Marcadores del blog

lunes, 3 de julio de 2017

Dos hembras en Villamacho 1.IV

Iré actualizándolo a medida que lo vaya corrigiendo.

Como mención especial quiero recordar que este relato está dedicado a Kris a la cual agradezco su apoyo y sus mensajes de ánimo. Espero que disfrutes de este relato y el siguiente, el cual seguramente también te dedicaré.

Si he tardo tanto es porque quiero que esté lo mejor posible... ¡Disfrútalo!


Capítulo 1: El macho alfa

Parte IV/IV: Sumisión por humillación



4.0: Juego indecente de pareja

La familia de Sandra había encontrado por fin el día para celebrar una barbacoa en casa de Andres y su hijo. Tras encender la chimenea en el exterior, ahumaron las carnes y otros alimentos antes de sentarse en una larga mesa de madera donde con la cubertería ya puesta solo tenían que limitarse a servirse lo que iban a comer y disfrutar de una divertida velada.
   El día había trascurrido sin incidentes y Andres no había interactuado lo más mínimo con Sandra, todo salía a pedir de boca. Pero tras sentarse en la mesa y comenzar a cenar, entre las risas de su marido y sus hijos sus miradas adulteras se cruzaron en más de una ocasión. En los ojos de la madre se percibía culpabilidad y vergüenza mientras que, en los de él, se veían deseo y lujuria.
   Esos ojos se transformaron en su todo mientras que los gritos, las risas y las voces de su familia fueron desapareciendo hasta convertirse en poco más que susurros. Solo aquellos ojos tenían significado, y los ruidos que la rodeaban carecían de un significado entendible para ella. Sandra se llevó la servilleta a los labios para limpiárselos de manera modosa antes de levantarse y retirarse en silencio al baño.
   El ajustado vestido, que buscaba ser más provocativo que cómodo, no le permitía andar con soltura. Sus muslos se veían obligados a permanecer pegados uno contra otro a cada paso que daba, y era consciente de que las inquisidoras pupilas de Andres estudiaban cada movimiento que su cuerpo hacía. Fue entonces cuando se dio cuenta de lo húmedas que estaban sus muslos, como estos resbalaban uno contra otro como si estuviesen bañados en aceite. Al mirarse con disimulo las piernas se percató de lo visiblemente mojadas que estaban y devolvió la vista a la mesa, observando con vista rápida y ágil al resto de su familia para asegurarse de que nadie se había percatado y así era. Miro por última vez a Andres, el cual la sonrió de manera descarada como si él fuese él único que sabía lo que pasaba debajo de su vestido.
   Fue entonces cuando reanudo el paso, el más rápido y disimulado que podía realizar sobre aquellos tacones y con aquella falda. Llegó al bañó justo para encerrarse dentro, apoyándose contra la puerta de espaldas mientras cerraba los ojos y suspiraba.
— Has tardado mucho –criticó desde las sombras Andres mientras se encendía la luz.
— ¿Qué haces aquí? Nos van a descubrir. ¡Sal del baño! ¡Rápido!
— Llevaba mucho tiempo esperando esto –declaró el lujurioso hombre con los dedos transformados en despiadadas garras con el único fin de romperle el vestido.
— ¡No… Andres! No puedes… No podemos.
— Pero ahora estamos aquí, solos. Llevas toda la tarde provocando, es culpa tuya por no haberme calmado antes –La palabra culpa retumbó en su mente como si fuese un despiadado eco de sus propias palabras, pero deformado.
— Nos van a descubrir… ¡Nos van a descubrir! –gemía ella mientras lo empujaba lejos, pero él era más fuerte y logró abrazarla con facilidad mientras sus manos buscaban sus puntos débiles-. ¡Nos van a descubrir! –dijo ya sin resistirse físicamente.
— Me da igual –susurró él.
— ¡No! ¡No! Nos van a descubrir. Joaquin nos va a descubrir… -gritaba ella mientras notaba como unas manos la empujaban de un lado a otro. Tardó unos segundos en entender que había sido despertada de un sueño.
— ¡¡Sandra!! Despierta, es un sueño. Solo un sueño –La cara de su marido estaba oculta entre las sombras, pero ella sabía que era él.
— Ya está, ya estoy despierta –Las manos de su marido se separaron automáticamente de ella, dándole una pequeña tregua.
— ¿Quién nos iba a descubrir?
— Un ladrón –respondió sin pensárselo tras un par de segundos de silencio. ¿Había dicho cosas en voz alta? ¿Qué más habría dicho? ¿Y si había dicho algo inconveniente?
— Un ladrón –repitió Joaquín incrédulo.
— Un ladrón con cuchillos y una pistola –Si la mujer intentó sonar convincente, lo consiguió. Sintió irrefutables ganas de llorar al recordar el maravilloso sueño que estaba teniendo, un pequeño rincón de fantasía donde lo que sucedía no tenía porque ser inmoral ni prohibido, ni ella era una mujer que tuviera que contenerse. La realidad era mucho más deprimente y asqueante donde tenía que reprimir ciertos impulsos y los que le quedaban no eran satisfechos por su marido.

Al recordar esto, intentó llevar la conversación a su terreno. Se recostó y miró hacia la sombra que era su esposo, el cual guardaba silencio como si no se hubiese creído aquello.
— Estábamos escondidos detrás del sofá y a ti te entraron ganas de… ya sabes. Me comenzaste a besar por aquí –Sandra le agarró por la muñeca y la condujo hasta su cuello, donde le hizo acariciarla con las yemas-. Creo que te excitaba esa situación…
— Claro –bufó-. Nunca es mejor momento para excitarse que cuando un ladrón armado irrumpe…
— Te daba igual, solo querías follarme –murmuró juguetona mientras se inclinaba sobre su marido para besarle. La barba le había empezado a crecer durante la noche y estaba afilada, pero le daba igual, le gustaban las barbas a pesar de que su marido nunca se la dejase.
— Estoy… Estoy cansado –se justificó retrocediendo. Su voz realmente denotaba fatiga y agotamiento.
— Me vas a follar ahora –ordenó autoritaria aplastando su torso contra la cama y subiéndose sobre él. Ella estaba desnuda pero Joaquin aún conservaba unos pochos calzones que le tapaban hasta la mitad del muslo como si fuese un bañador.

El enfado estaba más que justificado: no follaban ni mucho ni poco, pero cuando lo hacían era él el que se llevaba los orgasmos y ella la que se quedaba a medias. Sin mostrar más interés en complacer su lujuria fémina… ¿Encima la despertaba de agradables y excitantes sueños? No lo iba a tolerar. Notando los pezones duros, enterró la cara de su hombre entre sus dos pechos como si intentase ahogarlo con ellos mientras levantaba las caderas y metía la mano bajo su calzón agarrando ya un pene que había comenzado a ponerse duro. Bastaron unos cuantos meneos con su delicada mano para que se pusiese dura del todo y apuntando el proyectil contra su vagina, dejó caer sus caderas sobre ella enterrándola entre sus humedecidos labios carnales.
   Para sorpresa de ella, el polvo no duró poco y fue más que satisfactorio. Tal vez ayudase mucho que no viese la cara de su marido, pudiéndose imaginar que era otro muy distinto el que la follaba. No se sintió culpable por fantasear, pues ya era hora de que se preocupase un poco de si misma. Tal vez fuese la novedad, pero su pareja la permitió gozar de una buena sesión de sexo antes de que con unos pobres espasmos manchase su coño con un chorro de semen mientras gruñía de un modo similar al de un cerdo.
   De mala gana dio unas pobres embestidas para finalizar mientras ella se quedó inmóvil sobre una polla que ya comenzaba a reducirse, como si eso le permitiese alargar el placer. No se había corrido, pero era más de lo que esperaba. Joaquin apartó de malas formas las caricias de su esposa antes de apartarla a un lado y continuar durmiendo.

Terminó, de nuevo, ignorada. Presa del insomnio ante los precoces ronquidos de su esposo antes de conseguir dormirse.

***

El día anterior a la barbacoa en casa de Andres, Sandra descubrió en el resto de su familia una excitación sin precedentes. Todos estaban muy ilusionados ante la idea de pasar el todo el domingo y parte del lunes en casa de su vecino, no solo porque tuviese piscina, hamacas, un pequeño bosque dentro de su parcela donde acamparían durante la noche y, por último, la chimenea y la barbacoa. Era una ruptura total a la rutina sedentaria a la que se habían acostumbrado, y sin duda, la acogían con agrado.
   Sin duda su vecino había propuesto muchas cosas para hacer tanto para sus hijos como para los adultos. Si la piscina, el espacio para jugar a futbol y la acampada no eran suficiente para los menores de edad, también iban a poder jugar a juegos de mesa. Joaquin y Rob en cambio fantaseaban más con la idea de tomarse unas cervezas picoteando carne bajo la sombra de los arboles mientras se tomaban unas cervezas frías con las que combatir aquel calor.
    La idea de acampar es su pequeño trozo de bosque se le ocurrió tras acordarse del peligro que podían ocasionar los jabalíes y lobos; pese a que esto sonase más a excusa para no dormir a la intemperie de la montaña.

Ella y su hija Olivia estaban más ilusionadas por asistir a la casa de su vecino por otros motivos muy diferentes. Aunque no lo reconociesen y se mintiesen a si mismas diciendo que no iba a pasar nada, guardaban fuertes expectativas de que Andres intentase algo a espalda de sus parejas, y aunque ellas ya barajaban la negativa que le darían si de verdad las intentaba cortejar, les divertía mucho pensar en ello.
   Llevaban bien la promesa de no volver a cometer adulterio con aquel hombre, una mejor que la otra. Olivia aguantaba mejor el síndrome de abstinencia debido a que su novio, más joven y lujurioso y pese a no dar la talla a las necesidades de su novia veinteañera, la satisfacía con mayor frecuencia al contrario que Joaquin, el cual parecía haber perdido por completo su apetito sexual y, cuando rara vez hacían algo, era más para complacerla a su lujuriosa mujer que por si mismo. Irónicamente era él el que gozaba de los orgasmos, y no ella. El sexo siquiera le solía resultar divertido, y a pesar de esto nunca volvió a pensar en acercarse a Andres… hasta ese momento.

El sueño que tuvo ya lo decía todo. La idea de estar cerca de Andres; deseada y cortejada por este la volvía loca. Y a pesar de que pensaba cumplir su propia promesa de no volver a hacer nada con su vecino, era aquel juego tan peligroso la que la encendía. Mientras que Olivia raramente se desveló pensando en lo que sucedería el día siguiente, su madre no podía pensar en otra cosa.
   Estaba indecisa sobre que debía llevar el día siguiente: Se imaginó llevando unas mallas negras elásticas, una minifalda… pero era un vestidito, ajustado y totalmente descarado el que se convirtió en su primera opción. También tendría que llevar un bañador… ¿O iba a resignarse a no bañarse? ¿Sospecharía su marido si levantaba en Andres interés con el vestido o el bañador que tenía en mente? ¿Y si Andres llevaba su diminuto bañador? ¿Y qué tipo de ropa debía llevar para ``la acampada´´? ¿Debía llevar ropa de recambio por si se mancha la ropa de comida?
   Pensar en todas esas opciones la hizo acalorarse. Sofocada acudió al armario y buscó hasta encontrar con el vestido que tenía en mente. Se acercó al espejo, poniendo entre este y su cuerpo el vestido para ver si le hacía juego con el resto del cuerpo… Desde luego que sí, era demasiado descarado y provocativo.
— ¿Vas a llevar eso? –inquirió su esposo con un claro tono de desaprobación tras de ella. No se refería al vestido, sino al bikini que llevaba puesto. Se dio la vuelta para encarar a su marido, pues no iba a renunciar a llevar bañador.
— ¿No te gusta?
— Es demasiado provocativo –La acusación le pilló por sorpresa, pero mucho más la exageración que había usado como adjetivo cuantitativo
— Es el único que tengo –alegó con frialdad pues no estaba dispuesta a ceder.
— Eso no quita que sea provocativo –el tirito de su marido era tajante. No le decía que no pudiese llevarlo, pero tampoco le daba permiso.
— Que pena… Y yo que tenía tantas ganas de bañarme –replicó decepcionada dejando el vestido sobre la cama mientras su señor esposo guardaba silencio-. Supongo que tendré que bañarme desnuda –El sarcasmo hizo a Joaquin gruñir-. O tal vez podría bañarme en ropa interior.
— Sería preferible –Al escuchar esto, Sandra se imaginó a si misma vistiendo lencería erótica para bañarse en la piscina. Su marido acababa de demostrar con aquel comentario una ignorancia muy propia de algunos hombres.
— No tapan lo mismo. La ropa interior se transparente –le explicó pacientemente a su marido mientras sacaba del armario un sujetador y unas bragas ``no provocativas´´-. Además… ¿A qué viene esto?

Joaquin se cruzó de brazos mientras enfurruñaba el rostro.
— ¿Recuerdas a dónde vamos? Vas demasiado provocativa con ese…  traje de baño.

Su esposa miró en dirección opuesta a su marido como si acabase de recibir una bofetada. Apretó la ropa interior en su puño mientras susurraba con voz prácticamente inaudible:
— Y aún no has visto el traje que voy a llevar.
— ¿Qué has dicho? –Se envalentonó mientras retrocedía y cerraba la puerta, como si aquello les diese intimidad.
— Que lo voy a llevar igual, porque no tengo burka con el que bañarme –bromeó sonriéndole-. Además… ¿Qué importa lo que piense Andres? Que mire lo que quiera.
— Me importa. Eres mía… -Sandra se adelantó para taparle los labios con el dedo índice. La sobreexcitó que su marido se pusiese celoso, por estúpido que sonase. Por primera vez en mucho tiempo acababa de exhibir temor a perderla.
— ¿No te pone que otro hombre me deseé y solo tú puedas poseerme? –preguntó mientras se elevaba sobre sus puntillas para besarlo.

Ella siempre había sido de naturaleza mimosa, pero el paso del tiempo la había otorgado una más arisca y distante. Ese era el regalo que le había hecho su marido, y era en lo que la había transformado.
— Mostrarle demasiado puede hacer que tenga las ideas equivocadas.
—Yo solo quiero esto –Le agarró el miembro por encima del pantalón, totalmente reducido-. Una buena polla. Y tú me la das, ¿verdad? –inquirió con ironía, sin embargo Joaquin no pareció entenderlo ni darse por aludido así que asintió-. ¿Crees que tu amigo es rival para ti?
— No.
— No, no es rival –repitió con zorrería antes de empujarle a la cama haciéndole estirarse de espaldas-. Te propongo algo… Vamos a ser malos –Su esposo percibió el brillo de perversión que destelló en sus ojos.
— Miedo me das –Se mantuvo a la defensiva, sin saber que esperar.
— Mañana fíjate bien como me mira…
— ¿Y qué harás tú?
— Le provocaré –La voz de Sandra era musical, parecía que cantara. Ilusionada con lo que ella misma proponía, y se había vuelto muy aguda. Se sentó sobre su cintura, con el bañador aún puesto mientras comenzaba a abrazarlo melosa.
— ¿¡Que Qué!?

Se irguió ofendido mientras la apartaba de él, dejándola de pie al frente de su cama.
— No me has dejado terminar.
— Le vas a provocar. ¿Te gustaría que yo hiciese lo mismo con otra mujer?
— Es un juego –replicó decepcionada. Comenzaba a darse cuenta de que había sido un error proponer nada. Él era demasiado cerrado para algo tan morboso, pues sus placeres eran más básicos, aburridos y simples.
— Que quieres ligarte a nuestro vecino y no sabías como decírmelo de frente.
— Yo no he dicho eso –Joaquin la cortaba todo el rato sin dejarle hablar, sin atender a razones-. Déjame hablar y lo entenderás. Si no te convence, no se hace y ya está.

No continuó hablando hasta que su marido no se quedase callado mirándola, demostrando así estar dispuesto a escucharla.
— Solo propongo… seducirlo delante de ti. Pero no de manera… ¡NO! ¡Déjame acabar! Y si no te gusta no lo haré…
— No se trata de que no lo hagas. Si lo estás proponiendo es porque te gustaría hacerlo. ¡No te jode!
— Claro que me gustaría hacerlo… Dejarle con las ganas a ese mirón y luego follarme a mi hombre. Tú serías el ganador…
— Sigue -gruñó su pareja, estirándose de nuevo en la cama mientras apoyaba todo su peso sobre un codo.
— Lo que estoy proponiendo no es otra cosa que ir provocativa. Que mire lo que quiera, pero yo soy tuya -Tras apoyar las manos en el borde de la cama comenzó a gatear hasta donde estaba Joaquin y le agarró directamente la polla por encima, la cual para satisfacción de Sandra estaba durísima; ya estaba en el bote-. Y si surge la ocasión… podemos irnos a un lugar apartado de la casa y… -se mordió el labio; gesto aprendido en algunas películas y que imitó en un intento de afianzar la mejor reacción de su cónyuge-. Un juego de pareja, solo para los dos.
— ¿Y si intenta algo?
— Solo tengo que evitar quedarme a solas con él. ¿No? Además… Si no te he sido infiel estos veintiún años que llevamos juntos… Y no ha sido porque me hayan faltado pretendientes.

La cara de Joaquin se transformó en un instante, no le agradó nada oír aquello.
— ¿Qué? -De nuevo estaba a la defensiva. Sandra acababa de darse cuenta de que había puesto el dedo en la llaga, pero no podía evitar que le divirtiesen mucho aquellas reacciones. El motivo de esto era que pocas veces había tenido la oportunidad de sincerarse sobre estos temas… Su marido no era alguien que premiase la confianza y la sinceridad.
— Nunca te he sido infiel, a pesar de que muchos hombres han intentado… seducirme -Mentir no se le hizo difícil. Solo había sido infiel en una ocasión, y debido a las circunstancias no lo consideraba infidelidad sino desliz.
— Pero ahora me propones seducir a mi amigo de buenas a primeras.
— Es un juego… Y al amiguito de aquí abajo parece gustarle la idea -Sandra dio un breve apretón al miembro viril de su pareja.
— No me termina de convencer -dijo Joaquin cerrando los ojos mientras agarraba la cabeza de su mujer entre ambas manos y la forzaba a bajar más. Como si lo último que quisiese fuese seguir con aquella conversación.
— No te cierres en banda, Joaquin. Si no hubiese riesgo de que Andres intente nada… ¿No te pone la idea? ¿No te pone que otro hombre me desee? -El aludido no contestó. Su mujer desabrochó el pantalón y se llevó sin reparos la polla a la boca-. A mí me pone muy cachonda. Es un juego muy morboso.
— ¿Y si no puedo soportarlo y te digo que pares de hacerlo?
— Pararé -contestó con frialdad. Su marido era único chafándole las expectativas.
— Entonces… Hazlo. Pero sin cosas raras, y no te olvides que estaré vigilando.
— Eso quiero, que lo veas todo… -La sonrisita de Sandra evolucionó a una destellante sonrisa de oreja a oreja antes de reanudar el sexo oral que le estaba brindando a su esposo como recompensa.

Lo que Joaquin no sabía era que su esposa, habiéndole sido infiel con aquel mismo hombre en una ocasión, realmente no se había propuesto repetir el error; pero este juego lo había propuesto para darle contexto a las miradas entre ambos que, de otra manera, no habrían podido disimular. Gracias a aquel juego podría mirarla con total libertad sin que su marido pudiese decir nada.
    Solo tendría que mantenerse firme, evitando quedarse a solas con él pues no estaba del todo segura de poder resistirse a la tentación. Se repetía a si misma que no volvería a traicionar a su marido, pero incluso con esto en mente, le provocaba una grata satisfacción pensar que Andres tenía permiso para desearla todo lo que quisiese… con su marido delante.

4.1: Las cartas sobre la mesa, los ases bajo la manga

Durante la mañana que precedía la barbacoa, los dos edificios habitables de la familia carecían de un solo momento de silencio. Los gritos iban y venían, con preguntas a diestro y respuestas a siniestro sin tregua alguna. Pedro y Jaume preparaban su bolsa conjunta con toallas, bañadores, una pelota, crema solar y para encontrar cada cosa debían preguntar a su madre que desde su habitación respondía pacientemente mientras se probaba el vestido y se arreglaba de la mejor manera posible.
   Joaquin y su yerno estaban demasiado ocupados discutiendo sobre cual era la mejor manera de guardar las cervezas congeladas en la nevera, de modo que no se rompieran si se producía algún choque. Olivia, previsora como siempre, era la única que se paseaba por la casa con tranquilidad gracias a haberlo preparado todo el día anterior. Tras ducharse y desayunar, se estiró el sofá mientras se preparaba para ver la tele mientras se abstraía de todo el alboroto que la rodeaba, intentando no pensar en nada más.

El patriarca entró en su habitación sin picar y se quedó de piedra al descubrir a su esposa regocijándose dentro de un provocativo vestido frente al espejo.
— Esto… ¡Esto es demasiado, Sandra!
— ¿Qué pasa? ¿No te gusta? -La pregunta de su respuesta era coqueta. Todavía estaba descalza, pues no se había decidido sobre si llevar unas cómodas zapatillas a juego o unos tacones de vértigo. El vestido era de una sola pieza y se pegaba a su piel como el papel mojado a una superficie; no hacía falta que se transparentaba nada, porque la simple forma ya era suficiente para excitar. La prenda sabía exhibir cada curva de su hermoso cuerpo, y era esos vestidos que llevaban las femmes fatale para hacer perder la cordura a los hombres de bien. La falda era tan corta que se cortaba justo donde morían sus gluteos y nacían sus muslos. Toda esta exhibición de sensualidad era ofrecía sin sacrificar un mínimo de elegancia, pues su mujer siempre había tenido mucho porte y muy buen saber estar. ``Nadie diría que en el fondo es la más zorra de todas las zorras´´ pensó con disgusto Joaquin mientras sacaba de su bolsillo trasero un pañuelo de seda para retirarse el sudor frio que lo empezaba a agobiar.

Pese a lo mucho que le molestaba verla así vestida, intentó que no se notase. Tragó saliva y se acercó claramente titubeante mientras su mujer dejaba de mirarse en el espejo para prestarle atención a él.
— M… Me gusta, Cariño… Pero vas d… demasiado… ya sabes. A… Arre… -No le salían las palabras. Lo último que quería era discutir, pues sabía bien que aquellas discusiones solo le alteraban la frecuencia cardíaca y no quería arriesgarse. Podía parecerlo, pero seguía muy preocupado por sus problemas del corazón.
— ¿Arreglada? Dímelo con una sola palabra, quiero oírlo. ¿Cómo estoy?
— Preciosa.
— Entonces a Andres le va a encantar -añadió sin piedad alguna, guiándole el ojo recordando que seguían con su pequeño juego; entonces volvió a mirarse al espejo para examinarse esta vez el peinado-. ¿Me puedes subir la cremallera, cariño? Está… Ahí -Le oriento mientras se apartaba el pelo para que este no se pillase con la cremallera-. Me queda como un guante -señaló orgullosa.
— Ese es el problema.
— Es parte del juego -Su elegante esposa no pareció dispuesta a dejarle marcar los términos de la discusión. Se acercó a su marido y colocó una mano sobre su esternón y la otra sobre la entrepierna-. Te late el corazón muy rápido… ¿Estás bien? No olvides tomar tu medicación -Le cuestionó con ironía exhibiendo una ingenua sonrisa al tiempo que le frotaba desde fuera del pantalón-. Y aquí estás todo duro. En el fondo te gusta… Y a mí me encanta que te enceles por una vez.

Se puso de puntillas y lo besó con ternura, limpiándole los labios con el pulgar pues le había manchado con pintalabios.
— Podrías ir un poco menos arreglada.
— Entonces no tendría gracia.
— Como tú no eres la que siente los celos…
— Por cierto -dijo ignorando esto último que dijo Joaquin-. Llevo bañador y ropa de recambio, tranquilo, es ropa normal… ¿Pero sabes qué? -Se volvió a poner a pies puntillas para susurrarle al oído que no llevaba ropa interior.


***

Al contrario que su madre, Olivia no se complicó la vida. Se puso una camisa grande de Rob que le llegaba hasta poco más debajo de la cintura, dando el falso efecto óptico de que estaba desnuda a pesar de llevar debajo unos pantalones tejanos muy cortos y tanga de hilo debajo. Lo llevaba por comodidad, no por Andres, ya que estaba decidida a que este ni la oliese siquiera.
   La familia tenía todo preparado en la puerta, los enseres y las mochilas con lo que llevarían hasta allí, y tuvieron más dificultad para caber todos con todo en el coche que para llegar hasta allí: Eran seis en un coche espacioso pero que únicamente tenía cinco plazas, eso sin contar con todo lo que llevaban. Tenían suerte de que la casa de su vecino no estuviese lejos porque iban sumamente incómodos.
   Aunque no lo sabían, solo Sandra y Olivia habían estado en anteriormente en aquella casa pero no el resto de la familia… Los cuatro quedaron asombrados al descubrir cómo era desde dentro la enorme casa de Andres.

En términos generales, la finca tendría en total unos mil quinientos metros cuadrados de terreno como poco. En la parte norte había un pequeño bosque que ocupaba al menos un cuarto de toda la finca. Este estaba constituido por diversos tipos de árboles como abetos, robles y pinos; a Jaume le pareció identificar también algunas especies frutales como manzanos y limoneros.
   Otro cuarto estaba ocupado por la enorme casa y la piscina mientras que, la otra mitad de la finca, era terreno plano con árboles individuales, arbustos, hamacas y otras cosas que no alcanzaron a descubrir por el momento.
   Desde la valla de la entrada había un caminito de piedras y escalones de madera que llevaban hasta la casa, al oeste de la finca. Mientras ascendían por la pendiente, todos se fijaron en la ausencia de malas hierbas: Eran unas tierras y jardines que sin duda no carecían de mimo.

Cuando toda la familia se reunió ante la puerta, con las mochilas y bolsas sobre la espalda. Fue Joaquin el que se adelantó frente al resto para picar al timbre. Pasó un tiempo antes de que el dueño abriese la puerta con una sonrisa de oreja a oreja decorando su rostro. Los dos patriarcas se abrazaron como si hubiesen pasado años sin verse antes de que el anfitrión se dirigiese con un caluroso saludo al resto de la familia: Otro caluroso abrazo para Rob, dos apretones de mano para los dos hermanos varones y cuatro besos a las dos féminas de la familia. No pareció darle importancia a la vestimenta de Sandra, y todo quedó en un rápido y discreto vistazo de pies a cabeza sin emitir reacción alguna, algo que desconcertó tanto a Joaquin como a su esposa.
   Entró el primero y abrió todavía más la puerta mientras los invitaba a pasar inclinando la cabeza, como si los aceptase con humildad. Olivia y su madre no se molestaron en fingir lo sorprendidas que estaban con el interior de la casa como el resto de la familia, se limitaron a no abrir la boca yendo pegadas una al lado de la otra mientras Andres los guiaba por el resto de la casa.
   Joaquin no perdió de vista a su amigo, estando seguro de que no tardaría demasiado en devorar con la vista a su provocativa pareja, pero no lo hizo en ningún momento: ``Tiene que estar disimulando. Es demasiado evidente. ¿Cómo no va a mirarla? Seguro que se muere de ganas… Ya caerás, ya´´ sopesó el padre de los tres hijos para sus adentros mientras asentía y sonreía a todo lo que decía su amigo mientras los paseaba por el resto de la casa.
— Como vamos a pasar el resto del día y de la noche entrando y saliendo de la casa, prefiero enseñaros donde está todo. No tendréis que pedir permiso para entrar y para salir, la puerta al interior de la casa estará siempre abierta y… ¡Bueno, que puedo decir… como si estuvieseis en vuestra casa!
— Muy amable -musitó Sandra con una cálida sonrisa, pero su doble intención de atraer miraditas por parte del amigo de su marido resultaró infructuoso. La miraba con el mismo interés que si llevase un velo islámico, como si no hubiese nada que mirar en ella.
— Sí, muy amable -repitió su marido mirando a los niños-. Pero eso no quiere decir que podáis curiosear ni meteros en habitaciones. ¿Me habéis entendido? Que os veo venir.
— Bueno, tampoco tengo nada que ocultar -Andres rio antes de añadir el pero:-. Eso sí, os agradecería que nadie entrase en el sótano… Está oscuro y falla la luz, además de que hay cosas peligrosas y está todo que se cae -Sonaba más como excusa que como una razón convincente, pero los aludidos se limitaron a asentir antes de continuar la guía orientativa por el resto de la casa-. Hay dos baños, uno en la planta de arriba y otro en la de abajo; podéis ir al que más os guste… es una ventaja por si uno de ellos está ocupado -hizo una breve pausa como si estuviese poniendo sus pensamientos en orden antes de continuar-. La cocina está aquí y desde ella se puede ver la piscina. Tengo las cortinas corridas porque solo entraría calor… Y ya está, supongo. El resto son… mmm… habitaciones, despacho y sótano al que nadie debe ir. Hay tres puertas para entrar y salir de la casa, la delantera que es por donde hemos entrado, la trasera que da a la piscina y la chimenea donde haremos la barbacoa, y la puerta del garaje.

La visita rápida precedió lo inevitable: La salida al exterior. Los niños botaron de alegría y suplicaron poder bañarse; petición aceptada tanto por los padres como por el anfitrión. No tardaron demasiado en cambiarse en el baño antes de tirarse a la piscina de cabeza.
   Rob y su suegro se acercaron sigilosamente a la chimenea para apreciarla y tomarla como ejemplo mientras valoraban la posibilidad de hacer una ellos mismos en su finca. Mientras Olivia se dirigía a la sombra y se sentaba en la hamaca, Andres sorprendió a Sandra colocándose detrás de ella y susurrándole discretamente al oído:
— ¿No vienes demasiado arreglada para una barbacoa? -La madurita botó del susto-. ¿Te ha dejado venir así? ¿Le importaría a tu marido si te miro mucho? -hubo una pausa mientras la mujer escuchaba como hacía ruido con la nariz oliéndola descaradamente-. Que bien hueles… Me ha entrado hambre. Ya encontraremos el momento… -Sandra se quedó muda, y continuó andando seguida por él. No se atrevió a volver la vista, pero si miró de reojo a su marido pero este ni se daba cuenta de lo que pasaba-. Estoy deseando ponerte en pompa, subirte el vestido y comerte el coño… Seguro que ya está bien mojadito, eh.

Andres se apartó de nuevo con discreción dirigiéndose cargado con una nevera azul hacia la chimenea, donde lo esperaban Joaquin y Rob. El padre de Satur fue preguntado por su hijo, y este respondió que se encontraba con su tío y no tardarían en llegar.
— ¿Tu hermano va a venir? -inquirió su amigo cuarentón; lo había pillado totalmente por sorpresa.
— Él nunca se perdería una barbacoa -aseguró echando una rápida miradita picantona a la esposa de su invitado; pese a no ser descubierto por sus dos acompañantes, si fue pillado de pleno por Olivia. Esta se calló y fingió que no había pasado nada. Ya le parecía raro que su madre fuera tan arreglada… ¿Podría ser que hubiese algo entre ellos dos? Si su primera reacción fue de enfado, supo disimularlo muy bien: Tumbada en la hamaca y disfrutando de la frescura de la sombra mientras pequeñas pinceladas de rayos de sol bailaban sobre su piel; se puso las gafas solares, pero decidió no perder de vista a su madre ni a Andres.

Mientras los dos hermanos gritaban, chapoteaban y batallaban amistosamente en la piscina; Olivia aprovechó la soledad bajo la sombra del árbol y que ambas estaban estiradas en aquellas hamacas para interrogarla.
— Mama. ¿Has tenido algo con Andres?
— N… -comenzó a decir, pero no llegó a negarlo-. ¿A qué viene esa pregunta? -La reacción inicial la delató por completo.
— Mama. Siempre te he contado mis intimidades porque creía que entre las dos tenía que haber confianza… me molestaría mucho que no fuese reciproco.
— No ha habido nada entre nosotros.
— Si no ha habido nada… ¿Por qué vienes tan provocativa? Dime la verdad, pasa algo entre vosotros tres -su madre se había sonrojado y evitaba mirarla a los ojos. En su lugar se limitó a observar a sus dos hijos en la piscina, volviendo la mirada a la chimenea donde hablaban los tres hombres.
— ¿Entiendes que soy tu madre y no tengo porque hablar estas cosas contigo?
— Yo soy tu hija y he hablado estas cosas contigo. Así que si quieres mantener esa confianza te pido solo un poco de sinceridad.

Su madre suspiró rindiéndose ante la perseverancia de su hija. Se inclinó hacia ella de un modo imperceptible para el resto y le contó solo lo que consideró necesario que supiese.
— Es un juego entre tu padre y yo… Quiero ponerlo celoso -Olivia quedo boquiabierta.
— ¿Papa lo sabe? -Inquirió mientras miraba alternativamente a su padre y Andres. Su progenitora no dijo nada, así que rellenó el silencio con otra pregunta:-. Pero… ¿Solo es provocar y ya, no?
— Hacer que me deseé un poquito… pero nada más -Sandra hizo una mueca que parecía aspirar a ser una sonrisa triste. Tras esa confesión era la propia Olivia la que tenía ganas de sincerarse con su madre.
— ¿Papa está de acuerdo?
— No lo estaba, pero eso es lo que lo hace divertido.
— Pues yo lo veo incómodo… A decir verdad estoy incómoda yo también.
— Solo es un juego, cariño -``Genial, está tratando de restarle importancia´´ se dijo a si misma.
— Y… ¿Te atrae Andres?
— Solo quiero a tu padre -El tono de su respuesta alejaba cualquier tipo de discusión.
— No es lo que te he preguntado.

La avispada joven no aceptaba evasivas, quería una respuesta directa.
— ¿Quedará entre nosotros? -Olivia asintió-. No podrás contárselo ni a Rob -Volvió a asentir-. Sí.
— Así que… Complaces tu ego haciendo que te desee. Eres mala -puntualizó soltando una risita. ¿De verdad era aquella su madre?-. Pues a mí no me gusta, no me parece buena persona.
— No le veo malicia, simplemente es… diferente -``Demasiado hombre, y nosotras no estamos acostumbrados a hombres de verdad´´ rugió con frustración la voz interior de Sandra.
— … -Olivia tardó unos segundos en replicar, y lo hizo justo antes de levantarse y dirigirse a donde estaba su novio-. Tal vez deberías hacerme caso e ir con más cuidado.

Tras la conversación de madre e hija, Andres había interrumpido la conversación con suegro y yerno para ir a buscar leña y carbón. También trajo tres fuentes de cristal que servían para depositar la carne y otros alimentos, todo lo dejaba al lado de una mesa de madera alargada que había al lado de la chimenea.
— ¿Os importa si esperamos un poco a mi hermano y mi hijo? No creo que tarden demasiado en llegar -inquirió en tono de súplica a Joaquin y Sandra mientras se oía el chapoteo de los críos en la piscina.
— No parece que mis hijos vayan a sufrir mucho esperando. Así que esperaremos -decidió Joaquin por los dos.
— He de preguntar. ¿Alguno de vosotros tiene alergia o necesita alguna comida especial? No tengo problema en cocinar algo diferente mientras tanto.
— Vaya -Sandra le guiñó un ojo antes de estallar en el elogio-. Un hombre que sabe cocinar.
— Teniendo una cocinera del calibre de mi mujer, sería un crimen que lo hiciésemos Rob o yo -replicó Joaquin quitándole hierro al asunto.
— Te entiendo perfectamente. Mientras estuve casado no usaba nunca la cocina, pero al separarme le cogí gusto… Y lo agradezco. Es mejor cuando te cocinas tu propia comida, y luego te la comes -le recriminó de manera demasiado sutil como para que el muy imbécil se diese por aludido. Y acentuó su significado echando una disimulada mirada al punto que había entre los muslos de Sandra que, de haber estado separados estirando la minifalda, habrían exhibido la desnudez de su vagina. Unos segundos después pasó a mirarle a los ojos antes de volver a mirar a su esposo, el cual no dejaba de mirarlo fijamente-. Tal vez deberías ir aprendiendo a cocinar -Tras el jaque mate dialectico, Andres sonrió.
— ¿Todo va a ser carne? -Le cuestionó incómoda la veinteañera, con un plan en mente para llevarse a Andres al interior-. Me gustaría comer una ensalada, para compensar un poco.
—Claro -El aludido entrechocó sus manos para deshacerse del polvo y los restos de madera adheridas a sus manos tras cargar con la leña-. Sígueme, te enseñaré donde tengo las cosas… ¿Queréis venir? -propuso con picardía, sabiendo cual iba a ser la respuesta.
— ¿A la cocina? -inquirió el yerno de Joaquin-. Paso. Me quedo aquí con mi cerveza fría, tu hamaca y la sombra de tu árbol -El joven alzó la cerveza justo antes de estirarse en la hamaca. Su suegro hizo lo mismo sonriendo con poco más que una mueca. Andres y Olivia se dirigieron solos hasta el interior, escuchando esta como el dueño de la casa cerraba la puerta del exterior.

Olivia se dio la vuelta para encarársele:
— ¿No dijiste que dejarías las puertas abiertas?
— No pasa nada porque estén cerradas un rato. ¿No? Es que entra fuego por ellas -replicó con inteligencia. Pero no era sobre eso lo que Olivia quería hablar con él.
— ¿Has tenido algo con mi madre? Como me mientas te juro que te la lio parda.

No necesito ni pensarlo. Estaba dispuesto a apostarlo todo a que Sandra no había sido capaz de confesar a su hija la infidelidad. Como mucho habría sincerado el juego que se traía ella vestida de aquella forma, pero poco más. De todas maneras eligió no arriesgarse y optó por responder con la opción menos arriesgada.
— ¿Le has preguntado a tu madre?
— Te lo estoy preguntando a ti -gruñó frunciendo el ceño mostrando un enfado con el que podría ser difícil tratar. Andres psicoanalizó en un instante a la veinteañera hasta el punto de deducir que no sabía nada de la infidelidad: ``Si tuviese conocimiento de la infidelidad, su ataque habría sido más preciso. Más bien, en base a su sospecha está intentando descubrir si ha pasado algo más, pero no lo sabe. La vi hablando con Sandra, pero no estuvieron demasiado rato y no reaccionó de manera exagerada, por lo que ella no le contó nada… Seguro.
— Le tiré los trastos a tu madre la pasada vez que estuve en tu casa… Me atrajo mucho, y lo notó.
— ¿Te invita mi padre a nuestra casa y rodeado de NUESTRA familia no se te ocurre mejor que tirarle la caña a mi madre?
— ¿Estás celosa? -inquirió satisfecho pese a saber que no lo estaba en absoluto.
— ¡No! ¿¡Qué coño te pasa!? Joder… ¡Estoy indignada, no celosa! ¡¡ES MI MADRE!! -gritó subiendo el tono.
— Tu padre puede estar escuchando. ¿Lo sabes, no?. Y no eres la más adecuada para hablar.

La aludida se quedó con la boca abierta como si hubiese recibido una bofetada.
— ¿Me estás amenazando?
— Ya te dije que no iba a amenazarta, y mucho menos a chantajearte -Andres la esquivó y caminó hacia la cocina hasta que ella para mantener la distancia lo siguió trotando-. Tu madre y tu sois muy atractivas. ¿Me lo puedes echar en cara?
— Si ya habías tenido algo conmigo y no con mi madre… ¿No podías reintentarlo conmigo?
— Estás celosa -sentenció. Esta vez sí que lo creía.

Habían llegado ya a la cocina pese a que la chica no estaba en absoluto interesada en lo que pudiese haber dentro.
— ¿Te explico dónde están las cosas para que puedas…? -propuso mientras se acercaba al grifo y se lavaba las manos para luego secárselas. Todo esto dándole la espalda a Olivia.
— No me cambies de tema. ¿Cómo voy a estar celosa de mi madre? Y estamos hablando de…
— Eres insistente. ¿Eh? -comenzó a caminar hacia ella suprimiendo el poco espacio que había entre ellos, y por autoreflejo Olivia retrocedió hasta chocar contra la nevera, que estaba junto a la puerta-. Sí, tu madre parece haberse vestido así para mí. Y parece que tu padre y ella se traen un pequeño juego entre manos que tiene que ver conmigo… Seguro que eres lo suficientemente perspicaz para notar la tensión que hay, pero eso es algo que tiene que ver con ellos y no conmigo. ¿Entonces por qué estás tan molesta? -inquirió estampando su manaza entre la puerta y la nevera, arrinconando todavía más a la veinteañera.
— P… Porque… -No encontraba las palabras.
— Te molesta que me haya fijado en tu madre? -Demostrando saber llevar la discusión a su bando, la miró alternativamente a los labios y a los ojos, mostrando que era lo que quería obtener.

La cabeza de la joven, si era posible, retrocedió todavía más hasta chocar con la pared como si el inconsciente le suplicase que escapase de esa encerrona, pero su cuerpo no se movia.
— Lo que pasó entre los dos quedó atrás, no volveré a caer -El corazón le latía a mil, tan rápido como las alas de un colibrí. Quería salir de aquella cocina, volver junto a su novio pero las piernas no le respondían.

En poco más de un pestañeo, la mano de Andres se afianzó en torno a su cuello. Fue tan rápido que Olivia se sobresaltó después de que él apretase su cuello. La agarró como si quisiese estrangularla, como si quisiese partirle el cuello pero no hubo más presión que la que haría un collarín sanitario.
— ¿Por eso estás tan molesta? Porque quieres que vuelva a suceder y no sabes como provocarlo? Y si… -hizo una breve pausa que aprovechó para apretar un poco más su cuello, como si quisiese dar énfasis a su control sobre ella-. ¿Y si te dijese que me gustaría que tu hubieses venido con tu madre?

Olivia llevaba una camisa de su novio que le tapaba hasta el nacimiento de sus muslos, y esto le hizo tener a Andres una idea perversa que dudaba sobre si llevarla a cabo.
— Eres un cabrón…. ¿Por qué no dices la verdad? -Andres no contestó, dejando de mirar su ropa para centrar la atención en sus agrandadas pupilas-. Te gustaría que las dos estuviésemos por ti.
— Sí -aseguró sin sonreír. Interrumpió a Olivia justo cuando esta iba a contestarle-. Me gusta, porque es algo que sucede. Las dos estáis coladitas por mí y me gustaría que dejases de resistirte.
— Yo no me resisto -dijo la joven mientras agarraba por la muñeca la mano que se aferraba a su garganta y entonces sucedió. La boca del madurito obstruyó la suya, en un intento fallido, la joven presa intentó mantener los labios cerrados mientras movía la cara a los lados para soltarse, pero acabó abriendo la boca y dejando pasar su lengua.

La mano que aprisionaba su garganta le daba la falsa sensación de que estaba siendo forzada a ello, pero no era así. Estaba allí por propia voluntad, y lo sabía. Olivia cerró los ojos y disfrutó de su aliento amentado, su saliva caliente y sus grandes dedos filtrándose entre su tejano. Su primera reacción fue intentar frenarlo pero simplemente no hizo nada.
   Noto como su cuello quedaba libre, como dos manos se reunían en torno al botón de su tejano y su cremallera, ambas bocas se separaron mientras la frente de Andres chocaba contra la pared y su barbilla rozaba con la sien de la joven, no podía concentrarse en besarla cuando lo que quería era desnudarla.
    Tras un pequeño forcejeo el botón cedió y los tejanos cayeron en picado.
— ¿Qué haces? -preguntó excitada perdida Olivia, la voz le temblaba. Al no obtener respuesta repitió la pregunta, que tampoco fue contestada-. Andres… Recuerda donde estamos. Recuerda… Uff… Andres, no… Por favor… No -suplicaba sin poner resistencia física alguna. Sus manos tan pronto estaban libres como agarraban todo lo que tenía a su alcance. Tenía las manos inquietas, y quería que hiciese con ella lo que quisiese mientras al mismo instante no quería nada de aquello.

Con los shorts en los tobillos, el muy desvergonzado ya había puesto su zarpa sobre su coño a pesar de no haber metido todavía nada, pues sus dedos índices y corazón reposaban plácidamente sobre su orificio carnal como si de un parche se tratase: sus labios vaginales besaban sus dedos, y estos querían comérselos.
   ``Lo siento mama… Lo siento Rob. No puedo negarme a este hombre´´ pensó una lejana y profunda voz en su interior mientras enterraba su cara en su pecho.
— ¡Para! Estás loco… Están todos ahí al lado -razonó totalmente ida: ``Seré puta… Tanto prometerme que no caería y al primer intento…´´ Pensó mientras recibía de nuevo los labios de su anfitrión.
— No se va a enterar nadie… Cerré las puertas de fuera. La de la piscina cuando vinimos aquí, y la principal en uno de mis viajes -Con esto confesó haber previsto que se la iba a traer al interior, pero a Olivia esto no le importaba incluso lo agradecía-. Ahora date la vuelta, tengo hambre -anunció apartando la mano de su coño y levantándola entre sus caras. Ambos vieron como entre los dos dedos había hilos transparentes y con una elasticidad increíble.

Estaba cachondísima, temblando como una hoja al viento y sus piernas estaban tan inestables que cada segundo sobre ellas era un peligro constante de desplomarse. Su voz interior le advertía de que tenía que ser fuerte y escapar; la maldecía por no tener la suficiente fuerza para oponerse.
   Andres se arrodilló frente a su culo tras recoger en un rollo el pliegue sobrante de la camisa que colgaba  sobre las nalgas de ella metió su boca frente a su coño. Lo primero que notó fue su lengua lamiendo desde abajo hasta arriba y sin pausa meterse dentro como el aguijón de una avispa. Se contoneó dentro y se puso dura mientras hacía delicias contra sus sensibles paredes. Olivia tuvo que morderse la muñeca mientras gemía de una manera que daba a pensar que estaba llorando; solo podía pensar en que quería su polla dentro, pero por orgullo ni se planteaba decirlo.
— Mucho mejor, que hambre que tenía… -murmuró Andres poniéndose de pie tras de ella, con el culo todavía en pompa-. Pero tu coño parece tener mucha hambre. Debería darle un poco de carne. ¿No?
— No… -fue lo único capaz de contestar.
— ¿No? Te mueres porque te folle. Eres una zorra… Con tu novio y tu familia ahí fuera, y tu gozando. ¿No te sientes mal?
— No disfruto con esto -mintió con un temblor de voz que no era normal. Sus caderas se contoneaban invitándole a entrar.
— Si, ya… no te pone -dijo bajándose él el pantalón y tras agarrarse el miembro aporrearlo contra la piel que rodeaba su coño, tan cerca que le hizo pensar a Olivia que se la iba a meter de un momento a otro.
— Suplícame que te la meta. Quiero oírlo.
—No…

Andres, con la mano libre la agarró del pelo formándole una coleta y haciendo de esta manera que ella mirase al techo. La flexibilidad de Olivia le permitió mantener aquella postura tan extraña, formando una especie de hoz sostenida únicamente por sus piernas, con el culo en pompa, la espalda arqueada y siendo agarrada del pelo; gracias a su altura superior Andres consiguió una posición de dominación completa. Se miraron a los ojos unos segundos hasta que el madurito fue a besarla y ella se resistió intentando morderlo, como si por unos instantes hubiese recuperado la cordura. El segundo intento se vio frustrado también por un mordisco defensivo perfecto que casi lo atrapa, pero durante el tercero él tiro del pelo para asegurar su posición y sus bocas se fundieron en un intenso beso hasta que él le devolvió el favor: Le mordió cariñosamente un labio tirando de él antes de separar sus bocas.
— ¿Aún te resistes? Con mi polla a tus puertas… -musitó sonriente mientras su ariete presionaba contra los marcos de puerta. La joven abrió la boca y piso los ojos en blanco en un intento de dejarlos abiertos.

Sentía tanto placer, le daba tanto con el simple gesto de tener el glande medio metido… Y entonces la sacó y se separó de ella. Por un momento no entendió lo que pasaba, se quedó con cara de tonta antes de darse cuenta de lo que pretendía.
— Vas a tener que pedirla si la quieres -Su interlocutor se agarró la polla y la balanceó cortando el aire como si fuese un sable.
— No voy a hacerlo. Me has hecho un favor al parar -replicó totalmente herida. No pensaba suplicar ni darle nada, pero justo cuando la joven se agachaba para recoger sus shorts y su tanga, él se apresuró a pisarlos-. ¿Qué haces?

El enfado había corrompido la pura excitación que se había adueñado de su cuerpo, pero su temblor continuaba. Lo miró sería y con el ceño fruncido sin hacer ademán de moverse.
—¿Qué tal si me dejas de hacer perder el tiempo? Quita el pie de ahí.
— No.

Y sin querer discutir más. Olivia escapó de la prisión improvisada de sus tobillos quedando totalmente desnuda de la parte de abajo, alejándose así de Andres.
— ¿Era lo que querías? No -La pregunta fue respondida con un asentimiento y una sonrisa cruel.
— Estás muy femenina con esa… camisa. ¿Qué tal si te quitas también el sujetador?
— Que te follen -contraataco con frialdad. Ella ya no estaba segura de si iban a follar o no, todo parecía indicar que no.
— Me follarás tú, cuando no puedas aguantar más.
— Vas a tener que esperar mucho -replico ella con confianza. No reaccionó cuando él se acercó a ella y le susurró al oído: ``O menos de lo que te piensas´´.
— Los tenedores, cuchillos y demás están en este cajón. Todos los ingredientes que te puedan apetecer para la ensalada están en la nevera… El Papel de plástico, los platos… -Le indicó todo paso a paso mientras se subía los pantalones con pequeños botes, demostrando que llevaba una prenda que le iba justa y le costaba entrecerrar correctamente entorno a sus caderas-. Cualquier cosa que quieras solo tienes que cogerla o… pedirla.

Y salió por la puerta dejándola sola y confundida. ¿Cómo podía hacerlo? ¿Cómo podía parar a mitad de aquel calentón y no terminar? Ella se moría por follárselo y siquiera había podido negarse pero él había sido capaz de simplemente parar y no hacerlo, se dio cuenta entonces de lo dependiente que era y de lo profundo que había caído en sus redes…
   Olivia se dio cuenta de que la ropa ya no estaba en el suelo, y así Andres la había maldecido a pasearse por ahí sin nada debajo. ¿Era imbécil? ¿Qué pasaría si su novio se daba cuenta? Intentó distraerse buscando y preparando los ingredientes para hacer una ensalada aunque no lo apeteciese lo más mínimo.

Había que mantener las apariencias.

***

Andres salió de la cocina, abrió la puerta principal y la trasera antes de encerrarse en el baño. Pasó un rato hasta que Olivia hubo terminado de hacer la ensalada y aliñarla, entonces se vio sobresaltada por su padre que se encontraba dentro de la cocina tras de ella viendo como esta colocaba papel de plástico sobre el plato con la ensalada, para así conservarla mejor.
— ¿Por qué tardas tanto?
— ¡Papa! Que susto, dios… -botó al tiempo que dirigía la mirada a su progenitor; este miraba a los lados como si buscase algo.
— ¿Y Andres?
— ¿No fue a la piscina con vosotros? Me enseñó donde estaba cada cosa y se fue -mentir con inocencia ya era una de sus más preciadas habilidades, por lo que su padre ni se planteó que aquello pudiese ser mentira.
— No volvió a la piscina… ¿Dónde se habrá metido? -Tras la pregunta Joaquin cambió totalmente de tema al ver que esta lo miraba raro-. ¿Ya has hecho la ensalada?
— Sí, está hecha. Ahora mismo voy al baño a cambiarme.
— ¿Para qué?
— Para desfilar en una pasarela. ¡Papa! -Olivia lo esquivó y se fue hacia el salón, donde habían dejado sus bolsas y donde ella guardaba su bikini. Su padre se dirigió en dirección contraria a la ventana de la piscina viendo como Andres andaba hacia la hamaca donde estaba sentada su esposa y se dejaba caer a su lado.

Sin más tiempo que perder. Joaquin se dirigió a la piscina intentando dejarles solos lo mínimo posible, pues ahí podía pasar cualquier cosa. Salió por la puerta trasera enfurecido, pero en cuanto el sol le dio y la diferencia de calor entre el interior y el exterior se hizo evidente, le dio un bajón de tensión perdiendo las ganas de todo. Se notaba harto, cansado y perezoso… ¿Y qué haría tras acercarse a su mujer y Andres? Ellos cambiarían rápidamente de tema y fingirían que allí no pasaba nada.
   En lugar de eso, se dirigió al lugar donde estaba su yerno y agarró una cerveza del interior de la nevera portátil mientras se sentaba a los pies de Rob.
— ¡Maldición!
— ¿Qué pasa? -Le cuestionó sobresaltado.
—Está fría -contestó tajante sin invitar a continuar la conversación. Con miradas de reojo pudo ver como su mujer le sonreía de manera tranquilizadora como si le diese a entender que no pasaba nada antes de decirle algo a Andres y que este, metafóricamente, se lanzase contra su oído para susurrarle algo antes de separarse.

Aprovechando el silencio que solo se veía alterado por los continuos gritos de los críos y el chapoteo del agua, reavivó las miraditas de nuevo. Hablaban a un volumen de voz que pese a no estar lejos era imposible escucharlos.
   Joaquin se moría por escuchar lo que aquellos dos estarían hablando, seguramente declarando su deseo correspondido y como se morían por follarse el uno al otro. No era estúpido y veía como su esposa se había fijado en su amigo, mientras que este no se cortaba un pelo al hablar con ella.
   Recordó lo calentona que era su mujer y lo mucho que requería sus atenciones en la cama, atenciones que él satisfacía siempre que podía pero que aún así eran insufientes. No le extrañaría nada que en un descuido ambos se escapasen al interior de la casa con alguna excusa estúpida para consumar aquel adulterio. No podía fiarse de su esposa, no podía pese a haberlo intentado con todas sus fuerzas.
   También se moría por mandarlo todo a la mierda e irse a su casa, dejarlos a todos allí plantados y que fuesen muy felices, pero lo que predominó fue el quedarse allí sentado, con la botella de cerveza en mano y sin hacer nada, mirando.

Olivia apareció a lo lejos, vestida con un bikini que le quedaba muy bien: ``Vaya hija que tengo, que cuerpazo´´ pensó con orgullo de padre, sabiendo muy bien a quien debía ella sus genes. Su hija se acercó a la tumbona donde estaban él y Rob para dejar la toalla antes de lanzarse corriendo a la piscina emboscando así a sus dos hermanos.
   Su amigo y vecino se levantó y se dirigió hacia la tumbona donde agarró de la nevera portátil dos cervezas frías y le ofrecía una a su amigo ignorando la que tenía en su mano.
—¿Vienes a preparar la carne? -propuso haciendo un gesto hacia la chimenea y las mesas de piedra.
— Claro -contestó Joaquin con voz queda.

***

·Nueve minutos antes·

Se había metido en el baño al ver a Joaquin acercarse a la casa, era el momento perfecto para acercarse a su esposa con su ausencia. En cuanto este se hubo metido en la cocina, pasó por delante de esta sin ser visto y salió al exterior, rodeando la piscina y sentándose en una hamaca donde estaba el sol. Siendo sabedor de que la madurita lo observaba, la invitó a acercarse con el dedo índice y esta lo hizo.
— ¿Qué juego te traes entre manos vistiendo así?
— ¿Y si no fuese un juego? -preguntó coqueta mientras se sentaba.
— Joaquin acabará explotando.
— Sería una reacción interesante -musitó divertida Sandra. Andres supo identificar lo quemada que estaba con su marido, lo que desconocía era el motivo concreto… aunque se hacía una idea.
— No voy a dejar que eso pase… ¿No? No me conviene.
— ¿Qué vas a hacer? -inquirió mirando a la piscina. Andres vigiló no estar siendo observado por Rob, pero sus gafas de sol no le permitían descifrar su rango visual y, pese a esto se arriesgó. Clavó su mirada en el escote y en los muslos de Sandra, siendo esta perfectamente consciente, apoyó las manos en el borde opuesto de la hamaca para inclinarse hacia atrás mientras se abría ligeramente de piernas; esto no permitió a Andres ver nada ni de lejos ni desde cerca, pero él supo entender el significado especial.
— Podría llevarte ahora mismo al bosque que hay detrás de nosotros…
— Mi marido, mi hija y mi yerno están atentos. No podrás hacer nada sin que te vean.
— Como si tú no deseases hacerlo -le recriminó con seriedad.
— Soy fiel a mi esposo, yo no deseo nada -le contradijo con malicia mientras veía a su marido aparecer por la puerta trasera y le sonrió pese a que este no lo vio.

Su señor esposo se dirigió a donde estaba su yerno y se sentó tras coger una cerveza que bebió mientras dirigía disimuladas miraditas a ellos dos que correspondió con una sonrisita que intentaba transmitir confianza.
—Así que no creas que va a pasar nada.
— Si fueses una esposa fie no vendrías vestida como una puta. Vas provocando y lo sabes… -Se acercó tanto que por un momento creyó que le iba a comer la oreja. Tras decir esto se apartó.
— Solo he venido arreglada para la ocasión. Malinterpretas mis intenciones… No sabía que un vestido fuese típico de putas.
— Creo que se ver muy bien a través de tus intenciones -hizo una pausa mientras le miraba las tetas antes de volver a mirarla a los ojos-. ¿Tu marido lo sabe?
— Le avisé de que iba a venir bien arreglada y guapa para la ocasión. De la misma manera que sabe que no va a pasar nada entre tú y yo.

El oyente, incrédulo, miró sin poder evitarlo al marido de esta el cual fingía no estar prestando atención.
— ¿Sabe que no va a pasar nada? -Exhibió una sonrisita maliciosa mientras, disimuladamente, le tocaba el culo por detrás provocando que Sandra separase en silencio los labios pese a no llegar a mediar palabra.
— No va a pasar nada -afirmó mirándolo a los ojos. Andres se volvió a inclinar para susurrarle algo al oído antes de levantarse y dirigirse al lado de su marido: ``En cuanto me libre de tu marido, te voy a follar de todas las formas posibles en donde me sea posible. Y cuando vuelvas a tu casa, lo harás impregnada de mí.
— Sigue soñando -murmuró mientras este se levantaba, y antes de que se alejase añadió:-. Ah, por cierto… No llevo ropa interior -declaró en un tono que se aseguraba que solo él fuese capaz de oírla. Andres se alejó sin sonreír ni volver la vista atrás, agarrando dos cervezas frías y dirigiéndose junto a Joaquin hasta la chimenea.

***
— He estado hablando con tu mujer -dijo tomando la iniciativa, Joaquin no respondió-. Le he preguntado porque una mujer casada venía tan arreglada y provocativa teniendo a su esposo tan cerca -Joaquin siguió sin reaccionar ni contestar-. Tu mujer es preciosa y, si no fuese tuya, me la habría follado ya -La declaración le sentó como una puñalada en la espalda-. Pero es tu mujer, y tú eres mi amigo así que no te tienes que preocupar por eso.
— Por tener una esposa como la mía entenderás que sea escéptico.
— Lo entiendo, y no te pido que confíes… Simplemente te digo esto para calmar tus… posibles preocupaciones -declaró mientras hacía dos bolas de papel y las ponía entre la leña. Con el mechero pasaron a ser dos bolas de fuego que incendiaban la leña-. Me imagino que no te dijo nada…

Joaquin rechinó los dientes mientras buscaba las palabras adecuadas para expresarse; pese a que no terminaba de creerse el discurso de su vecino, le estaba agradecido por haber tenido la iniciativa de mantener aquella conversación.
— Mi esposa me propuso ayer un juego… Uno de pareja -añadió. Andres se mantuvo callado mientras jugaba a remover la leña en llamas.
— ¿Lo habéis hecho otras veces?
— No. Y no es algo de mi agrado, me ha amargado el fin de semana.
— Debo reconocer que mi interés lo ha atraído, pero como dije no pasará nada más -Al escuchar esto, Joaquin replicó su desconcierto debido a la falta de mujeres que había en el pueblo.
— Que no haya mujeres no quiere decir que no me vaya de putas. Un hombre hetero no puede estar sin mujeres -bromeó acordándose de dos mujeres en concreto. Le divirtió que Joaquin nunca pillaría ese doble sentido.
— ¿Putas? ¿Dónde? -Dicha declaración lo distrajo de manera definitiva: ``Ya es mío´´ pensó Andres-. En algunos pueblos muertos de los alrededores hay mujeres viudas y jovencitas desesperadas por una buena polla, veinteañeras que no tienen a donde ir y se ven obligadas a permanecer en estos pueblos. Cuando celebran las fiestas mayores las viven como si fuesen perras en celo, pero también hay mujeres de oficio en las entradas de Sexópolis -hizo una pausa antes de continuar-. Puedes preguntarle a m hermano cuando venga, él es el rey en irse de putas -bromeó-. Mira Joaquin, estoy satisfecho de mujeres, por lo que no te tienes que preocupar. Valoro más tu amistad que lo que puede ofrecerme una mujer -rio a carcajada limpia-. ¿Por qué te crees que estoy soltero? Sabes que tengo dinero, podría irme a una ciudad en una zona adinerada con más fauna de féminas… Pero no es lo que me interesa.

Joaquin no abrió la boca, pero pese a todo se creía todas y cada una de las palabras que salían de la boca de su vecino.
— Llevo ocho años viviendo en este pueblo, llegué aquí con mi esposa y mi hijo. Y un año después estaba divorciado… ¡Siete años libre de las cadenas del matrimonio! Y no lo hecho de menos -afirmó con sinceridad evitando hablar sobre el motivo de la ruptura con su mujer.
— ¿Qué pasó para que tu mujer te dejase solo con tu hijo?
— Yo elegí quedarme y ella quería irse. No preguntes por qué, yo pedí el divorcio y luchamos por la custodia… evidentemente gané. No intento darte pena con esto, pero lo que quiero que entiendas es que no tengo ningún interés en tu mujer… sabiendo que es tuya. Ahora bien… si algún día quieres compartirla… No me negaré -bromeó guiñándole un ojo, dejando caer la bomba.

Justo cuando Joaquin iba a responder, dos figuras aparecieron a lo lejos. Un adolescente que el invitado interpretó como Satur, el hijo de Andres y a su lado vio el acompañante que no debía ser otro que su tío Prono del que tanto había oído hablar.

***

No le daba buena espina en absoluto. Mientras se saludaban y hacían las presentaciones, Joaquin lo estudió de arriba abajo: Era de composición corpulenta, un poco más grande que su hermano y fuerte, su mirada era agresiva y su manera de expresarse no era mejor; solo con intercambiar un par de palabras con él ya se entendía que era todo lo contrario a su hermano Andres, el cual era asertivo y muy inteligente a la hora de llevar las conversaciones.
   Prono por el contrario daba la pinta de ser muy temperamental y dejarse llevar muy rápido por sus emociones pese a que en ningún momento fue irrespetuoso o ofensivo. Sus ojos eran de un color café claro, muy cercanos al color miel.
   Su pelo era de color negro con pequeñas pinceladas de canas que no hacían más que embellecerlo. Sus labios eran gruesos con forma de corazón y la nariz chata pero no por ello menos bonita. Entre todo ello destacaba una cicatriz entre los dos ojos justo encima del tabique nasal, como si hubiese sufrido una severa rotura de nariz.
— ¿No tienes ganas de bañarte, hijo? -bramó su progenitor sacando de su ensimismamiento a su invitado. Este negó con la cabeza.
— Como ya habrás notado mi hijo es muy tímido, y como la piscina está llena -explicó Andres a Joaquin poniendo énfasis en la última palabra-. Satur tarda muchísimo en acostumbrarse a las personas y relacionarse con relativa normalidad solo lo hace conmigo y con su tío.

Joaquin, tentado, fue a bañarse con el resto de su familia a la cual no tardó en unirse Sandra también, la cual había ido a cambiarse al baño.
— ¿Qué coño haces con esas dos guarras aquí? ¿Cuánto tiempo llevas trabajándotelas?
— Un tiempo -confesó con seriedad. Su hermano iba a ser más un estorbo que otra cosa.
— ¿Te las has follado ya? -El aludido asintió provocando que su hermano enrojeciese de rabia-. Todo el puto pueblo desesperado por el torneo de caza y tú maldito desgraciado sin compartir las presas con tu jodido hermano...
— Prono… -dijo Andres avisándole.
— ¡Pero es que encima son dos! Madre e hija. ¿Y no las compartes conmigo? -escupió al suelo.
— Mi objetivo no es follármelas, es hacerlas nuestras -Andres puso su mano sobre el hombro de Prono aplastándolo como si pretendiese tranquilizarlo a la fuerza-. ¿Crees que no compartiría contigo algo mío? Pero no puedo compartirlas si no son mías todavía. ¿Entiendes? Hay que someterlas, y me ha costado meses pero ya son mías si no la cagas…
— ¿Meses para someter a un par de putas?
— Son… -hizo una pausa-… difíciles de convencer. El marido estaba hoy paranoico perdido porque a ella no se le ocurrió nada mejor que venir con un vestidito provocativo para darle celos. Lo he conseguido tranquilizar, y le he dicho que nos vamos de putas por lo que no estamos necesitados -su hermano se empezó a reír.
— Y tiene razón: Con sus putas.
— Tómatelo en serio. A la madre la dejas tranquila, es mía. Aún tengo que amoldarla un poco -vio como Prono echaba una vista disimulada a la piscina y no se decepcionó, pues no había mala opción. Pero Andres sabía que era caprichoso, y aunque la hija fuese un bombón a él le iba lo prohibido-. Céntrate en la hija, en Olivia… Si puedes con ella -dándole a entender que era improbable que consiguiese hacer nada con ella sin ayuda.
— ¿Y por qué no puedo acercarme a la madre?
— Porque no sabemos cómo reaccionaría, porque no sabemos cómo reaccionaría su marido y creo que no te tiene simpatía… Y bueno, es mía. Elige la que más te guste.
— Si consigues follarte a la hija, ya hablamos de la madre.
—¿Te estás apostando a la madre? -inquirió malicioso mientras se frotaba las manos mientras miraba a la mujer abrazada a su marido mientras esta le devolvía la mirada con disimulo.
— Te estoy diciendo que pases de la madre hasta que no logres algo con la hija.

Justo en ese momento Olivia salía de la piscina con todo el cuerpo chorreando. Sus pelo y sus pechos dejaban caer intensas lluvias sobre el suelo y su sombra, las tetas le botaban en todas las direcciones mostrando su poderío amenazando con salirse del bikini. Ante la perspectiva Prono decidió centrarse en la veinteañera… Por el momento.

17 comentarios:

  1. Gracias maestro. Pinta pero que muy bien. Genial al incluir al tío (y el sobrino quien sabe) en la excitante historia. Ese par de putas lo agradecerán tanto como nosotros.

    Ponte con la continuación y mándanos cuanto antes el desenlace de la barbacoa.

    Gracias por el adelanto pero queremos más jejeje dale duro

    Fdo. ermendasxxx79

    ResponderEliminar
  2. Te soy sincero, tienes un don para esto. Te felicito, todo está perfectamente ubicado que permite a uno adherirse a la historia como si fuera el propio Andrés. Espero con ansias la continuación.

    ResponderEliminar
  3. Holaa la verdad que sos un maestro y me alegra que vallas publicando , aunque sea x fragmentos pero es mejor así para que los lectores tengan algo que leer...Y espero con ansias la continuación jejjeje

    ResponderEliminar
  4. Me paso y veo que has vuelto a subir un trozo. Descansa maestro te lo has ganado. Mañana más... Gracias

    ResponderEliminar
  5. Tus relatos son espectaculares, hazlo tan largo como tengas y no omitas nada, lo que si me gustaría es ver algo más de Olivia en este capítulo.
    Ahí Prono le dice todo lo que queda por delante, podrías en esta parte hasta la noche con todo lo que termine de pasar en el correr de este día y la quinta parte para el segundo día y las consecuencias a corto plazo con el/los machos alfa.
    A su vez pregunto, tenes algo pensado con el hijo?

    ResponderEliminar
  6. Muy buena continuación. Morboso el encuentro de el hermano con la "fruta" prohibida. Bien resuelta la cubana-interruptus... el mentir a su marido descaradamente y en su cara, la hizo todavía mas una "posesión" de su depredador. Y el dejarla con ganas de más un toque maestro, mostrando que el macho alfa es quien manda y que hace con ella lo que el quiere (bueno... hacen con ella/s lo que ELLOS quieren... y si no al tiempo) ya ha caído en suS garras.

    Con el hijo, puedes hacer, una especie de viaje en el tiempo, e imaginarse o contarnos lo que sucedió al celebrar la mayoría de edad del pequeñin.


    Bueno como siempre gracias y esperando devorar la continuación a ver si la cuelgas cuanto antes. Dale duro maestro.

    Fdo. ermendasxxx79

    ResponderEliminar
  7. Zorro....plap , plap , plap...No eh leído aún Lo último que publicaste pero ahora lo voy hacer y sé que es excelente te felicito . Con respecto a lo de todorelatos , si te pones a leer todo de ahí , te darás cuenta que hay menores en esos relatos...ejemplo , en las mujeres . Así que para mi es algo irrelevante lo de la edad...Son relatos eróticos nomas y depende cada lector si en su cabeza tengan la mente podrida en fantasear o hacer realidad dichos acontecimientos con menores , ya sea incesto , no consentido o maduros . Es mi opinión sobre el tema de poner o no al hijo de andres en cojiendo con las mujeres de la historia....bueno , ahora voy a leer lo ultimo que publicaste...saludos y espero que estés bien

    ResponderEliminar
  8. Gracias Zorro por colgarlo tan rápido. Este relato se me ha hecho corto y me ha dejado con ganas de mas. No hay mas que una comida de coño... un poco mas de lo mismo...
    que se que la prepara para la apuesta, pero, en mi humilde opinión le falta que se la hubiera follado ya o le hubiera roto el cacas sin compasión, en resumen un poco mas de acción o que la hubiera marcado con un arañazo, un chupón,... o a fuego como el ganado jejejeje.
    No importa, es solo mi opinión ya se que este relato es el nexo de unión para la apuesta, pero después de "solo" follarle las tetas a la madre, comerle el coño a la hija te ha quedado algo algo... ligt



    Bueno, en mi humilde opinión, lo puntuo con un 6'50. No por que sea malo... mas bien me hice más ilusiones o mis expectativas eran mayores.

    De todas maneras ya se que es solo un fragmento de el relato y para que la historia quede redonda tienen que dejar a las damas con ganas de mas y encaminarlas hacia sus depredadores.

    Bueno, igual lo he leído con demasiadas ganas y lo que me pasa es que me sabe a poco jejejeje(lo mas probable).


    En cuanto al hijo de Andres. Puedes decir que el al ser algo "especial" ha repetido varios cursos y que no dice, su verdadera edad a nadie, pero que hace poco cumplo la mayoría de edad(coartada creible).

    Estoy deseando a ver como los hermanos ponen en su lugar a los "hombres" de la casa. Y si logran someten tanto a madre he hija en mas "follaventuras"


    Fdo. ermendasxxx79


    Pdt. mañana lo releer, con mas calma a ver si lo veo con actitud mas positiva.

    Como siempre... gracias gracias gracias...

    ResponderEliminar
  9. Como va esa continuación que tenemos a medias entre los lectores y tu??? Jejeje Hoy has escrito algo??? Tu sin prisa pero sin pausa, tranquilo dale duro campeón.

    ResponderEliminar
  10. Para mi, cuanto mas largo mejor. Animo

    ResponderEliminar
  11. Entonces se debería contar las 15 hs a partir de las 21:19 del día 8 de julio que mandaste tu ultimo mensaje ?

    ResponderEliminar
  12. Tick tack tick tack... gooo gooo gooo... xd

    ResponderEliminar
  13. Ya han pasado 15 horas y un minuto??? Se nos hicieron eternas jejejeje



    Fdo. ermendasxxx79


    Pdt. Lo acabo de disfrutar. Gracias por currartelo. Esta muy bien, pero... le encuentro un par de incongruencias...


    La parte en que la madre le lanza indirectas a la hija, en mi opinión, poco realista, por que la madre no sabia la apuesta de los hermanos. Cuando se ho habían contado???.

    Y Andrés cuando le había contado Prono la apuesta??? (Me parece que en el relato no mencionas como se enteran ambos de la apuesta, ni sus reacciones)

    Además, algo de celos en la madre, tambien estaría bien.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Que puntual, ermendas.

      Gracias por ser tan rápido y para comentar, así que te respondo antes de irme a dormir.

      -----

      ¿Quien ha dicho que la madre sabía nada de la apuesta? No lo he dado a entender en ningún lugar, al contrario, lo he dejado así de abierto por varias razones empezando por el morbo de hablar de esas cosas delante de sus parejas (dormidas o no), y tambien porque el lector puede interpretar lo que prefiera (Que está siendo una ingenua y realmente cree que son salchichas de comer o por el contrario que realmente son indirectas y la está invitando a cometer la infidelidad).

      Si me preguntas que pensaba cuando lo escribi te respondere que ninguna de las dos: Sandra lo interpreta como una broma ''sexual'' y les sigue el juego, pero en ningun momento llega a creer que fuesen a follar de verdad. Por eso Andres dice ''voy al baño'', si no no habría hecho falta decirlo... ¿No crees?

      ----

      Sobre lo de cuando lo hablaron, lo hicieron pero ''fuera de los focos'' si te fijas siquiera hago una referencia a que lo hayan dado por hecho por lo que lo que estoy dando por hecho que el hecho de que ambos se entiendan es algo natural.

      Supongo que no me ha quedado tan bien como esperaba.

      Al menos espero que lo hayas disfrutado todo lo demás. ¡Un saludo y gracias por la crítica! La tendré en cuenta para el próximo relato que no tardaré en empezar!

      Eliminar
  14. Buenas noches zorro...Ya hace rato lo leí completo sólo que esperaba la parte 5 que seguro le toca a Sandra y capaz las 2 juntas a la ves siendo cojidas ? Me voy a dormir jejjeeje así que entre la semana me fijaré de nuevo si publicaste algo. Buen comienzo de semana y suerte en tus cosas , saludos zorro

    ResponderEliminar
  15. No tengo palabras para describir los ratos que me ha dado esta parte, la he acabado ahora porque desde que la publicaste no era capaz de llegar al final sin acabar masturbándome, te ha quedado de 10 el relato, quizá me hubiera gustado que fuesen un poco más duras las chicas pero bueno, debido a la excitación del momento no pasa nada ^^

    ResponderEliminar
  16. Buenas has retomado la historia? Te animo a que continues eres muy bueno

    ResponderEliminar