la más grande de todas las que había.
— A aguantarse, las mejores para nuestros invitados -dijo riendo, aunque solo fuese por quedar bien-. Ahora a dormir. ¡Buenas noches a todos!

Todos se despidieron desde las entradas de sus alojamientos: Rob y Joaquin entre bostezos, algo que hizo que tanto Sandra como su hija se mirasen… Tal para cual.
   Cuando la madre de los tres hijos entró en la tienda, su marido ya estaba probando la comodidad de las colchas que servían como base, las cuales le resultaron muy cómodas. Joaquin notaba como su mujer se removía entre la oscuridad, pese a esto no preguntó el porque y se limitó a echarse.
— Enciendo la linterna, cariño -solicitó su mujer, y al obedecer se la encontró exhibiendo el mismo vestido formal tan provocativo que se había puesto para coquetear con Andres— ¿Qué…? ¿Qué haces con eso?
— Vestirme para ti… Creí que te había encantado…
— Estas muy… -Satisfecha, Sandra percibió como bajo el calzoncillo de Joaquin crecía la sombra de una polla.
— ¿Muy…? -Llevaba todo el día cachonda perdida, y ese era el momento en que por fin iba a poder follarse a su marido; lo último que quería era hablar, pero le concedería aquellas últimas palabras.
— …Sexy.
— Ummm. ¿Me pregunto que dirían Andres y Prono si me viesen así? ¿Voy a preguntarles? -coqueteó con malicia. Por fin su marido entendió que no eran palabras lo que quería y se levantó mientras le plantaba un beso al tiempo que le subía el vestido.

***

El sexo no estuvo mal, pero por desgracia la excitación que había acumulado Joaquin también durante el día no le permitió durar demasiado. Le fastidiaba pues le habría gustado quedarse satisfecha antes de irse, lástima que con su marido todo fuese desilusiones.
— ¿No estás feliz? Prono se quedó con las ganas de follarme y tú puedes hacerlo todo lo que quieras.
— Sí… Me encanta -dijo él besándole la frente y promocionando el silencio entre ambos. Faltaba menos de media hora para la una y pese a intentarlo, Sandra no consiguió quedarse dormida. Le habría encantado poner aquello como excusa pese a que no iba a ser posible.

Su marido no había tardado nada en dormirse, era algo evidente pues en aquella posición roncaba como un condenado. Se comenzó a preparar encendiendo la linterna y apoyándola contra una camisa para que no se iluminase toda tienda; había dudado mucho sobre lo que ponerse ya que tampoco quería ir provocativa, pero tampoco tenía demasiado para elegir: El vestidito tan formal con el que había venido puesto… ¿Cómo iba a ir con ese? También estaba el bañador, pero no podía ir con eso por lo que quedaba el conjunto del top blanco junto a los leggins, tan cortos eran prácticamente unas bragas, y aunque que no traía ropa interior, no le quedó otra que ponerse aquello. Sopesó la posibilidad de ponerse la parte superior del bikini debajo, pero a decir verdad le pareció super morbosa la idea de ir sin nada debajo, pues lo que ella quería era calentar a Prono y dejarle con las ganas tanto como para escarmentarlo como al mismo tiempo para divertirse… ¿Qué mejor manera había?

***

Le costó mucho salir sin que el ruido de la cremallera despertase a su marido. Justo cuando estaba volviendo a cerrar la tienda de campaña sin poder evitar el dichoso ruido de la cremallera, sintió a alguien aparecer a su lado pegándole un pequeño susto. Al no llevar ninguna de las dos linternas, no se reconocían.
— ¿Mama? -preguntó a ciegas, poniéndole la mano en el hombro.
— Que susto, cariño…
— ¿Qué haces? ¿Vas al baño? -Entendió entonces que Prono no le había dicho que irían ambas. ¿Sería buena idea decírselo directamente?
— ¿A dónde vas tú?
— Yo… -A su madre le pareció que Olivia se debatía entre mentir y tener que acompañarle al baño o decirle la verdad, decidió ponérselo fácil.
— Te cuento un secreto si me prometes no decírselo a nadie, incluyendo a Rob.
— ¿Qué secreto? -preguntó extrañada.
— Sé que vas a la tienda de Prono, y yo también iba a ir.
— ¿Para qué? -sonaba cortante, intimidada.
— Me dijo que te había pedido que le hicieses un masaje y yo accedí a ir también, porque sé cuáles son sus intenciones. No nos ha quitado el ojo desde la mañana.
— Ya… Ya lo sé -respondió algo dispersa.
— Así que vamos le hacemos el masaje y… le dejamos con las ganas -propuso sonriendo.
— No sabía que fueses tan cabrona, mama -dijo riendo un poco más aliviada, pues esperaba una reprimenda que no tenía gana alguna de soportar. Pese a lo cachonda que estaba había decidido que no quería hacer nada. Se había propuesto ir a la tienda para decirle que le daba igual la promesa y que no pensaba hacerlo; no veía bien dejarlo plantado, y si estaba acompañada por su madre ya su confianza aumentaba mucho más.
— Si se cree que puede jugar con nosotras, tiene que recibir un pequeño castigo. Créeme que no hay nada peor para un hombre que el que lo dejen a medias. Hasta me he vestido un poco sugerentemente para excitar su… su libido.

Caminaron hacia la tienda de Prono, con cuidado de no tropezar ni de hacer ruido con las ramas caídas.
— Pues yo voy tal cual, con el bañador.
— Tampoco hay que pasarse, cariño.

Tan pronto como se plantaron frente a la tienda la cremallera se abrió de arriba abajo y las lonas laterales se dividieron en dos para dejarlas pasar.
— Por aquí, señoritas -El cuarentón asomaba la cabeza mientras cogía a Olivia por la muñeca y tiraba de ella hacia adentro.

Hizo lo mismo con Sandra y acabaron los tres dentro mientras su anfitrión cerraba la cremallera. ``Se las ha apañado para que acabemos dentro sin darnos oportunidad a nada más… Este hombre es demasiado.´´ analizó impresionada la mayor de las dos mujeres.
   El interior estaba iluminado con una débil luz roja, la cual teñía sus pieles de marrones negruzco; en lo referente a colores, solo se podía apreciar el blanco intenso, el rojo, el marrón y el negro. Incluso si el rojo era considerado excitante y pasional, en aquella situación podía llegar a ser relajante e íntimo…
   Pese a que la luz no era intensa, se podía apreciar todo y, tanto una como otra, no pudieron evitar mirar de arriba abajo al hombre que, mientras se sentaba frente a ellas, exhibía  prácticamente un desnudo casi completo a excepción de unos calzoncillos elásticos. El objetivo de estas miradas hizo lo mismo con ellas sin disimulo alguno, comiéndose con la mirada las tetas de ambas. Estaba satisfecho con las vestimentas que traían: Olivia con el mismo bañador que había exhibido en la piscina, mientras que Sandra había optado por ir más tapada y no por eso menos provocativa. El top blanco de la madre le permitía lucir una tripa muy sexy; además, se percató de que sus pechos estaban más caídos ``¿No lleva sujetador?´´ pensaba mientras afinaba su vista hasta percibir los pezones marcándose. También aprobaba los diminutos leggins que llevaba por debajo, pensando que era muy posible que no llevase nada debajo tampoco.

   Pese a pasar desapercibido, ambas se ruborizaron. Pasaban discretas las miradas que ambas lanzaban disimuladamente a la entrepierna de Prono mientras que este, totalmente satisfecho, terminaba de echar las últimas miradas tanto al libidinoso bañador de la veinteañera como al provocativo conjunto de su acompañante.
— Os agradezco a las dos por venir… ¿Me vais a hacer el masaje las dos, de una en una…?

``Que tío más sobrado…´´ La hija de Sandra tuvo que hacer un esfuerzo para no poner los ojos en blanco.
``Ya verás, te vas a llevar una buena decepción por listo´´ se dijo a si misma Sandra sonriendo.
— Las dos. Será divertido… -masculló mientras le guiñaba un ojo a su hija.
— Aquí tenéis el aceite -dijo dándole en mano la botella de aceite. Se escuchó un click cuando la milf retiraba el tapón y liberaba su contenido resbaladizo sobre su mano antes de pasar el recipiente.

Su niña todavía estaba lubricándose las manos mientras ella estampaba con suavidad sus manos en la espalda ajena; esparció el contenido en círculos, cayéndole unas gotas por los bordes hasta chocar contra el suelo de la tienda. El afortunado no se movió ni dijo nada, limitándose a cerrar los ojos y relajar los músculos; ambas empezaron el masaje sobre los músculos lumbares y dorsales sin poder evitar que sus dedos se encontrasen antes de separarse en direcciones opuestas.
   Olivia se apropió toda la parte de cintura para arriba mientras que la madre optaba por masajear sus muslos, sus gemelos y sus pies.
   El interior de la tienda de campaña se vio inundado del sonido viscoso provocado por los dos pares de manos femeninas que bailaban sobre la piel de Prono.
— Ahí… Justo ahí…  -señaló a Olivia mientras esta, ya advertida, se centraba en masajear los músculos de sus hombros con el pulgar; frotando y frotando. No pudo evitar morderse el labio al pensar que no le importaría en absoluto estar en su lugar y comenzaba a tener celos de él.

Sandra en cambio intentó mantenerse firme y acariciar sus muslos sin poder evitar que sus dedos se rebelasen asomándose por la cara interna de los muslos masculinos, como si deseasen ver de cerca que había bajo el calzoncillo.
— Mama.
— ¿Sí, cariño? -se dio cuenta de que había quedado por unos segundos ensimismada.
— Cuando quieras irte…
— Aún no, nos iremos juntas. ¿No?
— Sí… -dijo ella centrándose de nuevo en el masaje.
— Espero que no termine nunca el masaje… Esto es la gloria.
— La gloria para ti -le reprochó Olivia apretando más sus manos contra su cuello-. Tu eres el masajeado -Al aludido se le escapó una sonrisa.
— Ese era el plan. ¿No?
— Pero no creía que fuese a ser tan… tentador.
— ¿Tentador en qué sentido? -preguntó con inocencia.
— Pues que hace mucho que no recibo un masaje y pareces tan relajado…
— Tu madre y yo podemos hacerte un masaje si quieres.

``Su madre tampoco le haría ascos a un masaje´´ le contradijo mentalmente, pero no dijo nada.
— Esto lo estamos haciendo sin sacar nada a cambio, que es más inaudito -dijo la cuarentona;  Prono, sin levantarse ni levantar el pecho de la colcha, agarraba un reloj de muñeca retroiluminado: eran la una y media.
— ¿Eso es malo? Que interesada.
— No -replicó sorprendida por haber sido malinterpretada-. No. Me refería a que es normal que sintamos envidia.
— Podemos hacer eso, turnarnos para que todos podamos recibir masajes…
— Sí, no…
— ¿Tenéis prisa para volver a vuestras tiendas? Todavía es pronto -preguntó sabiendo cual iba a ser la respuesta.
— Podemos esperar un poco más… -sopesó la veinteañera en voz alta; sus pechos se balanceaban sobre su bañador antes de separar sus manos para recargarlas de aceite.
— Cuando terminéis, si termináis… Podéis decidir cuál de las dos recibirá el próximo masaje.
— A mí, me apetece -anunció Olivia, sin esperarse que su madre repitiese lo mismo con diferentes palabras.
— Pues una de las dos tendrá que ser porque yo no puedo dividirme en dos -aseguró con malicia. ``¿O sí?´´-. Primero una y luego otra.

No le sorprendió que ninguna de las dos quisiese ceder el primer turno de masaje, pero ya tenía en mente la solución desde hacía mucho.
— O podéis estiraros las dos y que yo me vaya turnando -propuso mientras ambas mujeres se miraban las caras rojas-. Aunque… Sandra. Si te tengo que hacer un masaje deberías sacarte esa ropa.
— No -se negó ella al recordar que iba sin ropa interior; esto debía de ser el karma. La idea de salir de la tienda e ir a ponerse su bañador le desagradaba totalmente: No era una opción.
— Pero se ensuciará tu ropa si uso el aceite…
— O también puedes hacérmelo solo a mí y que ella mire -sugirió la hija de esta sonriéndole perversamente.
— Bueno… Da igual que se ensucie un poco de aceite -replicó la madre.

Se cambiaron las tornas: Llegó el momento de que él se levantase y ellas se estirasen boca abajo.
— Recordad que solo soy uno y tengo que haceros masaje a las dos… tened paciencia -advirtió al tiempo que agarraba la tapa del aceite y la volcaba sobre la espalda de la más joven de las dos. El recipiente escupió tres largos chorros del líquido antes de retirarse, no pudiendo Olivia evitar estremecerse ante el contacto tanto de las manos como del aceite-. Y cuando termine me volvéis a hacer el masaje a mí, eh… Que habéis venido para eso.
— Cuando termines nos vamos, así que si no quieres que nos vayamos más te vale no acabar-El murmullo de Sandra demostraba que estaba más centrada en mirar como el hombre masajeaba la espalda de su hija que de pensar lo que decía.
— Sí, eso parece. ¿Qué tal?

Antes de contestar, la dueña de la espalda acariciada liberó una especie de sonido que era una mezcla de gemido y suspiro.
— Genial…
— ¿Más fuerte o más flojo?
— Como tú veas -respondió Olivia mientras levantaba el torso para reacomodarse una última vez. Rodeó sus pechos con sus antebrazos y utilizó estos como bases para no aplastar sus tetas.

El masajista buscó cada recoveco que pudiese haber en su espalda, presionando sus resbaladizos pulgares contra sus músculos y en los huecos que había entre esos.
   Se sentó sobre su culo y fue variando bajando hasta la parte más inferior de la espalda -sin llegar a tocar el bañador-, hasta subir a la zona capilar.
   Sandra tosió con delicadeza para recordar que ella también estaba ahí, provocando agarrase el pote de aceite mientras se levantaba del trasero de la hija antes de sentarse sobre el de la ella.
— Dijiste que no te importaba manchar estas prendas. ¿No?
— No me queda otra -``¿Se podía evitar siquiera?´´ Sonreía mientras se acomodaba.
— Te aviso de que van a quedar impregnadas de aceite -``Y no solo de aceite´´ se dijo a si mismo regocijándose mientras vaciaba un poco más del bote sobre su mano.
—No te preocupes…

A excepción de la vestimenta que ella llevaba; el masaje que le hizo fue prácticamente igual con los mismos patrones: Bajaba hasta la cintura, subía hasta pelo, se centraba en su cuello…
   Aproximadamente se estaba dos o tres minutos con cada una antes de pasar a la otra, y a medida que iba pasando el tiempo, cada vez se quejaban más las continuas interrupciones o por sus demoras en volver.
— ¿Qué puedo hacer? Solo soy uno… -dijo Prono encogiéndose de hombros. La polla bajo el calzoncillo le iba a explotar. Sobresalía por el borde elástico hasta llegar a su ombligo.
— Pues aguanta más tiempo con cada una -reprochó Olivia.
— Qué exigentes -se burló poniéndose entre ambas y agarrando el pote de aceite y poniéndolo entre sus piernas mientras decía en voz alta lo que tenía en mente desde el comienzo-. Tal vez pueda intentar haceros el masaje a las dos al mismo tiempo, así no os quejaréis.

Prono miró por última vez el reloj siendo ya las dos menos cuarto… Tenía que apurarse: Tras dejar el reloj apartado, agarró el bote y lo volvió del revés primero sobre Sandra antes de hacerlo sobre Olivia, cayendo sobre ambas un montón de aceite sobre sus espaldas, sus culos y sus piernas.
— ¿Qué haces? -replicó con sorpresa Sandra; habiendo absorbido su top y sus leggins tanto aceite que parecía que se hubiese caído a la piscina.
— Como voy a masajearos a cada una con una mano no voy a poder repartir el aceite, así que lo dejo encima vuestro y ya lo extiendo.
— Tienes soluciones para todo -dijo Sandra mientras se daba la vuelta quedando con los pechos arriba. Incluso con las dificultades que interponía la luz roja para apreciar algunos detalles, él fue capaz de ver sin problema como la parte delantera de su top había quedado impregnada parcialmente por el aceite; los pezones, endurecidos, se transparentaban con suma facilidad.

Decidió empezar por la hija mientras la otra se acomodaba en la recién adoptada nueva postura, acariciando la parte baja de su espalda con movimientos circulares de palma.
   ``¿Qué haces, Sandra? ¿Por qué te das la vuelta? Tienes que salir de aquí… Solo ibas a calentarlo un poco. Esto es un juego…´´ Decía su voz interior, la racional, al tiempo que mirándole la entrepierna veía a ese hombre acariciar la espalda a su hija. Desde aquella posición podía ver como su calzoncillo apenas podía contener el abultado y alargado miembro que, sin caber en el calzoncillo, sobresalía por la parte de arriba del calzoncillo hasta alcanzar el ombligo: ``Es una reacción normal, no quiere decir nada…´´ se mentía a sí misma. Le costaba cada vez más respirar, su vientre sufría un hormigueo constante y notaba sus leggins encharcados; llegándole la humedad hasta las rodillas. ``Tal vez… un poco más. Cuando intente algo lo cortaré, cogeré a Olivia y nos iremos…´´ su propia propuesta le sonó tan convincente que no reprochó que el hombre volcase el bote de aceite por encima suya.

De cuello para abajo, le cayeron incontables chorros de aceite, empapándola más si cabía. Dos ruidos de fricción, totalmente desincronizados, provocaban las resbaladizas manos sobre la piel de Sandra y Olivia. Estos no eran los únicos sonidos dentro de la tienda, pues también podían oírse las aceleradas e inquietas respiraciones de las dos mujeres; ambas tratando de silenciarlas sin llegar a ser capaces.
   Los suspiros de la más joven cada vez que la mano de Prono se acercaba a la parte inferior del bañador, sin llegar sobrepasar los límites este.
   Por el contrario, recién empezaba a meter por debajo del top su herramienta para masajear, explorando con sus dedos su ombligo y sus costillas.
   Le costaba alternar la concentración entre ambos cuerpos, pues cada uno estaba muy cerca de los puntos sin retorno y bastaba que cometiese cualquier error para molestarlas. Tenía que ser todo en el momento justo, no dejarles margen de queja.
   A la hora de decidir por cuál de las dos debía comentazar,se decantó por Sandra que, por temas de vestimenta, era de las dos mujeres la que le ponía más difícil el hecho de atacar.

La mano que tenía centrada en masajear la espalda de Olivia, paseó sobre su nalga antes de acabar entre sus empapados y resbaladizos muslos, preparándola para lo que vendría no mucho tiempo después; la otra mano, centrada en Sandra, paso de explorar su ombligo a darse media vuelta y filtrar sus dedos entre los leggins, cruzando su monte de venus hasta atracar sobre su clítoris. La reacción de la excitada cuarentona no fue otra que agarrarle con ambas manos las muñecas.
   ``¿Todavía se resiste? Que mujer…´´ murmuraba para sus adentro. Sandra trataba de impedirle silenciosamente avanzar pero, la fuerza que aquel hombre tenía en un solo brazo, le permitió ganar terreno hasta que sus dedos patinaron sobre sus labios exteriores e interiores hasta que sus dedos se clavaron dentro. Si bien la penetrada mujer lograba reprimir sus gemidos, no conseguía hacer lo mismo con su cuerpo que se retorcía de placer sin soltar la muñeca de Prono.
   Por otra parte, Olivia estaba hipnotizada con la mano que seguía acariciando sus muslos y que, inevitablemente, él comenzó a escalar hasta encontrarse con los bordes de su coño, el cual estaba semi-oculto bajo el hilo del bañador.
   No fue suave y cortes pues ya había consumido toda la paciencia que le quedaba, y al estar tan cerca de la meta solo le quedaba echar el último sprint, acabando así lo antes posible: Sus dedos índice y corazón se separaron para esquivar la tira del bañador, chocando esta contra su nudillo y metiendo los dedos lo más profundo que esta le permitía.
— ¡Ahhh! -la veinteañera levantó su culo sin molestarse en acallar.
— ¿Estás bien, cielo? -preguntó la madre mirando a su hija, la cual tenía la cabeza escondida  bajo su pelo.
— Sí… Solo… me ha pellizcado, nada más -se intentó excusar ella, pensando que su madre todavía estaba fuera del juego. ``Ingenua´´ pensó satisfecho Prono al restregar los dedos dentro de ellas.

Había hecho lo imposible realidad, y ahora las iba a someter y convertir en sus perras antes de que su hermano llegase. Las continuó masturbando lentamente explorando con sus cuatro dedos el interior de las dos vaginas, provocando que estas se estremeciesen esporádicamente como si pese a gozar en base al mismo hombre, sus placeres no tuviesen nada que ver.
   Prono sacó sus dedos del coño de la veinteañera y la agarró suavemente del pelo, haciendo que ella gatease siguiendo la ruta que le guiaba hasta entender lo que quería y, sin usar las manos se metió el glande en la boca -totalmente erecto y apegado a su ombligo-, y comenzar a chuparlo.
   Sandra miró incrédula lo que sucedía… ¿Cómo había logrado esquivar todas nuestras defensas? ¿Cómo había logrado que su hija se dejase tocar delante de su madre y le hiciese a un desconocido sexo oral? Y lo más importante… ¿Cómo había logrado que ella misma cediese ante su hija?

Mientras él apoyaba la mano sobre el culo de Olivia y su dedo índice jugaba alternativamente con su ano y su coño; sacó la mano de la entrepierna la madre para agarrarla del pelo y obligarla a levantarse, atrayéndola hacia sí mismo y juntando sus dos bocas en un húmedo beso.
— Eres… Eres lo peor -le dijo ella al oído mientras apoyaba su mentón sobre el hombro masculino. Estaba demasiado cachonda, no podía pensar.
— ¿Por qué? No he hecho nada que vosotras no queráis -dijo antes de plantarle otro beso y remover la lengua dentro de su boca. Pasó de apretujar el culo de Olivia a agarrar la nuca de la joven; la orientó hacia la tira horizontal de su calzón para que esta, mordiéndolo sin mirarle, tirase de él hasta abajo dejando su polla y sus testículos al descubierto antes de que la joven empezase a lamer, como si de un helado se tratase, lo largo de todo el tronco.

La hija estaba totalmente avergonzada por tener a la madre al lado, pero al mismo tiempo la tranquilizaba que esta no dijese nada, retroalimentando la situación en la que se encontraban. Había sido una ingenua al pensar, al igual que su madre, que podrían haberse marchado cuando hubiesen querido pero la realidad es que estaban tan cachondas que solo se habían puesto excusas.
   Sandra pensaba igual, sabiendo que tal vez ni se podrían mirar a la cara, pero aquello pasaría aunque parasen en aquel preciso momento.
   ``Esto es culpa mía, por consentirlo´´ pensó a pesar de sentir cierto hormigueo al ver a su hija lamer el glande. Era asqueroso pero soportable, y al mismo tiempo pese a que fuese moralmente imperdonable, había algo de morboso en todo aquello.

Prono se dejó caer hacia atrás sobre su culo al tiempo que dejaba de besar a Sandra y le posaba la palma de la mano sobre la parte superior de la cabeza esta para llevarla hasta su entrepierna.
   Fue reticente a empezar a lamer, viendo como lo hacía su hija antes de volver a mirar al hombre que compartían con rostro inocente, entonces fue cuando Prono soltó la nuca de Olivia, para agarrarse la polla con aquella misma mano y con la otra sostener la nuca de la madre para frotarle el glande contra su boca.
   No dejó de mirarle a los ojos, incluso cuando cedió y aceptó la polla en su boca; ya que tenía su polla sujetada podía soltar el tronco de esta para agarrar de nuevo la nuca de Olivia y acompañarla hasta sus testículos que esta lamió gustosa antes de que este soltase ambas cabezas y entrecruzase los dedos tras su cabeza para apoyarla con los brazos en jarra.
   Fue la hija esta vez la que se acercó gateando mientras la madre chupaba y le pajeaba, besándole en la boca apasionadamente sin más objetivo que ese.
   Sabiendo perfectamente donde lo tenía ubicado y sin la necesidad de mirar, agarró un condón sin abrir y lo apretaba en su mano.
— Creo que me debes algo… -le susurró muy dulcemente sin dejar de mirarlo antes de empujarle con la mano en el pecho; Prono se dejó caer de espaldas.
— Yo también… -lo dijo pese a no ser necesario, pues Olivia gateó hasta colocar ambas rodillas a los lados de su cabeza. Se agarró el hilo del bañador que cruzaba verticalmente su coño y lo hizo a un lado, dejando así su coño libre: Parecía estar respirando y un par de hilos blanquecinos y transparentes conectaban los labios derechos con los izquierdos; avanzó  un poco para abrirse de piernas y colocar ambas rodillas a los lados de sus brazos para dejarse caer sobre su boca.

Olivia rio complacida mientras piropeaba mentalmente aquella boca, aquellos labios y sobre todo aquella lengua que revolvían todo su coño sin error alguno.
   Mientras su progenitora seguía chupando cada vez más excitada, se alivió al ver como el hombre le tiraba un envoltorio de preservativo que ella abrió y colocó en poco menos de cuatro tres segundos. Como si tuviese un tiempo limitado para hacerlo y completamente agradecida por la existencia del sexo seguro, se abrió de piernas tras quitarse los pantalones elásticos antes de situar su coño sobre la polla engomada y caer sobre ella. No puedo evitar cerrar los ojos mientras su cara gesticulaba el placer que sentía, alzando la ceja y vocalizando una silenciosa ``a´´, empeñándose en no dejarse oír. Olivia por el contrario mantenía los ojos abiertos sin poder parar de sonreír mientras apretaba más su coño contra la experta boca y se mordía los labios intentando reprimir los gemidos eufóricos que avalaban la calidad de aquella comida de coño.
   La veinteañera apoyó ambas manos sobre el duro pecho de Prono y mientras subía un poco el culo para tener mejor control de sus movimientos.
— ¡Hmmm! -gimió ella al tiempo que se inclinaba adelante y movía sus caderas en círculos, antes cambiar a un movimiento horizontal y luego, cuando lo sintió oportuno, uno vertical en el que la lengua del hombre encontraba el punto justo con la punta de esta en su punto g y la base contra el clítoris.
— Es demasiado larga -se quejó su madre intentando llegar más y más abajo.
— Te cambio el sitio cuando quieras…
— Cariño perdóname por esto… Me muero de vergüenza porque me veas así, pero no… no he podido… -no encontraba las palabras para expresarse, intentando encontrar un punto de claridad entre su arrepentimiento y el placer que le daba aquel mástil que la empalaba.

Prono envolvió los muslos de Olivia en sus brazos mientras le apretujaba ambas nalgas aumentando el ritmo del sexo oral.
— ¡Que boca que tiene! -haciendo omiso de lo que había dicho su madre, como si no existiese nada más allá de ese placer, pero sabiendo que tenía que decirle algo a su madre pese a sentirse igual, decidió tranquilizarla de la manera más sencilla-. No te preocupes, mama. Será nuestro pequeño secreto… No creo que sea malo que compartamos… un pequeño… disf…

No pudo acabar, quedando hipnotizada por una especie de chupetones que le daba en la parte de fuera.
— Ahí. Ahí, ahí, ahí. ¡No pares…! -gimió completamente excitada, además complementaba ese sentimiento de dominación y control que tenía sobre él. Como si aquel machote que tan chulito hubiese quedado en nada a su servicio. También la excitó sobradamente escuchar el ruido que hacía su madre al subir y bajar, como la carne húmeda chocaba incesantemente contra los muslos de él. Abrió la boca sin ser capaz de emular sonido alguno. Apoyó de nuevo ambas manos contra el pecho que tenía debajo de ella sin poder evitar botar como si se estuviese follando aquella boca hasta que fue inevitable notando como explotaba de placer, quedándose paralizada unos segundos sobre él.

Sabedor de su sensibilidad, la lengua de Prono pasó a acariciarla tan levemente que no podía molestarle, como si fuese la caricia de una pluma.
    La agotada joven acabó dejándose caer de costado para quedar estirada mientras disfrutaba del orgasmo al tiempo jadeaba entre temblores, dejando a Prono libre para follarse a su madre.
— ¿Te acuerdas lo que te dije en el baño? -dijo incorporándose para quedar su boca muy cerca de la suya, se miraban a los ojos sin que ella dejase de hacer un baile de caderas sobre su polla.

Abrió la boca, no quería que nadie la escuchase gemir pero se estaba volviendo loca. ¿Iba a acabar como su hija? No había nada que ansiase más. Quiso dejarse caer hacia detrás para acabar en la posición de misionero, pues quería que él tomase el control y le rompiese el coño pero no pudo hacerlo. Prono había recogido sus rodillas, teniendo ella la espalda apoyada contra estas, como si quisiese mantenerla en aquella posición.
— Te prometí que te follaría en cualquier parte, donde me apeteciese… Y aquí estamos.
— Eso no… -su orgullo, pese a no tener ningún sentido el querer mantenerlo, lanzaba su último grito de guerra.
— También me preguntaste si elegiría entre tu hija o tú, pero yo no tengo que elegir. Puedo follaros a las dos todas las veces que quiera. Y tú marido me dijo que eras una esposa muy fiel… ¿Verdad?

Prono apartó sus rodillas dejándola caer sobre la colcha, quedando ella bajo él abierta de piernas mientras escuchaba cada vez más cerca de su clímax las cosas que decía con crueldad, que pese a no querer hacerle daño, si recalcaba la inmoralidad de la situación y lo morbosa que podía llegar a ser para él.
— Aprovecha… Porque esto no volverá a pasar. Solo… has… tenido… suerte… Ah! Ah! Ah! -Dijo una palabra con cada embestida hasta que no pudo continuar y su mente quedó en blanco, se iba a correr.
— Si disfrutas tanto, es porque eres una mal follada. Así que tarde o temprano volverás a por una buena polla -dijo antes de agarrarla por los tobillos y estamparle las rodillas en los hombros antes de acelerar para explotar dentro de ella al tiempo que juntaba su frente con la suya y respiraba con dificultad.

Sandra, sin haberse corrido aún, notó como el condón se hinchaba con semen candente en su interior… Se lamentaba, tan cerca del final por no haber llegado.
    Pero la decepción no duró demasiado, equivocada al pensar que Prono había acabado y desafiando la elasticidad del condón tras unos segundos de parálisis su caderas retomaron las embestidas, al principio torpes y arrítmicas antes de coordinarse.
    Sus labios se encontraron antes de que él le tirase del pelo apartando su cabeza y lamiendo su cuello mientras apuraba las embestidas.
— El condón… El condón -advirtió ella, preocupada por si explotaba. Sentía como si el deposito de este se hubiese llenado al máximo y sabiendo que con cada embestida estaban arriesgándose a que se rompiese; pensó en que la presión lo haría explotar, pero eran embestidas demasiado deliciosas para pararlas: Se corría, se estaba corriendo y se iba a correr, todo al mismo tiempo-. Cuidado… ¡El condón! -fue lo único capaz de decir ella mientras sentía la lengua de Prono en su cuello mientras sus entrepiernas se fusionaban al tiempo que ella empezaba a soltar un grito de placer que fue silenciado por el hombre, que la estaba besando y luego se quedó mordiéndole el labio.

Se habían corrido al mismo tiempo, el por segunda vez, ella por primera. Llevaba mucho tiempo deseando tener aquella sensación, lejos de los fríos orgasmos solitarios en su lado de la cama.
   Había quedado impresionada de que aquel semental se hubiese corrido dos veces con el mismo condón y que, sorprendentemente, este no hubiese explotado. Mantuvo su polla ahí metida mientras se besaban apasionadamente sin que nada más les importase.

La cremallera de la tienda se abrió y entró alguien, cerrando al pasar tras de sí la cremallera. Prono ni sacó su polla ni dejó de besar a la extasiada y paralizada cuarentona, mientras el recién llegado, boquiabierto, miraba sorprendido el interior de la tienda.


***

— Tengo que reconocerlo. Tenías razón…

Andres miró a los dos acaramelados sintiendo cierta envidia. ¡Cómo le gustaría estar en su lugar!
   A sus pies estaba Olivia vestida todavía con el bañador mientras respiraba lentamente en un lado de la tienda; como si estuviese esperando su turno.
   Andres se quitó la camisa, las sandalias y los pantalones cortos quedándose en calzoncillos mientras Olivia se incorporaba sosteniéndose sobre sus rodillas y plantándole un beso húmedo al tiempo que le agarraba el rabo haciendo a un lado el calzón.
— ¿No te ha follado aún? -preguntó Andres, ella dejó de intentar continuar besándolo y apoyó la frente contra sus pectorales, mirándole complacida como su polla se ponía dura-. Prono. ¿Tienes más condones?

El aludido señaló hacia un bulto de prendas que justo debajo ocultaban dos envoltorios de preservativos.
— Pásame uno -le apremió dejando por un momento de besar a la madre. Él poseedor de los condones, dividió el pack en dos sobres y tiró uno al lado de su hermano mientras se estiraba boca arriba.
— ¿Verdad que me vas a poner tú el condón, guapísima? -le pidió mientras dejaba sobre su propio ombligo el envoltorio del condón y se empezaba a masturbar. Olivia gateó sobre él mientras agarraba el condón y comenzaba a chuparle la polla mientras se quedaba a sobre patas sobre él, en posición del sesenta y nueve.

Consiguió hacer que se abriese más de piernas y bajase el coño hasta una altura que le facilitaba comérselo centrándose en lamer en movimiento afirmativo el interior de su vagina.
   Olivia, impaciente, se había limitado a pegarle una chupada rápida antes de romper el envoltorio y colocárselo. No pudo evitar sonreír al desafiar aquel enorme cipote con grandes y verdosas venas la elasticidad del propio condón que parecía estar a punto de romperse.
    Dándole esto ya igual, gateó hacia adelante y dándole todavía la espalda agarró el pollón guiándola hasta su vagina bajando muy lentamente hasta meter al menos un cuarto de miembro, fue en ese momento en el que empezó a subir y bajar no sintiéndose capaz de meter más por el momento.
    Un azote cayó sobre su culo dejándolo enrojecido.
— ¡Ahh! -Fue un gemido sin ganas, no por falta de excitación sino porque estaba demasiado fatigada como para producir gemidos.
— ¡Más rápido!
— La tienes demasiado gorda y el condón no…
— ¡Excusas! -dijo Andres soltando un nuevo azote sobre la otra nalga antes de agarrarla por sus caderas y subir las suyas propias.
— ¡Hmmmm! -Olivia cerró los ojo y apretó los labios mientras contraía su culo, tan enorme verga había entrado otro cuarto más hasta meter la mitad de toda la extensión

Andres se limitó a dar un par de embestidas hasta que paró, dejando nuevamente el trabajo a ella que, con más prisa, aceleró sus bajadas y subidas.
    La vagina de Olivia que se había enfriado tras el orgasmo, volvía a producir masivamente lubricación, más cuando desde aquella posición su amante se aventuró a meter el dedo gordo en su culo.
— Eso n… ¡Hmmm! -se apresuró a negar, pero solo sirvió para Andres lo penetrase más..

La agarró del pelo con la otra mano y sin sacarle ni la polla ni el dedo, se inclinó hacia adelante, haciendo caer a Olivia de rodillas y quedándose a cuatro patas mientras el pasaba a montarla.
— Te gusta por el culo -le susurró al oído mientras aprovechaba para introducir más polla, aquella posición era perfecta para aquello.
— Solo el dedo -mintió intentando no gemir, pero la polla volvió a meterse más profundo que antes estando ya casi totalmente metida y ella quedó paralizada-. Así duele…

Dijo esto sabiendo que aún quedaba más por meter y aunque se sentía muy bien cuando lo hacía, le asustaba sufrir más.
— Tu coño me apreta mucho… Estas al límite.
— Tú también.
— Voy a correrme dentro…
— Lléname -dijo siguiéndole el juego, acordándose de que llevaba el condón.
— Voy a vaciar mis bolas…
— Ya estás tardando… -le retó, en consecuencia Andres le hizo girar la cabeza para susurrarle algo al oído.
— Ya te gustaría, eso no va a pasar -le volvió a retar ella antes de iniciar la follada. La cabeza de Olivia acabó contra el suelo aplastada contra la mano de su amante. La vagina estaba tan mojada que entraba y salía sin ninguna dificultad metiéndola toda por completo.
   Andres pudo ver de reojo como su hermano se separaba de Sandra y se estiraba boca arriba. Ambos estaban agotados, pero la noche estaba muy lejos de terminar y también quería follarse a Sandra así que, sin que quedase demasiado para correrse, llamó a Sandra y le pidió que se acercase.

Esta estaba totalmente exhausta con la parte inferior del cuerpo desnudo y sus tetas y ombligos marcados por un top totalmente impregnado en sudor y aceite. Sandra se levantó con dificultad y se acercó gateando sin esperarse que al llegar la agarrase del pelo y la besase antes de prometerle que ella iba a seguir.
— En cuanto termine con tu hija vas tú.
— ¿Cómo podéis aguantar tanto? -preguntó fascinada antes de volver a besarle con ternura mientras le acariciaba el torso y la cara. Esto detuvo las embestidas de Andres antes de que las reanudase agarrando por los lados la cadera de Olivia y la fusilase a pollazos, haciéndola gemir como una loca ante la violencia de aquellas metidas de polla.
— Gatea hasta aquí -le ordenó dominante a Sandra indicándole el sitio al lado de su hija.

Ambas con el culo en pompa, Andres sacó su polla del coño de Olivia para meterlo en el de su madre que pese a no estar mojado del todo si que permitió meterlo con lentitud.
   ``Ojala se rompa…´´ pensó él maldiciendo la resistencia de aquellos condones. Sandra resbaló hacia adelante, sin ser capaz de mantenerse firme. Su nuevo semental tenía que aplastarla, forzándola a posar todo su peso sobre su cara y sus tetas en el suelo para poder penetrarla mejor. Estando aquel segundo coño menos mojado que el primero, pero no por ello menos sediento de carne.

Para que no se enfriase, tres dedos acabaron dentro del coño de Olivia mientras se follaba a la que tenía al lado. Ambas excitadas por los gemidos que se le escapaban a la otra cuando impotentes no podían llegar a reprimirlos.
    Agarró del pelo a Sandra y la hizo curvar su espalda, manteniendo su culo bien alto.
— Me voy a correr dentro de ti…
— Córrete… -suplicaba ella deseando sentir su goce y disfrute mientras estaba dentro de ella. El brazo de Andres rodeó su cuello y la forzó a enderezarse mientras la otra mano buscaba dentro del top y liberaba el seno fuera. Jugó con él un poco antes de dejarlo colgando antes de sentir por fin que se corría, imaginando que no llevaba condón y que la impregnaba con su semen.

Explotó, clavando su polla hasta el fondo hasta que sus huevos chocaron sobre el monte de venus de Sandra, mientras inflaba el globo en su interior dio otra embestida más, y otra, y otra. Antes de sacar la polla de dentro de Sandra y meterla en Olivia para aprovechar aquel mismo condón, esta se quejó.
— Así se puede romper.
— No nos sobran los condones -se rio Andres mientras le caían goterones por la frente y los lados de la cara.
— ¿Y cuantos quedan?
— Dos -Obviando decir que no tenía previsto parar aunque se acabasen los condones. Volvió a cambiar de coño, sacando su polla y exhibiendo el deposito de semen lleno y pesado, el cual entraba dentro de la madre antes de que reanudar la follada.

A Sandra pareció importarle poco el estado del condón, se limitaba a colaborar haciendo que sus caderas de moviesen adelante y atrás totalmente concordes a las de Andres.
   Era quedarse marcada por aquellos dos hombres lo que la encendió del todo, el culmen de la dominación; y al pensar esto sus caderas revivieron mientras agarraba del culo a Andres apremiándole a que acelerase.
— Rómpeme el coño, Andres. No pares… ¡Hmm! Ahí, justo de ese modo -El cuarentón consiguió encontrar el punto exacto que más placer daba a ambos, a él por presión y a ella por sensibilidad y roce, levantó aún más el culo hasta que fue inevitable correrse por segunda vez quedando paralizada y cayendo hacia adelante con el pulo todavía en pompa.

Andres echó muy lentamente sus caderas hacia atrás hasta su polla salió disparada hacia su ombligo, rebotando y meneando el condón. Se lo sacó y sin hacerle un nudo siquiera lo tiró sobre el culo de Sandra, el cual se removía como resultado a los espasmos musculares fruto del orgasmo.

La veinteañera se estaba complaciendo ella misma mientras miraba, y era entonces Andres en la tienda con la polla tiesa, por eso se avalanzó sobre él como una leona besando su coño lo largo de su polla sin volver a meterla mientras se besaban.
   Ni por un momento el miembro viril del cuarentón flaqueó, listo para ser metido en cualquier momento a pesar de que lo único que hacían era magrearse.
   Las tetas de Olivia acabaron en la cara de Andres, su coño se restregaba con la polla de este mientras él le manoseaba sus nalgas…

Sí, la noche estaba lejos de acabar.



***

Habían pasado de estar los cuatro espatarrados luchando por respirar, a estar Prono y su hermano espalda contra espalda sentados, con las cabezas de Sandra e hija subiendo y bajando sobre sus entrepiernas.
   Sandra había elegido a Andres mientras que pechugona joven se decantaba por mamarle la polla al más temperamental de los dos hermanos.
   Ambas luchaban por acomodarse sus molestos flequillos tras la oreja que, tras un par de lametones y chupadas, acababan otra vez frente sus narices; también se apuraban por conseguir las erecciones completas de ambos machos para recibir lo que ellas esperaban que fuese la última follada de la noche…
   Que equivocadas estaban. Esto lo daban por hecho porque, según habían dicho ellos, quedaban solo dos condones. ¡Dos condones para dividir entre ellas dos! Cada una sin estar dispuesta a renunciar al suyo… pero, la madrugada era larga y la ambición de ambos machos alfa no se limitaba a follar dentro de una tienda.

Por su parte, Andres eligió no moverse mientras gozaba de la mamada que le producía la hambrienta milf en un intento de endurecer del todo aquel cipote a medio empalmar; se aprovechaba de esta para tomar un descanso que sería revitalizador y que sin duda ambos agradecerían.
   Prono en cambio, el cual tenía el ego por las nubes, no podía conformarse con una mamada de aquella linda veinteañera pudiendo jugar con ella y divertirse a su costa… Sin que la excitada joven detuviese un instante su sexo oral, el macho aprovechó para enrollar su pelo entre sus dedos antes de tirar de él con suavidad para alejarla de su entrepierna y guiarla hasta su boca. Olivia aceptó el reto y gateó desde su posición hasta los hombros de este, los cuales abrazó antes de fundirse en un acaramelado beso.
— No te hagas el interesante y ponte el condón ya -le pidió entre beso y beso; parecía como si estar sin besarse fuese un esfuerzo. La tetona exhibía sus atributos con orgullo meneándolos para reafirmarlos como premio si este aceptaba.

Pero el aludido, con esta encima a veinte uñas, se limitó a agarrarse la baboseada extremidad y comenzar a masturbarse mientras pasaba de su boca a su cuello y desde su cuello se asomaba a su oído para susurrarle algo que no pudiese escuchar su madre.
— Hay dos condones, y uno es para mí. Si quieres lo uso pero… ¿Qué pasará después? -su voz era dulce y amable, pero dejaba translucir segundas intenciones; la pregunta le descolocó, pero recobró la compostura casi al instante.
— Después nos iremos mi madre y yo a nuestras tiendas.
— ¿Por qué iros a dormir cuando podéis seguir jugando con nosotros?

Olivia movía su culo con cada roce con la mano de Prono, le excitaba saber que se estaba masturbando, preparado para penetrarla. Solo faltaba el dichoso condón… Tenía que convencerlo antes y ella se imaginaba lo que quería proponerle.
— Primero porque tenemos parejas que se pueden despertar y descubrir que no estamos -dijo entre murmullos antes de bajar la voz mucho más, mirándolo con fiera intensidad como si esperase una respuesta diferente-. Segundo porque tú ya te has corrido dos veces con mi madre, y yo voy a vaciarte los huevos.
— ¿Hay una tercera? -susurró él muy bajito, ella comenzó a comerle el cuello. Era parte de su estrategia para forzarle a que cogiese el condón de una vez.
— Solo queda un condón. No podemos follar sin condón.
— ¿Ah, no? -le cuestionó serio mientras su mano libre se estampaba en la nalga femenina y hacía fuerza descendente para que sus caderas bajasen… Funcionó: Ella no pudo evitar reír.
— No -negó como si no fuese tan evidente y tuviese que reafirmar la imposibilidad. Lo hizo riendo con ternura, mirándolo a los ojos juguetona.
— Y sobre lo de tu pareja… Tal vez has ido al baño.
— Llevo mucho tiempo en el baño.
— Y más tiempo que vas a estar.
— Pero eso no soluciona lo del condón -saltó ella tras unos segundos de pensárselo.
— Seguro que se nos ocurre algo… -fue lo único que dijo con voz grave sin dejar de mirarla a los labios, ella no. Olivia directamente a los ojos, pero abriendo la boca y mordiéndose los labios para provocar.
— Yo creo que no.
— Se me está ocurriendo algo -dijo restregando su glande contra todo el exterior de su coño mientras se pajeaba. Él le había invitado a bajar, pero eran sus caderas las que habían ido descendiendo.
— Dime… ¿Qué solución es esa?

En el otro lado de la tienda Sandra se estaba abriendo de piernas mientras Andres se ponía el condón y se colocaba entre ellas, metía el glande dentro mientras le levantaba el empapado top para chuparle los pezones al tiempo que metía despacio y con saña toda la extensión de su rabo.
   — ¡Ahhhh! -oyó gemir a su madre delatando que la pareja contraria ya había empezado. Esto desesperó a la joven aún más, mientras continuaba oyendo tanto los gemidos como los chasquidos que producían sus carnes húmedas al chocar- ¡Ah, Ah, Ah, Ah, Ah!

Los alaridos de placer, motivados por las deseadas penetraciones, eran exageradamente acentuados y totalmente placenteros, sin un ápice de dolor. Parecía mentira que su madre aguantase follando sin lamentarse por la sensibilidad a la fricción, pero así era.
   Y a pesar de que ella no tenía una polla dentro; sí que tenía una a sus puertas, deseando entrar… Era una tentación irresistible.
— Ponte el condón -ordenó ella evitando andarse con rodeos.
— Yo te iba a proponer lo contrario.
— Tú sueñas.
— Solo tienes que bajar un poco más las caderas -susurró él muy convincente-, se meterá sola. Y yo me correré fuera -añadió.
— Buen intento, ponte el condón.
— Si me lo pongo ahora, luego no quedará condón para follarte y estaremos en la misma situación. Es mejor que te la meta ya y empecemos a disfr…
— No vas a durar hasta luego.
— ¿Te apuestas algo? -ella enmudeció-. Además… Estás desesperada, la quieres dentro.
— También quiero que te pongas el condón -el glande se cubría y descubría dos o tres veces por segundo por el prepucio que subía y bajaba ante la gayola en toda regla que se estaba haciendo contra su humedecido sexo.
— ¿En serio? Creo que vas a acabar cediendo… Tienes pinta de que parece volverte loca el sexo sin condón.
— Con mi novio -le contradijo. Lo miró a los labios mientras sopesaba la posibilidad de levantarse e irse a por Andres. Tendría que compartirlo con su madre, pero al menos la follaría. Si no lo hacía es porque la estaba poniendo cachondísima a que el hombre que tenía bajo ella se resistiese a hacerlo con preservativo.
— Tu novio no está aquí.
— Si no te pones el condón iré a donde está tu hermano y me lo follaré.

Con un hábil movimiento y sin entender lo que pasaba, la veinteañera pasó de estar a cuatro patas a estar boca arriba y abierta de piernas. Sintiendo a la vez satisfacción y decepción por haber salido victoriosa vio como este agarraba un condón y lo rompía mientras se inclinaba para dejar su cara muy cerca de la suya al tiempo que se cubría el alargado miembro.
— Tú lo has querido, pero me voy a correr dentro pase lo que pase.
— Dentro del condón -le chinchó ella con malicia.
— Si se rompe será dentro tuyo -la besó, excitándola con aquella malicia sexual, esas ganas de joderla. Notó su polla engomada posándose sobre su coño, cada vez más lubricado de lo normal, lista para penetrarla.
— No se va a romper.
— Ojalá que se rompa -deseó él mirándola serio, ella intentó besarlo y Prono se apartó, sonriendo tras el rechazo: ``Así que quiere jugar, eh…´´ pensó ella divertida.
— Pues ya puedes follarme bien fuerte para que se rompa… Aunque no lo conseguirás -le retó ella estando segura que no pasaría. El semental se agarró la polla y la apuntó contra su coño abierto al mismo tiempo que este intentaba besarla y esta le esquivaba. Una vez, y otra, y otra… hasta que sus labios se encontraron y las caderas de él se la empotraron, metiéndola hasta el fondo sin piedad.

La hija de Sandra apretó los labios, quería gemir como su madre seguía haciéndolo. El muy bestia había comenzado a metérsela muy rápido, cumpliendo con su deseo de querer romper el condón, algo que volvía más y más loca que si hubiesen empezado directamente sin el preservativo. Ese deseo de marcarla, de joderla, de hacerla suya corriéndose dentro… Esa especie de sexo rudo y no consentido la impregnó y extasió hasta que no pudo evitar dejar de besarlo para liberar sus lamentos de placer.
   En la tienda se empezaron a oír dos pares de gemidos femeninos, sonando arrítmicamente y desincronizados; los dos machos bufaban como toros embistiendo o como lobos tras su presa. Junto a estos lamentos de placer también se escuchaban incesantes y de variable velocidad ``Chap, chap, chap!´´ que muy posiblemente se debían escuchar desde fuera de la tienda y solo serían ignorados si el resto dormía.
   Andres jugaba más con sus caderas metiéndola desde todos los ángulos posibles, mientras que Prono machacaba unidireccionalmente aquella vagina que encharcaba el suelo de la tienda.
— ¡Ah Ah Ah Ah Ah Ah! ¡¡Hmmmm!! -Olivia arañaba la espalda de su amante con una mano y su culo con otra, de aquel semental que podría haber llegar a hacer fuego en su coño con aquella fricción.
— ¡Hm! ¡Hm! ¡Hm! ¡Hm! ¡Hm Hm Hm Hmmmmmpffff! -Los ojos de la madre, en cambio, se pusieron en blanco mientras sus piernas temblaban, corriéndose una vez más sobreexcitada por escuchar a su hija de aquella manera.

En algún lugar de la mente de Sandra se barajaba la fantasía de que Prono acabase con su hija y, con esta derrotada e indispuesta, se terminase de desquitar con ella… Dos hermanos para ella sola; Dos sementales que abusaban de una pobre madurita.
    Tras estos pensamientos solo había placer y contracciones musculares, cosquilleo placentero en su vagina y sus muslos; mientras quedaba deshecha la polla de aquella bestia seguía dura esperando la oportunidad para retomar la follada.

Los únicos gemidos y choques carnales que se escuchaban era los de Olivia y Prono; este último parando unos instantes para realizar una pequeña trampa, desesperado porque no se rompiese la goma ya que, estando el sexo de Olivia tan resbaladizo, parecía no tener ninguna posibilidad de romperlo: ``Si estuviese más seco… ´´ pensaba mientras se agarraba la polla y se masturbaba la base sin sacarla del anticonceptivo ni esta de su coño.
   Ante la vibración que hacía al pajearse, ella echó la cabeza hacia atrás, aprovechando para retomar el aliento.
   Apretando su puño contra la base del condón y tirando del elástico hacia abajo hasta que la punta se quebró, quedó todo el glande y el prepucio. Sonrió satisfecho intercambiando una mirada con la joven; esperó unos segundos en los que se siguió masturbándose antes de prepararse para continuar. Olivia también le sonrió mientras le volvía a chinchar:
— ¿Cansado? Así no se va a romper el condón.
— Cuando tengas el coño lleno de semen no digas que no te lo advertí. Estás demasiado mojada… ¿Te pone pensar que se va a romper?

La aludida se mordió el labio y lo besó, sin ser capaz de mentir pero tampoco de afirmarlo. No es que quisiese que se corriese dentro, pero aquella actitud la volvía loca.
— No lo niegas… -señaló satisfecha.
— Tampoco he dicho que sí -discrepó ella notando como el hombre soltaba su polla y la metía hasta el fondo. Aunque no estaba segura, podía afirmar que se sentía diferente.

El glande entró hasta lo más profundo de ella, sintiéndose esta como si sus entrañas se estuviesen fusionando con la verga intrusa.
   El comienzo esta vez si que fue lento, con una embestida muy potente pero sin continuidad. Sus entrepiernas se separaron lentamente antes de recibir una nueva embestida, y luego otra, y luego otra. Olivia se resistió a gemir, pero lo sabía ``Se siente muy diferente. Es mucho más…´´
  
En ese momento lo único que se oían en el interior de la tienda eran los chapoteos de sus dos sexos chochando, le excitaba sentir los enormes testículos aporrear su culo, y cuando fue a pedirle que la sacara para comprobar si estaba roto el condón este la agarró del pelo haciéndole chillar con una mezcla de placer y dolor, obligándola a mirar por encima suyo mientras el mordía el cuello bastamente.
    ¿Y si se había roto? ¿Por eso se notaba tan diferente? ¿Cómo se podía haber llegado a romper? La joven notaba el condón pero también se sentía demasiado rico, el glande aporreó la entrada a su útero como si quisiese desahogar toda su carga dentro.
    Sus gemidos aparecieron de nuevo, sincronizándose con sus chasquidos, se iba a correr de nuevo.
— Córrete fuera -cuando supo que era inevitable. El semental contestó con un beso dando a entender cuál era su respuesta. Ella no pudo hacer más que aceptar el beso mientras disfrutaba el inesperado baile de caderas que había iniciado su empalador, olvidándose de velocidades y ritmos para menear sus caderas en todas las direcciones antes de reanudar las embestidas, cada vez más fuerte y más rápido.

``Ha roto el condón´´ pensó extasiada mientras intentaba reprimir sus temblores, él ya había terminado de correrse pese a que ella había empezado antes, con ambos sexos contrayéndose y sufriendo espasmos.
   No era su exterior lo único que estaba encharcado, su interior se sentía húmedo y caliente; quedándose Prono y ella besándose de la misma manera que estaban antes su madre y él.
— Eso te pasa por subestimarme, niñata -le susurró al oído-. Y acepta que no es la última vez esta noche que me voy a correr en vosotras.

Esa ``niñata´´ sabía a lo que él se refería, y podía creérselo. Pero también estaba segura de que sabía lo que se le pasaba por la cabeza a ese sádico semental…

Quedaba mucha madrugada por delante, y la tienda se les había quedado muy pequeña.



··· Continua en la siguiente parte (Ya disponible) ···

No hay comentarios:

Publicar un comentario